El historiador y cronista de la ciudad Antonio María González Padrón ofreció el pasado jueves en la Casa-Museo de Telde la primera de las ponencias del II Ciclo de Conferencias Reinas de España, con Juana I de Castilla y Aragón como protagonista.
González Padrón profundizó en la controvertida Juana I de Castilla y Aragón, Primera Reina de Las Españas, analizando la controvertida figura de Juana I de Castilla y Aragón, desmontando alguno de los “falsos mitos" que rodean su figura y demostrando que "ha sido tratada injustamente a lo largo de la historia".
Rigor histórico y salud mental
Tercera hija de los Reyes Católicos, Juana I no estaba destinada a reinar, pero, ante la muerte de sus hermanos, es la responsable de suceder a sus padres. Como cualquier princesa de su época, su matrimonio a los 17 años fue una cuestión de Estado. Eso no significa, a juicio del cronista e historiador, que "ella no se enamore de su marido, Felipe de Habsburgo".
Con 26 años, cuando se queda viuda, ya ha tenido cinco hijos y está a punto de dar a luz el sexto. Los románticos del siglo XIX son, a juicio de Antonio González Padrón, los creadores de su imagen de "eterna enamorada que termina loca. Y no es tal". "Hoy en día", asegura el conferenciante, "estamos en disposición de afirmar que lo que tuvo la reina fue un estado depresivo durante más de 25 años”. Los intereses de Estado defendidos tanto por su padre, Fernando el Católico, como por su propio hijo, Carlos V, “motivaron que fuera manipulada", concluye el cronista.
"Hubo una usurpación del trono por parte de su hijo, pero hay varios hechos que demuestran que no estaba enajenada", continúa Padrón. Un ejemplo de ello es, a su juicio, “el momento en el que los Comuneros de Castilla van a Tordesillas a ofrecerle su apoyo para que salga de su retiro y se convierta en la verdadera reina, ella se niega a firmar el documento para no enfrentarse a su propio hijo".
Princesa fuera de moldes
Juana de Castilla no era precisamente una princesa al uso. Hablaba y escribía en castellano, portugués, francés, flamenco y, por supuesto, latín. Era una mujer cultivada, propietaria de una nutrida biblioteca, no sólo de temas sagrados, como era la costumbre, sino que también era lectora de filosofía clásica. Una princesa con una cultura muy extensa y una formación humanística inusual para su época y condición llega a la Corte de Flandes para dejar atónitos a los cortesanos con sus habilidades culturales y sociales. Eso sí, Antonio González Padrón destaca que, "como buena castellana, es estricta en su moral católica y su forma de vestir se caracteriza por imponer el llamado ‘negro español’ frente al colorido de los ropajes de la Corte de Flandes".
Entre sus conclusiones, González Padrón expuso la convicción de que Juana I de Castilla fue la creadora de una gran dinastía de reyes y reinas en las figuras de sus hijos. "Ella hará realidad, en parte, la política iniciada por los Reyes Católicos que busca controlar, por medio de alianzas, el mapa europeo”.
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