El intento último de Carles Puigdemont complica las cosas a Pedro Sánchez. No es un movimiento más, un mecanismo de presión al uso a son del debate y aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2025 que, por otra parte, tiene toda la pinta que no serán respaldados; aunque el Gobierno persistirá sin más, como ya lo hizo Mariano Rajoy en su momento. Trata de activar la aprobación parlamentaria de la necesidad de que Pedro Sánchez se someta a una cuestión de confianza; es un paso que ostentaría consecuencias pero que jurídicamente parece que no prosperará. Primero, la propuesta debe pasar por la mesa del Congreso de los Diputados. Si fuese admitida a trámite, muy difícil, porque se sostiene que es una moción de censura encubierta, y para eso está la vía prevista, pasaría al pleno. En todo caso, si la mayoría de la Cámara Baja diese luz verde a la idea de Puigdemont, aunque fuese escenificándolo en las escaleras del Parlamento, la fotografía de la legislatura ya es otra.
Es verdad que la cuestión de confianza, prevista constitucionalmente, solo está en manos del presidente del Gobierno y, por tanto, no es vinculante el deseo de Junts, PP, Vox y quien se sume. No obstante, materialmente quedaría en evidencia que el actual Ejecutivo de coalición no dispone del concurso del Parlamento, o cuando menos lo cuestiona.
Junts pretende estrechar el marco de movimientos de La Moncloa. Que el soberanismo catalán apruebe una moción de censura de Alberto Núñez Feijóo (que precisa de Vox) contra Sánchez, son palabas mayores. Similar realidad para Sánchez de no contar, o ser cuestionado, su respaldo parlamentario, ya de forma categórica si Puigdemont prosigue por este camino.
Las reglas parlamentarias son esenciales para el funcionamiento de la democracia representativa. Son las mismas que le dieron legitimidad a Sánchez en el verano de 2018 para derrocar a Rajoy mediante una moción de censura. Todo legítimo. Estamos en un sistema parlamentario. Si la mayoría del Congreso de los Diputados le dice a Sánchez que debe someterse a una cuestión de confianza, con algún tipo de formalidad política, es munición política. Aunque Sánchez contestará, y con razón, que presenten entonces una moción de censura.
En Cataluña la situación se está normalizando. Salvador Illa es la gran esperanza del PSOE para el puzle territorial. Encajar el modelo de financiación autonómica no será nada fácil. Sin embargo, el avance de Illa es el retroceso de Puigdemont y ERC. Y en Madrid se nota. Es una prueba de fuego.
Olga Maria Rivero Santana | Jueves, 12 de Diciembre de 2024 a las 13:23:30 horas
¡Les deseo a todos lo mejor, como seres HUMANOS que son, pero "el invierno y tormentoso temporal" en relación con la situación de nuestro país, al que nos tienen sometidos la CASTA POLÍTICA, hace que desée que todos ellos y ellas, por lo menos "los visibles" SE VAYAN MARCHANDO YA, de la vida política! ¡No van a NOTAR NADA, en sus confortables vidorras y que surjan otros nuevos (que ya están pero se les "silencia') que traigan aires y formas nuevas (las correctas) de hacer y de vivir la política! ¡Es ya insorportable el "ambiente" que están dejando, día a día una gran mayoría de ellos y que nos están PERJUDICANDO MUCHÍSIMO como país!
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