TELDEACTUALIDAD
Telde.- Dolores Velázquez estaba más contenta que unas pascuas. En la misma puerta del pequeño vergel urbano, con un manojo de acelgas y un calabacines en ristre, no ocultaba su alegría por llevarse para su casa algo de la cosecha del día del huerto que un grupo de vecinos de la sexta fase del Valle de Jinámar cultiva en lo que hasta hace unos meses era un terreno yermo maloliente abonado exclusivamente por los excrementos de los perros. TA ofrece un reportaje gráfico.
Hoy la situación es bien distinta. Un tapiz verde preside ese espacio acotado por un muro y una malla metálica de algo más de 300 metros cuadrado de superficie que se emplaza entre dos bloques residenciales de la calle de Fernando Sagaseta, merced al laborioso trabajo de un equipo, en una “experiencia piloto” que se inició en el pasado mes de octubre de 2014 y cuenta con el decidido apoyo municipal de la Concejalía de Parques y Jardines de la que el centrista Juan Martel es responsable de Gobierno en el Ayuntamiento de Telde.
Allí, en un longuero de casi 10 metros de ancho por 35 de largo, Manuel Beltrán, uno de los alma mater de esta iniciativa, se esmera cada día de regar y atender esta pequeña explotación agrícola en la que, a modo de huerta urbana, cultivan una gran variedad de géneros de la tierra. Papas, calabazas, calabacines, habichuelas, sandías, espinacas, cilantro, acelgas o perejil son algunos de estos productos, pero hasta el tronco de una platanera crece en esta parcela abierta y con una producción orientada al autoconsumo de las familias que habitan en las inmediaciones y de la que también se beneficia Cáritas.
Beltrán explicó a TELDEACTUALIDAD que el huerto aporta al día una cosecha de hasta tres kilos y que la implicación de los vecinos ha sido crucial para que el proyecto cuajara en un solar donde reinaba la basura. Recordó que la solicitud para aprovechar este espacio como zona de cultivo partió de los propios residentes en carta dirigida al Consistorio con la rúbrica de 300 personas.
El concejal Juan Martel, que esta mañana compartió un rato con estos improvisados agricultores urbanícolas, reseñó que él abandera extrapolar la idea a todo el Valle de Jinámar y al resto del municipio por cuanto constituye una fuente de obtención de productos que puede ayudar a las economías familiares con menos recursos a superar la actual coyuntura de crisis económica. Eso sí, dejo claro que “no debe enfocarse bajo ningún concepto como un negocio” y además debe regularse mediante unas ordenanzas municipales.















































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