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Martes, 28 de Octubre de 2025

Actualizada Martes, 28 de Octubre de 2025 a las 16:19:17 horas

Julio Pérez Tejera (Foto TA) Julio Pérez Tejera (Foto TA)

Una luna para Samuel

TA ofrece una reflexión del poeta y escritor teldense Julio Pérez Tejera

cojeda Martes, 29 de Septiembre de 2015 Tiempo de lectura:

JULIO PÉREZ

Supe, por la lista de clases prácticas de aquel día -incluso antes de conocerlo-, que se llamaba Samuel. Al mirarlo, podías imaginar uno de los angelitos negros de Machín, enganchado a los cuernos de la luna entre nubes de algodón, porque, pese a lo duro de su expresión, todos sus rasgos se endulzaban como por encanto cuando sonreía. Los labios gruesos, la nariz achatada, el pelo rizado, los ojos mansos...

 

- ¿Sabes qué significa tu nombre? le pregunté.

- No.

- Significa Dios oye. Es hebreo. Ana, la madre de Samuel, no podía tener hijos y, en Israel, lo peor para una mujer era ser estéril. Se consideraba que Dios la había maldecido. Pero ella rogó al Señor para quedar embarazada y concibió un varón que entregó al templo para que los sacerdotes lo educaran: era su promesa si tenía un niño. Dios la había escuchado. Esa es, más o menos, la historia de tu nombre. Seguro que tu madre está muy contenta contigo.

- Mi madre murió hace tiempo.

- Perdóname, Samuel. Lo siento.

- No importa.

 

La práctica transcurrió con normalidad y, aparte de los lógicos nervios de la primera vez, Samuel fue respondiendo a las dificultades planteadas con bastante habilidad. Casualmente, pasamos cerca de El Llano de las Brujas y, a esa altura, me preguntó:

- ¿Ves aquella cruz en la montaña?

Miré a la ladera de enfrente y efectivamente había una pequeña cruz pintada de blanco. Sin esperar por mi respuesta, añadió:

- Ahí tiró mi padre a mi madre cuando la mató.

- ¡...! ? Seguí callado.

- Él está en la cárcel pero yo estoy esperando a que salga para hacérselo pagar. Lo voy a matar como él la mató a ella y, después, lo voy a tirar por ahí, como a un perro.

Me parecía imposible escuchar a un chico tan joven -18 años- hablar de aquel modo.

 

- Si lo matas -le dije-, ¿en qué te diferenciarás de él? Además, irás también a la cárcel y tu madre no querrá verte allí.

 

Hablamos varias veces más del tema. Me contó cómo su hermano -mayor que él- se había arrojado al vacío desde un sexto piso. “Él era el único que me llevaba al parque a jugar. Yo era pequeño y me orinaba en la tierra para hacer pelotitas de barro. Ahora vivo con mis tíos”.

 

Cuando le conté a uno de sus maestros que Samuel había aprobado el examen de conducir, se alegró muchísimo “¡porque” -me dijo-, al fin, consiguió la suficiencia que otros le negaron!”

 

Por el mismo maestro, me enteré de dónde está ahora Samuel y se me ocurre que su madre debió de pedirle nuevamente a Dios y Él volvió a escucharla. No sé con qué pretexto ni qué medios utilizó esta vez para pasar al otro lado pero confío en que, por fin, los dos descansen de tanto dolor como los acompañó cuando anduvieron por aquí. Tal vez, el destino de los ángeles sea, aunque nosotros no nos demos cuenta, ese trasiego interminable entre los mundos. 

 

Julio Pérez Tejera es poeta y escritor.

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