Ayer falleció Juan Manuel Eguiagaray, le sucedió Jerónimo Saavedra en el Ministerio de Administraciones Públicas. Antes de Eguiagaray, estuvo Joaquín Almunia: otro pata negra del socialismo. El jefe de Gabinete entonces de Saavedra fue Juan Fernando López Aguilar, al que el de Vegueta no conocía pero le llegó referencias de la Universidad de Granada: el ‘guanche rojo’; a saber, estudiante que iría a mil de velocidad, inteligente y desbordante, tanto como lo tuvo que ser antes para los profesores del tardofranquismo en el colegio Claret. López Aguilar, ya con José Luis Rodríguez Zapatero, llegaría a ministro de Justicia.
Eguiagaray fue ministro del ‘felipismo’, cuando los titulares de Industria eran vascos. Con Zapatero, serían catalanes. Un síntoma de la transformación del tejido productivo en España. Aunque donde sufrieron realmente la reconversión industrial fue en Euskadi, el PSOE envió a los obreros al matadero.
Lo que no hay duda es que en los Gobiernos de Felipe González había nivel (por lo general) en sus integrantes. Hoy también hay ministras y ministros importantes; que quede claro. Parece que a medida que se acercaba González a su final presidencial (1982-1996), eran cualitativamente más notorios. Ya es cuestión de entrar en disecciones y gustos. Mas había caché. Solera en las fotos de las escalinatas de La Moncloa.
Una parte de la responsabilidad de la caída del bipartidismo se debe precisamente a los dos actores: PSOE y PP. La capitalización de ambas formaciones antaño era mayor. La política se ha degradado. Ha perdido fuelle. Y eso repercute en la valoración de la opinión pública. Y si el PSOE y el PP no hubieran entrado en la senda de la sobreprofesionalización, puede que hoy estarían mejor vistos aún por la sociedad. Claro que entonces meterse en la cosa pública era meritorio, daba pompa. En el presente es infumable. Y, evidentemente, mucho tendrá que ver la digitalización y las redes sociales, y todo lo que quieran añadirle. Hacerse un hueco en los partidos, guillotinas de la mediocridad internas mediante, es una tarea para personas sin escrúpulos. Valga decirlo con ánimo generalizador, pero con entusiasmo de retratar la ingrata realidad. En 2025 nombrar a Eguiagaray (como a tantos otros) es como retrotraerse a las alineaciones del Real Madrid o el Barcelona de mediados del pasado siglo. No debería ser así. De la democracia, de sus partidos, que son los protagonistas, se espera otra cosa. Ni el PSOE es lo que era. Ni el PP tampoco. Desde luego, deben ser objeto del cambio social (faltaría más) aunque me temo que se ha retrocedido. Luego vaya usted a hablar de rescatar la democracia que, en España, con el sistema del 78, o es bipartidista o no lo es.
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