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Miércoles, 17 de Diciembre de 2025

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Inicio de la calle Miramar (Foto Luis A. López Sosa) Inicio de la calle Miramar (Foto Luis A. López Sosa)

La loma de Taliarte mira al mar

El nombre de la calle hace referencia al camino de acceso desde el inicio de la citada vía hasta la playa de Melenara

ainhoa1 Domingo, 24 de Mayo de 2015 Tiempo de lectura:

Nuestro paseo de hoy lo hacemos por el barrio de Melenara, concretamente a la Loma de Taliarte y allí buscamos la calle Miramar, su inicio está en la calle Luis Morote, desde donde parte con orientación Sur-Norte y tras recorrer aproximadamente unos 420 metros, finaliza en la Avenida Marítima que va a Playa del Hombre.

 

Por el Naciente linda con la Avenida Marítima de Taliarte y al Poniente lo hace con las calles Papa Clemente VI y Eladio Betancor Calderín.

 

Esta nominación aparece por primera vez en el censo de población referido al 31 de diciembre de 1975 y, desde entonces pertenece al Callejero del Distrito 6º, Sección 3ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.

 

Sinopsis de la nominación:

Miramar es una toponimia muy antigua, de tal vez seis décadas, con la cual se conocía el camino de acceso desde la Playa de Melenara hasta la Loma de Taliarte.

 

Desde allí se dominaba una amplia panorámica desde la Playa de Melenara a Salinetas y hasta llegar a la Punta de Silva, en plena Playa de Tufia, casi todo el litoral Sur del municipio.

 

Este mirador hacia el mar perdió su privilegiada situación en la década de 1960, cuando se empiezan a edificar los edificios destinados a viviendas que actualmente separan la calle Miramar de la Avenida Marítima de Taliarte, habiendo ocupado ésta última la ideal ubicación.

 

Toponimia del lugar:

Melenara, es una toponímia aborigen prehispánica, que nos habla de la existencia de un pequeño poblado de marinos en aquella sociedad isleña, que se encontraron los europeos en sus diferentes desembarcos en nuestras costas, como también los hubieron en la zona de Taliarte, según el testimonio abandonado y expoliado de los vestigios arqueológicos allí encontrados.

 

Melenara siempre fue una playa de pescadores, fue puerto de embarque y también lugar de veraneo.

 

Desde las primeras noticias que se tienen de Melenara, siempre ha habido unas referencias a la profesión de sus hombres, la pesca y la forma de vivir entorno a la misma. De sus aguas sacaron siempre el sustento de sus familias creando y desarrollando las vidas de sus componentes, y algunos incluso dejando sus vidas en el mar, como si de un justiprecio se tratara. Tenemos el testimonio de muchas familias con las que tenemos la suerte de compartir amistad (los Compalunes, los Guedes, los Aguiar, etc.)

 

También en sus aguas se vivieron heroicos episodios bélicos de resistencia a los piratas y bucaneros que intentaron el pillaje de nuestras costas durante gran parte del siglo XVII. Con anterioridad también, la Playa de Melenara fue escenario de sangrientas defensas de los aborígenes prehispánicos en diferentes intentos de desembarco de expediciones invasoras que pretendían la conquista de la isla, habida cuenta del remanso que ofrece su bahía.

 

Melenara fue puerto de embarque y desembarque de mercancías y de esclavos, cuando desde finales del siglo XV se impuso el comercio de la caña de azúcar y se hacía necesario enviar a los mercados europeos la producción o traer desde el continente africano, generalmente de Guinea Ecuatorial, la mano de obra de hombres de raza negra, en calidad de esclavos para trabajar en el cultivo y proceso industrial de las cañas mies. Le siguieron otros ciclos agrícolas como los de la vid y sus excelentes caldos, posteriormente el ciclo del plátano y también el del tomate, pero en las primeras décadas del siglo XX, un fuerte temporal destrozó el muelle y perdió el uso de embarcadero al no reunir las condiciones idóneas cediendo su hegemonía al Puerto de La Luz, en Las Palmas de Gran Canaria.

 

Fue también Melenara, lugar de veraneo de las familias pudientes y acomodadas de la Ciudad de Telde y de otras tantas que nos visitaban en la temporada veraniega. En los inicios del siglo XX, la evolución social que se vivía en Telde, propició que otras familias más humildes pudieran veranear o disfrutar de un día de playa en Melenara, en las casetas de madera que se elevaban sobre tubos de hormigón, bajo las cuales pasaba el agua en la pleamar de los rebozos.

 

Hoy Melenara, ha sufrido todo un proceso renovador urbanístico y son muchas las edificaciones de apartamentos que sirven de segunda vivienda o de residencia habitual,  para muchos teldenses que se permiten este lujo por la proximidad y comodidad de los transportes y la evolución de la vida laboral que así lo posibilita, llegándose a convertir aquella pequeña barriada de casetas de madera o de piedra y cal en una pujante urbe, dotada de todos los servicios sociales y comerciales propios para que se constituya en una zona ideal y cómoda para vivir.

 

La Loma de Taliarte, pasó de ser un terreno de cultivo de tomateros de la familia Betancor Calderín, a dejarse de plantar a finales de la década de 1960, para en plena década de 2000 iniciarse las obras de urbanización que mediante una red de seis nuevos viales, une el antiguo camino a la loma con la carretera que conduce al Centro Tecnológico Pesquero y Playa del Hombre.

 

Efemérides:

Un día tal como hoy, hace 678 años, es decir el 24 de mayo de 1337, aunque se han producido enfrentamientos previos, en este día el rey Felipe VI de Francia arrebata el antiguo condado de Guyena (Francia) a los ingleses, dando comienzo a la "Guerra de los Cien Años", nombre que se dará a los conflictos bélicos que, interrumpidos por treguas y tratados de paz, finalizarán en 1453, y en el cual se enfrentarán las dos grandes potencias europeas de la época: Inglaterra y Francia. La Guerra de los Cien Años,  fue un conflicto armado que duró 116 años (desde el 1 de enero de 1337 al 17 de octubre de 1453) entre los reinos de Francia e Inglaterra. Esta guerra fue de raíz feudal, pues su propósito no era otro que resolver quién controlaría las enormes posesiones de los monarcas ingleses en territorios franceses desde 1154, debido al ascenso de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou, al trono inglés.

 

Tuvo implicaciones internacionales y finalmente, después de numerosos avatares, se saldó con la retirada inglesa de tierras francesas. La rivalidad entre Francia e Inglaterra provenía de los tiempos de la Batalla de Hastings (1066), cuando la victoria del duque Guillermo de Normandía le permitió adueñarse de Inglaterra. Ahora los normandos eran reyes de una gran nación y exigirían al rey francés ser tratados como tales, pero el punto de vista de Francia no era el mismo: el Ducado de Normandía siempre había sido vasallo, y el hecho de que los normandos hubiesen ascendido al trono de Inglaterra no tenía por qué cambiar la sumisión tradicional del ducado a la corona de París.  El rey angevino inglés Enrique II era de hecho más poderoso que su supuesto señor, el rey de Francia, porque gobernaba un imperio mucho más rico y productivo. En su lucha por limitar el poder de los soberanos ingleses, el rey de Francia Felipe Augusto apoyó la rebelión de uno de los hijos de Enrique II, Ricardo Corazón de León, que lo sucedió en el trono en 1189. 

 

Hace ahora mismo 135 años, es decir el 24 de mayo de 1880, se procede con toda solemnidad y brillantez, a la celebración del acto inaugural del Museo Canario, ubicado en el edificio de las Casas Consistoriales y en salas habilitadas al efecto. Asistieron autoridades locales y el capitán general de Canarias, (el tristemente famoso) Valeriano Weyler. Los promotores del museo fueron los doctores Gregorio Chil y Naranjo, Domingo J. Navarro, Juan de Padilla, Víctor Grau Bassas y el letrado Amaranto Martínez de Escobar. En el segundo piso del edificio se exponían una colección de cráneos, vestiduras y objetos de primitivos canarios, que se hallaban diseminados por la geografía grancanaria y que fueron pacientemente recopilados por los científicos.

 

El Museo Canario es una institución científica y cultural fundada en Las Palmas de Gran Canaria. Años más tarde pasaría a ocupar su sede actual, situada en el histórico barrio de Vegueta, se expone una colección permanente y monográfica sobre la población aborigen de la isla de Gran Canaria, los canarii. Respecto a su contenido, el fondo del museo está compuesto por una innumerable cantidad de materiales, bien objetos completos, bien fragmentos, procedentes, en la mayoría de los casos, de Gran Canaria; completándose con materiales procedentes de otras islas del Archipiélago canario. Entre las colecciones que conserva merecen ser destacados los recipientes cerámicos por su variada tipología y belleza decorativa; los ídolos, como por ejemplo el Ídolo de Tara, con una amplia representación para Gran Canaria; y las llamadas pintaderas, de las que se dispone de más de 200 piezas.

 

Miramos desde la Loma de Taliarte el paisaje de este amanecer y no podemos evitar pensar en la disparidad que nos ofrece la vida, disparidades que suelen marcar la forma de ser y proceder de la gente de un lugar en correlación con la época en la que viven.

 

De un lado tenemos la gran labor desarrollada por el ilustre teldense Doctor Gregorio Chil y Naranjo, en su empeño de fundar el Museo Canario, empresa que en pocos años se hizo realidad y llegó a su inauguración. Gracias a la labor desarrollada desde esa Entidad Científica, la conservación de gran parte de los testimonios que quedaron de la población aborigen se ha custodiado, para preservarles de la destrucción a la cual estamos acostumbrados.

 

No tiene caso comparativo alguno, a pesar de la evolución que el paso del tiempo nos ha de otorgar, dentro de la cual el espíritu conservador de nuestras señas de identidad debieran ser de rango superior, con el hecho de que desde el año 2006, en las excavaciones de las obras de construcción de 314 chalés, en las parcelas 48 y 49 del PAU-7a, la constructora se encuentra con edificaciones aborígenes perteneciente a un yacimiento arqueológico.

 

El denominado “Talayón de Taliarte”, apareció en el año 2006, para los más jóvenes, porque la verdad es que no es ni mucho menos desconocido. Se tenía constancia de su existencia desde mediados de los años 50 del siglo XX, sólo que con el paso de los años había quedado sepultado por la tierra.

 

Nada más se redescubrieron las tres estructuras de filiación aborigen identificadas, la empresa Tibicena hizo varias catas a modo de sondeo, y luego valló y después cubrió de picón las casas de piedra para protegerlas de cara a una futura excavación. Antes estos hechos, la Corporación Plenaria acuerda modificar el uso de ambas parcelas y realizar una compensación al propietario de las mismas, a fin de proteger aquellas.

 

Lo cierto es que desde entonces no hay quien mueva ficha en este juego de la conservación del Patrimonio Histórico y Arqueológico de nuestro municipio. El Ayuntamiento de Telde que es competencia del Cabildo de Gran Canaria, la Corporación Insular que hace oídos sordos al tema, uno por otro y otro por uno y el yacimiento arqueológico sigue durmiendo el sueño de los justos después de tantos siglos enterrado, vuelve a estar en el mismo estado que se encontraba antes de ser desenterrado en el año 2006. Algo parecido sucede con el yacimiento ubicado en la Playa de La Garita, que también se muere en el olvido de esos cerebros que manejan lo público y que en nada se parecen a nuestro ilustre teldense Chil y Naranjo.    

 

Decidimos seguir nuestra andadura, no sin antes guardar en nuestra gena las cosas positivas que hemos tratado hoy, zarpando con rumbo al Norte, nos vamos al barrio de Marpequeña, donde visitaremos la calle Misericordia para conocer algo más de la zona de su ubicación y de esta virtud teologal, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.

 

 Sansofé.

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