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Domingo, 14 de Diciembre de 2025

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Calle Morse (Foto de Luis A. López Sosa) Calle Morse (Foto de Luis A. López Sosa)

Morse retransmite desde San Isidro

El inventor que da nombre a un código es recordado en una de las calles de La Pardilla

ainhoa1 Jueves, 02 de Julio de 2015 Tiempo de lectura:

Nos hemos ido de paseo al barrio de San Isidro (La Pardilla), donde vamos en busca de la calle Morse. Su inicio lo encontramos en la calle Alexander Bell,  desde donde parte con orientación Poniente-Naciente y, tras recorrer unos 160 metros, aproximadamente, va a desembocar a la calle Duque de Rivas.

 

Por el Norte tiene paralela la calle Raimundo Lulio y por el sur linda con terrenos de la finca matriz, donde se ubican las instalaciones comerciales de Makro.

 

Esta nominación aparece por primera vez en documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1970, si bien no podemos precisar la fecha de su aprobación por carecer de documentación al respecto.

 

Desde esa fecha pasa a engrosar las calles que componen el Callejero del distrito 5º, sección 3ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.

 

Sinopsis de la nominación

Samuel Finley Breese Morse, nació en Boston, Massachusetts, Estados Unidos, el día 27 de abril de 1791, fue un inventor y pintor estadounidense que, junto con su asociado Alfred Vail, inventó e instaló un sistema de telegrafía en Estados Unidos, el primero de su clase. Se trataba del telégrafo Morse, que permitía transmitir mensajes mediante pulsos eléctricos mediante el código Morse, también inventado por él.

 

El 1 de enero de 1845, Morse y Vail inauguraron la primera línea telegráfica de Estados Unidos entre Washington y Baltimore, que utilizaba su sistema de telegrafía.

 

Morse dio inicio a sus estudios en la Phillips Academy de Andover, de donde pasó al Yale College, formándose en filosofía religiosa, matemática y veterinaria equina. Y también estudió electricidad con Benjamin Silliman y Jeremiah Day. Se mantuvo financieramente con la pintura. En 1810, se graduó con honores Phi Beta Kappa.

 

En sus años de estudiante descubrió su vocación por la pintura y decidió dedicarse a ella, pero también le atraían los recientes descubrimientos y experimentos respecto a la electricidad. Por una temporada, trabajó en Boston para un editor y posteriormente viajó a Inglaterra para estudiar dibujo en Londres, y pasó a ser un reconocido pintor de escenas históricas, cuyo cuadro más célebre es el retrato de La Fayette (1825). De regreso a Nueva York, se había convertido uno de los retratistas más importantes del país, y formaba parte de los grupos intelectuales más distinguidos. En 1826 fue uno de los fundadores y primer presidente de la Academia Nacional de Dibujo.

 

A los 27 años conoció a Lucrecia Walker, una bella y culta joven de la que se enamoró. La pareja se casó y tuvieron cuatro hijos, pero siete años después al poco de nacer el cuarto, su mujer murió, dejando desconsolado al inventor. A pesar de ser un genio, no llegó a ganar mucho dinero como pintor y durante esos años malvivía con sus escasos ingresos. En ocasiones, llegaba a pasar días sin comer, en lo que esperaba el pago por algún cuadro o lección de pintura.

 

Su latente interés por los asuntos de la electricidad se concretó durante el regreso de un viaje por Europa. Cuando estudiaba en Yale aprendió que si se interrumpía un circuito se veía un fulgor y se le ocurrió que esas interrupciones podían llegar a usarse como un medio de comunicación. Esta posibilidad le obsesionó.

 

Al llegar a tierra de aquel viaje en 1832 ya había diseñado un incipiente telégrafo y comenzaba a desarrollar la idea de un sistema telegráfico de alambres con un electromagneto incorporado. El 6 de enero de 1833, Morse realiza su primera demostración pública de su telégrafo. A la edad de cuarenta y un años, se internó en la tarea de construir un telégrafo práctico y despertar el interés del público y del gobierno en el aparato para luego ponerlo en marcha. En 1835 apareció el primer modelo telegráfico que desarrolló Morse. Dos años más tarde abandonó la pintura para dedicarse completamente a sus experimentos, lo cual oscurecería sus méritos como pintor.

En 1838 había perfeccionado ya su código de señales, que a base de puntos y rayas llegó a conocerse y usarse mundialmente como "Código Morse". Intentó implantar líneas telegráficas primero en Estados Unidos y luego en Europa pero ambos intentos fracasaron. Por fin, Morse consiguió que el Congreso de su país aprobara un proyecto de ley para proporcionar 30.000 dólares designados a construir una línea telegráfica de 60 km. Varios meses después el proyecto fue aprobado, y la línea se extendería a lo largo de 37 millas entre Baltimore y Washington.

 

Además, el invento estaba siendo desarrollado simultáneamente en otros países y por otros científicos, por lo que Morse se vio envuelto en largos litigios para obtener los derechos de su sistema. Estos derechos le fueron finalmente reconocidos en 1854 por la Corte Suprema de los Estados Unidos.

 

Con su invento, Morse ganó una gran fortuna con la que compró una extensa propiedad, y en sus últimos años se dedicó a hacer obras filantrópicas, aportando sumas considerables a escuelas como Vassar College y la Universidad de Yale además de otras asociaciones misioneras y de caridad. Falleció de neumonía el 2 de abril de 1872, a los 80 años, en su casa del número 5 de la Calle 22 Oeste de Nueva York, y fue sepultado en el Cementerio de Green-Wood, en Brooklyn.

 

Toponimia del lugar

La  toponimia La Pardilla, según aseveraciones del Dr. Hernández Benítez, en su obra titulada Telde, publicada en el mes de mayo del año 1958, viene de ser un lugar en el que abundaban una especie de aves similares a la perdiz y a la que vulgarmente se llamaba “pardilla” por el color de su plumaje.

 

Inicialmente fue el nombre de una gran finca hasta que se fueron extendiendo las edificaciones que en el interior e inmediaciones de la misma habían, llegándose a juntar con las de la zonas de La Taborda y la Angostura, que a su vez fueron el nombre de otras dos fincas donde se formaría el barrio de San Isidro.

 

El origen de los asentamientos en la zona, se producen en la primera mitad del siglo XIX, cuando con motivo de la dispersión de la población desde la zona central del casco urbano hacia los extrarradios, se crea el lugar denominado El Tabaibal.

 

En poco más de cien años, el lugar que se llamara El Tabaibal crece hacia el Naciente dando lugar a la formación del barrio de San Isidro y hacia el Poniente, creando el barrio de San Antonio.

 

Por el sistema constructivo de las edificaciones de ambos barrios, nos atrevemos a asegurar que el barrio de San Antonio se consolida en los inicios de la segunda década del siglo XX.

 

El barrio de San Isidro en cambio, ofrece edificaciones más modernas, que en su mayoría datan mediados del siglo XX, si bien se localizan algunas del período referido anteriormente, como inicio de los asentamientos.

 

En cualquier caso, el arquetipo urbanístico inicial se fundamentó en una edificación en interior de una gran finca, que con el tiempo fue recibiendo edificaciones más modestas  en los aledaños para formar pequeños núcleos, más tarde estos núcleos se expanden a ambos lados de la carretera principal y alguna que otra calle transversal dando origen al barrio propiamente dicho.

 

Con el paso del tiempo, encontramos que los barrios de La Pardilla, San Isidro y San Antonio han crecido hacia el Naciente y el Poniente, con edificaciones modernas y ha llegado a formar una continuidad casi completa de edificaciones.

 

Efemérides       

Sucedió hace ahora mismo 519 años, precisamente el 2 de julio de 1496, que las tropas castellanas salen de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife por  las faldas del Monte de la Esperanza hasta Acentejo, en cuyas inmediaciones hicieron noche, sin que hasta ese momento encontraran resistencia laguna por parte de los guerreros isleños acaudillados por Bencomo. Anteriormente después de la batalla de Acentejo, Alonso Fernández de Lugo regresa a Gran Canaria y prepara un nuevo ejército, asociado a Juan Guzmán, duque de Medina Sidonia,4 que presta a la empresa 600 hombres y 30 de a caballo, con Bartolomé Estupiñán Cabeza de Vaca como Maestre de Campo. A este contingente se suman 500 soldados castellanos, así como un pequeño contingente enviado por Doña Inés Peraza, señora de Lanzarote.

 

En la mañana 6.000 guerreros guanches le esperaban en un barranco del actual municipio de La Victoria de Acentejo, muy cerca del lugar en donde se había producido la gran victoria guanche meses atrás. Pero Lugo no pensaba ahora no repetir la anterior estrategia y divide al ejército en dos grupos, el primero de ellos con las armas de fuego y los ballesteros, y la caballería en los flancos. Ésta, perfectamente organizada, cargó tras la primera lluvia de saetas, balas de cañón y descargas de arcabuces. La victoria castellana y el hundimiento de la resistencia aborigen fue total. Bentor, hijo de Bencomo, se suicidó siguiendo el ritual guanche, despeñándose por la ladera de Tigaiga. El papel que pudo tener en la derrota la llamada "modorra guanche", nombre dado por algunos historiadores a la supuesta epidemia resultante de los miles de cadáveres insepultos en la primera Batalla de Acentejo, que habría dejado sin fuerzas y postrados a gran número de guerreros.

 

Un día tal como hoy, hace ahora mismo 71 años, es decir el 2 de julio de 1944, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi de Adolf Hitler lanza sobre Inglaterra los primeros misiles de crucero empleados en la historia, las denominadas “V-1”. Entre julio de este año y el 29 de marzo 1945, un total de 9.251 misiles “V-1”  serán lanzados contra el Reino Unido. Sólo 2.419 de ellos llegarán a sus objetivos previstos. Más de 2.000 serán derribados, o desviados por aviones de combate de la Royal Air Force y el resto caerán fuera de rango, en lugares despoblados y sin causar daños mayores. La “V-1”, en alemán "Vergeltungswaffe 1" (arma de represalia 1), creada y producida por Fieseler, fue el primer misil guiado que se utilizó en la guerra y es el precursor de los misiles de crucero de hoy en día.

 

Lo denominaron “Flak Zielgerät” (en alemán aparato para puntería de la defensa antiaérea). Con un fuselaje construido en su mayoría con hojas de acero soldadas y alas hechas con madera contrachapada. El sencillo reactor de pulso pulsaba 50 veces por segundo, y el característico zumbido le ganó el nombre de "bomba zumbadora" o "doodlebug" (en inglés una serie de insectos australianos del género Armadillidiidae). Este misil se utilizó entre junio de 1944 y marzo de 1945 contra objetivos al sudeste de Inglaterra y de Bélgica, tales como Londres y Amberes, respectivamente. La “V-1” era lanzada desde plataformas muy parecidas a las usadas para el salto en esquí. Estas plataformas estuvieron ubicadas en la zona costera del departamento francés Paso de Calais (Pas-de-Calais) y en las costas de los Países Bajos hasta que las fuerzas aliadas llegaron.

 

Contemplando este amanecer y tratando de buscar en el horizonte, en el punto más lejano, una explicación a las diversas formas que tiene el ser humano de manifestarse, respecto al resto de la sociedad, llegamos tras analizar los temas tratados hoy, a las siguientes conclusiones.

 

De un lado el ingenio e inteligencia, la astucia y la decisión de Samuel Morse, en el desarrollo de sus ideas respecto al telégrafo, la constancia en sus proposiciones y el éxito que obtuvo su trabajo, la fortuna que amasó después de haber pasado penurias y lo que es más encomiable aún, el carácter altruista y caritativo, al que posteriormente destino gran parte de su fortuna económica.

 

Consideración aparte, es la apreciación del avance tecnológico que para la humanidad supuso la invención del telégrafo y la evolución que posteriormente ha venido experimentado en el campo de los medios de comunicación actuales. Su labor, además de resolver grandes problemas de su época, se ha proyectado exitosamente hacia el futuro, haciéndole merecedor de ocupar una página preferente en la historia de la humanidad.

 

De otro lado tenemos el dispar panorama en el que se enfrentaron los aborígenes canarios, todavía en plena Edad de Piedra, ya que no conocían el acero y menos aún las armas de fuego, frente al poderos ejército invasor de los castellanos.

 

Un ejército dotado del armamento más moderno de la época y con unas tropas experimentadas profesionalmente en la profesión militar, formada en gran parte por toda esa soldada excedente de la reconquista de España, sin ocupación, dedicados al pillaje y por lo general reos de galera en su mayoría, a los cuales se les prometía el perdón de sus delitos a cambio de que se enrolaran en la aventura de la conquista de las Islas Canarias o de Latinoamérica. Es decir que eran de la peor calaña que podía haber en Hispania y que una manera de librarse de ellos era la de enviarle fuera a cometer toda clase de barbaries.

 

Por último, nos encontramos el tema de las bombas alemanas V-1, toda una gran labor de investigación y desarrollo que ejerce el ser humano, dando un gran salto en la tecnología, pero en este caso para ocasionar la muerte de sus semejantes de forma indistinta, ya fueran militares a civiles.

 

Esto último, es el razonamiento más clara de la célebre expresión de que: “…el ser humano es el peor y más peligroso de los animales, ya que, al estar dotado de un cerebro más desarrollado, es capaz de pensar cómo hacer el mayor daño posible a sus semejantes.”

 

Dejamos aquí nuestra caminata de hoy guardamos en nuestra gena todo lo positivo que hayamos podido tratar y, emprendemos una nueva caminata, esta vez con rumbo de Poniente, nos vamos al barrio de Las Medianías, donde buscaremos la calle Mozart, para saber algo más del lugar de su emplazamiento y conocer datos sobre la vida de este genial músico, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto cuídense.

 

Sansofé.

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