
La ciudad de Telde reconocerá a Eugenio Peñate Suárez, sacerdote de la parroquia de San Juan y natural de Valsequillo, como Hijo Adoptivo durante la gala de Honores y Distinciones de Telde que tendrá lugar el próximo jueves, 7 de noviembre, en el Teatro Municipal, una iniciativa que partió del colectivo vecinal Cristo de Telde de San Juan.
Este reconocimiento se otorga en reconocimiento a su compromiso con los más necesitados ya su incansable labor con Cáritas, la cual ha dejado una huella significativa en la comunidad teldense. "La gente de Telde es muy buena y lo han demostrado con este premio", afirma el propio sacerdote, visiblemente emocionado, en declaraciones a La Provincia-DLP.
A sus 87 años, Eugenio Peñate relata cómo su "aventura humana y espiritual" comenzó un 15 de agosto de 1937, cuando nació en Tenteniguada, Valsequillo. Proveniente de una familia de agricultores, trabajó durante su juventud en el campo antes de dedicarse a la vida religiosa y al servicio comunitario. "Nunca fui de gran cabeza, pero me gustaba estudiar y los libros", comenta con humildad. Además, recuerda una frase de su padre que le repetía en su adolescencia, cuando mostró cierta reticencia a colaborar en las tareas del campo: "Me decía que la agricultura no me gustaba, pero bien que me gustaba la leche". Estas palabras, cargadas de sabiduría familiar, aún resuenan en él.
Eugenio, el mayor de ocho hermanos, todos varones, describe la vida en el campo como "sacrificada y costosa", especialmente porque el trabajo agrícola no conoce horarios ni días festivos. "Aquí hay que ordenar, limpiar y dar de comer a los animales, pero esa constancia tiene su fruto y su precio", señala. El esfuerzo de sus padres les permitió evitar las miserias durante la guerra civil española. "Teníamos nuestros propios medios: el gofio, la leche, las papas o las verduras, y con eso comíamos cada día sin depender de nadie", explica, resaltando el valor de la autosuficiencia en aquellos tiempos difíciles.
Aunque nació en Tenteniguada, Eugenio siempre ha sentido un fuerte lazo con Telde, donde ha desarrollado gran parte de su labor pastoral y educativa. "Estoy sirviendo a Telde desde el 7 de octubre de 1966, y mi labor siempre ha estado ligada a la enseñanza. Fui profesor de Filosofía, Ética y Religión en la Escuela de Comercio, y siempre me he sentido vinculado al municipio", comenta.
Durante su carrera docente, el sacerdote asegura que su principal objetivo era que los alumnos "adquirieran conceptos y maduraran como personas". Su vocación por la enseñanza fue un complemento a su servicio en la iglesia, donde también transmitió su sabiduría como sacerdote de la parroquia de San Juan y párroco en otras comunidades del municipio, como la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria, en Tara.
Tal y como avanzó TELDEACTUALIDAD, la propuesta para nombrarlo Hijo Adoptivo de Telde fue aprobada de forma definitiva y unánime durante la sesión ordinaria del pleno municipal correspondiente al mes de octubre. Para Peñate, este reconocimiento "es como si fuera el corazón generoso de toda la gente de Telde, que me enseñaron a ser cura y persona, me han dado mucho y me han acogido con los brazos abiertos a cambio de yo ofrecer mis servicios". El sacerdote se mostró profundamente emocionado por este homenaje y añadió: "Es un placer y una emoción enorme que no podrá olvidar jamás".
La entrega de Honores y Distinciones de Telde no solo es una muestra de respeto hacia aquellos que han dejado una huella en la comunidad, sino también un reflejo del profundo aprecio y gratitud que los vecinos de Telde sienten por Eugenio Peñate Suárez y su incansable labor.
Manuel Quevedo Ojeda. | Martes, 05 de Noviembre de 2024 a las 09:34:35 horas
Enhorabuena, Don Eugenio Peñate, por el merecido reconocimiento como Hijo Adoptivo de la MI Ciudad de Telde.
Yo conocí a Don Eugenio en febrero de 1.981, en ese momento se cruzó en el camino de mi vida y se convirtió en un verdadero Buen Samaritano. Él, con su contagiante alegría y fuerte entusiasmo animador, me recogió de aquella cuneta donde había ido a parar por circunstancias de la vida, tirado al borde de un camino de vida difícil e incierto. Por aquella época yo era un joven de 20 años que tres años antes había sufrido un grave accidente en la playa y me hallaba encerrado en casa de mis padres, cautivo de una discapacidad física severa y de una falta de conocimientos e intelectualidad porque no había acabado mis estudios básicos. Él me recogió de aquella cuneta, apaleado por la vida, más muerto que vivo, me rescató de aquella aislada e improductiva tierra y me dio una vida. Desde entonces no he cesado de adquirir conocimientos y experiencias de vida, lo que me ha hecho crecer como persona hasta alcanzar de lo que hoy soy y tengo, una persona orgullosa de sus esfuerzos para lograr la superación de una terrible adversidad física severa, una discapacidad, y estar orgulloso de ser una persona plena y tener una familia, una vida plena e integrada en la sociedad.
Gracias, Don Eugenio, por su obra social transformadora, realizada conmigo, y con otras muchas personas, gracias por dar luz y salvación a mi vida.
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