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Sábado, 27 de Septiembre de 2025

Actualizada Sábado, 27 de Septiembre de 2025 a las 00:58:18 horas

José A. Luján Henríquez (Foto Jesús Ruiz Mesa) José A. Luján Henríquez (Foto Jesús Ruiz Mesa)

El pintor José Arencibia

TA ofrece una reflexión del catedrático José A. Luján sobre el desaparecido artista teldense

cojeda Jueves, 28 de Agosto de 2014 Tiempo de lectura:

JOSÉ A. LUJÁN
En el centenario de su nacimiento (1914-2014), José Arencibia Gil emerge de las sombras a través del reconocimiento a su figura como artista polifacético que no pocas veces es obligado deslindar de otra egregia figura de la plástica isleña como es Jesús Arencibia.
 
Dos pintores de distinta paleta que la proximidad de apellidos y el tratamiento muralista propician la confusión. Arencibia Gil, pintor teldense, es autor de los murales de la iglesia de San Francisco de Asís, en Las Palmas, capital; de los de San Matías de Artenara y los de Santa Lucía de Tirajana.
 
En su centenario se han abierto exposiciones de distintas vertientes de su obra en la Casa Museo León y Castillo de Telde y en Artenara, a las que sucederán otras en diversos lugares de la Isla.
 
Su biografía es heterogénea. En sus primeros cuarenta años (murió de forma repentina a los 54), fue protagonista de una actividad rayana en lo novelesco. Formación académica en Madrid; tertulia La Cacharrería del Ateneo madrileño y contactos con Unamuno y Valle Inclán; guerra civil y traslado a Valencia; encarcelación por ser republicano; regreso a la Isla y rechazo familiar; persecución franquista; huida rocambolesca a Brasil y Venezuela y vuelta a Gran Canaria.
 
Su obra artística es variada: dibujo, caricatura, mobiliario, paisajismo, escultura, muralismo, urbanismo y autor de una creación poética y narrativa, junto a su afición musical, que se han de investigar en el conjunto de su producción.
Tratamos al artista en nuestra juventud, durante su estancia en Artenara, donde era conocido como ‘don José, el pintor’. Con la perspectiva del tiempo, valoramos el aprendizaje indirecto que emanaba de sus reflexiones en voz alta y que exponía ante los vecinos más entendidos cuando se disponía a ejecutar las decisiones que pasaban por su mente, en el proceso de elaboración de los tres murales: la Ascensión, la Asunción y el de Elías; qué personajes locales eternizar en los frisos; cómo atenuar la luz de las vidrieras hasta convertirla en luminosidad dorada del atardecer; cómo llevar al lienzo la naturaleza vegetal (eneas del barranco), el núcleo urbano y los perfiles de las montañas cercanas.
 
Pero además estaba el hombre que convivía en el pueblo, con su humor, su coche americano descapotable que llevaba al legendario don Segismundo a las cacerías nocturnas; su gusto por el café de ´calcetín´. Testigos, al fin, de una parte de su creación simbólica y perfil humano.
 
José A. Luján Henríquez es catedrático en Lengua y Literatura y cronista oficial de Artenara.
 
 
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