La inestabilidad sobrevenida en el Gobierno de Canarias ha saltado periodísticamente a Madrid. Ayer, tanto los diarios ‘Público’ como ‘El Confidencial’ (con líneas editoriales opuestas) hicieron referencia a las fisuras, la brecha y cosas por el estilo que atañe al Pacto de las Flores desde el volantazo de Pedro Sánchez en el que ha abandonado tanto a la causa saharaui (bandera clásica de la izquierda) como la responsabilidad histórica que tiene España como potencia administradora ‘de iure’. Casualidad que esta semana hubiera el debate de marras en el Parlamento canario (Sánchez ni lo pensó) pero materialmente no lo hay.
El revuelo social en las islas que ha provocado el giro de Sánchez se palpa enseguida. Hacía tiempo que no se olfateaba ese malestar; seguramente propiciado también por la incertidumbre que llevamos padeciendo desde la pandemia y la guerra en Ucrania. Pero la puñalada de Sánchez al pueblo saharaui ha dolido. Y sobrevuela la actividad estos días en la Cámara autonómica donde toda la expectación se reduce a ver que votará finalmente este jueves el PSOE a la resolución donde se reproche la decisión de La Moncloa.
Ahora bien, la ciudadanía no es ingenua. Los pronunciamientos parlamentarios, las condenas verbales y por escrito, las manifestaciones y demás extremos sirven para lo que sirve, y listo. Y es aquí donde Nueva Canarias, Unidas Podemos y ASG tendrán que reflexionar sobre su propia responsabilidad de rebote, porque evidentemente Sánchez no va a desdecirse ni por asomo. Fue planeado e irá a lo suyo.
Que justo esto acontezca cuando queda un año mal contado para la cita con las urnas en el archipiélago, vaya que si lo condiciona. Mete presión porque el recuerdo en el votante entonces estará fresco. ¿Quién pagará electoralmente? Eso es lo que se está dirimiendo ahora y dependerá de cuánto estarán dispuestos a arriesgar los socios del PSOE porque Sánchez no dará marcha atrás. Eso sí, esto aumenta la probabilidad de que los comicios generales sean antes que los locales y autonómicos de mayo de 2023. Por tanto, en verano ya estaríamos prácticamente en precampaña. Sostener el gobierno de coalición de izquierdas en Madrid, con Yolanda Díaz ninguneada cunado aspira a ser candidata presidencial, no es viable. Es lo que tiene los hechos consumados.
En Gran Canaria la comunidad saharaui es importante. No digamos ya en municipios como Santa Lucía de Tirajana: en Vecindario, El Doctoral, Sardina del Sur, Pozo Izquierdo, La Sorrueda y Casa Pastores, la lucha saharaui se ha vivido y sentido muy cerca. Para Nueva Canarias es clave. Y en este feudo electoral supone muchos votos. Y no contaba Román Rodríguez con la traición de Sánchez. Pero él en La Moncloa irá a lo suyo. Y será la gallega en Madrid como Rodríguez en las islas los que tendrán que sopesar qué hacer. Pero que nadie se autoengañe: el desgarro se ha desatado. Que no gasten esfuerzos en llamar al ministro José Manuel Albares para que reconsidere la acción ejecutada: planeó una jugada que contó con el beneplácito de La Moncloa y, posiblemente, de la Casa Real. La disyuntiva es la que es y el horizonte electoral se divisa cada vez más próximo.
























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.96