
Esta semana Antonio Morales fue invitado al CEIP Fernando León y Castillo a tener una conversación sobre sostenibilidad con el alumnado. La visita al centro escolar arrojó instantáneas emotivas y divertidas, denotando todas ellas que supuso un rato agradable para todas las partes. No es habitual que un político salga de su despacho y, máxime, si es para acercarse a un colegio para ofrecer su visión, al alcance de ese público determinado, sobre los problemas que nos atañen, en este caso a Gran Canaria. La certeza de proximidad que vierten es indudable; sobre todo, en estos tiempos en los que la política anda tan disparatada y repleta de crispación cuando no violencia verbal directamente.
Morales habló de su proyecto de ecoisla, que lleva desde 2015 liderando. Si el CEIP Fernando León y Castillo aborda la cuestión de la sostenibilidad qué mejor que hacerlo con el que capitaneó la implementación de la energía eólica en Agüimes siendo alcalde y ahora hace lo propio desde la institución insular. De lejana y larga casta le viene a Morales, por tanto, su querencia por la mentalización pública de la expansión de la producción limpia de energía.
Algún día, con el transcurso de los años, esas niñas y niños que abarrotaron el aula, podrán recordar y compartirán con los suyos que en el colegio tuvieron ocasión de preguntar y trasladar inquietudes directamente al presidente del Cabildo de Gran Canaria. Que, con creces, para entonces quedará patente el legado de un máximo responsable de la institución insular muy significativo, no solo por ser el primero que casará tres mandatos consecutivos amén de la voluntad ciudadana manifestada en las urnas sino porque su ecoisla (su proyecto, el nuestro) habrá supuesto un antes y un después en la evolución socioeconómica de Gran Canaria. Por eso el agüimense no es un presidente más que haya pasado por la Casa Palacio en Bravo Murillo.
Si encima la visita no fue, deprisa, para cumplir, a un centro escolar de la capital sino que se desplaza a Telde, como lo haría a cualquier otro municipio costero, de medianías o de la cumbre, nos recuerda otra nota distintiva de Antonio Morales: ha puesto de relieve que en Gran Canaria hay vida (y mucha) fuera de la capital. Que en el conjunto de la isla esa vida sigue su curso e importa igual (o más, si me apuran, pues conservan las esencias de nuestro pueblo) que lo que cabe tan solo en la mentalidad urbanita dominada por el desasosiego de las prisas. La sostenibilidad del sureste, desde 2015, la ensancha en toda Gran Canaria desde el Cabildo.
























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