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Rafael Álvarez Gil Rafael Álvarez Gil

La traición de Sánchez

TA ofrece la columna diaria de Rafael Álvarez Gil

direojed Jueves, 24 de Marzo de 2022 Tiempo de lectura:

Ayer se conoció, mediante publicación en el diario ‘El País’, la misiva que Pedro Sánchez le envió al rey Mohamed VI. Fechada el 14 de marzo, la carta es mucho más que un restablecimiento diplomático sino que (sacrificando al pueblo saharaui) el presidente del Gobierno establece las bases con las que pretende España relacionarse con Marruecos desde ahora, tras la crisis última entre los dos estados.

 

Sin embargo, es a precio de saldo. No hay contrapartidas. No se conocen. Y en el texto de marras no hay referencias a Canarias y a Ceuta y Melilla; y eso que ha nutrido algunos argumentarios de urgencia ante la polémica desatada. Lo que, por otra parte, es inaceptable pues subyace entonces que los tres territorios son moneda de cambio en las relaciones entre Madrid y Rabat pues la seguridad y la integridad territorial estaba en peligro amén de la retórica y el afán expansionista de Marruecos.

 

No seamos ingenuos: Mohamed VI no renunciará a su pretensión de anexionarse Ceuta y Melilla. Y, antes o después, los chantajes volverán, con menor o mayor crudeza. Pues el sátrapa ha jugado con los derechos humanos de los saharauis, torturas incluidas, y con su propio pueblo al exponerlo en las fronteras al norte para que traspasaran las vallas, a pesar de que arriesgaban sus vidas.

 

La carta de Sánchez incluye expresiones dirigidas a Mohamed VI que, más allá del estilo diplomático, ciertamente están en exceso: “Espero con impaciencia la ocasión de mantener un encuentro con Vuestra Majestad”, “Le ruego acepte, Majestad, la expresión de mis más distinguidos sentimientos”… Todas ellas esparcidas a lo largo del texto, poco más de una página. Por supuesto, es conveniente que concurran buenas relaciones entre España y Marruecos. Y hay que propiciarlas. Pero debe suceder en rango de igualdad. Sin aceptar chantajes pasados, presentes y potenciales. ¿Acaso estaba en peligro la integridad territorial?

 

A estas alturas, es evidente que Sánchez y el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación no midieron el alcance del volantazo. O, mejor dicho, La Moncloa creía que la indignación ciudadana se pasaría pronto. Sánchez no sopesó que el Sáhara Occidental concita los respaldos de la sociedad tanto a izquierda como a derecha, los primeros porque defienden el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos y los segundos porque aún adoran las reminiscencias del imperio castellano de antaño y la retirada chapucera y deshonrosa de las tropas españolas en 1975 de la colonia todavía pendiente de descolonizarse al amparo de la ONU.

 

José Manuel Albares, afrancesado y, por ende, próximo a las tesis de Rabat, ejecutó una jugada que Sánchez quiso y ha perpetrado sin contar con Yolanda Díaz. Al igual que tampoco contó con Pablo Iglesias cuando Juan Carlos I se exilió para esperar a que se mitigara la tormenta judicial motivada por la investigación de la Fiscalía. En fin, la misiva de Sánchez a Mohamed VI evidencia, tanto por las formas como por el fondo, que no va a retroceder. Hechos consumados. Y endosa la papeleta a los socios. Allá ellos, sonríe Sánchez.

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