
Ojalá 2025 nos traiga en política más concordia y armonía. O lo que es lo mismo: acuerdos. Y para acordar hace falta renunciar y, antes que nada, empatizar. Y mucho antes que todo eso: respeto. Y hace tiempo que en la vida pública se ha perdido el respeto. ¿Cómo vas a pactar con el otro si previamente le faltas la palabra o lo tratas como un trapo? Sin lo uno no hay lo otro. No puede haber avances, de verdad, en el sistema político si los dirigentes de las diversas siglas no se dirigen la palabra. ¿Cómo va a haber entendimiento si ni siquiera se sientan a tomar un café? Aunque cada uno, como es natural, tenga su propio criterio y lo defienda en buena lid.
El éxito de la Transición pasó, en gran medida, por eso. Si se pierde, y los hay que están interesados en que se disipe este legado, la arquitectura constitucional se va al garete. Así de sencillo, así de arriesgado. Sin Santiago Carrillo no se habría consolidado la democracia. Juan Carlos I necesitaba, al menos en ese periodo, más al PCE que al PSOE. Sin los comunistas, con su imprescindible legalización como partido, la democracia hubiera sido un artefacto averiado sin visos de prosperar. Incluso, la monarquía no podría haberse restaurado a efectos prácticos. Luego, con los años, la conexión, entre Juan Carlos I y Felipe González fue total e hizo el resto. Pero en la Transición el movimiento de masas (algo quedaba) en la izquierda, lo tenía el PCE.
El nivel de la política ha bajado considerablemente. Y los líderes se dirigen a sus parroquianos con afán de jarana e irritación mutua. Se redobla la convulsión con cada argumentario precocinado desde los cuarteles generales. No hay serenidad; que es necesaria por mucho que la política sea precisamente la gestión del conflicto. Y ese conflicto discurre, en términos marxistas, por la disputa de la riqueza. Esa es la esencia de la política.
En Youtube pueden rescatar una conversación para el diario ‘The Objective’ entre Juan Luis Cebrián (el que fuera director de ‘El País’) y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, uno de los ‘padres’ de la Constitución por UCD. Después estuvo en AP/PP. De hecho, estuvo a punto de ser el mandamás de la derecha antes de la llegada de José María Aznar. Pues bien, este jurista se ha caracterizado siempre por reconocer la singularidad vasca y catalana, por asumir la plurinacionalidad. Hoy, estos perfiles y argumentos serían impensables en un espacio público donde reina la brocha gorda y el empobrecimiento del debate. Toca ser críticos.
























Olga Maria Rivero Santana | Martes, 07 de Enero de 2025 a las 13:44:04 horas
Ciertamente, si los que "SUPUESTAMENTE NOS REPRESENTAN" son los que más están enfrentando, creando diferencias vergonzozas entre los ciudadanos e incitando con "sus menorias sesgadas" al pueblo, ésto no avanza. No, no son todos los políticos, pero SÍ son los que desgraciadamente están ocupando, yo diría que "USURPANDO" y "TRAICIONANDO" a nuestra Democracia, saltándose las normas básicas que la construyeron y que ahora algunos se empeñan en destruir. Somos el pueblo quiénes tenemos que REACCIONAR, y no dejarnos MANIPULAR POR NINGUNO de éstos detractores de la convivencia.
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