Los pujolones (IV)

No podría existir el “clan de los Pujol” (“los pujolones” en las redes sociales), si no existiera un origen del mismo. El de los Pujol tiene su origen en el matrimonio de Jordi Pujol i Soley (1930) y Marta Ferrusola i Lladós (1935).

 

En anteriores artículos ya hemos adelantando cosas del patriarca del clan Jordi Pujol y de sus andanzas en la política catalana; de su “misteriosa” riqueza, aún por cuantificar; de las presuntas (exigencia del artículo 24 CE) “mordidas” de todos los contratos (especialmente de obra pública) que suscribió la Comunitat de Catalunya durante los veintitrés años que duró el “reinado” de Jordi Pujol al frente de la misma; del presunto reparto de esas “mordidas” que iban a parar, una parte a su partido, Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), y otra parte, al bolsillo del propio Pujol o a algunos de los miembros del clan.

 

Por las informaciones publicadas, el funcionamiento del clan como tal no habría sido posible sin la intervención directa de la matriarca Marta Ferrusola i Lladós. Esa afirmación se ha venido publicando y lo ratifica Victoria Álvarez, la ex pareja de Jordi Pujol Ferrusola.

 

Marta Ferrusola nació en 1935 y tiene actualmente 79 años. Recientemente la hemos visto por la tele y parece que físicamente se conserva muy bien y entera. Su cabeza parece que también funciona mejor que la de su marido, al que conoció en 1954 y con el que se casó dos años más tarde en el monasterio de Monserrat.

 

Fue profesora de gimnasia hasta 1975 y más tarde se encargó de la jefatura de actividades deportivas de Convergencia Democrática de Cataluña.

 

Marta Ferrusola fue durante 23 años la primera dama de Cataluña. Fue querida por el público convergente y odiada por los socialistas por sus expresiones xenófobas contra José Montilla, por su origen andaluz.

 

Los que la conocen bien dicen de ella que es una mujer de hábitos espartanos, de convicciones muy religiosas y más pasional que su marido en todo lo que signifique catalanismo. También dicen de ella que tiene siempre la última palabra dentro del matrimonio y que mientras su marido se dedicaba a Cataluña, a sus secretarias y, según se ha ido publicando, a enriquecerse presuntamente cobrando comisiones por las adjudicaciones de obra pública durante los 23 años en que presidió el Gobierno de Cataluña, ella se dedicaba a proteger a sus hijos, con el consentimiento del ex President, en su masivo enriquecimiento a la sombra del apellido Pujol.

 

Ella tampoco se quedó con los brazos cruzados en casa. En el año 1989, con su socia y amiga Mercé Vila, constituyó la empresa Hidroplant, de la que fue accionista y consejera, dedicada al estudio y mantenimiento de jardinería. A pesar de ser fundadora de la empresa, no era accionista mayoritaria. También fueron accionistas sus hijos Marta y Jordi.

Con la empresa Hidroplant, Marta se metió en líos. Sin entrar a valorar los detalles fueron unos líos innecesarios y una empresa también innecesaria, puesto que si se ganó algún dinero tampoco fue demasiado y seguro que no compensó los quebraderos de cabeza que tuvo que soportar por la polémica generada. Uno de sus trabajos que realizó, en la época de José Luis Nuñez como presidente del Barcelona, fue reponer el césped del Nou Camp, trabajo que fue un desastre, porque el campo quedó como un cercado de papas.

 

Hidroplant, que se dedicaba a la jardinería, proporcionó plantas ornamentales y el mantenimiento de éstas al menos a cuatro departamentos de la Generalitat: Presidencia, Economía, Gobernación y Medio Ambiente. Ferrusola actuaba como agente comercial de la firma.

 

En 2005 los accionistas, entre ellos Aguas de Barcelona (Agbar), las familias Raventós Negra y Aguilá, y Marta Ferrusola vendieron la sociedad a la multinacional ISS.

 

Se publicó que a Marta Ferrusola sólo se la ha visto realmente enfadada en público en dos ocasiones. Una, cuando se la acusó injustamente de que la empresa Hidroplant había decorado todos los edificios de Banca Catalana, hecho completamente falso.

 

Otra, cuando en 1995 se extendió el rumor de que su marido, el President, tenía una amante llamada Carme, que era una de sus secretarias. Se sabía el apellido de la misma, su trabajo y dónde se veían. Todo eso era “vox pópuli”. Con la finalidad de acallar los rumores, en los meses siguientes Marta acompañó a su marido en todos los actos oficiales.

 

Con el tiempo, Marta ha demostrado ser muy práctica, siendo consciente de que su marido no se separaría ni divorciaría de ella, y que el paso del tiempo, la vejez, los hijos y el patrimonio común les mantendrían unidos para siempre, como así ha sido.

 

Además, también fue muy profesional como primera dama de Cataluña, durante los años siguientes en los que su marido siguió siendo el President; al igual que le sucedió a la ex Reina Sofía con el ex Rey Juan Carlos. La profesionalidad de ambas está fuera de toda duda; sin embargo, es muy probable que Sofía, una vez que abdicó su marido, haya puesto tierra de por medio. Marta Ferrusola, por el contrario, se ha unido a Jordi Pujol más que nunca, puesto que ambos, junto con sus hijos, deben afrontar ahora las acciones de la justicia para investigar el origen de tanto enriquecimiento y exigir las responsabilidades penales y tributarias correspondientes.

 

Eso es lo que debería suceder. Sin embargo, son muchos los que creen que finalmente va a haber otro “pacto de Estado”, tácito, como los que existieron entre los Gobiernos de España bajo las presidencias de Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero con el Gobierno de Cataluña, o con Jordi Pujol personalmente y con su partido Corvengència Democràtica de Catalunya (CDC), para que no pase nada.

 

Sorprende que, a estas alturas y con todo lo que se viene publicando en la prensa, no sea directamente la Fiscalía General del Estado quien tome la iniciativa de actuar contra todo el clan de los Pujol y centrar toda la investigación en la Audiencia Nacional, y cedan esa iniciativa al pseudo sindicato de extrema derecha Manos Limpias.

 

Algo no huele bien en este asunto.