A mediados de diciembre destiné una columna (‘Los cuadros del Parlamento’, 17/12/2021) a la necesidad de retirar los cuadros del Hemiciclo cuanto antes. Apunté, por distinta razones, que era una ocasión de oro para el Pacto de las Flores que no podía dejar escapar y, en concreto, la responsabilidad recaía en NC.
La vergüenza de los cuadros, por el sitio en el que están, no por el valor artístico, no es que estén presentes aún, que también, sino cómo han aguantado tanto tiempo justo presidiendo el salón de plenos donde reside la soberanía popular canaria. Esto sería impensable en Cámaras como la vasca o la catalana. La herida colonial ha conformado el punto cardinal de la Historia reciente del archipiélago. Porque nos olvidamos, con frecuencia, que la ocupación poblacional de las islas ha sido por parte de los aborígenes por mucho más siglos que por la derivada de la conquista. España fue un imperio, entiéndase Castilla, que no cuajó como Estado nación y, de ahí, multitud de consecuencias en el debate territorial, como el ‘procés’ en su máximo exponente.
El tanto, y con razón, se lo han atribuido en rueda de prensa el diputado Mario Cabrera (CC) y Francisco Déniz (Sí Podemos). Tenía que haberlo hecho NC. Era tan solo empujar el balón con la portería vacía. Tuvo meses para hacerlo (les fue expuesto) pero otros se han adelantado. Despiste, no hubo intención o el tactismo (siempre) ineficaz de la indefinición ideológica. A saber. Pero es llamativo, cuando menos, que sea ahora, en la oposición, que CC reclame lo que no hizo durante décadas ostentando la Presidencia del Gobierno y teniendo especial presencia parlamentaria.
No es casualidad que Cabrera y Déniz hicieran tándem. Tampoco que otro responsable de ASG se sumara, en el último instante, a la exposición ante los medios de comunicación. Es como si, tácitamente, sobrevolara el propósito de aislar a NC en la iniciativa. Y Casimiro Curbelo, que tiene trienios, lo olió. Con la diligencia en el pago de proveedores desde la Consejería de Hacienda, por bien que se haga, no se encandila al electorado. Por eso iniciativas como estas eran bandera, por antonomasia, que NC no podía dejarse arrebatar.
Tan desacertada es la ubicación de las obras del pintor Manuel González Méndez (realizadas a comienzos del siglo XX, al calor histórico de la pérdida de las últimas colonias en 1898) que, si por alguna extraña razón no se retirase actualmente, es un debate que volverá a salir a la luz pública; prueba de su incomodidad, testimonio cruento de una conquista y sometimiento de un pueblo producto mayormente de la violencia. Tanto ‘La entrega de la princesa’ como ‘La fundación de Santa Cruz de Tenerife’ deberían ser trasladadas a otro enclave. Y Ángel Víctor Torres haría bien en respaldarlo. Cuanto más tarde España en encajar, a efectos prácticos, su plurinacionalidad (reconocida en el artículo 2 de la Constitución) más ahondará en el desaliento y en la fricción interna. En periodos históricos como el presente se entiende mejor cómo los intelectuales de las primeras décadas del siglo XX se enfrascaron en el debate sobre qué era España. Con todo, que en 2022 (tras años y años de autogobierno, muchos de CC) sigan estando los cuadros de marras en el lugar que están, es un dislate. Y que encima lo reivindique CC, tan a destiempo, por bienvenido que sea, debería propiciar una reflexión profunda en el nacionalismo canario.
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