La comparecencia ayer en el Congreso de los Diputados de EH Bildu, ERC, BNG y CUP deja la pelota en el tejado del Gobierno de coalición. Derogar es derogar. Pero lo más importante: se ofrecen a tramitar el decreto ley como proyecto de ley y, entonces sí, mejorar y reconquistar los derechos que los trabajadores perdieron con el PP en 2012. El argumento es: reconocemos los avances del pacto negociado entre los agentes sociales en el que ha llevado Yolanda Díaz la batuta institucional pero no renunciamos a la palabra dada. ¿Y ahora qué hará la gallega?
En el fondo, el problema es si el PSOE está dispuesto o no a enfrentarse a la CEOE. Y no lo está. Pero si Mariano Rajoy hizo lo que quiso sin contar con los sindicatos de clase, ¿por qué Pedro Sánchez no hace lo mismo con respecto a la patronal? Esto es teoría pues los mismos que ayer estuvieron de las izquierdas soberanistas en la rueda de prensa intuyen que ni el PSOE ni Díaz moverán ficha en las próximas horas, salvo que la presión la siguiente semana a una derrota parlamentaria sea tanta, que ocurra un viraje inesperado.
Por otro lado, convalidar el decreto ley gracias a Ciudadanos es resquebrajar la unidad del bloque de investidura y ya nadie podrá asegurar que la legislatura se consumará tal como está planificado. El riesgo de adelanto electoral es evidente porque los socios habituales de PSOE y Unidas Podemos se cansarán de promesas incumplidas: derogar era derogar. Así de sencillo. Si se rompe la confianza parlamentaria, se juega con fuego. Eso sí, un no de la Cámara Baja a esta norma lo sufriría más (mucho más) Unidas Podemos que el PSOE. A fin de cuentas, el ala de Nadia Calviño sentirá un regocijo interior mientras susurran en los reservados de los restaurantes que Díaz se ha enredado electoralmente sin necesidad. Imaginariamente, un problema menos para Sánchez.
Ahora bien, con esta actitud persistente en el tiempo, ¿con quién cree que podrá pactar en el futuro el PSOE? Si Unidas Podemos se desgasta y se achica a las izquierdas plurinacionales, el PSOE se queda sin apoyos. Lo que viene a ser lo mismo que ponerle una alfombra roja al PP y a la ultraderecha para que accedan a La Moncloa. EH Bildu, ERC, BNG y CUP han tendido la mano para ejecutar lo que se espera precisamente de un Ejecutivo de izquierdas. Ya no hay excusas. Salvo que el PSOE no quiera desairar a la CEOE, que evidentemente no lo pretende. Pero tanto CC OO y UGT estarían encantados de que esta vía abierta (de optimizar lo redactado en la mesa del diálogo social) se aprovechase. Por eso, subrayo, que con este movimiento escenificado ante los medios de comunicación, las formaciones plurinacionales trasladan la papa caliente a Sánchez y Díaz. Aunque justo en esta materia el potencial daño político es mayor, con creces, para la ministra de Trabajo y Economía Social. Con Ciudadanos de muleta parlamentaria, Unidas Podemos (y el PSOE a medio plazo) no llegarán lejos. Y el ciclo electoral está a la vuelta de la esquina.























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