TELDEACTUALIDAD
Telde.- Hay personas a las que la vida lleva por caminos inesperados. Un momento puntual, una serie de circunstancias... y el destino abre un sendero hasta ese momento desconocido para quienes transitan por este mundo. Algo parecido le ocurrió hace ya 35 años a Julio Pérez Tejera, quien con maestría hoy compagina su trabajo como profesor de autoescuela con una de sus grandes pasiones reconocidas, la literatura.
TELDEACTUALIDAD retoma con él la serie Rostros de Telde, con la que pretende conocer en profundidad, a partir de una charla íntima y sosegada, a vecinos populares del municipio que se han significado en los últimos años en los más diversos ámbitos.
La de Julio Pérez es una experiencia narrada bajo las acogedoras pérgolas del Parque Lulú, un diálogo interrumpido suavemente por la caída de las hojas que musitan la llegada del otoño y por la nota pintoresca que aporta una pareja entretenida en posar para esas típicas fotos que barruntan una boda.
A este vecino de El Calero bajo, que este mismo mes soplará 61 velas, se le conoce por su doble vertiente. Por un lado, alegra los corazones y espíritus que una literatura limpia, que le nace de dentro y en la que se alternan la prosa y el verso; por el otro, otorga seguridad a la mayoría de los mortales desde su labor instructiva al otro lado del volante. “Desde 1980, año en el que me convertí en profesor de autoescuela, habré enseñado a miles de jóvenes”, responde tras confesar que en más de una ocasión ha tratado de calmar los lógicos nervios de sus alumnos recitándoles algunas composiciones poéticas, como una en la que recuerda que las prisas son malas consejeras.
Antes de llegar a este puerto, Pérez se hizo galletón en el seno de una familia humilde. La casa que su padre, agricultor, levantó en la calle Pascal, a la vera de la iglesia del barrio, fue la primera que se remató en esta vía. El Calero de la década de los 60 poca semejanza guarda con el actual. No había tanto cemento, y sí un manto verde desparramado mediante una sinfonía de huertos y cultivos, cantoneras y acequias a las que su progenitor no era ajeno. “Protagonizaría las típicas travesuras de niño, pero mi padre era muy estricto y los castigos, por ejemplo, eran duros si se me ocurría meterme en una finca privada a comer uvas. Aquello”, rememora con una sonrisa cómplice tras un primer interrogatorio, “estaba severamente castigado”.
Infancia a la vera de un cine
Pero pese a no ser el núcleo que es en la actualidad, el barrio ya tenía por aquel entonces cierto empaque. Tal es así que hasta presumía de cine, el Imperial, “donde se pasaron las grandes superproducciones de Hollywood y pude asistir a su estreno con la película 'Mi fiel amigo'”. Aparte de eso y de disfrutar de las fiestas con las casetas de tiro y las tómbolas, Julio, que se convirtió en todo un manitas con hojas de caña en sus manos, aprovechó el tiempo para formarse en el antiguo colegio Esteban Navarro y, de ahí, dar el salto a la antigua academia de don Santiago Valido y al célebre instituto laboral. Sus próximos pasos lo llevaron hasta La Laguna, donde comenzaría a estudiar Filología Francesa. Allí ocurrió algo. El servicio militar, cuya instrucción realizó en Cartagena, interrumpió su progresión y un grupo de antiguos compañeros del instituto le comentaron que habían puesto en marcha una autoescuela. Al joven también le gustaba el mundo del volante y, “tras trabajar dos años como idóneo, que era como un maestro de Primaria, me decanté por este oficio. Hice el curso de profesor, me pasé dos meses en Madrid y aquí estamos”, resume.
Carreteras y letras se han ido alternando en su vida. Sobre lo primero, algo que describe como una actividad que le “salva de la rutina”, apunta que “al principio iba tenso al otro lado del volante, pero con el tiempo logras desarrollar un sexto sentido y hasta eres capaz de anticiparte a alguna maniobra extraña que vaya a hacer el alumno”. Lo más “raro” que le he pasado, por ponerle un adjetivo, ocurrió durante un trayecto por la autovía en el que adoctrinaba a una chica sobre la función de los retrovisores. “De repente pisó el freno a fondo y casi nos embiste un camión que venía por detrás. Logré reconducir la situación, pero más atónito me dejó la explicación que dio: frenó para ver si el camión que veía a lo lejos desde el espejo era de verdad o no”.
En una vertiente más sosegada, la escritura le ha servido también para saciar una de sus inquietudes. En su haber destaca la participación en varios recitales de poesía y algo de lo que se siente especialmente orgulloso: la publicación de cuatro cuentos infantiles dedicados a sus hijas y que le han dado una de las mayores alegrías de su vida. Fue cuando con el tiempo supo que sus textos habían servido para que un niño discapacitado se motivase y aprendiese a leer y escribir con ellos. “Un amigo mío los utilizó como herramienta en su clase y un día que fui de visita al colegio el propio crío se empeñó en hacerse una foto conmigo. Para mí eso fue como si me diesen el Nobel”, asegura emocionado.
Producción literaria y respaldos
“Yo en realidad no acabo de ser un escritor, sólo aprendo a juntar líneas”, refiere cuando se le pregunta por su producción literaria y si tiene alguna pauta de trabajo establecida al respecto. Con la ayuda del Ayuntamiento de Telde ha logrado editar alguna pieza aislada, si bien el año pasado también lanzó Caleidoscopio, una antología de poemas y relatos y en donde ha contado con la colaboración impagable de Victoriano Santana Sanjurjo, responsable de la Biblioteca Canaria de Lectura. Después llegaría unas segunda publicación con la editorial Mercurio. Y ahora mismo, sin querer entrar en detalles por aquello de mantener la sorpresa hasta el momento oportuno, anda enfrascado en una nueva obra poética.
Cuestionado sobre la situación actual que vive el mundo de la literatura en la isla, Pérez destaca el buen momento que atraviesa pese a la aparente crisis que sufre el libro de toda la vida. “Hay gente, como Alexis Ravelo, que está haciendo cosas muy buenas”, señala. No es amante enfervorizado de las redes sociales “porque está claro que si tienes 40 amigos no los vas a poder atender bien”, y por eso pone en valor el contacto directo de persona a persona.
El último acto público por el que ha vuelto a sonar su nombre han sido las veladas poéticas desarrolladas en la costa de Telde bajo el sugerente nombre de “Al atardecer... te verso”, de las que ya ha dado cumplida cuenta TELDEACTUALIDAD. Con la colaboración municipal y de varias figuras del panorama intelectual local, la cita ha resultado todo un éxito. Y el mar y los literatos que en él se han fijado, toda una fuente de inspiración. Machado, Manrique, Martí, Espronceda o Fernando González son sólo algunos de los ilustres que han sonado en eventos en los que han tomado parte desde miembros del colectivo Hilda Zudán o el Círculo Cultural hasta autores como Pino Monzón, Adolfo García o Susi Arencibia, pasando por varios músicos jóvenes. Julio, ante todo, se disculpa por si se le queda a alguien atrás a la hora de recopilar nombres.
Entre manos, por último, tiene ahora una curiosa iniciativa músico-poética para desarrollar a mediados o finales de octubre con motivo de la rehabilitación de la cafetería del mercado municipal de Telde. Una leve referencia a la misma, también con varias cuestiones por pulir, sirve de antesala para que este rostro de Telde responda al cuestionario con el que se cierra habitualmente esta sección.
¿Conoce el periódico digital TeldeActualidad.com?
Sí, casi desde que se creó.
¿Cuál es su signo del zodiaco?
Virgo.
Tres cualidades ideales en su pareja.
Coherencia, honestidad y bondad.
El día más feliz de su vida.
El día en me enteré de que iba a ser padre por primera vez.
La última película que vio.
La vi con mi hija, pero no recuerdo el título. No soy muy cinéfilo.
El último libro que ha leido.
He vuelto a leer El gallo de oro de Juan Rulfo.
Una canción.
Gracias a la vida.
¿El mejor sentimiento del mundo?
El amor. No hay otro.
¿Un restaurante preferido?
Soy poco amante de salir fuera, me encanta la familiar.
¿Un político preferido?
Estoy buscándolo, creo que ya hay alguno por ahí.
¿Fútbol o telenovelas?
Fútbol no; telenovelas tampoco.
¿Un defecto que tenga?
No sé. A lo mejor, la inconstancia.
Un lugar idílico.
Allí donde esté la persona que quiero.
¿Qué haría si le tocase la lotería?
No lo sé. Creo que no me va a tocar nunca. Pepe Monagas decía: “El que trabaja es porque no sirve para otra cosa”
Valore la gestión del gobierno local de Telde.
Creo que es muy positiva dentro de todas sus limitaciones. Hay preocupación por los que menos tienen.
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