La Casa-Museo León y Castillo de Telde fue escenario los pasados 27 y 28 de abril del Seminario Fernando González Rodríguez, 50 años después. Una actividad dedicada a la memoria, biografía y obra del poeta teldense y sobre la que el colaborador Jesús Ruiz comparte una crónica y reportaje gráfico.
Crónica del seminario
por Jesús Ruiz
Después de haber disfrutado recientemente de las vivencias y éxito de la reciente Feria del libro de Telde 2022, organizada por la Concejalía de Cultura y Bibliotecas Municipales del Ayuntamiento de Telde, otro acto cultural muy relacionado con el mundo de los libros, la poesía, en definitiva la Literatura en el contexto biográfico y literario de escritores, poetas grancanarios, entre los que se profundizó en el Seminario sobre el poeta teldense Fernando González Rodríguez que tuvo lugar en la Casa Museo León y Castillo que se desarrolló durante los días miércoles 27 y jueves 28.
Seminario dirigido y coordinado por el profesor de Literatura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Antonio Becerra, que expresa el objetivo de la iniciativa:
“En la conmemoración de los 50 años del fallecimiento del insigne escritor, poeta, Fernando González Rodríguez (Telde, 4 de enero de 1901-Valencia, 1972), que coincide también con el fallecimiento de su gran amigo, el escritor valenciano Max Aub, de hecho, para la edición de las poesías completas se contó con la Fundación Max Aub.
Hace un tiempo ya se habían organizado unas jornadas similares con motivo de los 500 años de la Fundación de Telde, participando varios escritores como Victoriano Santana Sanjurjo, Antonio Martín Rodríguez, Antonio María González Padrón, y se editaron alguna antología de la poesía de Fernando González, y en esta ocasión se ha planteado desde el Cabildo, quiero agradecer a la Casa Museo León y Castillo y dirección en la persona de Frank González, la magnífica acogida y darnos la posibilidad de plantear este seminario que comienza con la presencia de la doctora Belén González Morales, profesora de Literatura Española de la ULPGC, con una dilatada experiencia en investigación y docencia, cuya tesis doctoral versó sobre invariantes propuestas y reflexiones en torno a la poesía de Tomás Morales (Moya, Gran Canaria, 1884-Las Palmas de Gran Canaria, 1921). Y hoy hablara sobre la relación de Frenando González y Tomás Morales. Muchas gracias”.
Interviene la doctora Belén González que abre el seminario con la ponencia “Fernando González, crítico y editor de Tomás Morales” destacando el interés que la obra de Tomás Morales despertó en Fernando González, quien, con el tiempo, pasó de ser admirador a convertirse en crítico del poeta y editor del libro I de “Las Rosas de Hércules”, la obra póstuma de Tomás Morales. Abordar su labor como crítico y editor de la poesía de Morales permite entender algunas de las claves de la obra y la recepción del poeta, que conviene revisar en el centenario de su muerte y completar la figura de Fernando González, un nombre imprescindible en la tradición cultural canaria.
“Agradezco a la Casa Museo León y Castillo la invitación, al público asistente y al profesor Antonio Becerra por la organización de este Seminario que nos permite unir el cincuentenario del fallecimiento de Fernando González y el centenario del de Tomás Morales, que, aunque murió en 1921, estaremos conmemorando hasta agosto del año 2022 por iniciativa del Cabildo de Gran Canaria.
Hablar de Fernando González implica hablar de Tomás Morales y hablar de Tomás Morales siempre hay que hablar también de Fernando González. Conviene no perder de vista que, en realidad, apenas tuvieron tiempo durante sus vidas de estrechar lazos fuertes. Si se repara en las biografías se ponen de manifiesto dos cuestiones: la primera, es evidente, la relación en vida es brevísima y, a pesar de esto, es una relación muy singular, pero como veremos, la muerte lejos de romper esa relación la prolonga. Es una relación más en ausencia que en presencia.
Si nos fijamos en Fernando González este se convierte en un agente activo de la vida cultural en las islas en 1916 cuando Francisco González Díaz lo presenta en la prensa insular, donde publicará sus primeros poemas. El bagaje que ha ido acumulando de la mano de Montiano Placeres, sus escritos iniciales, y las primeras publicaciones en La Provincia y en Ecos le dan una cierta popularidad entre los modernistas, que ya le habían abierto la puerta porque ahí está la figura central de esa relación y ese puente maravilloso que es Saulo Torón.
Sin embrago, no hay que olvidar que, en 1916, Tomás Morales tiene la residencia fija en Agaete donde permanece hasta el año 1919 y está dedicado, básicamente, a su familia y a su trabajo como médico.
Cuando Fernando González se da a conocer estamos, además, en un momento muy particular en la trayectoria de Tomás Morales, tras el éxito de los Poemas de la gloria, del amor y del mar, un libro muy aplaudido por la crítica publicado en 1908, tras el aplauso recibido por el estreno de La cena en casa de Simón, posteriormente titulada La cena de Betania, en 1910, y estrenada en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria, y tras ganar los Juegos Florales cuyo mantenedor es Miguel de Unamuno en 1910, Tomás Morales va a pasar una etapa de silencio, al menos, en lo público, no va a publicar entre 1910 y la mitad de 1914.
Gracias a su matrimonio con Leonor Ramos que, literalmente, como sugiere el propio Tomás Morales en el envío que le dedica en su libro II de Las Rosas de Hércules, obligaba a su marido a escribir diariamente, hace que Tomás Morales recupere el interés por componer poesía, por escribir versos y por darlos a la imprenta. Esos versos serán los que a partir de mitad de1914, 1915, 1916, cuando ya Fernando González empieza a ser un personaje conocido en la vida cultural y vayan a dar lugar lo que posteriormente será el libro II de Las Rosas de Hércules. En 1916 Tomás Morales ya ha escrito algunos de sus mejores elogios y también está ideando el proyecto de la Oda al Atlántico, que realizará los próximos años.
A estos asuntos relacionados con la plenitud vital y personal que vive Tomás Morales hay que añadir la distancia física que separa Agaete de Las Palmas y de Telde, que eran los ambientes en los que se movía Fernando González, el alejamiento solo lo va a resolver Tomás Morales cuando vaya a la ciudad de Las Palmas o cuando reciba a sus amigos en la villa marinera, encuentros que se ilustran en fotografías. Por eso más de un contacto personal entre Fernando González en estos años iniciales y Tomás Morales lo que hace que su relación vaya fraguándose en no solo el vínculo de Fernando González con los escritores de Telde que conocen a Tomás Morales, sino con los protagonistas de la cultura del momento a la que tiene acceso por su trabajo en Las Palmas, Fernando González, y entre todos ellos un gran amigo del poeta y director del diario Ecos, Alonso Quesada, que publicará algunas poesías de Fernando González.
No en vano, en diciembre de 1916, Fernando González publica un poema en el diario Ecos, dirigido por Alonso Quesada, y unos días antes había visto la luz ya el poema La canción de la noche, en La Provincia, pero el hecho de que Ecos, el periódico de los modernistas, desde que llega Alonso a su dirección salude a Fernando González como un joven talento y alabe su sentido del ritmo, sus grandes dotes para la poesía, hace que inmediatamente los colaboradores de Ecos reciban con orgullo y con mucha calidez a esa joven promesa. Entre esos colaboradores recordamos a Saulo Torón, Claudio de la Torre, Rafael Cabrera, Agustín Millares, Juan Rivero del Castillo, Luis Benítez Inglott, Pedro Perdomo y el propio Tomás Morales.
En 1918 se abre otro espacio muy interesante porque en él van a coincidir a partir de entonces Tomás Morales y Fernando González, la Escuela de Artes Decorativas Luján Pérez. Es un año significativo el del 18 cuando la Escuela abre sus puertas porque Fernando González publica en ese momento las Canciones del alba, ya se presenta como un escritor ante esos modernistas a los que él admiraba tanto. Tomás Morales acude a la Escuela con regularidad, entre otras cosas, va a jugar un papel importante en la fundación de la Escuela Luján Pérez, y lo convoca Fray Lesco, un amigo de la infancia, y allí se va a encontrar en esas tertulias a las que acude con cierta frecuencia, entre otras personas, con Félix Delgado, con Néstor, con Nicolás Massieu, Juan Carló, Alonso Quesada y, por supuesto, va a aparecer por allí también, Fernando González. Por tanto, ya tenemos dos ámbitos de encuentros, uno va a ser la redacción de Ecos y otro va a ser la Escuela de Arte Luján Pérez.
Poco a poco la relación va cuajando y se puede decir que en 1920 ya encontramos a Fernando González totalmente integrado en el círculo de Tomás Morales. Así está presente, por ejemplo, en los homenajes que se tributan a Tomás Morales en el año 1920, por la publicación del Libro II de Las Rosas de Hércules, pero no va a todos, Fernando González como los mejores amigos, los más íntimos de Tomás Morales no tiene permitida la entrada a algunos de estos homenajes, por cuestiones de simple protocolo en la invitación, por otro lado otros homenajes serán convocados entre los que asistirán la élite intelectual del momento con la presencia de Fernando González”.
La segunda conferencia “Fernando González y el exilio interior”: algunas notas sobre “Ofrendas a la nada” (1949) a cargo de la doctora en Literatura e investigadora, Nayra Pérez Hernández, aborda la última etapa escritural y vital, que se verá atravesada por las consecuencias de la Guerra Civil Española de Fernando González como escritor, el de su madurez, que solo publicará un libro de poesía, “Ofrendas a la nada” (1949). Desde su condición de exiliado interior, volverá a los temas de su universo íntimo, pero ahora con la muerte más presente, desde su peculiar estilo, aunque más desnudo, como presagiando el silencio, y acercándose más que nunca al magisterio de Antonio Machado.
Un periodo importante de la vida de Fernando González después de su marcha a Madrid a cursar estudios, con el consejo y ayuda de Pedro Salinas termina la carrera obtiene la cátedra y se inicia una prometedora carrera en la docencia en institutos de enseñanzas medias de la época. Muy influyente e importante en su vida en el contexto de la República, su esposa, Rosario Fuentes, catedrática de francés. Después de la Guerra Civil se trasladan a Barcelona y durante 16 años permanece sin poder ejercer la docencia. En este período se hace abogado.
La doctora Nayra Pérez inicia su intervención con la lectura de los versos que sintetizan en cierto modo el pensamiento de Fernando González en este período de su vida:
“¡Lejos del mar habito por interiores tierras españolas, / deseando gritar, y hostil al grito, / con esta voz que es sola y para a solas, / condensación fugaz de lo infinito!”, penúltima estrofa que encierra Ofrendas a la nada. Encontramos el paisaje castellano, el grito, la soledad y, también, la poesía concebida como condensación fugaz de lo infinito, algunas de las claves que encierra este conjunto.
Este poemario aparece publicado en 1949 en la ciudad de Valladolid con el número 15 de Halcón Colección de Poesía que fue una colección que abarcó un total de 18 entregas desde 1946 a 1950, que nació de la mano de la revista Halcón. Ambos proyectos fueron fraguados en el Café Cantábrico de la capital pucelana que ya desapareció, estaba en la Plaza Mayor, donde se reunía para hacer tertulia con un grupo de intelectuales de la época como Luis López Anglada, Manuel Alonso Alcalde, Arcadio Pardo, Antonio Merino, Miguel Delibes, y entre estos, se encontraba también Fernando González.
Ofrendas a la nada será el último libro en la trayectoria poética de nuestro autor, si bien hay que recordar que en 1950 aparece un breve poemario dedicado a su hijo que se titula Cielo abierto en una antología que realizó Joaquín Artiles, por lo que la obra Ofrendas a la nada, puede leerse, no solo como la obra última, sino como la obra que viene a representar toda su etapa de madurez. Este libro se lo dedica a su esposa Rosario Fuentes y dice: “En el amor, en el dolor, en la esperanza desde la melancolía”.
Se divide en siete partes y tiene una desigual extensión. La primera se titula Yo entorno mío, con 14 poemas, de temática variada que recoge este conjunto. Viento en reposo con 12 poemas. Cuadernillos en 17 poemas breves. Elegías canarias con cuatro poemas. Canciones súbitas, 21 poemas breves a modo de refranes o sentencias. Cuenca del Duero con ocho poemas. La parte más breve Poesías elegidas con dos poemas. Con métrica de estrofas variadas, puede afirmarse que prima el soneto endecasílabo y del terceto junto a otras estrofas más populares de distinto número de versos mayoritariamente octosílabos y con rima arromanzada. Autor con un alma introvertida, poeta de íntimas riberas, y cuya trayectoria siempre fue intimista con poemas que se mueven entorno a su universo personal, la familia, el amor, la nostalgia de la juventud, el paso del tiempo y en los poemas más breves, los amigos poetas junto al paisaje, las islas que son rememoradas en tono elegíaco y las tierras castellanas.
Pero ahora se observa una mayor angustia existencial muy cercana al tono de la poesía española de posguerra, en especial al grupo de la literatura desarraigada, pues aparecen también la soledad, la muerte y hasta la imprecación a Dios en su silencio. De este modo, para Romero Tovar, esta última colección de poemas fija en un genuino paisaje castellano sobre el que el poeta proyecta los valores del afecto familiar y el presentimiento de la muerte sentida más que presentida, y concluye con esos tercetos que lo dicen todo sobre la generosa tintura de levedad que el poeta daba al acto final de su existencia.
Así el título del libro se ilumina, nos hace más sentido y lo relacionamos con el soneto gongorino, mientras por competir con tu cabello, en concreto con su último verso: en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. A esa nada, a la desaparición radical de todo lo que somos tras la muerte, única certeza en la vida, es a lo único a lo que podemos elevar nuestras ofrendas, Y así dice el poeta: De la nada vine y la nada se hizo amor en el barro mío, y el amor en mí me hizo Dios, y creé de la nada un hijo.
Ofrendas a la nada como libro aparecido en el período histórico de la post guerra civil, estará también marcado por la contienda civil que más que civil, fratricida, que se desarrolló en España desde 1936 a 1939 dejando en uno y otro bando demasiados muertos, demasiados exiliados, en especial a tierras americanas, y demasiados silenciados, aunque la cifra de aquellos que perdieron y que por diversas razones no salieron de España sea imposible de cuantificar; Fernando González será uno de ellos, por cuanto, a pesar de perder demasiado, decide o tiene que quedarse en el país, lo que, para Becerra Bolaños, constituye uno de los mayores enigmas de la biografía del poeta, o quizás se debiera a cierto estoicismo vinculado a sus profundas convicciones religiosas.
Nuestro autor se había situado al lado de la República, según González Padrón, con el carnet del Partido Reformista, es activista de la Liga de Educación Política desembocando en Izquierda Republicana y será candidato a diputado en 1931. Por lo que al final de la guerra civil resulta depurado de su plaza de catedrático de Literatura de instituto y no podrá ejercer la docencia hasta 17 años después.
Precisamente esta condición de exiliado interior creo que se convierte en eje para la construcción del Yo lírico y la semántica de la poética de madurez que vamos a encontrar en Ofrendas a la nada. La noción de exilio interior fue acuñada en 1958 por el periodista y escritor exiliado en Francia, Miguel Salabert al servirse de este concepto para titular un artículo sobre la España de Franco, que apareció publicado en el periódico galo L’Express y que aludía a una especie de autismo social”.
Entrados en el segundo día del Seminario, interviene Jorge Fernández González, maestro de Educación Primaria y Máster de Investigación en Didáctica de las Ciencias Sociales, bisnieto de Fernando González, para impartir la conferencia “Fernando González 50 años después” expresando la idea de que la obra literaria del poeta teldense Fernando González ha sido ampliamente estudiada, pero su trayectoria personal tiene aún muchas lagunas por descubrir.
En su exposición ayudada por una serie de imágenes que sitúan el contexto social y político del escritor poeta, Jorge Fernández expone en sucesivos escenarios el tránsito por la vida de Fernando González:
“Como presentación, exordio de los silencios del pasado, de 40 años de dictadura del presente, de no remover heridas, y de eso no se habla por el miedo heredado. Preámbulo del conocimiento familiar en la faceta poética de Fernando en la memoria de ¿cómo era él más allá del poeta? Y hablando con su abuelo un día acerca de la represión política, con el desconocimiento general y el resultado de un trabajo de investigación sobre 1572 documentos escaneados y 880 MB de revisión bibliográfica. Su infancia en la ciudad de Telde, por los inicios del siglo XX, de origen familiar humilde, sus primeros trabajos como aprendiz y asistencia a la escuela, destacando en su camino la figura clave del intelectual teldense Montiano Placeres, protector, mecenas y observador de su talento, el entorno de las amistades de Montiano le ayudan.
En 1916 aprueba el ingreso en el instituto de Las Palmas. En 1917 cursa Magisterio junto a su trabajo en las rotativas del periódico La Provincia. En 1922 se le concede una Beca para estudiar en la Península, logra la licenciatura de Filosofía y Letras. Se mueve por los ambientes literarios y políticos en el Madrid de los años 20, asistiendo a tertulias en el Ateneo, conociendo a personalidades como Valle-Inclán, Lorca, Machado, Azaña…en una situación de precariedad económica personal, que va superando con ayudas.
Trabaja como catedrático de instituto de lengua y Literatura, en 1930 oposiciones, llegando a ser director de instituto en los años treinta. Entre 1939 y 1956 está separado de su cátedra por la represión franquista al profesorado. Excelentes comentarios de su magisterio entre su alumnado: Hombre sabio y bueno, muy respetuoso y comprensivo con sus alumnos, buen poeta y profesor para el alma además de para la mente. Afiliado en marzo de 1931 a Acción Republicana, en agosto del mismo año tiene la intención de constituir Acción Republicana en Las Palmas, y en septiembre es elegido miembro del Consejo Nacional, surgido de la Segunda Asamblea Nacional, y hasta enero de 1933 es secretario del Comité Provincial de Logroño.
En las dos listas del Frente Popular, una está encabezada por Fernando González y la otra por Juan Negrín, ganador de esta lista. El 23 de febrero de 1936 se organiza un banquete en el Hotel Los Frailes de Tafira en honor del candidato de Izquierda Republicana, el ilustre hijo de Telde, Fernando González.
En 1938, creado el Consejo Superior de Cultura de la República, Fernando González es nombrado consejero y presidente de la Sección Segunda (Enseñanza Media). Se inicia el contexto de la depuración del profesorado y se separa del servicio a diferentes catedráticos de instituto y universidad.
Por estas circunstancias represivas Fernando González se traslada a Valladolid en su destierro hostil. En los años cincuenta estudia Derecho e inicia su batalla legal en 1955, hasta conseguir en 1956 su reposición en Astorga. Casado con Rosario Fuentes, primera mujer catedrática de instituto de Valladolid, profesora de francés, investigó para la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE), dio clases en diferentes Escuelas Normales y Magisterio. Lo más probable es que se conocieran en el Instituto Nebrija de Madrid. Fernando González tuvo homenajes y reconocimientos a lo largo de su vida en sus visitas a Telde y Las Palmas de Gran Canaria.
Aparecen en la investigación correspondencia epistolar entre Fernando González y Valle-Inclán. En otras cartas aparece la intrahistoria de cómo consiguieron publicar las Nanas de la cebolla de Miguel Hernández que la primera revista que lo publica es Halcón, publicadas con otro nombre, como Nanas a mi niño. Aparece un libro muy estructurado con poemas dedicados A mi hijo en las delicias de sus once años, y en una entrevista del año 1968, declara otro con el título, Cielo abierto. Existe alguna conferencia grabada en la que Fernando González habla de Tomás Morales.
Jorge Fernández finaliza su intervención en un acercamiento a la persona, más allá del poeta, del hombre autor, escritor, poeta, docente, catedrático, político, vuelta a las aulas en su cátedra, familiar y legador de un patrimonio cultural y entrega de una vida que se inicia en el Telde de principios del siglo XX, reservándole una vida plena de circunstancias por las que se vio obligado, como muchos contemporáneos, a transitar por un exilio interior, el suyo propio.
Cierra este seminario la intervención de María Isabel Torón Macario hija de otro insigne poeta y amigo, Saulo Torón. Profesora de Música. Hija del poeta Saulo Torón y la soprano Isabel Macario, en su ponencia “Una amistad, toda una vida: Saulo Torón y Fernando González”. Como memoria importante para la literatura canaria como es la aparición de los tres grandes poetas: Tomás Morales, Saulo Torón y Alonso Quesada y el magnífico grupo de poetas canarios que surgen en esa época.
María Isabel Torón expresa: “Mi agradecimiento y emoción por la invitación a este seminario en la Casa donde vivió Montiano y de pequeña, aunque no lo conocí, cuando él falleció mi padre era recién casado, y cuando llego a Telde guardo muchos recuerdos de espacios, gentes, amigos y ante las puertas de esta casa, creo escuchar la voz de mi padre con un verso muy al estilo de Tomás Morales, recuerdos de mi niñez a las que quiero a las que estoy vinculada por familia y amistad. Ayer habló la bisnieta de Tomás Morales, yo me crie escuchando a mi padre de un señor que le escribía, y conocí las cartas de Fernando González a mi padre, también me hablaba de los poetas fallecidos, Tomás, Alonso.
Creo que Telde le debe mucho a Montiano por ser un hombre que en su dinámica cultural y actividades acercó Las Palmas a Telde, creó la Escuela de Teatro que representó obras suyas y de otros autores. Montiano introdujo a Fernando González en el mundo de la cultura. Hay un libro epistolario de 1920 a 1930 entre mi padre y Fernando González. Curiosos por la preocupación de Saulo Torón por la salud de Fernando González sin olvidar los recuerdos a Montiano. Una de las cualidades de Fernando González como persona fue la gratitud”.
Aquel préstamo económico que en los años difíciles del poeta en Madrid recibió de sus amigos canarios nunca quedó en el olvido y fue pagando aquella deuda con los años y, posteriormente, fueron recibidos en sus visitas a Madrid en la importancia que Fernando González tomó entre los poetas y personalidades consagradas como Machado.
Yo tuve la oportunidad de conocer a muchos de nuestros escritores como Pedro Lezcano que venían a visitar a mi padre. Reconocer en la icónica foto de los tres poetas en la que aparece mi padre, Saulo Torón, entre Tomás Morales y Alonso Quesada, el equilibrio entre Alonso y Tomas, dos personalidades vehementes, con grandes proyectos. Mención a Néstor y Martín Fernández de la Torre. Creo que es necesario reivindicar el conocimiento de todas estas insignes figuras de nuestra cultura surgidas en el contexto de un periodo importante de cambios sociales, conflictos, que llenaron las páginas de las generaciones literarias que hoy conservamos como un patrimonio cultural de primer orden en Canarias”.
Con este mensaje de verdadero testimonio vital del escritor, catedrático, poeta teldense Fernando González Rodríguez, y el mundo de personalidades con las que se rodeó, el camino de la investigación, estudio, en su continuidad será para conocerlos mejor a ellos y a nosotros mismos. Enhorabuena por el éxito del Seminario, intervenciones y ponencias impartidas de excelente calidad académica. Muchas gracias. Fernando González Rodríguez. IN MEMORIAM
Jesús Ruiz Mesa es colaborador cultural de TELDEACTUALIDAD.
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