
Todo apunta a que las manifestaciones del 20 de abril bajo el lema ‘Canarias tiene un límite’ va a constituir un éxito. Y Comisiones Obreras Canarias, sindicato más representativo tanto en el archipiélago como en el conjunto del Estado, se suma, la secunda corajudamente llamando a la participación y movilización de sus cuadros y afiliadas y afiliados; alrededor de 40.000 en Canarias, no hay partido político que aglutine semejante umbral.
Apelar al turismo en Canarias es hacerlo, al tiempo, a nuestra identidad
isleña, a las esencias y emociones más arraigadas del pueblo canario y su clase trabajadora. Pedro Lezcano, en su poema ‘La maleta’ traza perfectamente ese tránsito de lo rural al desarrollismo turístico avanzada la segunda mitad del siglo XX. Lezcano, al narrar la emigración de nuestros antepasados y cómo luego se dejó las cuatro fanegadas de la vieja para ir a servir la mesa, interpela a la memoria de Canarias, la que nos incumbe y nos pertenece intergeneracionalmente.
De nada sirve que esta tierra reciba 13,9 millones de turistas en 2023 si esto no se traduce en mejores servicios públicos, en salarios más altos y en oportunidades. Tenemos pendiente ensanchar la clase media en el archipiélago tras los recortes y el ‘austericidio’ que irrumpió al calor de la Gran Recesión de 2008. Tenemos tanto que reconquistar, tenemos tanto que avanzar. Son nuestros derechos.
El Producto Interior Bruto (PIB) vinculado al turismo llegó a un 35,5% en las islas. Y el gasto efectuado por los turistas en 2023 a más de 20.300 millones de euros. ¿Dónde va ese dinero? ¿Acaso podríamos decir que la patronal lo atesora en exclusiva? No es así. Desde luego, una parte va a la patronal pero incluso, ya puestos, ni esta recibe todo lo que podría. Paradojas. Muchos de esos euros se van al extranjero, a élites extractivas que escapan de nuestro control. Ese PIB hay que repartirlo. La clase trabajadora canaria debe ser partícipe de ese monocultivo que enmarca nuestra economía. Ya no es cuestión, a estas alturas, de ceñirnos a establecer una tasa turística; que toca adoptar. La problemática es más acuciante y de mayor enjundia.
La proliferación de la vivienda vacacional merma los posibles de los hogares canarios. La vivienda, en última instancia, es un derecho y no solo un bien de mercado. La vivienda vacacional fomenta un falso capitalismo popular que está desarraigando al pueblo canario en su propio territorio, en su isla, disparando los precios de las restantes viviendas (cada vez menos) sea en régimen de compra o alquiler. El turismo debe ser sostenible. Y tiene que estar orientado a mejorar la calidad de vida de la sociedad canaria. Hemos perdido la guía que moldeaba el motor de la economía isleña. Están en juego nuestros salarios y derechos, el no tener que repetir el drama de ‘La maleta’ de Pedro Lezcano.

























María | Sábado, 13 de Abril de 2024 a las 03:50:53 horas
Hablan del turismo y aquí nadie critica a Marruecos haciendo maniobras cerce de Fuerteventura aquí calladitos todos no?? Papa PSOE los tienen comprados. Poca vergüenza
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