Los reyes han actuado de manera integradora y con sentido de Estado al visitar el pasado domingo el campo de concentración nazi de Mauthausen, en Austria, donde se calcula que murieron en torno a 4.700 republicanos que eran, también, españoles. La España que perdió la Guerra Civil tras el golpe de Estado de los militares sublevados y que conoció la represión y el exilio, también es España. Por no olvidar el gran legado cultural, científico y artístico de muchos de esos exiliados que acabaron en Argentina, México, Reino Unido o Francia, donde enseguida tuvieron que lidiar con la invasión nazi y buscar otros destinos. Vamos, un exilio tras otro tuvieron muchos de esos republicanos y sus familias.
Felipe VI hace suya la memoria republicana, se hace partícipe de su recuerdo y legitimidad. Y eso es gracias igualmente a la Transición. Es decir, solo asumiendo cómo fue el siglo XX, con su prolongada dictadura franquista, se puede a su vez explicar y legitimar al sistema del 78. Cuando Santiago Carrillo renunció a la bandera y aceptó la monarquía no fue un gesto sin más sino, en calidad del líder del PCE, y en ese momento, abrazó el pacto protoconstitucional, la voluntad colectiva en ciernes que pasaría por edificar una monarquía parlamentaria.
Por eso es importante, en tiempos jaleados por la ignorancia y los barrabases abonados a los extremismos y populismos que inoculan el odio, amén de la desinformación, subrayar que el rey reina pero no gobierna. Esa es la garantía de éxito de la monarquía parlamentaria, sin esa premisa es inconcebible. No es casualidad el intento torticero y autoritario en un ciclo donde se venden a los jóvenes, todo en formato muy digital, que la democracia es inoperante. Y cala en cierta medida esa ramplonería a lomos del desconocimiento y de las magnitudes de la Historia de España, con sus luces y sus sombras, pero historia coral a fin de cuentas.
La labor de memoria histórica que se está haciendo ahora (el titular de la cartera del ramo, Ángel Víctor Torres, no pudo estar en el acto de Mauthausen por convalecencia) seguramente tenía que haberse hecho mucho antes. Si no en plena Transición y primeros años ochenta, por aquello del ruido de sables y estar reciente el olor de la dictadura, sí tendría que haberlo proyectado en la década de los noventa los gobiernos de Felipe González. Que los derrotados de la Guerra Civil sean rescatados de las cunetas y pozos y reciban sepultura, así como se anulen las sentencias de los Consejos de Guerra, es de Perogrullo. Sin embargo, aún en 2025 estamos en esa faena.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.44