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Viernes, 26 de Septiembre de 2025

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El periodista conversa con la alcaldesa Carmen Hernández (Foto Jesús Ruiz Mesa) El periodista conversa con la alcaldesa Carmen Hernández (Foto Jesús Ruiz Mesa)

"Un premio siempre honra y obliga"

TA ofrece el contenido íntegro de la intervención del periodista Juan Cruz en el acto en el que recibió el galardón instituido por el Círculo Cultural de Telde

cojeda Domingo, 28 de Junio de 2015 Tiempo de lectura:

JESÚS RUIZ MESA

Telde.- El periodista y escritor Juan Cruz Ruiz hizo este sábado en Telde un recorrido por su trayectoria vital durante su intervención en el acto en el que el Círculo Cultural de Telde le hizo entrega del Premio Telde al Mérito Cultural. Explicó con sabiduría  y como sólo él sabe hacerlo sus primeros vínculos con la literatura, el periodismo, la radio y el fútbol, deporte por el que siente verdadera pasión. TA ofrece el contenido íntegro del discurso de Ruiz.

 

Intervención de Juan Cruz Ruiz

Me siento muy honrado aquí en Telde, en el Círculo Cultural de Telde. Mmuy feliz de estar junto a Carmen, Carmelo y Lucana. Creo que es una ocasión muy grata para mí regresar a Telde siendo traído por ustedes para honrarme con este premio, que otros colegas seguramente con más méritos lo obtuvieron en su momento. Yo creo que un premio siempre honra y obliga.

 

Para mí Telde es una referencia de hace muchos años, por Diego, evidentemente, porque conozco pocas pasiones tan filiales y tan hacendadas por una ciudad como las que tiene Diego hacia Telde, y creo que es en cierto modo como querer a una madre, el pueblo que uno tiene detrás en la memoria es el pueblo que nos hace.

Decía Samuel Beckett el escritor irlandés que “uno va siempre con la isla que fue su territorio. Uno nunca deja la isla, pobre de mí “, decía Beckett. Y uno nunca deja su sitio, creo que el sitio nos hace, el sitio, evidentemente, los padres, toda forma de padres, por así decirlo, los padres también son los maestros que hemos tenido, nos hacen los seres que tenemos alrededor, los amigos. Yo tengo la fortuna de tener desde hace muchos años amigos en Gran Canaria, en Tenerife. Mi primer viaje en mi vida fue a Las Palmas de Gran Canaria, en un viaje en barco que duró toda la noche y aquel viaje tuvo un sentido sentimental para mí. Yo no viajaba a otra isla, por así decirlo, viajaba a la prolongación de una isla que ya estaba en mí. Cuando era, Lucana lo ha dicho, cuando era joven cronista deportivo, el único equipo importante que fue a mi pueblo, al Puerto de La Cruz, el único equipo importante fue la Unión Deportiva Las Palmas. Porque el Tenerife tenía a gala no ir a las sedes de los equipos locales, y nosotros en el Puerto guardábamos a la Unión Deportiva Las Palmas una enorme gratitud, porque ese fue un encuentro de sentimientos.

 

El fútbol es un sentimiento afectivo de primera magnitud. Se puede ser aficionado a un equipo que no es de tu territorio con el que no tendrás que ver nunca nada, pero hay algo que te despertó la fe en ese color o en esa actitud, y para mí la Unión Deportiva para mí. Recuerdo que la primera entrevista deportiva fue a Pascual Calabuig que iba con la Unión Deportiva y hay una foto en la que aparezco cerringallo, como era, entrevistando a Pascual Calabuig.

 

Cuando vine a Las Palmas era ya corresponsal de algún periódico grancanario. Es más, compraba los periódicos de Las Palmas, eran muy buenos. Gran Canaria siempre ha tenido desde mediados de los sesenta y luego los setenta que yo empecé a seguir, periódicos excelentes. Llegados a Las Palmas con el cansancio de aquel viaje me fui a la sede los periódicos, a conocer a los periodistas que, para mí, junto con el fútbol y el periodismo eran mis dos ídolos, que tenían nombres propios, que eran el Barcelona, con perdón de los que no son del Barcelona, ellos se lo pierden y el periodismo en los periodistas.

 

Leía el Eco de Canarias, La Provincia, Diario de Las Palmas. Recuerdo que fui a estos periódicos como si yo fuera el embajador de Tenerife en esas redacciones. Y ese primer viaje, para mí,  fue la antesala de un trabajo que luego fue bastante constante, como corresponsal de La Provincia, de Las Palmas, el periódico de Diego Talavera. A partir de ahí mi relación con Gran Canaria ha sido a través, sobre todo, de Diego, de Ronald, que también está por aquí, y de la noche.

 

 La noche de Las Palmas fue para mí como una hermana, una hermana díscola debo decir. Las salas de fiestas, restaurantes, bares, la playa de Las Canteras, etc. Pero en el último período de mi vida, digamos cuando las fuerzas nocturnas nos retraen y nos hacen ser un poco más juiciosos, por lo menos en mi caso, he buscado más sosiego, entonces, creyendo que ya no resistiría la noche,   me llevan a Tejeda, etc. Y, últimamente, Diego me ha traído a Telde, al barrio de San Juan, San Francisco,  sus restaurantes, a conocer Telde y a su casa. Para mí ese viaje a Telde no es un viaje sólo a un lugar, es como decía antes con respecto a Gran Canaria, es el viaje a un sentimiento. Porque cuando tú eres amigo de alguien o de algunos terminas queriendo saber de dónde son.

 

Pasa también con la literatura. Tú lees, por ejemplo, hablábamos antes con Carmen la alcaldesa de Telde, de García Márquez. Tú entiendes a García Márquez, si has leído a García Márquez, o le has conocido, como puede ser el caso, pero no aprendes su personalidad hasta que no vas, por ejemplo, a Aracataca que es el lugar donde se fabrica, por así decirlo, su sentimiento. Allí encuentras la fábrica del hielo, el lugar de los grandes árboles, el patio de la casa donde nació. Y ya, aunque el vestigio sólo sea simbólico, aunque ya el vestigio el tiempo, el viento, la distancia haya arrasado aquel recuerdo, es muy probable que tú ahí aprendas o te quedes con el alma del lugar como el alma de la persona que has ido a ver. Y en ese sentido Las Palmas, para mí, Gran Canaria, el Roque Nublo, los símbolos más explícitos, más evidentes, tienen que ver con el alma. El alma a veces se transmite no sólo por lo simbólico, sino también por lo físico. Querer un territorio es tocar sus orillas.

 

Hoy hablaba Juan Manuel Serrat del Mediterráneo, el Mediterráneo, aparte de ser el mar, aparte de ser la canción, de ser un lugar en el que el mar tiene sus determinadas características, es también la explicación de un humor, de una manera de querer, de transmitir las cosas. Pasa con el Atlántico, con las ciudades, con los barrios y pasa con las casas.

 

Yo, últimamente regreso mucho a  mi casa de Tenerife, evidentemente, por desgracia ya nos están mi madre y mi padre, está  el barranco y los recuerdos en todas las cosas existentes, en los cuadros, en las fotos, en los gestos de las personas que quedan siempre, está la memoria de lo que fueron esas personas. Los lugares por eso son tan admirables, los lugares no son instrumentos físicos que se puedan dejar a un lado. Por eso queremos nuestro territorio, por eso, en nuestro caso, amamos las Islas Canarias. Yo tengo la pasión insular repartida en ocho o nueve territorios. Yo soy de Canarias. Me asusta mucho la persistencia entre nosotros de esa falta de amor por el territorio completo. Canarias dámela entera, Canarias no es un sitio y después otro, y después otro, Canarias es una tierra única porque se une en el sentimiento de los que debemos transmitir, desde mi punto de vista, esa facultad de querer.

 

Porque, yo creo, lo que he aprendido en la vida lo he aprendido de los maestros, he tenido maestros que me han  enseñado, sobre todo a dudar. El ser humano ciudadano se distingue por la duda. La duda es la primera materia de respeto, porque te permite querer a los otros siendo diferente de ellos, porque no se está seguro de tener la razón, la verdad no existe. Como decía un hermoso verso de Antonio Machado, “hay que ir a buscarla con otros”. Esa es la radical existencia de la democracia. La democracia no es una palabra que se resuelve en las urnas, se resuelve en la confrontación de las dudas. Y eso me lo hicieron aprender mis maestros gracias a la lectura. Como muchos de ustedes, personas de mi generación, vivimos una época muy difícil en la posguerra,  que se distinguió por una dramática existencia de analfabetos, que algunos, como en mi familia sacaron el graduado escolar ya mayores. Yo como era asmático y no podía hacer otro trabajo me tuve que poner a leer y estudiar, con los sacrificios que se imaginan, yo pude estudiar.

 

Me emociona ya que las nuevas generaciones si pueden estudiar y hacer cursos de formación profesional o universitarios, pero tuve que labrarme a solas la capacidad de leer. Leer me ha hecho una persona, leer me convirtió en un ser humano más exigente conmigo mismo. Me permitió juntarme con otras personas, conversar, convivir aprendiendo, porque a medida que lees más, te entran más dudas y las dudas te llevan a generar dentro de ti una facultad que es la facultad de querer entender. Uno nunca entiende del todo, por eso necesita a los maestros, a los amigos y necesita a los contrarios, a los adversarios, a los diferentes. Yo creo en la igualdad entre los seres humanos, obviamente, y creo que la igualdad se alcanza exigiéndote a ti mismo lo que exigirías de otros. Eso te enseña a ganar y te enseña a perder. A ganar con respeto y a perder siendo respetado.

 

Cuando yo tenía trece años, más o menos, me aprendí de memoria un poema de Rudyard Kipling, “Si”.  Con un bolígrafo lo escribí en la puerta de mi casa, era un poema muy pegadizo que enseñaba a afrontar la victoria y la derrota con el mismo espíritu. Cuando mi madre vio aquello escrito en la pared me dijo “Juanillo en la pared no se escribe, así que tienes que borrarlo”. Borré todos los versos con la uña. Muchos años después mi hija que entonces tendría once años, descubrió la huella y me lo dijo. He dicho a mis hermanas que ahora me gustaría escribir ese poema, no en la pared, hacer un cuadrito y ponerlo allí arriba como tributo a aquel niño que era yo y que quiso aprender escribiendo. Para mí esa fue mi primera escritura y creo que nunca he dejado de tener como propósito de mi vida escribir lo de otros para aprender a escribir mis propias palabras.

 

Yo le tengo mucha gratitud al fútbol como les decía al principio, he sido y soy asmático, que por aquel entonces era muy difícil de combatir. Las Palmas con el mismo clima que hay en mi pueblo, el Puerto de La Cruz, ese clima extraordinario, a los asmáticos hasta que llega el atardecer nos pone muy nerviosos y en ese tiempo mi adolescencia me pasaba el tiempo en casa escuchando la radio, la radio que es una excelente herramienta sintáctica. Aprendía a leer con mi madre que leía conmigo una crónica de un suceso que había ocurrido en La Palma, cuando tenía ocho años. Y esa lectura que hacíamos a diario durante meses, esa lectura del mismo periódico o el mismo recorte, eso me hizo lector y la radio me hizo escritor. Porque cuando ya sabía leer me puse a escribir, todo seguido, gracias a la radio y al fútbol, mi alimento espiritual más sólido en aquel momento eran las crónicas deportivas.

 

Eso me ayudo a comunicarme con otros, desde aquella soledad junto al barranco de mi barrio. Sabía que existía la Fiorentina, por tanto conocía Florencia. Conocía la existencia de Barcelona, obviamente, pero también conocía que existía Moscú. Sabía que existía un país llamado Francia; un chico de nueve años, desde aquella cama yo me hice universal, quería comunicarme con el mundo entero y de aquel periodo que pudiera ser infeliz de mi vida, yo convertí mi vida en un acontecimiento pletórico. No salí curado, pero si hecho un brazo de mar en busca, gracias al periodismo, de una vida que ahora ha resumido Lucana con mucha exageración, pero que se parece bastante a la vida que he hecho. Y gracias a los maestros, gracias al fútbol, y gracias a las ganas de vivir que me ha dado el periodismo.

 

Así que yo les agradezco mucho a ustedes que hayan excitado dentro de mí esta autobiografía, y que me hayan dado por haberla protagonizado y que, ojalá la siga protagonizando un tiempo más, este Premio que recibo con mucho honor y mucha gratitud. Muchas gracias.

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