Con esta fresca mañana nos hemos ido de paseo al barrio de San Isidro (La Pardilla), donde vamos en busca de la calle Martínez de la Rosa. Su inicio lo encontramos en la calle Raimundo Lulio desde donde parte con orientación Sur a Norte y, tras recorrer unos 290 metros, aproximadamente, va a desembocar a la calle Julio Verne.
Por el Poniente tiene la calle Shakespeare y por el Naciente linda con la calle Enrico Fermi.
Esta nominación aparece por primera vez en los documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1970, desconociéndose la fecha exacta de su adopción, al carecerse de documentación fehaciente al respecto.
Desde esa fecha pasa a engrosar las calles que componen el Callejero del distrito 5º, sección 3ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
Sinopsis de la nominación
Francisco de Paula Martínez de la Rosa Berdejo Gómez y Arroyo, nació en Granada, el día 10 de marzo de 1787 y falleció en Madrid, el 7 de febrero de 1862, fue un poeta, dramaturgo, político y diplomático español.
Este catedrático de Filosofía Moral por la Universidad de Granada (1808) se sumó a las filas de los revolucionarios liberales durante la Guerra de la Independencia (1808–1814) y fue diputado en las Cortes de Cádiz que aprobaron la Constitución de 1812. Por ello, fue encarcelado tras el regreso de Fernando VII y el restablecimiento del absolutismo.
Recuperó la libertad durante el Trienio Liberal (1820–1823), en el cual asumió el liderazgo de la rama más moderada de los liberales (los «doceañistas») frente a la mayoría de «exaltados», e incluso encabezó el gobierno como ministro de Estado en 1822.
Su gabinete estuvo compuesto por José María Moscoso de Altamira (Gobierno), Diego Clemencín (Ultramar), Nicolás María Garelli (Justicia), Felipe Sierra Pambley (Hacienda), Luis María Balanzat de Orvay y Briones (Guerra) y Jacinto de Romarate en el de Ministerio de Marina.
Tras la Sublevación de la Guardia Real en julio de 1822, presentó su dimisión, la que le fue aceptada finalmente en agosto. Tras su caída, la situación se radicalizó. Por un lado asumía el gobierno el sector de los exaltados mientras que por otro Fernando VII veía fracasar sus intentos de recuperar el poder absoluto y decidía recurrir a la intervención extranjera, la que se haría efectiva con la intervención del ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis, bajo los auspicios de la Santa Alianza, restableciendo la monarquía absoluta en España en octubre de 1823.
La consiguiente reacción absolutista durante la Década Ominosa (1823–1833), lo obligó a exiliarse en Francia y acabó de conducirlo a una postura ideológica ecléctica, inspirada en el liberalismo doctrinario de Guizot: en lo sucesivo defendería un liberalismo muy moderado que sirviera para una transacción con la monarquía y con los partidarios del absolutismo. Fue esa postura centrista la que llevó a la regente María Cristina a llamarlo para formar gobierno en 1834–1835.
En aquel periodo crucial, Martínez de la Rosa puso en pie un régimen de monarquía limitada con el primer Parlamento bicameral de la historia de España, reflejado en el Estatuto Real (1834). Buscando el apoyo de la opinión liberal a la causa de Isabel II contra las pretensiones al Trono de don Carlos, Martínez de la Rosa decretó la amnistía para los liberales encarcelados durante el periodo absolutista; pero, siempre en posiciones centristas, intentó también humanizar la guerra declarada contra los carlistas.
Su moderación fue sobrepasada enseguida por las aspiraciones radicales de las masas populares, que llevaron al gobierno a líderes progresistas como Mendizábal e impusieron modelos constitucionales más abiertamente liberales (1836). En lo sucesivo, Martínez de la Rosa sería uno de los inspiradores de la formación del Partido Moderado, que había de presidir largos periodos de la vida política española, representando el ala conservadora del liberalismo, sobre la que descansó el reinado de Isabel II. Él mismo fue diputado, embajador en París y en Roma, presidente del Consejo de Estado, ministro de Estado (1844–1846 y 1857–1858) y presidente del Congreso (1851, 1857 y 1860).
Como escritor se inscribió en la línea de la primera generación del Romanticismo; destacó sobre todo en el terreno dramático (La conjuración de Venecia, 1834), aunque también practicó la poesía y el ensayo (El espíritu del siglo, 1851). Su prestigio intelectual le llevó a formar parte de las Reales Academias de la Lengua (que presidió de 1839 a 1862), de la Historia, de Bellas Artes y de Jurisprudencia, así como a ser presidente del Ateneo de Madrid.
Toponimia del lugar
La toponimia “La Pardilla”, según aseveraciones del Dr. Hernández Benítez, en su obra titulada “Telde”, publicada en el mes de mayo del año 1958, viene de ser un lugar en el que abundaban una especie de aves similares a la perdiz y a la que vulgarmente se llamaba “pardilla” por el color de su plumaje.
Inicialmente fue el nombre de una gran finca hasta que se fueron extendiendo las edificaciones que en el interior e inmediaciones de la misma habían, llegándose a juntar con las de la zonas de La Taborda y la Angostura, que a su vez fueron el nombre de otras dos fincas donde se formaría el barrio de San Isidro.
El origen de los asentamientos en la zona, se producen en la primera mitad del siglo XIX, cuando con motivo de la dispersión de la población desde la zona central del casco urbano hacia los extrarradios, se crea el lugar denominado El Tabaibal.
En poco más de cien años, el lugar que se llamara El Tabaibal crece hacia el Naciente dando lugar a la formación del barrio de San Isidro y hacia el Poniente, creando el barrio de San Antonio.
Por el sistema constructivo de las edificaciones de ambos barrios, nos atrevemos a asegurar que el barrio de San Antonio se consolida en los inicios de la segunda década del siglo XX.
El barrio de San Isidro en cambio, ofrece edificaciones más modernas, que en su mayoría datan mediados del siglo XX, si bien se localizan algunas del período referido anteriormente, como inicio de los asentamientos.
En cualquier caso, el arquetipo urbanístico inicial se fundamentó en una edificación en interior de una gran finca, que con el tiempo fue recibiendo edificaciones más modestas en los aledaños para formar pequeños núcleos, más tarde estos núcleos se expanden a ambos lados de la carretera principal y alguna que otra calle transversal dando origen al barrio propiamente dicho.
Con el paso del tiempo, encontramos que los barrios de La Pardilla, San Isidro y San Antonio han crecido hacia el Naciente y el Poniente, con edificaciones modernas y ha llegado a formar una continuidad casi completa de edificaciones.
Las toponimias de Las Ánimas, Ponce, La Taborda, Alcaravanal o El Tabaibal, han quedado en segundo plano, e incluso llegaron casi a desaparecer de la Nomenclatura Municipal, pero hace unas décadas se han vuelto a rescatar con la calificación de “lugares” en los cuales existen parte de las fincas que llevaron originalmente esos nombres, como testimonios mudos de una historia de hace tan sólo un siglo.
Efemérides
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 213 años, es decir el 26 de febrero de 1802, nace en Besanzón (Francia), el poeta, dramaturgo y escritor romántico Víctor Hugo, considerado como uno de los escritores más importantes en lengua francesa. También fue un político e intelectual comprometido e influyente en la historia de su país y de la literatura del siglo XIX. Era hermano de los también escritores Eugène Hugo y Abel Hugo. Ocupa un puesto notable en la historia de las letras francesas del siglo XIX en una gran variedad de géneros y ámbitos. Fue un poeta lírico, con obras como “Odas y baladas” (1826), “Las hojas de otoño” (1832) o “Las contemplaciones” (1856), poeta comprometido contra Napoleón III en “Los castigos” (1853) y poeta épico en “La leyenda de los siglos” (1859 y 1877). Fue también un novelista popular y de gran éxito con obras como “Nuestra Señora de París” (1831) o “Los miserables” (1862).
Hace hoy mismo 132 años, es decir el 26 de febrero de 1883, que dan comienzo las obras del Puerto, obra que se llevarían a cabo según el proyecto redactado por el Ingeniero teldense Don Juan de León y Castillo y que serían ejecutadas por la empresa Swaston, de nacionalidad inglesa. Se levantaron grandes arcos a la entrada del muelle y en el acto de la primera piedra el obispo José Pozuelo, pronunció unas emotivas palabras. Transcurrirían después casi tres años, durante los cuales la compañía Swaton se dedicó a preparar la infraestructura que requería la obra, acondicionando los terrenos para montar las instalaciones que debían albergar la moderna maquinaria, que luego se utilizaría. Unas de las máquinas que más llamaron la atención de muchos curiosos que diariamente se reunían en el entorno, fueron la máquina de vapor capaz de fabricar hasta diez prismas de hormigón al día.
Durante la historia de la humanidad, está bien claro que, la evolución de ésta pasa necesariamente por el intelecto de ciertos personajes que luego conforman el guion de la misma, las pautas que se han debido seguir para llegar a un presente más moderno, evolucionado y que a su vez debiera ser más justo en el reparto de la igualdad de oportunidades que pueden dar vida y forma a eso que se viene en llamar “calidad de vida”.
En este deambular, son muchas las injusticias que se cometen para con aquellos que se han comprometido en tal evolución, a unos se les reconoce en vida su quehacer en favor de la colectividad, a otros tantos no y solo después de muertos o pasado algún tiempo se les nomina y hay otro cúmulo muy importante, que tan siquiera se les menciona, llegando a engrosar ese anónimo censo de elementos básicos de la humanización del “homo sapiens”.
Hombres como Francisco de Paula Martínez de la Rosa Berdejo Gómez y Arroyo, que tal vez pudieron acomodarse en una situación no comprometedora, debido a su preparación intelectual que le hubiese estado al amparo y cobijo del poder establecido, sin embargo, se comprometió y optó por el espíritu revolucionario liberal, dentro del cual no solo lucha contra la ocupación francesa, si no que forma parte de la consolidación de las Cortes Constituyentes de Cádiz en pos de rescatar una patria pérdida y que luego termina encarcelado por la propia monarquía española. Finalmente, puesto en libertad, llega a ocupar un alto cargo dentro de aquel gobierno como ministro de Estado.
De otra parte tenemos el ejemplo de Víctor Hugo y su notable intervención en la renovación lírica y teatral de su época, marcando posteriores pautas universales, pero que ese humanismo que estilaba, aun siendo considerado controvertido, le lleva a lucha de forma inconformista contra las injusticias sociales del poder establecido dentro del Segundo Imperio francés, siendo encarcelado durante toda una veintena. Su forma de ser y actuar despertó en los escritos de aquella y posteriores generaciones, la necesidad de implicarse en la vida política y social del momento real en el que vivían.
La verdadera historia de la humanidad, se escribe siempre en la medida en la que se produce la evolución social del individuo dentro de la colectividad. Ni que decir tiene el hacer un estado comparativo entre el sector donde ahora nos encontramos, entre aquellas hermosas fincas de La Taborda, El Alcaravanal, etc., con un urbanismo carente de servicios mínimos, rayando el tercermundismo, con los modernos barrios que hoy la conforman como San Antonio, San Isidro o La Pardilla, en los que el modernismo arquitectónico moderado, les hace precisamente más entrañables e interesantes.
Finalmente, pensamos en la historia evolutiva del Puerto de Las Palmas de Gran Canaria, lo que ha ocurrido desde aquel primer desembarco del 24 de Junio de 1478, cuando las tropas al mando de Juan Rejón y el Deán Bermúdez ponen pie en la Bahía de las Isletas, en la antesala a la conquista de las islas, las diferentes evoluciones y ubicaciones que el puerto fue recibiendo, hasta llegar a las últimas décadas del siglo XIX y el proyecto redactado por el Ingeniero teldense Don Juan de León y Castillo.
La importancia del enclave de nuestro Puerto de Las Palmas de Gran Canaria, ha servido de paso obligado por el Atlántico Medio, es una escala no sólo tradicional, si no que en su momento lo fue además imprescindible para el avituallamiento. Desde entonces ha recibido numerosos galardones por sus excelentes conexiones con otros tantos puertos del planeta y la gran afluencia de turistas a nivel mundial. Su crecimiento es constante, tanto como crece su importancia en el tráfico marítimo comercial o turístico.
Hoy vemos la grúa Titán, que en silencio y mirando al puerto, ha pasado a formar parte de un mobiliario urbanístico más en la zona verde que se encuentra en los aledaños del muelle y ante la cual, muchos transeúntes isleños o foráneos pasan, sin tener ni la más remota idea de la importancia que en su momento tuvo y el papel que desempeñó en la evolución de nuestro puerto. El desconocimiento de la historia tanto de los personajes como de los elementos que sirvieron para la evolución hasta nuestros días, nos empobrece como seres humanos. Cada cosa o cada lugar ha tenido una vida evolutiva, por la influencia de unos seres humanos comprometidos en que esa evolución, nos convirtiera en algo más humanos desde los orígenes.
Dejamos aquí nuestra caminata de hoy guardamos en nuestra gena todo lo positivo que hayamos podido tratar y, emprendemos una nueva caminata, esta vez con rumbo al Naciente, concretamente al barrio La Garita (Urbanización Hoya de Pozuelo), donde vamos en busca de la calle Mastranto, al objeto de saber algo más del lugar de ubicación del vial y sobre esta hierba buena salvaje, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto cuídense.
Sansofé.
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