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Lunes, 29 de Septiembre de 2025

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Caminando hacia la desmemoria (XCII)

El cementerio católico de San Gregorio Taumaturgo (2ª parte)

Reflexión del cronista oficial de Telde, Antonio María González Padrón, licenciado en Geografía e Historia

ANTONIO MARÍA GONZÁLEZ PADRÓN 3 Jueves, 21 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura: Actualizada Jueves, 21 de Noviembre de 2024 a las 18:10:01 horas
Cementerio de San Gregorio/Juan Carlos Alonso/C7.Cementerio de San Gregorio/Juan Carlos Alonso/C7.

Y allí vamos a parar... Los camposantos de la ciudad de Telde: El cementerio católico de San Gregorio Taumaturgo (2ª parte)

Todo lo dicho hasta el momento hacía de estos enterramientos unos espacios que debieron ser protegidos y no motivo de derribo, como efectivamente sucedió a principios de los años ochenta del pasado siglo XX. La realidad actual es lacerante cuando no bochornosa, nada queda de la parte histórica de nuestro cementerio llanense, a excepción de una bellísima y noble construcción neogótica, que en el pasado podíamos ubicarla en la parte central derecha del paramento Sur y hoy en el mismo lugar, pero dando paso a la llamada primera ampliación, ya que habría una segunda que se desarrolló al Oeste del camposanto y, recientemente, otra complementaria junto a esta última.

 

Entre las tumbas desaparecidas y de la que este Cronista tiene cumplida información es la de su abuelo, el[Img #1000600] Procurador de los Tribunales Luis González Corbacho, natural de Las Palmas de Gran Canaria y fallecido en Telde en 1912. Primero se le dio sepultura en el Cementerio Católico de San Juan Bautista por residir en la calle Licenciado Calderín, antigua calle de la Cruz, y a los 5 años del óbito, sus restos se trasladaron al por entonces nuevo cementerio de San Gregorio Taumaturgo. Realizada toda ella en mármol de Carrara blanco medía, aproximadamente, un metro con setenta centímetros de largo y un metro de ancho. Tenía forma de catafalco, es decir, más alta por la zona de la cabecera que por la de los pies. Una gran Cruz de estilo modernista, lobulada en sus extremos a base de hojas de acanto, le daban una gran prestancia. La lápida que la cubría rezaba: Aquí yacen los restos mortales de Luis González Corbacho, su desconsolada esposa y su amantísimo hijo le recordarán siempre. Tras la Cruz Adosada a la pared, en una lápida igualmente de mármol de Carrara, se podía leer: R.I.P. José Blas Hernández Azofra, Procurador de estos Tribunales. Se trataba de un cuñado del anterior, progenitor del Coronel de Estado Mayor y Juez Militar, D. José Blas Hernández Pérez.

 

Fue el cementerio de los Altos de la Rocha, como también se le denominó en sus primeros momentos, vanguardista en cuanto a modelos de sepultura, pues no en vano fue de los primeros en poseer nichos de hasta tres pisos. Entre ellos, los enterramientos que hemos podido constatar están situados en torno a la década de los veinte del pasado siglo. De las personas que antes recibieron cristiana sepultura en estos espacios, tenemos a doña Agustina Rodríguez Núñez, fallecida el 19 de diciembre de 1923 a los 73 años de edad. La lápida que aún hoy se conserva en perfecto estado, nos llama la atención por su buena hechura y su prestancia. Le siguen en antigüedad el nicho de D. Francisco Pérez Cabral, comerciante y banquero que murió en 1928. En ese mismo lugar fue enterrada en 1936 Dña. Pilar Azofra Hechevarría y en 1953 la hija de ambos Dña. Lucrecia Pérez de Azofra (Bisabuelos y abuela paterna del que esto escribe). En 1932 se ocupa el nicho adquirido por la prestigiosa familia Betancort Espino. En 1934 fue sepultada doña Efigenia Suárez Estévez y, muy cerca de éste, está el perteneciente a doña Ana Boissier Fernández, que entregara su alma a Dios el 27 de septiembre de 1936. Destacada por su delicada compostura la lápida del nicho de don Manuel Peña Silva, que aún hoy guarda la madera y el cristal que la protege de la intemperie, modelo este muy común en el pasado, pero del que ahora solo queda este ejemplo. Animamos a sus herederos a que lo sigan conservando tan bien como hasta ahora.

 

Otros nichos corresponden a doña Antonia Pérez Negrín, sepultura del año 1938 y la de D. Antonio Pérez Candelaria, de 1952.

 

A estos enterramientos les suceden una serie de mausoleos de diferentes estilos y épocas. Destacamos con el número 35 los pertenecientes a los Señores Sánchez Bruno, propietarios que fueron en su día y, hoy lo siguen siendo sus herederos en cuarta generación, de la prestigiosa industria del gofio Molino del Fuego, en la calle María Encarnación Navarro.

 

El siguiente en dirección Sur, pertenece a don José López Suárez, adinerado terrateniente, que donó numerosas tierras a la Parroquia de San Gregorio y al Obispado de Canarias. En su interior un túmulo central, todo el de mármol y en forma de caja mortuoria, guardan sus restos y los de sus allegados. El exterior se resuelve de la siguiente manera: Un cuerpo central enmarcado en dos estrechas pilastras, custodian un arco rebajado, formando bajo él la única entrada al recinto. Para el frontis se eligieron mármoles blancos y, sobre ellos, mármoles jaspeados de color marrón.

 

Colindante con éste se levanta el de la familia Monzón Vega, perteneciente al exportador y gran propietario agrícola D. José Monzón Santana y su esposa Doña Amelia Vega. Con el tiempo, también descansan aquí los restos de sus hijos, nueras y de más familiares. Concebido como un todo de mármol blanco de gran exquisitez, seis nichos en grupos de tres a izquierda y derecha forman la parte mortuoria y frente a la entrada existe, un altar central de mármol blanco con elementos decorativos de igual material, pero esta vez de color marrón.

 

Seguidamente se nos muestran cuatro capillas sepulcrales de igual tamaño que, de izquierda a derecha, pertenecen a las notables familias teldenses: Collado Santana, Calixto Estupiñán, Álvarez Hernández y Gil Romero. La sencillez de todas ellas no le restan importancia. Reseñamos que su esquema compositivo siempre es el mismo: A un lado los sepulcros colocados unos sobre otros, hasta llegar a tres y, frente a la entrada, altares en todos los casos, excepto el de la familia Calixto Estupiñán, que se encuentra presidido por una gran Cruz de acero inoxidable y un candelabro de igual material. Todos estos espacios poseen en el centro del pavimento un osario.

 

El de la familia Álvarez Hernández custodia, entre otros, los cuerpos de D. Delfín Álvarez Ascanio, fallecido el 28 de enero de 2003 y el de su esposa, Doña Adela Hernández Betancor, que nos dejara el 23 de agosto de 2004. Personas de reconocido prestigio social, dejaron tras de sí un imborrable recuerdo. El trabajo de ambos queda patente, entre otras muchas realidades, en el actual tanatorio municipal de Las Rubiesas.

 

Don Juan Calixto Rodríguez, notable comerciante del ramo de la alimentación, nacido el 23 de julio de 1922, murió el 18 de febrero de 2013. Junto a su esposa, descansa eternamente en el panteón antes reseñado como de la familia Calixto Estupiñán.

 

Por su gran dimensión, pues se trata de una construcción para uso compartido de dos ramas de una misma familia: Los Soria-López y López-Artiles, llama la atención de los que por allí pasan el siguiente mausoleo. Trabajado todo él en mármol travertino delicadamente tallado a base de un minucioso repicado. Los planos se deben al Ingeniero Superior de Minas, don Antonio López Pérez. El mármol, tanto exterior como interior de su revestimiento, fue cortado y preparado por Mármoles Acosta, industria que poseía don Francisco Acosta Alonso en la Cuesta de los Tarahales, zona de La Feria en Las Palmas de Gran Canaria.

 

En el pasillo del fondo del cementerio antiguo, se levanta la capilla de la familia Hernández Betancor, en ella descansan los restos mortales de D. Gumersindo Hernández Díez, Dña. Angélica Betancor Suárez. Dña. Electra de Los Ángeles Hernández Betancor y D. Pablo López Hernández, entre otros. Realizado en granito natural gris, sobre la puerta de entrada luce una placa que señala el linaje de los allí enterrados, familia de hacendosos y honrados comerciantes del ramo textil, grandes defensores del calado y bordado de Telde y su comarca, desde su comercio en las inmediaciones de la Plaza de San Gregorio o de Los Llanos.

 

Junto a éste, el de la familia Roja Betancor y Déniz Placeres, su actual propietario es D. Carmelo Déniz Betancor, prestigioso comerciante de Los Llanos, hijo del no menos valorado D. Fermín Carmelo Déniz Sánchez y su esposa, Dña. Antonia Betancor Suárez, quien lo hereda de una de sus tías, concretamente de Dña. Juana Betancor Suárez, aunque en el pasado estuvo cubierto de mármol, en una reciente restauración se le recubrió de granito natural de color negro. Entre otros nichos, está el de D. Odón Betancor Suárez, que muriera a los 60 años de edad en 1986.

 

La familia Marrero y Marrero, realizó su mausoleo en forma de tres nichos superpuestos, completando el monumento fúnebre con una pequeña superficie pavimentada a base de losetas de forma cuadrangulares, que bordean a las tumbas en su parte Norte y Este.

 

De las llamadas sepulturas en tierra, de las que ya hablamos con anterioridad, destacamos la de don Alfonso Juan de la Cruz Suárez Naranjo, nacido en Los Llanos de Telde el 24 de noviembre de 1877 y bautizado 4 días más tarde, en la parroquial de San Gregorio Taumaturgo. Su nieta, Dña. Virginia Hernández Suárez, actualmente residente en el Puerto de la Cruz, Valle de La Orotava, nos comenta que su abuelo murió muy joven, cuando rondaba los 35 o 36 años, lo que hizo que su abuela, Dña. Rafaela Suárez Suárez tuviera que marchar a Santa Cruz de Tenerife para dedicarse a la venta de calados y bordados, lo que popularmente se conocía como pacotilla.

 

D. Alfonso era hijo de D. Juan Suárez Rivero, comerciante afincado en Los Llanos de Telde, y de su esposa Dña. Micaela Naranjo Navarro, natural del pueblo de San Lorenzo, junto a Tamaraceite, en La Gran Canaria.

 

La tumba de Don Alfonso está delimitada por una balaustrada o verja baja de hierro forjado y, según sus descendientes, fue de las primeras tumbas del cementerio llanense. Y efectivamente, si murió en torno a 1906 o 1908, lo fue.

 

La familia Valido Fleitas erigió su capilla mortuoria utilizando el granito natural y de color gris, como elemento ennoblecedor, lo que la hace destacar sobre el común.

 

Hasta aquí esta segunda entrega de nuestro estudio sobre el Cementerio Católico de San Gregorio Taumaturgo del Distrito teldense de Los Llanos.

 

En una próxima entrega, ahondaremos en la historia del mismo y daremos por concluido la serie de artículos sobre Cementerios Católicos de la Ciudad de Telde, que suman en total seis y que para los amigos de lo anecdótico les puedo decir que corresponden a diecinueve folios de Din A4, a los que habría que sumar otros seis de llamadas, notas bibliográficas y archivísticas.

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