El historiador y cronista oficial de Telde, Antonio María González Padrón, abordó en una conferencia que tuvo lugar en la Casa Museo León y Castillo las cuatro reinas consortes para Felipe II, en el marco del ciclo Reinas de España.
TELDEACTUALIDAD ofrece crónica y reportaje gráfico del colaborador cultural Jesús Ruiz Mesa de la charla que se celebró el pasado jueves, 21 de abril.
Cuatro reinas consortes para Felipe II
por Jesús Ruiz Mesa
Un nuevo encuentro con la gran historia de nuestro país, que nos retrotrae a los escenarios en los que en las fronteras de España nunca se ponía el sol, cuando el imperio alcanzó su máximo apogeo, y en los que el Rey Felipe II se convierte en monarca de la primera potencia de Europa, establecía desde su gran obra arquitectónica Herreriana, el Monasterio de El Escorial, el control político y sus consecuencias sobre el mapa global del gran imperio heredado de su padre, el Rey emperador Carlos I de España y V de Alemania y de Isabel de Portugal. Felipe II nace en Valladolid en 1527 y fallece en Madrid, en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial en 1598.
En torno al rey Felipe II y sus cuatro matrimonios reales se inicia la tercera cita con el ciclo Reinas de España que con el título de la conferencia “Cuatro Reinas Consortes para Felipe II”, impartió la tarde del jueves 21, el Cronista Oficial de Telde, Historiador y Académico Correspondiente de la Real de la Historia, Antonio María González Padrón, en la Casa Museo León y Castillo de Telde, institución Museística dependiente de la Consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria.
Un extenso y documentado trayecto por las relaciones familiares, políticas y monárquicas que dan lugar a matrimonios reales por intereses, en principio, de cuestiones de estado, consolidación y continuidad de las propias monarquías que transcurren entre la endogamia y la estrategia.
A partir de esta premisa el historiador González Padrón expone en esta conferencia el marco del contexto político en su ámbito de actuación, como príncipe de Asturias y posteriormente como Rey de España, donde la necesidad urgente de lograr descendencia masculina y la lucha contra las consecuencias de la endogamia que imperaban en las monarquías europeas marcan un largo reinado en el que las reinas consortes se convierten en cuestión de Estado.
Casa en primeras nupcias como Príncipe de Asturias el año 1543 y elegido por su padre, primando los intereses de Estado, la unión de España y Portugal, con su prima hermana la infanta María Manuela de Portugal (Coimbra,1525-Valladolid,1545), tienen un hijo, el infante Carlos. Fallecida María de Portugal un segundo matrimonio se lleva a cabo en Winchester en 1554, con María Tudor I de Inglaterra (Greenwich, 1516-Londres, 1558). No tuvieron hijos. Ante la situación de su viudedad otro tercer matrimonio se hace realidad ante el planteamiento de descendencia y ocupa ese lugar Isabel de Valois (Fontainebleau, 1546-Madrid, 1568). Tuvieron cinco hijas. Fallecida Isabel de Valois, el Rey Felipe II casa en cuartas nupcias con su sobrina la archiduquesa Ana de Austria (Cigales, 1549-Badajoz, 1580), conocida como “La Predilecta”, hija de Maximiliano I de Habsburgo (primo de Felipe) y de María de Austria y de Portugal (hermana de Felipe). Tuvieron cuatro hijos y una hija.
González expresa la importancia del período importantísimo, muy glorioso, para la historia de España, tanto para los que lo vivieron desde dentro o desde afuera, en el transcurso de un reinado excepcional para Europa como fue el del rey Felipe II, quien tuvo tantos amigos como enemigos, tantos traidores como defensores y sobre todo la llamada leyenda negra española, promovida por Inglaterra, Países Bajos y Francia que hicieron que se extendiera basada en hechos que no se sostienen desde el punto de vista histórico. Una de ellas es que Felipe II era un hombre de carácter oscuro, que no gustaba de los placeres mundanos y pensando continuamente en la muerte. Si hacemos caso a sus biógrafos tanto españoles como italianos y alguno alemán, tenemos un Felipe II bien parecido, buen gusto por el vestir y gustando los colores en su vestimenta, por lo menos hasta que enviudó de la reina Isabel de Valois. A partir de este acontecimiento se impone un luto riguroso que mantendrá el resto de su vida. Como hombre influyente las diferentes Cortes europeas intentan imitarle.
Un rey al que se le acusa de inculto, pero que habla correctamente el castellano, el portugués, entiende el francés, aunque se negaba a hablarlo por ser el idioma de su enemigo, hablaba italiano y nociones de alemán. En los primeros años de su vida había viajado por Italia, Países Bajos, gran parte de Alemania y le hizo tener una visión global de Europa y del mundo. Hablamos de Felipe II porque toda su vida está guiada por dos grandes ideas: Lo que había heredado de su padre el rey emperador Carlos I de España y V de Alemania, se mantuviese en su totalidad bajo la corona española y, por otro lado, el que no tuviera cuartel ningún enemigo de la religión católica.
Desde muy joven fue educado para gobernar no solamente las Españas, tomándose como España, los diferentes reinos que hoy forman el Estado español o Reino de España, sino que además, tenía que gobernar Sicilia, Cerdeña, Nápoles, el Milanesado, los Países Bajos, Flandes y las provincias del norte, lo que hoy es Holanda, y todo lo que era posesión española en las tierras americanas tanto del norte, dominios desde el río Colorado, la California, Nuevo Méjico, etc, hasta la Tierra del Fuego, exceptuando aquellas posesiones que por el Tratado de Tordesillas pertenecían a Portugal.
El rey, además, se sabía llamado por, la historia para completar el sueño de dos personas a las que él admiraba, y no precisamente su padre, sus bisabuelos, los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, porque habían cimentado la unión de los pueblos de la España del momento, pero también, era consciente de que aquella idea de la Hispania romana, no estaría completa sino estuviera la Lusitania. Visto por los ojos de un rey del siglo XVI como era Felipe II la unión de los pueblos de la Iberia, la Hispania romana, la Bética, la Tarraconense, y la Lusitania, tenía que ser una realidad palpable y se le presenta la oportunidad cuando muere el rey de Portugal, dejando una serie de descendientes con posibilidad de subir al trono si ganaban con las armas, pero legalmente solo una persona podía reclamarlo como legítimo hijo de una princesa portuguesa, Felipe II. Portugal se une a España.
Felipe II contrae matrimonio muy joven con su prima hermana, la princesa María Manuela de Portugal y para ejercer el derecho al trono de Felipe II que ya lo tenía por su madre. María Manuela viene a España a través de Extremadura, con una grandiosa dote, persona muy agradable, educada en la influencia religiosa de su madre, encantada de venir a España y alejarse por su rigidez y ortodoxia de la corte portuguesa, muy culta, sabía latín, buena lectora, entendía de música. Su estancia sería corta fallece muy joven en Valladolid, sede de la Corte en este tiempo, después del nacimiento de su único hijo, el infante Carlos.
Su segundo matrimonio con María I Tudor de Inglaterra (Greenwich, 1516-Londres, 1558). Felipe aún como heredero Príncipe de Asturias y María Tudor mayor que él, de carácter agrio, quiso a Felipe II, pero no llegaron a tener hijos, aunque se demuestra en este matrimonio el praxismo del Rey Felipe II, se casa con María Tudor que había sido educada en una ortodoxia protestante. No tuvieron descendencia y al morir María Tudor, Felipe se ve obligado a contraer nueva unión ya como rey y entonces él elige en su tercer matrimonio a la futura reina Isabel de Valois (Fontainebleau, 1546-Madrid, 1568), con quien tuvo siete hijos, pero sobreviven dos hijas, Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. Una reina muy culta, preparada, dejo su huella por su afición al arte cuyo testimonio se encuentra en obras de arte, sobre todo esculturas, que se muestran en el Museo de El Prado. De su figura hay numerosos retratos en los que luce la famosa perla peregrina.
Si la primera de las esposas fue prima por partida doble, la última esposa de Felipe II, Ana de Austria (Cigales, 1549-Badajoz, 1580), es sobrina. Se dice que fue el gran amor de Felipe II, con una diferencia de edad de más de veinte años. Mujer sencilla, muy buena persona, se esmeraba porque nadie sufriera a su alrededor y con bondad extrema acoge cariñosamente a las hijas de Felipe. Tendrían cinco hijos: Fernando, Carlos Lorenzo, Diego Félix, fallecieron en la infancia, Felipe que sobrevivió y sería el sucesor de la Corona de España como Felipe III y María que falleció a los tres años de edad. Ana de Austria fallece en 1580. Felipe II enfermo y cronificada la enfermedad de la gota fallece en el Monasterio Palacio de El Escorial en 1598.
Felipe II artífice de la gran obra de su tiempo en la maravilla arquitectónica del Monasterio de El Escorial, parrilla dedicada a San Lorenzo en el lugar de El Escorial de Madrid, y celebrando el triunfo de la Batalla de San Quintín, en la que no fue una batalla más, fue el jaque mate al rey de Francia y la consolidación de España como primera potencia mundial. Él concibe su gran monasterio y palacio como un lugar dedicado a Dios y al representante de Dios en las Españas, como los reyes que lo fueron por la Gracia de Dios, y al tiempo un gran mausoleo para guardar los -despojos- de la familia real.
Brillante conferencia que el Cronista imparte con una serie de detalles bien documentados e imágenes que acercan las figuras reales mencionadas y sus principales actuaciones ante la corte de España y procedentes de la Europa del contexto de las grandes potencias y sus relaciones internacionales, de las que Felipe II, sin duda, al contrario que su padre, desde su despacho, resolvió con aciertos o errores, escribiendo y dejando su huella en la gran historia en la España del imperio donde no se ponía el sol. Enhorabuena. Gracias.
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