
Vamos camino de cumplir el primer año de mandato y una de las característica de esta entrada parlamentaria es que Fernando Clavijo arroja otro estilo al anterior en que también fue presidente del Gobierno (2015-2019). Ciertamente, ha descolocado a muchos. Nos detenemos en las formas, no en el fondo de las decisiones que, como es habitual, unas gustarán más y otras menos y en función desde qué sectores se haga la valoración. Pero cuando cayó el Pacto de las Flores lo que se barruntaba era que retornase la conflictividad enmarañada de ese señalado primer mandato. Una tensión que pasaba particularmente por el distanciamiento entre el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Gran Canaria. Y no ha sido el caso. Prima la tranquilidad y el buen talante. Clavijo defiende sus posiciones y no está para guerras que, por otra parte, son innecesarias y cansan a la sociedad. El buen clima no es incompatible con las divergencias, ni mucho menos.
Esta ha sido, por tanto, la gran sorpresa de Clavijo. Tanto es así que, incluso, actores cercanos a él y CC desean reavivar del modo que fuera esa guerra política. Les chirría que Clavijo sea Clavijo y no esté sometido a intereses terceros y pretendidas hipotecas por los respaldos de antaño. El lagunero actúa como considera, mas siempre lo hace (en lo que llevamos de legislatura) con esa parsimonia; fruto, a buen seguro, de los disgustos pasados y el reposo de la madurez que sobreviene con el tiempo.
Por otro lado, esos mismos anhelan que Clavijo esté en conflicto permanente no ya solo con el Cabildo de Gran Canaria sino a la vez con Ángel Víctor Torres. Y lo cierto es que el presidente y el ministro relucen que lo cortés no quita lo valiente. Por eso en Canarias no se respira el aire contaminando de la política que se hace en Madrid. Y eso abre puertas, no las cierra.
Así las cosas, lo suyo es que esta tónica permanezca hasta la finalización de la legislatura. Y, con los años, será una de las grandes diferencias entre la primera y la segunda Presidencia de Clavijo. Hace bien. Enconar la vida pública, enzarzarse en trifulcas con los cabildos o los líderes de la oposición conducen al desaliento cuando no a los reveses políticos. Se ha apelado al modo canario. Llámenlo como quieran. Lo importante es resaltar esa tranquilidad institucional sin perjuicio de que cada uno defienda lo que considere pertinente. La política es la gestión del conflicto. Pero se agradece las formas que reinan en las islas.
























Esteban Rodríguez García | Miércoles, 29 de Mayo de 2024 a las 12:10:00 horas
"Del dicho al hecho hay un trecho" Aceptando ésto dentro del lenguaje coloquial como una expresión de desconfianza, al menos, de duda. Bien es cierto que los trechos hay que transitarlos, y como es el caso mencionado, la buena actitud y talante hacen milagros imposibles. Fantástico artículo
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