Continuando con la visión que me lleva a la reflexión de cómo han surgido los grandes núcleos urbanos, y, sobre todo, la diversidad de las estructuras arquitectónicas que conforman el sky line de la gran ciudad, nuestra actual Las Palmas de Gran Canaria, después de recorrer los innumerables caminos del callejero capitalino, o perderme por otras ciudades, entrar en el recoleto casco de pueblos y rincones isleños de calma y silencio, asomarme desde miradores hacia el interior de la isla o acantilados donde entornos naturales de paisajes realmente bellísimos, singulares, nos encogen el alma, extraños, profundos, abismales, por su concepción panorámica derivada de la milenaria construcción y edificio volcánico gigantesco que, el caos inicial de su origen y formación, hoy, nos brinda, y, a pesar de la gran erosión sufrida.
Descubrimos e identificamos un espectacular y variado marco de esculturas naturales moldeadas, petrificados volúmenes esculpidos y cinceladas por el propio clima de este rincón del Atlántico medio que, cercano a África, recibimos la influencia de sus agentes climáticos, y gracias, suavizados por el constante alisio, que, fluyendo desde el norte, se nos identifica como el alisio de las Canarias.
En mi deambular ciudadano percibo la historia relatada desde cada rótulo de calles que son la memoria de próceres y benefactores que han hecho realidad el concepto de urbe por donde circulamos, en el que la mirada y el interés por su relato histórico nos acerca a su evolución social como conjunto de elementos donde los humanos hemos fijado nuestro hábitat y formas de vida, aunque por momentos me sienta un nómada dentro de los muros invisibles y los imaginarios de épocas remotas.
la ciudad en su variedad de imágenes que me recuerdan las lecturas y reportajes gráficos que, sobre sus, a veces, laberínticos espacios me he perdido, narrando el relato de su historia, de sus creadores y de los monumentos, esculturas, mensajes y leyendas que testimonian su pasado.
Domingo José Navarro (Las Palmas de Gran Canaria,1803-1896), periodista, médico, escritor y cronista de la ciudad de Las Palmas, cofundador del Gabinete Literario de Las Palmas, Colegio San Agustín, promotor y presidente de la Institución Científica El Museo Canario, escribía mencionando la memoria de la ciudad, en su libro “Recuerdos de un Noventón. Memorias de lo que fue la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria al principio del siglo y de los usos y costumbres de sus habitantes”, con su introducción firmada con fecha en Las Palmas, 22 de octubre de 1895:
Cuando avanzaba rápidamente la transformación maravillosa de la ciudad de Las Palmas, convirtiéndose en nueva y elegante población europea, la que era en general mezquino hacinamiento de casas de resabio morisco, comprendí que para conocer el mérito del actual progreso era necesario conservar la memoria, aunque fuese leve e imperfecta, de lo que fue nuestra antigua ciudad hasta bien entrado este siglo, y de la indolencia, hábitos y costumbres de sus moradores, causa productora de aquel decaimiento.
Gracias al desarrollo y planteamientos que durante los diferentes gobiernos municipales se han llevado a cabo, encontramos numerosos motivos para conocer mejor nuestras ciudades por los símbolos que nos representan, nos unen y llegamos a comprender la evolución urbana, sus habitantes y quienes han sabido crear esa llamada para acercarnos a su historia, a su relato y memoria, reflejada en cada escultura que en su diversidad artística, estilo, manufactura, tiempo y creación han sido ubicadas, precisamente, para gloria y mejor memoria de sus creadores, y del mensaje que por ellas nos llega a la mirada del observador, del usuario del laberinto urbano anteriormente mencionado, local o foráneo, en definitiva, no un mero aporte decorativo, sino una obra de arte, una creación fruto de la inspiración por el pensamiento humano, una escultura, la escultura.
Partiendo de esta premisa como curioso observador de ese paisaje urbano, hace unos días pasé por los alrededores de lo que ahora denominan la milla de oro de Las Palmas de Gran Canaria, las intersecciones de la calle Venegas, Plaza de la Feria, Luis Doreste Silva y en el comienzo de esta modernizada vía, al pie del edificio Tamarco se alza una escultura, icono artístico del escultor Máximo Riol Cimas, en una serie relacionada con las Euphorbias, endemismo canario que ha sido llevado a la escultura por el artista denominada Domus Euphorbica.
Sobre una base de hormigón blanco, la obra de tamaño medio, seleccionada, después de haber ganado el primer premio del concurso de escultura organizado por el Colegio de Arquitectos de Canarias, que implicó el encargo de un múltiple de 800 copias, y dos como la mencionada que se ubica desde 1996 en el edificio mencionado frente a la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, y otra en el Colegio de Tenerife (1996).
Un importante y fundamental proceso creativo de evolución artística se mueve en torno a dos series: Homo y Domus. El licenciado en Bellas Artes, Pedro A. Naranjo Jiménez, en su obra La Escultura Urbana en Telde, expone acerca de la expresión y estilo artístico de Máximo Riol para esta serie de esculturas: “Inspiradas en el gusto por el espacio interior como alusión al útero materno, a la vivienda prehispánica en forma de cueva; en definitiva, un cobijo para la vida misma, para la Naturaleza. A finales de los ochenta, Riol inicia una línea geométrica nacionalista que combina con esculturas de orientación más simbólica y clásica. Su interés por los espacios arquitectónicos se manifestará en la serie Domus y en la serie Homo. La primera una reflexión geométrica-primitivista y la segunda, más cercana a posturas del neo-constructivismo español.
Durante los años noventa el escultor explorará la dimensión geométrica de la flora local y proyectará a gran escala muchos de los conceptos surgidos en la década anterior. Riol alterna las superficies rugosas y los cortes duros, con acabados esmerados y perfiles precisos”.
El profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Jonathan Allen, escritor, crítico de arte, buen conocedor de la obra de Riol, en la presentación del catálogo de la Exposición escultórica, El Dibujo del acero, que tuvo lugar en 2019, inaugurando la sala de exposiciones de la Casa Museo León y Castillo de Telde, expone:
“En los primeros domus o casas, el escultor partía de un rectángulo dorado, de una plancha áurea que se seriaba, para horadar en ella un vacío de perfil oblongo o circular de variable extensión. La forma cortada en sucesivas escalas de medida descendente o ascendente no solo generaban una gruta sino ofrecían un túnel para su tránsito visual. El espacio uterino, la cueva del neolítico, vibraba dentro del perímetro del Partenón; el informe y perfecta forma geológica en contraposición a las proporciones sublimes de la construcción.
Si bien este inicio contrapuntístico pudo ser un mero juego de oposiciones, Riol pronto trasladó el acierto de su antagónico símil a tensiones similares: los huecos vegetales dentro de las euforbias grancanarias, que recortó en cubos perfectos. La planta posee su propia matemática, asimilable a la de Mandelbrot, que determina un patrón de crecimiento vertical en torno a un vacío que sus tallos delimitan.
El domus fue reflejo del homo, otro rectángulo áureo, más alto y estrecho, que sirvió tanto para explorar simbólicamente la forma de los Castros (1987) y sus fortificaciones, como de las inquietantes simas, nueva dicotomía entre los edificios de la civilización y las oquedades telúricas. Sendas dinámicas que tuvieron muchas y distintas concreciones en hierro, acero y hormigón”.
De esta serie Domus realiza varias piezas: en 1989 instala la escultura Tríptico Urbano, en el salón de actos del Club La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria. Ulises y el odre de los vientos, conjunto escultórico de dos piezas en acero al carbono, instalado en la plaza pública de la Batería de San Juan en Las Palmas de Gran Canaria; se desconoce el paradero de la segunda pieza. Instala la escultura Sima, pieza origen del múltiple de la serie Domus, en el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Las Palmas de Gran Canaria. En 1992 instala la escultura Euphorbia en el edificio Verode en la calle Canalejas de Las Palmas de Gran Canaria.
En la recepción de la sala de entrada a la Casa de la Cultura, Teatro Juan Ramón Jiménez de Telde, se muestra una escultura estilizada en acero cortén de la serie Domus. En el lateral sur del jardín contiguo se ubica la Domus Áurea, realizada en hormigón armado, de carácter abstracto y geométrico, combinada con cinco piezas rectangulares simétricas, horadadas con huecos el interior.
En 1991 una monumental obra escultórica Homo H-3, de la serie Homo en hormigón armado blanco, queda instalada en los jardines del Barranco de Don Zoilo en las Palmas de Gran Canaria. El escultor dona a la Casa Museo León y Castillo, la obra en acero cortén, Homo H1. Y de la misma serie otra se exhibe en la Casa Museo Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria.
Incluida en el simbolismo de las Euphorbiaceas y su representación en la escultura de Riol, en el 2007 se inauguran las monumentales Forestas y Prótego, en homenaje a los trabajadores de medio ambiente y a la conservación de la naturaleza de Gran Canaria, situadas en la Atalaya de Artenara, pueblo cumbrero de Gran Canaria.
Series escultóricas que en su simbolismo referente al endemismo botánico canario y al hábitat han sido estudiadas, en sus diversas formas conceptuales y tanto en exposiciones colectivas, individuales, o ya, definitivamente ubicadas en espacios abiertos o en interiores, salas, museos, instituciones, etc, son visitadas llamando la atención del observador por su nuevo formalismo y estética en sus tratamientos geométricos, iconología de la Domus Áurea, que el crítico Allen define y mencionado en su libro Pedro A. Naranjo:
“La tensión conceptual de la Domus Aurea deriva del contraste radical entre la apariencia sólida de la forma y de las refinadas connotaciones de la Regla Dorada inherente en sus proporciones. La fuerza de su masa como escultura se distribuye en módulos o secciones ya que la obra está integrada por cinco planos verticales sobre soportes continuos con su superficie todos ellos equidistantes”.
No lejos e inmediatamente al otro lado de la calle frente a este complejo de edificios, el bello parque popular de la Música, flanqueado por palmerales, junto a la Fuente Luminosa, en la Avenida Marítima de Las Palmas de Gran Canaria; una de las obras de Riol que, entre otras de este mismo mensaje y homenaje artístico, marcan los caminos de la escultura religiosa, Al Padrito, dedicada a San Antonio María Claret.
En palabras de Antonio María González Padrón, Cronista Oficial de Telde y ex director conservador de la Casa Museo León y Castillo:
“Punto y aparte merece la escultura de San Antonio María Claret, el célebre Padre Claret, fundador de los Misioneros del Sagrado Corazón de María y recordado confesor de la Reina Isabel II. Obra ejecutada en base a una silueta recortada de líneas rectas y onduladas, el espectador es llevado a su testa cargado de conocimientos teológicos, sus manos que entregan amor, sus pies andarines, y el báculo peregrino, fiel compañero de su deambular por los campos de Gran Canaria en 1848”.
continuo mis observaciones y lectura de la ciudad reteniendo en mi memoria, la de un setentón, el legado intelectual por sus elementos artísticos y arquitectónicos, el mensaje escultórico de sus artistas, esta vez y entre muchas de sus obras, la serie Domo y Homo del escultor Máximo Riol Cimas. Gracias.
Jesús Ruiz Mesa es colaborador cultural de TELDEACTUALIDAD.
























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