
El domingo por la noche Telde vivió un acto institucional de homenaje a diversas personas y colectivos a son del Día de Canarias. Fue en el Teatro Municipal Juan Ramón Jiménez y estuvo repleto de público. Telde se ha distinguido siempre por ser un municipio que ha vivido intensamente la canariedad y ha avivado la identidad isleña. La ciudad de los faycanes, a diferencia de Las Palmas de Gran Canaria, ha contado con histórica representación en el pleno de siglas nacionalistas desde la Transición. Y todo eso cala, deja huella.
La importancia del acto fue rendir homenaje a aquellos que casi siempre pasan inadvertidos en la agenda mediática. Grupos entregados a una causa y mujeres y hombres (sobre todo, mujeres) que se esfuerzan a diario por dar testimonio de sus inquietudes desde diversos ámbitos sociales. Si esto no se reconoce, la sociedad pierde. Es de justicia que en vida tengan su reconocimiento. Que no sean presa fácil del olvido. Todo aquello que no se le otorga identidad, pierde autoestima. Y Telde no puede dejarse arrebatar a su pueblo.
La lista de los distinguidos la conformaron Antonio Alí (reportero gráfico de TELDEACTUALIDAD), Domingo Hidalgo, Nieves Yánez (a título póstumo), Daylos Delgado, Miguel Santana, Idelfonso Rodríguez, Amelia Hidalgo, María Teresa Ramos, Adelaida Reyes y Victoria Fleitas. A lo que hay que sumarles la Agrupación Cultural entre Amigos, la Agrupación Folclórica Arnao y el grupo de teatro del colectivo vecinal El Roque Azucarero. Voces y labores cotidianas que satisfacen la vida costumbrista teldense y que irradian identidad al resto. Qué menos que cada año se reconozca lo que la ciudad le debe a los suyos, a su gente.
Los maestros de ceremonia fueron el alcalde, Juan Antonio Peña, y el concejal Juan Martel. En realidad, representaron la querencia teldense a sus vecinas y vecinos. Y qué importante hacerlo al calor del Día de Canarias que esta semana celebramos. Es el 30 de mayo porque fue la primera ocasión que se reunió el Parlamento de Canarias, gracias al autogobierno ungido en la Constitución de 1978. No fue un regalo, hubo que conquistarlo. De hecho, en la Segunda República el archipiélago iba camino a reconocerse su autogobierno pero el golpe de Estado franquista de 1936 y la larga dictadura posterior truncó el proyecto estatutario. Tuvimos que esperar décadas. Sin democracia, no hay pueblo. Y, por tanto, no habría manera de realzar a la ciudadanía, como la que el domingo en el Teatro Municipal Juan Ramón Jiménez recibió los merecidos aplausos.
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