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Portada de La sonrisa etrusca (Foto TA) Portada de La sonrisa etrusca (Foto TA)

'La sonrisa etrusca'

TA ofrece un análisis de la maestra teldense Ana María Florido sobre la novela del escritor español José Luis Sampedro

cojeda Domingo, 16 de Noviembre de 2014 Tiempo de lectura:

TELDEACTUALIDAD
Telde.- La maestra teldense Ana María Florido, articulista de TELDEACTUALIDAD, ofrece una nueva colaboración literaria que en esta ocasión le lleva a reflexionar sobre el libro La sonrisa etrusca, del escritor español José Luis Sampedro, publicado en 1985. En sus páginas se puede encontrar una historia que se desarrolla en Milán, donde Salvatore Roncone, un viejo cascarrabias, tozudo y extraordinariamente apegado a la tierra calabresa en la que nació, es trasladado por su hijo Renato para ser tratado de un cáncer.
  
Un placer: la lectura
La sonrisa etrusca
Por Ana María Florido 
Habitualmente las personas que trabajan tienen poco tiempo para dedicarlo a su casa. Cuando digo dedicarlo a su casa, es estar en ella, relajada, leyendo, ordenando cajones, rebuscando rincones, por si encontramos alguna sorpresa, de algo que teníamos, y que ya habíamos olvidado… ¡que me encanta pasar ratos, sentada en el suelo mirando, ojeando fotografías, papeles, colecciones, trabajos de mis hijas...! Esos momentos me permiten echar a volar mi imaginación, rememorar lugares, situaciones…
 
Pero el tiempo que tenemos lo solemos tomar para hacer limpieza. Pues haciendo limpieza en la estantería de los libros, me he llevado una grata sorpresa, encontrar La sonrisa etrusca; al abrirlo me he encontrado con una dedicatoria que me transmitió toda la dulzura y ternura de quien me lo había regalado. Y si hay una palabra que caracteriza el contenido de La sonrisa etrusca, esa es ternura. Ese sentimiento es el que predomina y atraviesa las páginas de esta bonita historia cargada de emociones y humanismo.
 
La sonrisa etrusca es una novela del escritor español José Luis Sampedro publicada en 1985
Esta historia universal se hace en manos de José Luis Sampedro algo de lo más hermoso que nuestra literatura nos haya entregado sobre el eterno tema del amor. Con la verdad que ofrece un conocimiento profundo y verdadero del alma humana, La sonrisa etrusca, como todas las novelas de Sampedro, un libro inolvidable.
 
Sinopsis:
La historia se desarrolla en Milán donde Salvatore Roncone, un viejo cascarrabias, tozudo y extraordinariamente apegado a la tierra calabresa en la que nació, es trasladado por su hijo Renato para ser tratado de un cáncer.
 
En la gran ciudad encara el choque de dos mundos: el de su hijo y esposa, quienes, junto a su único hijo, Bruno, de trece meses de edad, forman una típica familia burguesa y urbana, con el suyo en el sur de Italia, mundo de sabores, de olores, de rancias y machistas costumbres y de rencillas familiares.
 
El pequeño nieto se llama Bruno, nombre que hace feliz al abuelo, pues, aun ignorándolo su propio hijo, era el nombre que recibía Salvatore en la clandestinidad partesana. Se establece así una relación entre el abuelo y el nieto, en quien vuelca su ternura y a quien intenta transmitir su amor por la vida, que a él, como consecuencia de la enfermedad, se le va escapando. Pero eso no impide a este detener su vida. Hasta tal punto llega su afán de demostrar que aun es capaz de llevar los hechos lo más normalmente posible. Tanto es así que vuelve a enamorarse...demostrándonos que nunca es tarde.
 
La sonrisa etrusca es una historia sencilla, contada con sentimiento y con dosis de poesía en algunos párrafos. Asistimos de la mano del protagonista Salvatore Roncone, a la última etapa vital de un luchador, de un hombre en principio rural, hosco a veces, curtido por el sufrimiento y el dolor, y también dominado por prejuicios y visiones distorsionadas de la realidad, un hombre machista y contradictorio que a lo largo de las páginas del libro se va transformando en un ser más completo y más complejo, más humano, más sensible, más femenino, piensa él gracias a la influencia de la llegada de Hortensia a su vida, pero sobre todo gracias al amor que ha despertado en él su nieto de apenas un año de edad.
 
El pequeño provoca en el abuelo una nueva oleada de amor sincero y sin condiciones, lo perfecciona como persona al permitirle conseguir la unión de los dos sexos, el del hombre y el de la mujer que se complementan y se enriquecen mutuamente, como se deduce de las palabras que el mismo llega a decir a su nieto.
 
“si tú necesitas abuela lo seré para ti, ya me voy haciendo. Solamente por arriba, ¿Eh?, ¡Cuidado! ¡ abajo con lo de siempre! Pero por arriba… ¿no te has dado cuenta? ¿no me notas más blando cuando te cojo en brazos?
 
Un poquito, ¿verdad? Me están creciendo pechos, acabaré teniéndolos para ti, niño mío…”
 
El autor recurre a menudo al monólogo interno y con el consigue retratar la naturaleza de un personaje cautivador, lúcido, sereno que nos hace partícipes de sus propias contradicciones. Bruno es un hombre recio con principios muy firmes pero en su aparente rudeza hay gran sensibilidad y respeto, sentimientos que va descubriendo a través del niño en los que casi no reconoce. El detalle de los botones del jersecito del niño que no consigue abotonar con sus rudas manos, ¡cuánta ternura y habilidad en las manos de mujeres que lo hacen! Nunca lo había pensado hasta ahora, envidia las manos de Anunziata (la sirvienta) y dice
 
“¿Qué locura estoy pensando? ¿Envidiando a una mujer, yo como un milanés?”
 
El viejo Salvatore recorre a trompicones el camino para llegar a ser él mismo, empujado por cambios forzosos que lo sacan de la comodidad de la costumbre.
 
Sin duda, se trata de un idealista, un hombre que luchó contra el fascismo que dominaba en su país con todas sus fuerzas, entregándose de cuerpo y alma. Son unos años de vida intensa, la vida con los partisanos, en los que se mezclan sus ideales, sus sentimientos, sus vivencias amorosas, pues no olvidemos que se trata de un calabrés, con todo lo que esto puede significar en cuanto a hombre temperamental y apasionado.
 
Una vida tan intensa le hace que al final de su existencia, los recuerdos se le agolpen en su mente y los vive con gran intensidad, así vemos que rememorando sus tiempos de partisano y llevado por el amor hacia su nieto, no le importa dormir en el suelo envuelto en su manta de campaña y en el suelo, con tal de proteger y cuidar a su nieto que según su criterio sus padres son incapaces de hacerlo como es debido.
 
Sampedro estaba seguro de que el hombre nunca termina de hacerse y esta convicción queda reflejada a la perfección en la “sonrisa etrusca”, obra que podría considerarse una plasmación de su particular credo personal.
 
Credo personal
(Autor José Luis Sampedro)
Creo en la Vida, Madre Omnipotente,
creadora de los cielos y de la tierra.
Creo en el Hombre, su hijo,
concebido en creciente evolución,
progresando a pesar de los Pilatos.
Que inventaron sus dogmas reaccionarios
para aplastar la Vida y sepultarla.
Pero la Vida siempre resucita
y el hombre sigue en marcha hacia el futuro.
Creo en los horizontes del Espíritu
y en la energía cósmica del mundo,
creo en la Humanidad siempre adelante,
creo en la Vida perdurable.
 
Sorpresas tan gratas como encontrar en un rincón este libro, y volverlo a leer son las que me hacen creer en la magia de la lectura, de la vida…
 
Bibliografía: La sonrisa etrusca Alfaguara: Blogs: Mi cuaderno de lectura, FrikArte. La literatura es un tesoro. 
 
Ana María Florido es maestra y vecina de Telde.
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