Amigo Lucas, de mis tiempos de estudiante aun recuerdo que alguna vez escuché a más de una persona decir la frase del título: ¨Yo soy agnóstica¨. Sí, hasta veo que hoy la cosa ha cambiado y que oigo con alguna frecuencia a jóvenes de 15 a 25 años decir ya la expresión del título como cosa normal. Te confieso que me parece hasta interesante oír algunos jóvenes del mundo de hoy decir soy agnóstico sin fanatismo poniendo en ello un contenido positivo al lado de aquellos que dicen: ‘’Oiga, yo paso de todo”.
Amigo Lucas, pienso que todo ser humano tiene necesidad hoy de manifestar su mundo interior y uno no deja de ver la pobreza que hay en muchos al no tener valores firmes que les ayuden a pensar. De verdad te digo que muchas de esas expresiones que nacen en personas que buscan, a mí me ayudan también a pensar qué podemos hacer…
Te cuento que no hace mucho un joven me dijo que él era agnóstico desde hacía algunos años y recuerdo que hablé un rato con él viendo que estaba buscando respuestas a sus interrogantes. Sé que cuando terminó le felicité diciéndole que yo sabía de una persona mucho más grande que él que presumía en el pasado de ser agnóstico. Al preguntarme quién era le dije que fue el gran S. Agustín de Hipona. Es por ello que a los amigos de este minuto les recomiendo que no dejen de leer el precioso libro de las Confesiones porque allí el gran maestro S. Agustín cuenta su vida y su manera de ir buscando siempre al Dios de la vida que le llevó a decir un día: ¨Por fin te encontré, oh verdad infinita, te busqué por fuera y te vine a encontrar dentro de mí para siempre¨.
Amigo, te confieso que hoy, aun viviendo en el mundo de los Wasaps, de los Móviles, de Internet, de la televisión… la gente sigue buscando y haciendo muchas preguntas y bien serias. Fíjate que no hace mucho alguien me preguntó por qué casarse por la Iglesia y hasta me dijo que él vivía ya como si estuviera casado y que la cosa le iba bien de esa manera, y que tal vez más adelante reforzaría la unión casándose en la Iglesia a la que sigue amando y queriendo a pesar de sus cosas raras y de sus leyes algo pasadas de moda. Recuerdo que el hombre terminó diciéndome: ¡Qué cosa grande tenemos con este papa que cree con el corazón y no con la cabeza como le pasa a muchos obispos y sacerdotes!
Amigo Lucas, comprendo que frente a tanto fracaso hoy en los matrimonios exista el miedo a casarse para siempre haciendo un compromiso eclesial. De verdad que no olvido al amigo que un día con confianza me decía: ¨Paco, yo sé que para la Iglesia lo que hago de convivir con mi mujer no es lo mejor, pero también veo que no es lo peor ya que frente a tanto fracaso de gente que prometió, luego se le vino todo abajo...Oye, te digo que yo y mi novia o mi mujer con algo de miedo hemos decidido tener una convivencia primero para ver si el asunto da resultado y luego un día nos casaremos en la Iglesia porque seguimos creyendo en la familia cristiana y en los sacramentos y por eso todavía no tomo la comunión pero no dejo de ir a misa todos los domingos.
Amigo Lucas, de verdad que el hombre tenía cabeza para pensar y hasta él veía bien que la Iglesia pusiera normas de no dar la comunión a los que estaban viviendo juntos porque todavía no habían recibido el sacramento del matrimonio, cosa que no respetan algunos cristianos durillos de cabeza y también algunos gays. Recuerdo que el amigo me dijo que no tardaría mucho en dar el paso por lo sagrado pero que lo haría más adelante para ser feliz y dar ejemplo a la gente que le miraba porque él quería ser un cristiano verdadero de la Iglesia de Jesús.
Francisco Martel es sacerdote.
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