Recibiendo el aíre fresco de la mañana, iniciamos nuestro paseo por el barrio de La Garita y nos dirigimos a la Urbanización que se encuentra en el margen izquierdo de la Avenida del Cabildo Insular, antes de llegar a la Rotonda de los Emigrantes, para buscar allí el vial que hoy nos ocupa, la calle Miguel Ángel (Pintor).
Su inicio lo encontramos en la calle Tintoretto (Pintor), desde donde parte con orientación Naciente-Poniente y, tras recorrer unos 200 metros, aproximadamente, va a finalizar a la calle Durero (Pintor).
Tiene por su lado del Norte la calle Renoir (Pintor) y por el Sur linda con la calle Tiziano (Pintor).
Esta nominación fue aprobada por el Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 24 de septiembre de 2004 y desde entonces forma parte del Callejero del Distrito 5º, Sección 8ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
En esta urbanización se han seguido las recomendaciones de analogía en las nominaciones de los viales que la componen, ya que, todas ellas se refieren a pintores de fama mundial.
Sinopsis de la nominación
Michelangelo Buonarroti, nace en Caprese (Italia), el día 6 de marzo de 1475 y fallece en Roma, el día 18 de febrero de 1564, conocido en español como Miguel Ángel, fue un arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista, considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica.
Desarrolló su labor artística a lo largo de más de setenta años entre Florencia y Roma, que era donde vivían sus grandes mecenas, la familia Médicis de Florencia y los diferentes papas romanos.
Fue el primer artista occidental del que se publicaron dos biografías en vida: “Le Vite de' più eccellenti pittori, scultori, ed architettori”, de Giorgio Vasari, publicada en 1550 en su primera edición, en la cual fue el único artista vivo incluido, y “Vita de Michelangelo Buonarroti”, escrita en 1553 por Ascanio Condivi, pintor y discípulo de Miguel Ángel, que recoge los datos facilitados por el mismo Buonarroti.
Fue muy admirado por sus contemporáneos, que le llamaban “El Divino”. Benedetto Varchi, el 12 de febrero de 1560, le envió una carta en nombre de todos los florentinos diciéndole: “...toda esta ciudad desea sumisamente poderos ver y honraros tanto de cerca como de lejos... Vuestra Excelencia nos haría un gran favor si quisiera honrar con su presencia su patria”.
Triunfó en todas las artes en las que trabajó, caracterizándose por su perfeccionismo a escultura, según había declarado, era su predilecta y la primera a la que se dedicó; a continuación, la pintura, casi como una imposición por parte del papa Julio II, y que se concretó en una obra excepcional que magnifica la bóveda de la Capilla Sixtina; y ya en sus últimos años, realizó proyectos arquitectónicos.
Miguel Ángel pretendía interiorizar las teorías neoplatónicas del amor, haciendo grandes esfuerzos para conseguir un equilibrio emotivo que pocas veces logró. Su inclinación natural por la materia, por las formas físicas -era por encima de cualquier cosa, un escultor de cuerpos-, unida a su fascinación por todo lo joven y vigoroso, emblemas de la belleza clásica, lo llevaron a decantarse por la belleza humana y el amor más sensual hasta muy avanzada su vida. Esta conflictividad enriquecedora con la que el artista vivió su deseo carnal, también afloró en el enfrentamiento con una supuesta homosexualidad. El artista mantuvo relación con diversos jóvenes, como Cecchino dei Bracci, por el que sentía un gran afecto. Cuando en 1543, Bracci falleció, Miguel Ángel le diseñó la tumba, en la iglesia de Santa María in Aracoeli de Roma, y encargó que la realizase su discípulo Urbino. También Giovanni da Pistoia, joven y bello literato, fue durante un tiempo íntimo amigo, y algunos estudiosos plantean que mantuviera una relación amorosa con Miguel Ángel en la época que empezó a pintar la bóveda de la Capilla Sixtina; esta relación queda reflejada en unos sonetos muy apasionados que Giovanni le dedicó.
El proyecto de la basílica vaticana, en el que trabajó durante los últimos años de su vida, simplifica el proyecto que concibió Bramante, si bien mantiene la estructura con planta de cruz griega y la gran cúpula. Miguel Ángel creaba espacios, funciones que engloban los elementos principales, sobre todo la cúpula, elemento director del conjunto.
Murió el año 1564 en Roma, antes de ver acabada su obra, a la edad de ochenta y ocho años, acompañado por su secretario Daniele da Volterra y por su fiel amigo Tommaso Cavalieri; había dejado escrito que deseaba ser enterrado en Florencia. Hizo testamento en presencia de su médico Federigo Donati, «dejando su alma en manos de Dios, su cuerpo a la tierra y sus bienes a los familiares más próximos». Su sobrino Leonardo fue el encargado de cumplir con esta última voluntad del gran artista, y el 10 de marzo de 1564 recibió sepultura en la sacristía de la iglesia de la Santa Croce; el monumento funerario fue diseñado por Giorgio Vasari el año 1570. El 14 de julio se celebró un funeral solemne; fue Vasari quien describió estos funerales, donde participaron, además de él mismo, Benvenuto Cellini, Bartolomeo Ammannati y Bronzino.
Toponimia del sector
La Garita, según extraemos del libro “Telde” del Dr. Hernández Benítez, esta toponimia se describe como: “La Garita.- Nombre de una playa llamada antiguamente “puerto de la madera”; este topónimo nos recuerda el lugar o garita en el que se hallaba el cobrador de los impuestos sobre las mercancías que entraban por aquel puerto.”
Desde los últimos años del siglo XV y hasta el último tercio del siglo XVI, en nuestra ciudad y en las islas en general se vivió el ciclo del cultivo, industrialización y exportación del azúcar. Pero esta actividad llegó a su fin por diversos motivos: no poder competir con la producción americana de las Antillas al ser de mayor calidad y menor coste su producción con una mano de obra casi esclava, la falta de madera para la combustión en el proceso industrial y la falta de agua, tanto para el riego como para la motricidad de los ingenios. Todo el proceso de comercialización al extranjero, se realizaba a través de los puertos de Gando, Melenara o de La Garita.
Fue también por este Puerto de la Madera, por donde se embarcaba la madera que habría de alimentar las calderas de los barcos de vapor que se dirigían desde Europa a América o a África, en pleno siglo XIX, con gran incidencia en nuestros bosques, nuestra climatología y en definitiva sobre nuestro patrimonio medioambiental, sin que las autoridades nacionales o insulares lo impidieran.
En este puerto se encontraba una caseta o garita, al parecer similar a la de los fielatos, de planta hexagonal y realizada en madera, donde se ubicaba el funcionario de impuestos, quien cobraba los aranceles propios por la entrada de mercancías a la isla, amparados por la Ley de Puertos Francos, y cuya estancia duró hasta bien entrado el siglo XIX, cuando se inicia la centralización de estos servicios aduaneros en el Muelle de La Luz (Las Palmas de GC). Este régimen económico data desde la época de los Reyes Católicos, quienes inteligentemente establecen los Puertos Francos para las islas que componen el Archipiélago Canario, a fin de favorecer o equilibrar la economía en las mismas ante el fenómeno del insularismo. Hoy el fenómeno insularcita lo provocan los mismos hijos de las islas, no deja de ser una enfermedad endémica, recibe varios nombres según el proceso de desarrollo: insularismo, regionalismo, nacionalismo, independentismo,… aunque todas terminan por mostrar las mismas afecciones en un proceso degenerativo teledirigido conocido como “pleito insular”.
Caminando por los pasillos del tiempo y remontándonos a finales de la década de 1950, este lugar estaba formado por cultivos de tomateros que llegaban hasta el propio límite marítimo-terrestre. Recordamos pasar por las polvorientas carreteras en medio de las empalizadas de cañas para irnos a la Punta de La Mareta a pescar, la expectación que nos suponía a la chiquillería el desconocimiento de zonas relativamente privadas y poco frecuentadas por lo difícil de su acceso.
El respeto que nos infundía lo accidentado del acantilado y la fuerza que el mar expresaba en la zona al chocar el reflujo marino con los roquedales sumergidos, propios de las erupciones volcánicas del cuaternario. Todo era hermoso, enigmático y atrayente. Años más tarde, todo esto cambió y las sensaciones aumentaron, cuando más expertos en el tema nos atrevimos a practicar el submarinismo en la zona, no exenta de una importante peligrosidad, pero la verdad es que eran también cosas propias de la juventud de aquel entonces, con una gran carga de arrojo y una no menor de irresponsabilidad.
Vino luego la evolución de la construcción y el fomento turístico, tras el declive de los cultivos del plátano y el tomate, produciendo el abandono de la agricultura y todo se urbanizó, todo se construyó, todo... absolutamente todo cambió.
Efemérides:
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 121 años, es decir el 26 de abril de 1894, embarcan tropas canarias con destino a la Guerra de Cuba, en el vapor “Cádiz”. El alcalde de la ciudad capitalina pronunció un gran discurso arengando a las tropas canarias a defender las posesiones de la nación en las Antillas, con arrojo y bravura. Tras ello, las tropas desfilaron marcialmente ante una multitud de ciudadanos que habían acudido al Puerto de Las Palmas para despedir a aquellos héroes. Antes del 15 de febrero de 1898, fecha de la voladura del Maine en La Habana el tráfico marítimo con Cuba y Puerto Rico había comenzado a descender. El 22 de febrero hacía escala en Tenerife el Alicante en su viaje desde la capital cubana hacia Cádiz. El 4 de abril habían llegado con tropas los vapores “África” y “Hespérides” y se reunieron con los cruceros “Colón” e “Infanta María Teresa” de la fuerza naval del almirante Cervera.
Sucedió también hace ahora mismo 78 años, es decir el 26 de abril de 1937, a las cuatro y media de la tarde, en el pueblo de Guernica, España, que cuenta con unos 5.000 habitantes más un gran número de soldados que se retiran para preparar la defensa de Bilbao, además de refugiados que huyen del avance de las tropas franquistas, aviones pertenecientes a la "Legión Cóndor" alemana y a la "Savoia" italiana, bombardean y ametrallan la población. La ciudad entera arde. El 70 % de los edificios resultan destruidos y un número indeterminado de muertos, entre 800 y 1.600. El de Guernica no fue el primer bombardeo en alfombra para destruir una población civil, pues de hecho se discute que fuera un objetivo militar vital en ese momento, como alegaron los agresores, con el fin de cortar la retirada y el aprovisionamiento a las tropas del Frente Popular en la campaña de Vizcaya.
Hoy, observando este radiante amanecer, analizamos las diversas temáticas tratadas en esta crónica y la paridad se da entre ellas casualmente. De un lado la excelencia de dos grandes artistas Miguel Ángel y Pablo Picasso, ambos evocando el arte y la belleza plástica en sus realizaciones, pero que en cualquier caso, los dos cada uno a su manera canta a lo divino y a lo humano, a la glorificación y a la muerte.
Miguel Ángel en la realización de la Capilla Sixtina, hace un verdadero auto de fe, al plasmar la belleza entre lo humano y lo divino, su amor y dedicación a la belleza del cuerpo humano, le conducen fatídicamente a la consideración histórica de lo homosexual, sin paliativos de ningún tipo y pasa así a la historia, como ha sucedido a otros grandes artistas que llegan a plasmar en sus obras tanta belleza, que se palpa incluso la sensibilidad de los personajes que ilustran la composición.
Algo similar sucede con el la obra “Guernica”, de Pablo Picasso, en la cual expresa mediante una gama de personajes y escenas, cada una de las circunstancias que se dieron con motivo del tristemente famoso bombardeo, sin que en ella aparezca ninguna expresión bélica, solo la escenificación de las pérdidas sociales, culturales y morales que se dieron con motivo de aquel acontecimiento, siendo en la actualidad objeto de numerosos y detallados estudios por la crítica de arte.
Por último, cabe mencionar la consideración que de las tropas canarias destinadas a la Guerra de Cuba, se tuvo siempre en el país, ya que, en las mismas se dieron dos casos muy acentuados.
De una parte los alistados voluntariamente, quienes iban en busca de la aventura, huyendo del hambre y el estado de necesidades que se vivía en el Archipiélago, bien diferente al peninsular. Total el pillaje que cometían las fuerzas revolucionarias cubanas eran de la misma índole que los que ellos iban a cometer.
La otra parte la formaban los alistados a la fuerza “por la quinta”, quienes dejaban atrás a sus familiares y el trabajo que para ellos podía realizar para paliar aquellas necesidades. Había familias en las que fueron alistados dos hijos en el mismo reemplazo, quedando el resto de los hijos como mantenedores de sus padres, dado el caso de ser más de un varón.
Esta última circunstancia se dio con mi abuelo paterno Domingo López Ramírez y su hermano Luis, el cual al siguiente día de desembarcar murió como consecuencia de una bala perdida y quedó allí enterrado en suelo cubano. Mi abuelo estuvo a punto de ser fusilado por negarse a disparar contra “esa gente que nunca le había hecho nada a él ni a su familia”, le salvó la intervención de un capitán médico que le tomó a su servicio.
Fueron muchos los canarios que no vieron aquella guerra como algo por la que tenían que luchar, ya que, eran pocos los que no tenían algún pariente que había emigrado con anterioridad a la isla antillana y vivía allí o tenía sus descendientes entre los revolucionarios, a cuyo bando se pasaron muchos de los enrolados a la fuerza.
Dejamos aquí nuestra intervención sin querer abundar más en esta temática, con el fin de no cargarnos negativamente el ánimo, porque al final... a lo mejor no merece la pena y sólo tenemos lo que queremos o nos merecemos. Nos echamos la gena a la espalda y emprendemos una nueva caminata con rumbo hacia el Poniente, vamos al barrio de San Gregorio, concretamente a la urbanización Picachos, para visitar allí la calle Miguel Cabrera González-Tito (Ciclista), conocer algo más del lugar de su ubicación y sobre este deportista teldense, pero bueno, eso... será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.
Sansofé.
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