Un porcentaje significativo de la población española, concretamente el 21,3%, percibe los años de la dictadura franquista como un período positivo o muy positivo para la nación. El análisis del franquismo trasciende la mera exposición de un acontecimiento histórico, convirtiéndose en un intento de comprender una herida que, cincuenta años después del fallecimiento del dictador, persiste en la memoria colectiva española. Este régimen no se caracterizó por la homogeneidad, sino por una profunda diversidad de experiencias, influenciadas por factores como la fecha de nacimiento, la ideología, la clase social y la ubicación geográfica de cada individuo. Para la ciudadanía, representó, fundamentalmente, la instauración de un “orden” sustentado en el miedo, la represión y el silencio.
El franquismo no se originó en un contexto de paz, sino en la victoria de un bando sobre otro en una cruenta Guerra Civil (1936-1939). Para los vencedores, supuso la “liberación” y el triunfo de la “España verdadera” frente al “comunismo ateo”. Se estableció un estado de exaltación nacional-católica, en el que la religión se erigió como un instrumento del poder. Para la población española, el franquismo no se limitó a ser una dictadura, sino que constituyó una experiencia totalizadora que moldeó vidas, silenció voces y dividió al país. Representó, según la ubicación geográfica, el yugo del opresor o la campana del orden. Conllevó hambre, miedo y silencio, pero también, con el transcurso del tiempo, se convirtió en el germen de una resistencia sorda que, finalmente, florecería en democracia.
Comprender el franquismo resulta fundamental para analizar las luces y, especialmente, las persistentes sombras que configuran la España contemporánea. Cabe recordar, como bien expresó el poeta, que “el olvido está lleno de memoria”. Si bien el franquismo representó una maquinaria represiva para una amplia porción de la población, para las mujeres implicó la imposición de una doble carga: la de haber sido derrotadas (ellas o sus familias) en el conflicto bélico y la de ser mujeres en un Estado cimentado en los principios del nacionalcatolicismo más patriarcal. Su experiencia no se limitó a la persecución política, sino que se extendió a una reclusión sistemática en el ámbito doméstico, bajo la estricta normativa de una moral que las concebía como eternas menores de edad.
La represión franquista hacia las mujeres se distinguió por su singularidad y profunda eficacia, ya que no solo pretendía eliminar al adversario político, sino también redefinir la identidad femenina en sí misma. Elevó la sumisión a la categoría de virtud y condenó la autonomía como pecado. Este modelo social, profundamente arraigado en la legislación y la educación durante cuatro décadas, ha dejado una huella imborrable. La larga sombra del patriarcado franquista. Analizar esta represión específica resulta crucial para comprender las luchas feministas de la Transición y de la España actual. La batalla por la igualdad real, la promulgación de la ley del divorcio, la aprobación de la ley del aborto o la lucha contra la violencia de género constituyen, en gran medida, la respuesta a un sistema que durante cuarenta años les impuso que su lugar no era el mundo, sino el hogar.
La Guerra Civil Española, que dividió al país en dos bandos, culminó con una victoria franquista que provocó una significativa fuga de talento, de la cual España tardaría décadas en recuperarse. Este fenómeno, conocido como el exilio intelectual, no representó una simple huida, sino el desarraigo forzoso de la intelectualidad española. Una “España peregrina”, cargada con sus libros y sus ideales, diseminó por el mundo las semillas de una cultura que el nuevo régimen pretendía erradicar. La retirada hacia Francia se transformó en un éxodo masivo. Para intelectuales, artistas, científicos y escritores, permanecer en España significaba la posibilidad de enfrentar la cárcel, la depuración o incluso la ejecución. Su único delito: haber defendido la República, haber promovido las libertades o, simplemente, representar una modernidad que el nuevo estado totalitario rechazaba.
Es imperativo combatir a quienes intentan blanquear el franquismo o las dictaduras de Mussolini o Hitler en las redes sociales. Existe una corriente desinformadora en Internet que utiliza videos, memes y canciones para minimizar la gravedad de las dictaduras. La represión sistemática durante el franquismo incluyó fusilamientos, desapariciones forzadas, cárceles abarrotadas y trabajos forzados, como en la construcción del Valle de los Caídos. No se trató únicamente de una persecución política, sino de una limpieza ideológica, y es fundamental denunciarlo con firmeza...desde la acera de enfrente.
Gregorio Viera fue concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Telde.








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