
Feminismo y sindicalismo van de la mano. Lo tiene interiorizado Comisiones Obreras, sindicato de naturaleza sociopolítica que ostenta la condición de más representativo tanto en Canarias como en el conjunto del Estado. No hay conciencia de clase hoy si no va anudada a la reivindicación feminista y la plasmación real y efectiva entre los hombres y mujeres. No se trata de empoderar sin más sino de realzar ese empoderamiento natural de las mujeres ‘per se’ para que el patriarcado y el turbocapitalismo no lo taponen. Que las estructuras dominantes neomachistas (y los micromachismos cotidianos) no torpedeen ni obstaculicen el universo femenino en los centros de trabajo y en la sociedad. Que ningún domicilio sea cuna de servilismos y trabajo gratuito hacia los patrones masculinos.
Elevar el Salario Mínimo Interprofesional un 5% hasta los 1.134 euros brutos en 14 pagas es una medida que beneficia a más de un millón de mujeres. Y reduce la brecha salarial que, eso sí, hay que seguir bregando; se sitúa en el presente en un 18,6%. Se mejora pero no es suficiente. Al igual que la reducción de la temporalidad no voluntaria, que atañe mucho más a las mujeres, debe ser prioritaria. La reforma laboral, abordar las pensiones desde una perspectiva de género y los planes de igualdad en las administraciones y empresas también es feminismo. Y es uno de los ejes esenciales de la acción sindical de Comisiones Obreras.
En Comisiones Obreras las mujeres representan el 48% de la afiliación. Aumenta, a la par que el número de delegadas sindicales que está en el 43,5% cuando en 2019 se situaba en el 40%. Por no olvidar la mayor presencia de mujeres en los sectores de la ayuda a domicilio, residencias, limpiadoras y sanidad; núcleos proactivos de reivindicación laboral que deben ser reforzados.
Este 8M abandera Comisiones Obreras más sindicalismo y más feminismo. Son dos caras de la misma moneda. Para finiquitar los micromachismos y violencias verbales, psicológicas y de fuerza física en los hogares, hace falta ejecutar la acción sindical en los ámbitos de trabajo y liderar el diálogo social. Combatir democráticamente a la extrema derecha. Solo así mejora la sociedad, con mayor igualdad formal y material. Una democracia que no tenga que seguir conviviendo con los puteros. Un fenómeno intolerable que cabalga sobre la pornografía que cosifica a la mujer, que la instrumentaliza para las apetencias instantáneas masculinas. Hoy, 8M, y el resto del año, Comisiones Obreras lo tiene claro: más feminismo y más sindicalismo. Se retroalimentan.
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