TELDEACTUALIDAD
Telde.-El cementerio de San Juan abrió sus puertas el 1 de agosto para recibir una visita especial. Un grupo de ciudadanos, interesados en conocer los encantos y entresijos que posee el camposanto, realizaron un recorrido histórico, arquitectónico, artístico y literario de manos del director de la Casa Museo León y Castillo y cronista oficial de Ciudad de Telde, Antonio María González. Se trata de una actividad organizada por el centro museístico enmarcada en su programa de actividades culturales.
Recorrido por el primer camposanto de Telde
por Jesús Ruiz Mesa
Dentro del programa de actividades culturales que la Casa Museo León y Castillo de Telde, institución museística dependiente de la red de Museos del Cabildo de Gran Canaria, en la mañana del pasado sábado 1 de agosto un grupo de visitantes realizó una visita guiada por el director conservador de la Casa Museo, Cronista Oficial de la Ciudad de Telde, Antonio María González Padrón, al cementerio de San Juan Bautista de la ciudad de Telde, al que dedican un recorrido histórico, arquitectónico, artístico y literario.
En la entrada al recinto funerario, González Padrón glosó la historia, creencias y evoluciones religiosas del culto dedicado al último viaje, en torno a las diferentes religiones, formas de ver, sentir, manifestarse ante la muerte, desde los conceptos que marcan el misterio de la vida, la propia muerte y la reflexión sobre la existencia humana. Un recorrido desde la prehistoria y las motivaciones culturales, religiosas, para cuestionarse la misma pregunta que hoy en día todavía nos hacemos, a dónde vamos después de finalizado nuestro paso por el mundo terrenal.
El principio y desarrollo de las necrópolis en las antiguas civilizaciones, culturas, tradiciones y cultos aborígenes, enterramientos seculares en determinadas áreas, catedrales, bajo naves, templos, iglesias, conventos, monasterios, ermitas, huertos, jardines. En Telde se pueden apreciar losas funerarias de etapas históricas y religiosas en la iglesia conventual de San Francisco y en la Basílica de San Juan Bautista.
Con el paso del tiempo, aumento de la población, salubridad, y expansión urbanística, tuvo lugar la ordenación de los enterramientos en espacios determinados por la autoridad, hasta la ubicación de los modernos cementerios, fuera de los núcleos urbanos y los que ya han quedado dentro de sus límites, en los que se rinde tributo a sus memorias, recuerdo de sus estancias en vida por el mundo físico, terrenal. Restos mortales de los que ya en paz descansan eternamente y que allí fueron depositados, dedicando panteones, tumbas, losas, inscripciones, que en muchos casos son obras de arte, versos, oraciones, inscripciones, epitafios y llamadas a la reflexión, de los que desde este lado del misterio de la existencia humana, aún, de esta forma, se les recuerda.
Para comprender mejor el recorrido se entrega a los visitantes un plano callejero donde se indican las sepulturas, tumbas, panteones, nichos, que identifican nombres de familias ilustres, personalidades, alcaldes de Telde, canónigos, sacerdotes, poetas, artistas, curiosos epitafios con carácter lírico y sentimental. Espacios que se destinaron a dar sepultura a difuntos de otras creencias. El Cronista Oficial de Telde informa sobre aspectos históricos, sociales, intelectuales y anecdóticos de lo que representaron para Telde sus vivencias, intercalando una lectura de poemas de diferentes escritores, poetas de la Escuela Lírica de Telde y otros, como el inspirado por la personalidad del teldense Montiano Placeres Torón (Telde, 1865-Telde, 1938), cuyos restos descansan en este lugar santo de eternidad, versos dedicados a Domingo Doreste Rodríguez, Los Cipreses del Cementerio:
¿Qué mano os quitó la vida,/ cipreses del cementerio?/ ¡Qué alma ruin os dio la muerte/ a vosotros compañeros/ de la Muerte, veladores/ del gran sueño?/ ¿Quién ha matado la vida/ en el viejo cementerio?/ Cipreses: vuestras raíces/ arrancaban a la tierra sus secretos/ y vuestras ramas erguidas/ hablaban de los misterios/ de la muerte al infinito…../ Vosotros, en el silencio/ de aquella lejana tarde,/ gris y fría de un invierno,/ oísteis los secos golpes/ que en tierra el sepulturero/ daba con el azadón/ que abría, pertinaz, un surco nuevo./ Era un surco como tantos/ en el campo aquel abrieron;/ pero al borde de él, aquella/ fría y gris tarde de invierno,/ en un severo ataúd/ visteis a mi padre muerto…./
¡Oh, los infecundos surcos,/ tan hondos del cementerio!/ Cuando pasa el tiempo, y son,/ un día, otra vez, abiertos,/ sólo devuelven la trágica/ armazón de un esqueleto!/ Cipreses: vivas antenas/ de la ciudad de los muertos;/ mástiles de un barco que/ naufragara en este océano/ de la vida y no acabara/ de hundirse…../ Brazos que al cielo/ elevaran su protesta/ tras rudo retorcimiento;/ mudas interrogaciones;/ telescopios del misterio;/ encantados surtidores…/ ¡Cipreses, que erais el nexo/ de la Nada con la Nada!/ Cuando os malhirió el hachero/ y, ya sin vida, caísteis,/ hubo en todo el cementerio/ un hondo clamor de pena,/ un sordo crujir de huesos…./
El cementerio de San Juan Bautista en torno a una ciudad agraria, no llegó a terminarse, se sabe, según el historiador Hernández Benítez, de un proyecto en el que Luján Pérez (Guía de Gran Canaria, 1756- Santa Brígida, 1815), diseñara una fachada más sencilla que la del cementerio católico de Vegueta. Aunque el de Telde se inaugura mucho más tarde del fallecimiento del artista guíense. El campo santo de Telde cuenta con un frontón triangular, puerta de acceso alta y ancha, con dos puertas auxiliares, con la intención de honrar a los muertos. Se pide el aporte de los dueños del terreno para el cementerio, no lejos de la ciudad, orientado a los vientos que soplarán de norte a sur. Se habla de diferentes zonas para su ubicación, en un momento determinado el Señor Conde de la Vega Grande de Guadalupe por consejo del obispo del momento está dispuesto a entregar una superficie cuadrada entre 50 y 60 mts de largo y de ancho, y el cura párroco elegirá el lugar, quedando instalado en la zona que hoy se conoce.
Así nace el primer camposanto de la ciudad terminado, aproximadamente, en 1838, el más antiguo, donde se conservan tumbas, lápidas, panteones, del siglo XIX al XX, de estilo neoclásico, que sólo va a superar en sepulturas al modernismo, aunque siguen combinándose los elementos florales grabados en piedra; se utilizan elementos de carácter neogótico, de la etapa modernista. El modernismo cuando dedica elementos religiosos en su arquitectura utiliza el gótico, que permite al modernismo ser más creativo, de los que tenemos buenas muestras en este estilo arquitectónico y artístico en España.
Cerrado por un muro exterior que actualmente limita por el nordeste y orientado hacia el suroeste con el área del parque urbano de San Juan. Preside la entrada un monumento funerario dedicado a la memoria del párroco don Juan Jiménez Quevedo, de los últimos beneficiados y al que se le dedica este monumento, realizado en piedra y placas de mármol de Carrara. Con su nombre y epitafio en latín grabado sobre la placa frontal, dilectus Deo et hominibus, rodeado de cipreses apuntando al cielo. Cruz que corona el obelisco, símbolo de la conexión entre la tierra y el ser supremo. En la parte inferior, elementos neoclásicos y adornos simbólicos, eucarístico, representaciones esquinadas de coronas de laurel, sacerdote y gloria, reloj de arena con alas, símbolo del tempus fugit. Año de la muerte 1882. Virtudes espirituales y humanas del difunto, honor, virtud. Monumento rodeado de cipreses árbol que en España simboliza la muerte y el paisaje arbóreo que asoma sobre las tapias de los cementerios. Actualmente el cementerio está atendido por los Hermanos de la Resurrección, y dependiente del Ayuntamiento de Telde y de la Diócesis de Canarias.
Con este inicio se logra los enterramientos en el campo santo venciendo los reparos a sepultarse fuera de tierra sagrada. Sobre una tumba que en principio señaló los límites del cementerio, y quizás se ubicara fuera, muestra la escultura de un artístico búcaro, símbolo de la muerte y la resurrección, cubierto con una especie de manto y en su boca llamas de la resurrección y el recuerdo. Otra sepultura en la que una columna de piedra eleva una urna en madera, cuya lápida al pie permanece sepultada por la tierra del parterre.
Montiano Placeres Torón en uno de sus poemas dedicados al carpintero escribe: Yo quiero carpintero, besar tus manos,/ porque por tus manos tienen cuna los niños…/ Tus manos, carpintero, saben de arcanos/ y saben de amarguras y de cariños…/ Ellas alzan las cruces en los caminos…/ Por ellas tiene cruces el cementerio…/Los dedos de tus manos son diez divinos/ buscadores de luces en el Misterio./ Junto a la cuna, mi madre/ de rodillas/ dióme el alma en sus besos…/ Junto a la cuna, mi madre,/ musitaba unas canciones/ porque a mí viniera el sueño…/ Y vino./ Ay, yo no sé/ si estoy dormido o despierto…/ ¿Cuánto tiempo-tú lo sabes,/ carpintero?-/ cuánto tiempo-dime, dime,-/ cuánto tiempo dura el sueño?/ ¡Oh, las cunas,/ carpintero;/ de cuántas cosas nos hablan/ cuando ahora, hombres, las vemos…/ Dame tus manos fuertes y encallecidas/para poner en ellas mis rojos labios…/ Tus manos son más sabias que los más sabios…/ Que tus manos por todos sean bendecidas…/ Por ellas a mi amada le canté una/ serenata de amores con mi laúd…/ Por ellas, cuando niño yo tuve cuna…/ Por ellas, cuando muera tendré ataúd…/
Se leen poemas de Montiano Placeres Torón, de Saulo Torón y de Ia escritora Ignacia de Lara (Las Palmas de Gran Canaria, 1880-1940), recitado por González Padrón, Soneto póstumo: “Cuando vaya a quebrarse la ilusión/ de este largo soñar en que he vivido/ y esté oscilando el último latido/ con qué dice su adiós el corazón./ Cuando llegue la gran renunciación/ aquella del silencio y del olvido/ y entre la angustia del dolor vivido/ Rece el salmo final de mi emoción/ que sea mi última estrofa solo amarte/ y mi verso postrer el recordarte/ La amante espera con que a ti confío/ la decisión eterna de mi suerte/ y remanse las ansias de mi muerte/ con la dulce quietud de un Jesús mío./
Finaliza la visita con los versos del poeta teldense Saulo Torón (Telde, 1885-Las Palmas, 1974), de los poemas Frente al Muro, Resurrección: “….Y entré en el sendero. Y encontré el destino/ que no había soñado mi imaginación:/ Un amor humano que se hizo divino./ ¡El alba en la noche de mi corazón!/.
Despedida que culmina con la visita al trozo de tierra que cubre los restos del poeta y gran benefactor de Telde, don Montiano Placeres Torón, y la necesidad de crear una lápida que recuerde su figura. Antonio González expone la necesidad urgente de lograr una mayor y mejor protección, conservación de los elementos del conjunto arquitectónico funerario del cementerio ya que se denota el deterioro del paso del tiempo y el olvido a que ha estado sometido, en relación a la restauración de lápidas, canterías, algunas cubiertas por la tierra de los parterres que circundan dichos espacios en tumbas más antiguas. Muchas gracias.
In memoriam
La Casa Museo León y Castillo de Telde dentro de su agenda de actividades culturales informa que el primer sábado 5 de septiembre próximo, a las 10:00 hs, ofrece un recorrido histórico por el centro urbano de San Gregorio, Plaza e Iglesia de San Gregorio Taumaturgo, zona comercial, callejón de la Gran Parada, Molino de Fuego, para conocimiento de todo el que desee asistir a esta visita.
Jesús Ruiz Mesa es colaborador cultural de TELDEACTUALIDAD.
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