
Ya no se oye en el jardín de la casona la algarabía de los pájaros enredados entre las ramas del enorme ficus. Ya no hay jardín. La arquitectura de la casa nunca fue pretenciosa pero sí peculiar. Me parece equilibrada y coqueta, con una torre de cuento y dos columnas que flanquean la entrada, escalones que invitan a subirlos para resguardarte en el soco que ofrece el recoveco con azulejos verdiblancos que cubren sus paredes, y por encima de ellos, a la izquierda, un mosaico con una Virgen que daba la bienvenida a todas las personas que la visitaban. Los alisios y el sol no fueron indulgentes con la casa. Cierra el pequeño jardín una verja que delimita el espacio, aunque se sigue dejando ver. El ficus ya no está, tampoco las plantas, y solo quedan dos montones de esterlicias queriendo sobreponerse a la humillación de tanto abandono. La basura se ha instalado allí, rodeándola.
Ahora todo es desolación en este espacio. Las personas venidas de lejos la han ocupado, no saben de su historia, ni sus miradas tienen sosiego para valorarla y cuidarla. No conocerán seguramente que la Conferencia Sectorial de la Infancia y Adolescencia que abordó la crisis migratoria terminó sin acordar nada, “sin embargo, mostraron los asistentes buenas intenciones y disposición a aliviar la grave crisis que vive Canarias”. Aceptaron el reparto de 400 menores –¡Ooohhhh!–, incluso se aplauden entre ellas dando muestras de solidaridad. ¿Qué solidaridad? El aplauso aquí es únicamente para los servicios de acogida a su llegada a las islas. Tampoco sabrán que los señores presidentes del Gobierno de España y de Canarias se han reunido en La Palma. ¿De verdad el Sr. Sánchez considera que somos parte de Europa, de España? Dicen que nos van a ayudar con 50 millones –la misma partida consignada en los presupuestos de 2021/2022 y que ya está gastada. ¿A ayudar?, ¿esta crisis migratoria es solo de Canarias o de Ceuta? Entonces no estamos hablando de solidaridad –no existe fuerza ni compromiso entre la comunidad humana. No se consiguió absolutamente nada.
Sigue pendiente el reparto de los menores –más de 6000, desde febrero de 2024. ¿Ya no se suman los llegados desde esa fecha? Si restamos los 6000 a los 22.670 migrantes recogidos en este primer semestre, quedan entonces alrededor de 16.670 mayores de 18 años, invisibles (los que salen de las ONG porque cumplen la edad y los que ya entran en las islas con los 18 años cumplidos). Sabemos que existen. Deduzco que pululan por doquier. Nadie responde por ellos, ¿o sí? ¿ Dónde están? ¿Quién se ocupa de estas personas? Solo conocemos las pateras de cada día, los muertos y las carpas que los acogen en los muelles o playas, o noticias que hablan de casas ocupadas. La falta de información de nuestros gobernantes ha provocado que surjan comentarios dolorosos, racistas y ofensivos alimentando mentalidades confundidas o malinformadas.
Al mismo tiempo, la ciudadanía asiste expectante a este sinsentido, contrata los servicios de protección de pago (ya hay “alarmas frente a robos y ocupaciones”, así se publicitan), porque no sabe en qué momento desaparecieron la protección que incluía el pago de los impuestos, la seguridad y obligación que proporcionaba el registro de la propiedad, la protección de la policía... Es decir que el gobierno ha trasladado a estos servicios privados la responsabilidad de la protección debida de las propiedades legales de la ciudadanía que cumple con las normas establecidas. Tal vez, en la próxima Declaración de la Renta llegue a desgravar.
Podemos pasear por Telde y comprobar la profusión de sellos marcadores con placas que nos aseguran esta protección. ¡Qué tristeza, son los servicios privados los que nos protegen! Tal vez deberían protegernos de las personas que ejercen el poder y que no ven necesaria la convivencia en nuestros calles, barrios, pueblos y ciudades.
No solo el olvido y la desolación se han apoderado de la casona, también está afectando seriamente a la convivencia ciudadana de isleños y foráneos.
Julia Mª Arnaiz Castro es maestra jubilada.
Feli Santana | Martes, 03 de Septiembre de 2024 a las 18:23:00 horas
Que equilibrio Julia, sopesar las palabras con tierna identidad, denunciar con la sutileza de la brisa que erosiona sin lastimar. Donde están las competencias a la triste realidad que hiere al pueblo, que calla y alimenta el odio, sin reparos. La brutal invasión que sufrimos por ser pasaporte de salvación del sufrimiento humano. Que tristeza, tanta incompetencia política y las fórmulas del atajo paliativo privado. Estamos ante una crisis tremenda y obstinada. Y los guardianes del patrimonio cultural y justicia social se tambalean como enfermeros de guerra. Aquella democracia de valores, hace aguas revueltas por el sumidero del poder, la educación y el respeto, solo lo salva el sentido común que va ganando por goleada sus intereses. Gracias Julia, tu reflexión animado otras, somos eco de tus valiosas palabras.
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