Esta reflexión que hago hoy con motivo del 8 marzo, Día Internacional de las Mujeres, quiero dedicarla con orgullo y reconocimiento a esas mujeres parias, mujeres nadie, mujeres invisibles, que décadas tras décadas, han luchado rompiendo techos de cristal, aún sin saber, que esas luchas de ayer son los exiguos avances de hoy.
Quiero hablar de mujeres como mi madre que se casó con 17 años y a los 22 era viuda con cuatro hijos, luchadora, entregada, rompiendo moldes. Que pasó del dominio de un hombre, mi padre, al dominio de su padre y sus hermanos, en una sociedad patriarcal, machista y donde tuvo que fajarse en mil batallas por ser mujer, joven y viuda, que paso de la resistencia a la resiliencia en una lucha desigual, en una lucha de género, donde no se contempló hasta bien entrado el siglo XX que la igualdad no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los pilares básicos para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible.
Avanzar en la igualdad de género es fundamental para crear una sociedad sana en todos sus ámbitos, desde la reducción de la pobreza hasta la promoción de la salud, la educación, la protección y el bienestar. Pero la desigualdad de género prevalece y estanca el progreso social, por eso es vital que trabajemos por el empoderamiento de las mujeres, especialmente de las jóvenes y las niñas.
Empoderamiento significa generar mayor autonomía para las mujeres, reconocer y visibilizar sus aportaciones. Empoderarse implica participar plenamente en todos los sectores; el económico, el político y el social. Empoderarse es adquirir conciencia individual y colectiva, ganar confianza y autoestima, tener poder para decidir de la vida cotidiana.
De este modo se construyen países y economías más fuertes y justas, más estables y que contribuyen a mejorar la vida de todas las personas. La realidad demuestra que son muchas las áreas donde la brecha de género, las diferencias entre mujeres y hombres, es todavía un lastre para nuestra democracia y una manifiesta injusticia para las mujeres.
A lo largo de la historia las mujeres han pasado de la resistencia; ante el statu quo de los hombres, de la lucha por la libertad, por un significado de la existencia y el derecho a decidir, a la resiliencia; a la capacidad de adaptación de las mujeres frente a las trabas que imponen los hombres, rompiendo los techos de cristal.
Tenemos que adquirir un compromiso firme con la igualdad entre mujeres y hombres que abarque todos los ámbitos de la vida pública y privada. Solo a través de una acción política transversal e integral, que tenga también en cuenta las diferencias entre las mujeres, podremos construir una sociedad verdaderamente igualitaria y justa para todas y todos.
Por todas ellas: las parias, las nadie, las sin nombre, las invisibles, las negadas, las expulsadas, etc.; tenemos que alzar la voz de manera determinante y gritar fuerte y claro que sí, que queremos frenar las desigualdades sistémicas y exigimos un cambio estructural que elimine las barreras que nos alejan del ejercicio pleno de los derechos humanos, el derecho de las mujeres.
Gregorio Viera Vega fue concejal del Ayuntamiento de Telde por el PSOE.
Pelayo | Domingo, 09 de Marzo de 2025 a las 22:28:33 horas
Grandes feministas Errejón, Ábalos y Monedero y los de los pisitos de señoritas en Madrid y todas las feministas que conocían los hechos y no decían esta boca es mía, esos si que son resilentes.
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