ARMANDO RAVELO
Un día me propuse hacer una producción cinematográfica sobre la resistencia indígena grancanaria ante la conquista. Otro día fui a ver una película y a la entrada del cine un hombre de voz ronca preguntaba “¿qué es eso de Bentejuí?”. Ese día todos me señalaron y fue así como conocí a Francisco Melo Jr. Alguien le había hablado del proyecto por teléfono y justo al colgar hizo la pregunta. Casualmente yo estaba allí, en la capital indígena, en el cine Guayres, y todos me señalaron.
Semanas después ensayábamos para ‘Ansite’ en las instalaciones de los cines. Meses después estrenábamos en el Monopol. Tras año y medio cada sesión se llenó y el Monopol forma parte ineludible de la historia de un proyecto que sin ese cine no podría haber conseguido lo poco que hemos conseguido hasta la fecha. Un apoyo brindado sin esperar nada a cambio, como a muchas producciones canarias, cumpliendo una función que todas las instituciones públicas negaban de forma sistemática, de apoyo y soporte real a las producciones de las islas. Huérfanos, de alguna manera somos hijos adoptivos que crecemos a la sombra de un cine que si nos acoge y nos representa.
En medio de todo esto, visité en alguna ocasión las oficinas, el corazón del cine. En el trabajaba el alma mater de los Multicines Monopol. Siempre me quedaba en la entrada y nunca llegaba a verle ni a escucharle, sólo podía percibir la reverencia y el cuidado con el que todos parecían girar alrededor de él allá adentro, en una especie de rito cotidiano lleno de decisiones, datos, espectadores y películas. Como si de una pequeña república cultural independiente se tratara, toda aquella oficina se llenaba de vida bajo el mandato de alguien al que tenía muchas ganas de conocer. Tras muchos pases de Ansite pude conocerle. Un hombre de otra época, el sr. Melo. El sr. Melo, de ochenta y cuatro años es el padre de Francisco Melo Jr., quien estos días aparece en la prensa anunciando la crítica situación financiera de los Monopol por culpa de una deuda millonaria que el Ayuntamiento de Telde tiene con la empresa. Hace un tiempo me ofrecí a ayudar con el proceso, de alguna forma me sentía en la obligación, como teldense, como aspirante a cineasta, por todo lo que representaba el Monopol y su alma mater. Pero esto último lo supe tras varias reuniones, llamadas, y almuerzos. Tras los comentarios de empresarios que me dijeron “si hay un empresario honesto en Las Palmas, ése es el sr. Melo”. Un hombre de otra época en el que la palabra valía, en el que el honor era un concepto para cumplir, en el que los valores servían de algo.
Tras vivir de cerca el proceso sólo puedo concluir que la vergüenza que supone cuando digo fuera que soy teldense y mi ciudad sólo sea conocida por la corrupción, no supera la vergüenza que siento al ver como ese hombre de otra época debe renunciar a un sueño forjado realidad a base de trabajo, el de vivir ligado al mundo del cine, amándolo y sirviéndole. Sinceramente, por nuestro bien, espero que nazcan más hombres de época que ayuden a enderezar injusticias como la que vive el sr. Melo. Injusticias que rompen sueños, como los de los que intentamos hacer cine en Canarias, de los que amamos el cine y vivimos en Canarias.
Armando Ravelo es natural de Telde y director de cine.
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