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Calle Marino  (Foto  Luis A. López Sosa) Calle Marino (Foto Luis A. López Sosa)

Los Llanos se sumerge en el mundo de los marinos

Una calle del barrio recuerda a los profesionales del mar

cojeda Domingo, 08 de Febrero de 2015 Tiempo de lectura:

Hoy emprendemos nuestra caminata tempranera por el barrio de Los Llanos (San Gregorio), donde vamos en busca de la calle Marino, cuyo inicio lo encontramos en la calle Francisco González Díaz y desde ella, con orientación Norte-Sur, tras recorrer unos 200 metros, aproximadamente, va a finalizar a la calle Juan Vega Yedra.
 
Por el Poniente linda con la calle Gago Coutinho, mientras que por el Naciente lo hace con la calle Oriente.
 
Esta nominación la encontramos en los censos de población de la década de 1950, desconociéndose con exactitud la fecha de la misma.
 
Este vial se denominó también “Callejón de los Marinos”, lugar donde quedaron las últimas familias que residían en el entorno, principalmente en la calle de “Los Marinos” hoy calle “María Encarnación Navarro” y que a finales del siglo XIX se van a vivir a unas casas autoconstruidas con diverso material (mampostería, madera, chapa metálica, etc.), que a modo de casetas conformaron un pequeño caserío en la misma Playa de Melenara, las cuales fueron derruidas en la mitad de la década de 1960, para ser trasladados a las viviendas ubicadas en la calle Papa Clemente VI, situada en la Loma de Taliarte.
 
Sinopsis de la nominación
Marino es la denominación genérica que reciben todos los miembros de la tripulación de un barco. Incluye tanto a la Marina mercante, a la Marina deportiva o de recreo, a la Marina de pesca y a la Marina militar.
 
Los marinos mercantes, egresan de una universidad o centro superior de estudios como Ingeniero (náutico), Marítimo Y Transporte (piloto) o Ingeniero marino (máquinas), además están los tripulantes de cubierta y máquina.
 
La denominación de estas funciones cambia con los países y principalmente, con el tipo de buque.
 
En los buques tanque existe el bombero (encargado de las bombas y de atender todo el sistema de tuberías y válvulas de carga y descarga); en buques frigoríficos hay un puesto de cabo o contramaestre de frío, etc.
 
En las embarcaciones de menor porte o de recreo el equivalente a capitán es el título de patrón.
 
Finalmente están los títulos que se otorgan a los capitanes con profundo conocimiento de una zona específica: práctico o piloto para cumplir funciones en buques de gran porte y baqueano para buques de porte menor.
 
Todos estos títulos, excepto los de práctico o baqueano, habilitan al marino mercante para ocupar cierto puesto «máximo» a bordo de un buque.
 
Por otro lado, cada vez más los buques tienen una actividad altamente eficiente, diurna y nocturna en los puertos de origen y destino. Con ello las estadías en puerto se han reducido y, durante ellas, las tareas a bordo son intensas e implican grandes responsabilidades. Algunos buques (quimiqueros y gaseros, por ejemplo) requieren que algunos tripulantes realicen cursos específicos que son financiados por las propias empresas armadoras o propietarias.
 
Actualmente lo más usual es que los buques tengan una «bandera de conveniencia», y frecuentemente los marinos deben obtener la equivalencia de sus títulos en los países que enarbolan dichas banderas (trámite que debe cumplir ciertos requisitos y se realizan en las respectivas embajadas). Esa equivalencia (en general los títulos de Liberia o Panamá son aceptados en todos los buques) les permite ejercer su profesión en la mayoría de los buques con bandera de conveniencia. De los 340 millones de toneladas en total que se transportan a nivel mundial (2008), un 70% corresponde a buques con banderas de conveniencia, esto es unos 240 millones de toneladas de mercancía. Estos buques son de tipo tramp, lo que significa que no tienen una línea fija sino que aceptan fletes desde cualquier lugar a cualquier otro en el mundo.
 
Pero el caso que nos ocupa, el de esta nominación concretamente, se refiere a los hombres de mar, familias de pescadores, que en barcas impulsadas a remo, a vela o con un pequeño motor, se hacían a la mar diariamente para obtener el sustento de sus familias, con el constante riesgo de sus vidas.
 
Era peculiar ver la realización de sus labores desde la sacada de los chinchorros o las barcas en la Playa de Melenara hasta los inicios de la década de 1960, a las mujeres con las cestas en la cabeza o los hombres con los ganchos, vendiendo el pescado por las calles de la ciudad, todo eso con “la evolución social”, se fue al traste.
 
Toponimia del lugar
Tras finalizar la conquista de la isla y después de hacer el reparto de tierras y aguas, uno de los beneficiarios resultantes del mismo es Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela, a quien se adjudica una amplia zona en el sector de arriba que se pasa a denominar Los Llanos, en el cual construye un ingenio de moler caña de azúcar y una ermita en torno al año 1485, formándose un asentamiento poblacional de esclavos y libertos que moran en barracones de uso común o chozas individuales, respectivamente, con callejuelas serpenteantes y carente de servicios sanitarios.
 
La ermita construida es puesta bajo la advocación de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y antes de finalizar el siglo XV, y una vez cumplidas las condiciones iniciales establecidas en la data, Alonso Rodríguez de Palencia vende el ingenio ubicado en Los Picachos y la finca del entorno al portugués Gonzalo de Jaraquemada.
 
La configuración del terreno, una explanada llana y el apellido de su nuevo dueño, hacen que surja la toponimia-antroponimia de Los Llanos de Jaraquemada, la cual perduraría durante varios siglos, aunque la misma quedaría reducida simplemente a Los Llanos, para definir esta zona al Poniente del barrio de San Juan, toponimia que aún prefieren seguir empleando muchos de los que somos naturales del lugar.
 
La ermita de Nuestra Señor del Perpetuo Socorro, amenazaba ruina en el año 1700 y fue reconstruida por los propios vecinos del barrio, manteniendo su orientación de Sur a Norte. No obstante, el deterioro progresivo de la edificación promueve que en el año 1777, se inicie la construcción del nuevo templo, mediante proyecto del arquitecto Diego Nicolás Eduardo. Este nuevo templo de estilo neoclásico, extraordinaria capacidad y regio porte, despierta el entusiasmo de los vecinos que se vuelcan en donativos y trabajos para su construcción.
 
En el año 1847 tiene lugar la segregación parroquial de la Parroquia matriz de San Juan Bautista, por demanda del aumento poblacional del barrio de Los Llanos, y es en torno al año 1866, cuando se finaliza la construcción del templo neoclásico, que orientado de Naciente a Poniente ofrece una simple y elegante fachada presidida de un frontón principal de medio punto, un amplio y luminoso interior dividido en tres naves, separadas por dos columnas rematadas por arquería de medio punto.
 
El templo es puesto bajo la advocación de San Gregorio Taumaturgo como patrono, quedando Nuestra Señora del Perpetuo Socorro como copatrona. Hemos de mencionar que en el frontón principal de medio punto se pretendió instalar un reloj circular y cada vez que las colectas hacían posible dicha empresa, surgía una epidemia o enfermedad contagiosa que obligaba a destinar los fondos a mitigar la misma, llegándose a abandonar la idea a mediados del pasado siglo.
 
Este nuevo templo se convierte en el centro urbano del barrio que a partir de ese entonces pasa a denominarse oficialmente como barrio de San Gregorio, si bien la antigua denominación de Los Llanos se sigue empleando por los vecinos que orgullosamente pertenecemos al mismo, aunque siempre hayamos sido calificados de conflictivos por la gente de Telde (San Juan), quienes siempre creyeron moverse en otra esfera de superior consideración o categoría, cosa que dicho sea de paso, no deja de ser un problema más en su tipificación.
 
Efemérides 
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 187 años, es decir el 8 de febrero de 1828, nace en Málaga Antonio Cánovas del Castillo, artífice de la Restauración española. Fue un político e historiador español, Presidente del Consejo de Ministros de España durante la mayor parte del último cuarto del siglo XIX, sobrino del escritor y arabista Serafín Estébanez Calderón. Fue además, una de las figuras más influyentes de la política española de la segunda mitad del siglo XIX, al ser el mayor artífice del sistema político de la Restauración, convirtiéndose en el máximo dirigente del Partido Conservador. Es considerado como uno de los más brillantes políticos conservadores de la historia contemporánea española y criticado por sus detractores por crear una falsa apariencia de democracia mediante el «turno de partidos», por suspender la libertad de cátedra en España o por su postura favorable al esclavismo. Cánovas murió asesinado el 8 de agosto de 1897, en el balneario de Santa Águeda, en el municipio de Mondragón, Guipúzcoa, por el anarquista italiano Michele Angiolillo.
 
También sucedió un día tal como hoy, hace ahora mismo 103 años, es decir el 8 de febrero del año 1912 que un fuerte temporal de lluvia, viento y fuerte oleaje se abatió sobre Gran Canaria, las carreteras quedaron cortadas por la caída de árboles a consecuencia del fuerte viento, lo teléfonos dejaron de funcionar y todos los barrancos de la Isla corrieron de banda a banda. En la ciudad, el sector que fue más afectado por este fuerte temporal fue el del puerto de La Luz, y en especial, la playa de Las Canteras; las olas de proporciones gigantescas derrumbaron murallas de contención arrasando con casas hasta llegar al otro lado del istmo, todas las casetas de madera, tanto las de la playa como las de la Avenida Marítima, fueron barridas por el enorme oleaje. Las barcas de los pescadores desaparecieron de la arena y en el Muelle, el antiguo barco “El Correíllo” Viera y Clavijo rompió amarras y colisionó con un barco carbonero de bandera inglesa “Arraiz” causándole serios daños.
 
Hoy en día, tanto la sacada del chinchorro, la vará del pescado, la venta ambulante del pescado por las calles y otras tantas labores que se desprendía de la forma artesanal de los hombres y mujeres de la mar, ya han pasado a otro estadio. Unas no son rentables y las otras no permitidas por condiciones higiénico-sanitarias. Lo cierto es que se han convertido en una actividad festivo-tradicional en la que se trae a las nuevas generaciones el recuerdo de lo que fue y ya no es, en cada festividad de Nuestra Señora del Carmen, en nuestra querida Playa de Melenara.
 
Todo eso pasó a formar parte del pasado, de una época que jamás volverá, como aquella colonia de casetas de marinos (todo un entramado de callejuelas) o las casetas de los veraneantes que sobre tubos de fibrocemento ocupaban la primera línea de la playa, quedaron en el recuerdo de nuestra infancia y nuevas juventud.
 
Las hermosas noches de luna, los asaderos en la playa, las tocatas de guitarra hasta el amanecer son bellos pasajes de un retazo de nuestra vida. Hoy quedan los recuerdos y ese gran número de amigos, hijos o nietos de aquellos marinos, a los cuales nos une el respeto de una hermosa amistad. Es peculiar el sobrenombre que desde niños llevan algunos de ellos o la identificación de pertenencia familiar, como si de una etnia diferente fuese.
 
No obstante, la sobreexplotación de los buques que cambian de bandera para faenar, como cambia la marea o el viento, muchos de ellos dejados en el abandono por sus armadores, no dejan de suponer un grave peligro para la navegación y para el planeta en general, dado que no se invierte el capital necesario para el mantenimiento o modernización de aquellos, suponiendo en muchos casos una amenaza latente contra el medio ambiente y la vida de los hombres de la mar.
 
Han habido muchos ejemplos de diversas catástrofes ocasionadas por estas precarias situaciones, la más reciente es el caso del “Prestige”, fue un buque petrolero monocasco de Liberia, que operaba bajo bandera de Bahamas, que el 19 de noviembre de 2002 se hundió frente a las costas de Galicia (España), ocasionando un vertido de crudo que provocó uno de los mayores desastres ecológicos de la historia del país.
 
Aquí en nuestras islas, para vergüenza de las autoridades, vemos que hay buques amarrados durante varios años, en total ruina y sirviendo de cobijo de indigentes, ocupando un espacio en el puerto y cargándose la imagen de una isla que vive en su mayoría del turismo, de ofrecer una estampa idónea de lo bello y lo agradable, recientemente se dio el caso de un incendio en uno de ellos que hubo de ser remolcado fuera del puerto para luego ser hundido. La desidia y el abandono de la autoridad es latente y vergonzosa.
 
Con la gena a la espalda, guardando ella bellos recuerdos del pasado y sinsabores del presente, dirigimos nuestros pasos hacia el Naciente, concretamente al barrio de Las Huesas, donde nos vamos en busca de la calle Mario Vargas Llosa, a fin de saber algo más de este escritor y del lugar donde se ubica este vial, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.
 
Sansofé.
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