Nuestro tempranero paseo, en esta fresca mañana, nos lleva al barrio de Las Medianías, donde vamos en busca de la calle Mozart. Su inicio lo encontramos en la calle Río Sil, desde donde parte con orientación de Naciente Poniente y, tras recorrer unos 280 metros, aproximadamente, va a finalizar a la calle Lugo.
Por el norte linda con la calle Tamarán, mientras que por el sur lo hace con la calle Amazonas.
Esta nominación aparece por primera vez en los documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1975, si bien pudo ser adoptada meses antes, durante la ejecución de los trabajos preliminares a dicho Censo Electoral de Habitantes y Edificaciones, perteneciendo desde entonces al callejero del Distrito 4º, Sección 3ª del mismo.
Sinopsis de la nominación
Wolfgang Amadeus Mozart, cuyo nombre completo era Joannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, nació en Salzburgo, el día 27 de enero de 1756 y falleció en Viena, el día 5 de diciembre de 1791. Fue un compositor y pianista austriaco, maestro del Clasicismo, considerado como uno de los músicos más influyentes y destacados de la historia.
La obra mozartiana abarca todos los géneros musicales de su época y alcanza más de seiscientas creaciones, en su mayoría reconocidas como obras maestras de la música sinfónica, concertante, de cámara, para piano, operística y coral, logrando una popularidad y difusión universales.
En su niñez más temprana en Salzburgo, Mozart mostró una capacidad prodigiosa en el dominio de instrumentos de teclado y del violín. Con tan solo cinco años ya componía obras musicales y sus interpretaciones eran del aprecio de la aristocracia y realeza europea. A los diecisiete años fue contratado como músico en la corte de Salzburgo, pero su inquietud le llevó a viajar en busca de una mejor posición, siempre componiendo de forma prolífica.
Durante su visita a Viena en 1781, tras ser despedido de su puesto en la corte, decidió instalarse en esta ciudad donde alcanzó la fama que mantuvo el resto de su vida, a pesar de pasar por situaciones financieras difíciles. En sus años finales, compuso muchas de sus sinfonías, conciertos y óperas más conocidas, así como su Réquiem. Las circunstancias de su temprana muerte han sido objeto de numerosas especulaciones y elevadas a la categoría de mito.
Los números viajes que realizó eran duros debido a las primitivas condiciones de los viajes en aquel tiempo, la necesidad de esperar pacientemente las invitaciones y el pago de las actuaciones por parte de la nobleza y las largas enfermedades, algunas casi mortales, le hicieron pasar una dura vida y un arduo camino hacia el éxito, no muy reconocido económicamente en aquella época.
Dado que Wolfgang Amadeus Mozart tuvo una vida dramática en muchos sentidos, incluyendo su extraordinaria carrera como niño prodigio, sus luchas para alcanzar la independencia personal y desarrollar su carrera, sus problemas financieros y su muerte algo misteriosa mientras intentaba terminar su Réquiem, numerosos artistas han encontrado en Mozart una fuente de inspiración para sus obras. Tales trabajos han incluido novelas, óperas, películas —entre las que destaca Amadeus de Miloš Forman— y juegos. También se ha usado su imagen en la acuñación de monedas o en la emisión de sellos postales, en muchos casos con motivo de los aniversarios de su nacimiento o fallecimiento.
El discípulo más conocido de Mozart fue probablemente Johann Nepomuk Hummel, a quien Mozart tomó bajo tutela en su casa de Viena durante dos años cuando era un niño. Fue una figura de transición entre el Clasicismo y el Romanticismo.
Más importante es la influencia que Mozart ejerció sobre los compositores de generaciones posteriores. Después del aumento en su reputación después de su muerte, el estudio de sus partituras ha sido una parte común de la educación de los músicos clásicos.
Toponimia del sector
Las Medianías, eran hasta mediados el siglo XIX los terrenos propios para el cultivo de cereales en su mayoría y luego existían zonas limítrofes con el inicio de la parte de cumbre, que por estar conformadas por laderas impracticables y riscos, es destinada al pastoreo.
Luego se produce un incremento de presencia poblacional en el sector, debido a la dispersión de aquella, que hasta entonces se encontraba en torno al Casco Urbano. Se rochan nuevas tierras y se construyen estanques para una red de riego incipiente, así como viviendas de tipo rural donde habitan los propietarios y unas chozas para sus trabajadores que a modo de aparcería desarrollan la labor agraria.
Llegada la mitad del siglo XX, la agricultura canaria cae en declive por la mala administración del mercado y las largas sequías, y nuevamente se vive el fenómeno del abandono del campo. Surge la parcelación de las tierras y la edificación de viviendas, generalmente autoconstruidas, que poco a poco van a dando forma y vida a lo que hoy es el barrio de Las Medianías y otros tantos en la franja del relieve isleño.
Aunque el paisaje que se domina es de amplias cadenas de cultivo delimitadas por paredes de piedra seca, junto a las que se han plantado olivos, higueras o almendros, como diferenciando las diversas propiedades, predominan los colores de tonos ocres propios del serrillo, el trigo u otra hierba silvestre, entre las cuales emergen las pitas, los verodes o algún que otro tajinaste.
Aquí el silencio preside todo el ambiente, una tímida brisa mueve las hierbas y refresca por momentos el aíre, y como enhebrando el éxtasis con la meditación, tenemos el honor de oír el concierto natural que nos brinda un capirote tras unas aulagas.
Abajo contemplamos una hermosa vista del Casco Urbano y de una gran parte del litoral municipal, el cielo se ha vestido de un azul limpio y tras nosotros el sol empieza a caer en el letargo de un nuevo ocaso que va dibujando formas fantasmagóricas con la silueta de nuestro relieve.
Ahora pensamos que nos encontramos muy cerca de nuestro propio yo, tan cerca que le sentimos también a él, en todo lo que vemos, oímos y respiramos, en todo eso que nos hace sentirnos tan bien en este remanso de paz y tranquilidad. En medio de esta pequeña inmensidad miro y no estás.
En cualquier caso, estos terrenos de la franja de medianías pertenecieron a la familia de Pedro Hernández de Rociana, hasta las primeras décadas del siglo XX, época en la que pasan a ser propiedad de la familia de Don Leopoldo Massieu. Más tarde se van vendiendo lotes de terrenos a las distintas familias que trabajaban en aquella gran finca y ésta desaparece en un entramado minifundio.
Esta zona recibe al igual que otras tantas del extrarradio del Casco Urbano de la ciudad, la primera dispersión de la población que mayoritariamente vivía en las inmediaciones del Casco Urbano o cerca de las grandes fincas que cultivaban la caña de azúcar hasta bien entrada la segunda década del siglo XVII. Produciéndose asentamientos en zonas que mas tarde se consolidarían, tales como el Tabaibal, La Taborda, Lomo de Magullo, La Gavia o Las Medianías, entre otras, aunque con una agricultura de secano donde predominan los cereales y algunos frutales.
El cultivo alternativo a la caña de azúcar es el de la vid y en las tierras de regadío se instaura el mismo, aunque se rochan nuevas tierras para prepararlas y destinarlas al uso agrícola. Pero que a mediados del siglo XIX, debido a reiteradas sequías y pagas de langosta africana, los campos quedan prácticamente diezmados.
Las epidemias, el hambre y las calamidades agrícolas, se ven agravadas por una clara falta de infraestructura sanitaria, motivos por los que una parte importante de la población se dispersa a aquellos primigenios núcleos de extrarradio, que con el aumento poblacional, se llegan a consolidar y formar el embrión de los actuales barrios de medianías a cumbre, en los cuales se va realizando una modesta agricultura , para consumo familiar y el mercado interior, así como, una cabaña de caprinos, ovinos y vacunos escueta.
Efemérides
Sucedió un día tal como hoy, hace ahora mismo 207 años, es decir el 5 de julio de 1808, que Napoleón I, entrega oficialmente a su hermano José la corona de España. Reinará, hasta el 13 de junio de 1813 como José I, aunque el pueblo le llamará "Pepe botella", debido a su dependencia con el alcohol. José I Bonaparte o José Napoleón, nació en Corte, el 7 de enero de 1768 y falleció en Florencia, el día 28 de julio de 1844. Fue un político, diplomático y abogado francés, hermano mayor de Napoleón Bonaparte, diputado por Córcega en el Consejo de los Quinientos (1797-1799) y secretario del mismo, y nuevamente en el Cuerpo Legislativo (1799-1800). Fue ministro plenipotenciario y miembro del Consejo de Estado (1800-1804), Príncipe y Gran Elector del Primer Imperio Francés (1804-1806).
Rey de Nápoles entre el 30 de marzo de 1806 y el 5 de julio de 1808 y Rey de España entre el 6 de junio de 1808 y el 11 de diciembre de 1813, teniente general del Imperio francés (1814). En España, su proclamación como monarca fue precipitada por el incremento de la violencia que siguió al episodio del “Levantamiento del 2 de mayo” y culminó un periodo de convulsiones e intrigas políticas instigadas por la estrategia del emperador Napoleón I para obtener la abdicación del trono de la dinastía reinante de Carlos IV de España asegurando la influencia y primacía del Primer Imperio Francés e incrementando la dependencia española para con los intereses políticos, económicos y militares bonapartistas, en detrimento de sus naciones enemigas, principalmente Portugal y Gran Bretaña.
Sucedió hace ahora mismo 180 años nada más, que el día 5 de julio de 1835, nace en Las Palmas de Gran Canaria Ignacio Pérez Galdós, quien realizó una brillante carrera militar en la cual se inicia desde muy joven. Era hermano mayor del ilustre escritor Benito Pérez Galdós e hijo de María Dolores Galdós Medina, natural de Las Palmas de Gran Canaria, y de Sebastián Pérez Macías, natural del municipio de Valsequillo, el cuál había formado parte del batallón de voluntarios conocido como “La Granadera Canaria” que luchó en la Guerra de la Independencia. Ignacio ingresó en la Escuela de Estado Mayor a la edad de 23 años de la cual finalizó los estudios con el rango de Teniente en 1862 y ocupando así fuerza en el Batallón Provincial de Las Palmas nº 4 de las Milicias Canarias.
Destinado a Cuba, obtuvo varios ascensos por méritos de guerra, siendo herido en la batalla de Bruniz (1781). Al año siguiente con el cargo de coronel participa en la guerra carlista. En el año 1789 es nombrado gobernador militar de Santander y dos años más tarde ocupa el mismo cargo en Gran Canaria, fijando su residencia en Tenerife, con los cargos de teniente general y capitán general de Canarias. Estaba en posesión de diversas condecoraciones, como dos cruces rojas y las grandes al Mérito Militar. El cargo de gobernador militar lo desempeñó hasta enero de 1902 en que, por motivos políticos, fue destituido, confirmándolo el Gobierno, de nuevo, en el puesto el 30 de marzo de 1903 hasta su muerte el 27 de noviembre de 1905, falleció en su ciudad natal el 27 de noviembre de 1905.
Observando el paisaje que se descubre en este amanecer desde la zona de medianías hacia la costa, se nos ocurre pensar en todas las contrariedades que hubo de vivir el compositor y pianista austriaco Mozart, la mísera vida que en ocasiones le agobió y la gran disparidad de estas circunstancias frente al clamoroso éxito de su gran obra musical años más tarde, hasta llegar a convertirse en el referente del Clasicismo para las futuras generaciones de musicólogos, hasta el punto que ha forma su obra, parte esencial en el programa de estudios musicales desde entonces hasta nuestras actuales generaciones.
Está claro que pocos son los elegidos para el disfrute en vida de los éxitos de su creación, al parecer obligatoriamente estos personajes han de morir, han de abandonar el medio en el que desarrollaron su actividad, para ser reconocidos y alcanzar la gloria. Por lo general, estas mismas circunstancias, concurren en la mayoría de las personas con las que tenemos la dicha de convivir y a las cuales por las circunstancias que sean no reconocemos su valía, es luego la ausencia de estos la que despierta el interés social hacia ellos.
La historia está ahí con el único objeto de recordarnos, previo el examen correspondiente, de cuales debieran ser las conductas de los individuos en sucesivas generaciones, aprovechando la sabiduría sobre los errores cometidos para no volver a incidir en ellos de nuevo.
También existen hechos históricos sobre personajes ejemplarizantes, de los cuales hemos de tomar la positividad de sus vivencias y hacerlas nuestras, a fin de educar nuestro proceder en relación con nuestros semejantes, ello nos podría conducir a favorecer las vivencias de quienes viven a nuestro alrededor y por ende, nos enriquecería personalmente como individuos integrantes de la sociedad.
Tal vez la parte no recomendada sea la que se vivía en España en los inicios del siglo XIX, la incompetencia de los políticos, la ineficacia de los monarcas y tanto las miserias como el descontento del pueblo, en una sociedad carente de cualquier referente positivo, frente a la incultura, las enfermedades y el hambre.
Estas circunstancias fueron aprovechadas por los franceses para la invasión del territorio nacional y como contrapartida explosiona el pueblo español, saliendo de la apatía en la que estaba sumido, tomando las armas y proclamando el levantamiento histórico que se viene en denominar como “La Guerra de la Independencia”, en la cual un pueblo se enfrenta y vence al ejército más moderno de la época mediante la argucia de “la guerra de guerrillas”, en la que cualquier ciudadano: mujer, anciano o niño, es un enemigo en potencia.
Un personaje oscurecido en las sombras, tal vez por el esplendor de su propio hermano, es el caso que pensamos ocurriera con Ignacio y Benito Pérez Galdós, del primero respecto al segundo.
Porque, si analizamos sinceramente los textos históricos de los personajes isleños, vemos con muy poco relevancia la figura de Ignacio Pérez Galdós, a pesar de los grandes méritos y condecoraciones de las que fue objeto durante su carrera militar. Pocos han sido los canarios que han conseguido el reconocimiento de Gobernador Militar en provincias peninsulares y en nuestro archipiélago también.
Creemos que la grandeza literaria de Benito Pérez Galdós, de indudable valor y justo reconocimiento, indirectamente oculta entre las páginas de la historia de canarios relevantes, la personalidad y obra de su hermano Ignacio, a quien creo que la sociedad canaria debe algún que otro homenaje para su justo reconocimiento ante las nuevas generaciones, entre los que seguramente muy pocos conocerán su vida y obra.
Damos por terminada nuestra visita de hoy y, después de guardar en nuestra gena toda la información positiva que hayamos podido tratar hoy, emprendemos una nueva caminada, esta vez derivamos con rumbo de Naciente, a fin de dirigirnos al barrio de Ojos de Garza, donde visitaremos la calle Murcia al objeto de saber algo más del lugar de su ubicación y sobre las características de esta provincia española, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.
Sansofé.






























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