Nuestro paseo de hoy, lo hacemos por el Casco Urbano de San Gregorio, concretamente por el sector de El Cascajo, donde vamos en busca de la calle Marcos García del Castillo, encontrando su inicio en la calle Pedro de la Ascensión, desde donde con un trazado de Sur-Norte y, tras recorrer unos 280 metros, aproximadamente, finaliza desembocando en la Avenida Alcalde Alejandro Castro Jiménez. Tiene al Naciente la calle Alonso Rodríguez de Palencia y al Poniente la calle Santo Domingo.
Esta nominación aparece por primera vez en el libro del Doctor Hernández Benítez, publicado en el mes de mayo de 1958, desconociéndose con exactitud la fecha de su aprobación.
Lo cierto es que figura en los primeros Censos Municipales de Habitantes y Edificios de finales de la década de 1940, formado parte del Callejero Municipal correspondiente al Distrito 2º, Sección 5ª del mismo.
Es un sector donde existen edificaciones relativamente modernas, si se consideran como tales aquellas que se construyeron en la década de 1970, pero también existen muchas edificaciones más antiguas, tal vez de las que sustituyeran a las chabolas iniciales que formaron el barrio de Los Llanos de Jaraquemada, en los siglos XVII ó XVIII, que es cuando de alguna forma empieza la evolución de los asentamientos en el sector.
El tramo final de esta calle en su confluencia con la Avenida Alcalde Alejandro Castro Jiménez, es el más reciente al conformar el desarrollo urbanística del sector con salida al vial donde desemboca y las edificaciones son relativamente modernas de una veintena de años nada más.
Datos sinópticos de la nominación:
Marcos García del Castillo nació en la Ciudad de Telde, a principios del siglo XVII, careciendo de datos que puedan situar fechas exactas. Aunque nace en el seno de una ilustre familia, propietarios de terrenos y agua, con lo cual al ser agricultores propietarios, la explotación agrícola que a duras penas sacaban adelante, les permitía vivir holgadamente, contando con gran número de braceros a su servicio.
La población de nuestro municipio se contaba en unas mil setecientas personas, una población sujeta a la tierra y al sector de servicios en su mayoría, salvo los hacendados que habían resultado beneficiarios de las datas una vez finalizada la conquista de la isla una centuria antes.
Esta población que figuraba vinculada a la tierra estaba integrada por esclavos o libertos destinados a realizar las labores agrícolas más denigrantes o gravosas, luego estaban los jornaleros agrícolas con cualificación en las distintas tareas, pequeños campesinos, pastores y arrendatarios de los terrenos de la aristocracia terrateniente.
Por aquel entonces, el monocultivo de la caña de azúcar empieza a caer en claro retroceso, al realizar este cultivo en las Antillas y perderse los mercados europeos, dando paso al cultivo alternativo de la vid que en poco tiempo alcanzaría un alto grado de calidad y cantidad, gozando los caldos isleños de gran fama en casi toda Europa, pero que en la segunda mitad del siglo también cae fulminado por las reiteradas sequías y plagas de langosta africana.
Esta inestable situación económica se convierte en un revulsivo para la cualificación de la mano de obra en otras áreas como la albañilería, cantería, caleros, cerrajeros, tejedores, panaderos, etc... No obstante, la vía más rápida y fácil para la supervivencia en la vida militar, profesionales liberales, administradores y un creciente número de religiosos, estos últimos más interesados en paliar la miseria y el hambre que en la fe religiosa.
En este escenario, nuestro personaje de hoy, Marcos García del Castillo, desde muy joven y por vocación, ingresa en la orden de los Jesuitas y se dedica plenamente a la vida religiosa, la cual se ve jalonada por diversos cargos como los de “Catedrático de Prima”, “Consultor y Calificador de la Inquisición” y por último sobre el año 1662 como “Provincial de Castilla”.
Nos imaginamos el alto grado de influencia que Marcos García podría esgrimir ante las autoridades insulares, y el poder que tendría procediendo de una familia pudiente y con ese determinante cargo de “Consultor y Calificador de la Inquisición”.
La aparición de sendas sequías y las reiteradas plagas de langosta africana, arruinan toda la agricultura canaria y tras ello, se hace presente una cruel hambruna y tras ella la peste bubónica y el cólera morbo, con un alto índice de mortandad.
Es también en los inicios del siglo XVII, cuando se instalan en la antigua ermita del barrio de Santa María de la Antigua (San Francisco), la orden religiosa de los franciscanos quienes restauran la edificación convirtiéndola en su sede monacal.
El prestigio y el nombre de la ciudad se extiende a todo el archipiélago canario, debido a la labor de los miembros de esta orden franciscana, los cuales tenían además de la predicación de la fe, el estudio y la enseñanza de una serie de cátedras de alta calidad.
Entre los numerosos alumnos de esta institución es de destacar la valía del teldense Tomás Arias de Marín y Cubas, quien naciera el 29 de noviembre de 1683, a dos centurias de la finalización de la conquista de la isla. Este afamado teldense se licenció en Medicina, Filosofía, Cirugía, Astrología e Historia, siendo autor de numerosos trabajos, si bien el más importante fuera su “Historia de las Siete Islas Canarias. Origen, Descubrimiento y Conquista”, obra que realizó en tres tomos.
No hemos podido encontrar datos que sitúe en fecha exacta la muerte de Marcos García del Castillo, pero que pensamos fuera muy cerca de 1670, habida cuenta de la media de vida de la población de entonces.
Toponimia del lugar:
La toponimia “San Gregorio” data desde 1866, año en el que se finalizan las obras de construcción del templo neoclásico actual, que mediante proyecto del arquitecto Diego Nicolás Eduardo, se fue realizando paulatinamente durante casi 90 años. Una vez ultimada la construcción del templo, se adopta como patrono del mismo a San Gregorio Taumaturgo, bajo cuya advocación se pone éste.
El templo de Los Llanos, ocupa el mismo solar que anteriormente ocupara la ermita que mandara construir Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela, tras finalizar la conquista de la isla en los inicios del siglo XVI. Más tarde en la segunda década del siglo XVII se ha de reconstruir la misma por ofrecer amenaza de ruina, ampliándose la capacidad de la primera, pero ambas orientadas de Norte a Sur. Esta ermita estuvo bajo la advocación de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Con el cambio de la toponimia de “San Gregorio”, empieza a caer en desuso la de “Los Llanos”, que fue el primer nombre que tomó el barrio de “arriba” o “Los Llanos de Jaraquemada”, por tener allí tierras y un ingenio de moler caña de azúcar Gonzalo de Jaraquemada, quien los adquirió a Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela, una vez éste cumpliera las condiciones de la data otorgada por Pedro de Vera.
Dentro del barrio y concretamente en esta zona, todo el sector hasta mediados de la década de 1950 se denominó “El Cascajo”, en alusión directa a la propia conformación del suelo, compuesto de escoria, lapilis y otros tantos residuos de erupciones volcánicas.
Lo que desgraciadamente no nos ha llegado en su estado primigenio, ha sido un roque volcánico que hay en las inmediaciones de lo que hoy es la entrada a la calle Lepanto. Se trataba de una hermosa edificación cuya formación geológica debió ser, al igual que otras tantas en las islas, tras las erupciones que se producen a finales del terciario y principio del cuaternario, las cuales al enfriarse se solidificaron, dando forma y vida al relieve insular. Es enorme y señorial, es una obra de la naturaleza que se ha medio destruido por permitirse la realización de obras de hormigón en sus aledaños.
El subsuelo de este sector, en una franja comprendida entre la calle Santo Domingo y la de Eduardo Dato, de Naciente a Poniente y, entre el Barranco de Los Ríos y el de La Rocha, de Norte a Sur, es casi en su totalidad un manto de lava petrificada, a la cual se suele denominar popularmente “cascajo”.
Efemérides:
Se cumplen hoy 102 años, de aquel 8 de enero de 1913, día en el que se constituyó el Cabildo Insular de Fuerteventura con la proclamación de los consejeros Juan Domínguez Peña, Secundino Alonso, Isaac Negrín, Juan S. Marrero, Hermenegildo González, Matías López, Manuel Morales, Miguel J. Velázquez, Manuel Sánchez, Gumersindo Martel, Domingo Peña y Eustaquio Gopar. En la actualidad, la institución insular viene celebrando la efemérides del centenario de su constitución desde el 2010 como consecuencia que esta fecha coincide con la fecha de la redacción del Plebiscito redactado por el abogado majorero Manuel Velázquez Cabrera y presentado en las Cortes por el diputado Pi y Arsuaga en noviembre de 1910. Dicho documento contenía las reivindicaciones de las islas periféricas contra el centralismo. Los impulsores logran reunir más de 3.000 firmas en Lanzarote, La Gomera, El Hierro y Fuerteventura. Las clases dirigentes de estas islas reclaman poder político para tratar de frenar la pérdida de poder económico. Además, demandan no solo un gobierno insular, sino acceder a la representación directa ante Madrid.
El 11 de julio de 1912 se aprobó la Ley de Cabildos. La sesión constitutiva del Cabildo Insular de Fuerteventura comienza a las 12:00 horas del día 16 de marzo de 1913. Desde entonces han desfilado por la presidencia de la institución majorera Juan Domínguez Peña, José Castañeyra Carballo, Secundino Alonso y Alonso, Casto Martínez Gallego, Francisco Medina Berriel, Lorenzo Castañeyra Schamann, Jerónimo Velázquez Curbelo, Francisco García Sanabria, Luis Herrera Rodríguez, Manuel Sánchez Évora, Ramón Peñate Castañeyra, Roque Calero Fajardo, Guillermo Sánchez Velázquez, Santiago Hormiga Domínguez, Casto Martínez Soto, Gerardo Mesa Noda, José Juan Herrera Velázquez, Ildefonso Chacón Negrín y Mario Cabrera González. De todos ellos, solo cuatro continúan vivos: Guillermo Sánchez, Gerardo Mesa, José Juan Herrera y Mario Cabrera.
Un día tal como hoy hace ahora mismo 55 años, es decir el 8 de enero de 1959, se produce la entra triunfante en La Habana del comandante Fidel Castro y su ejército de “barbudos”. Este hecho se produce tras el abandono de la isla de Cuba, el día 1 del mismo mes por parte del dictador Fulgencio Batista. El Ejército Rebelde se adentró la madrugada de ese primer día del año en Santiago de Cuba, mientras que los comandantes Camilo Cienfuegos y Ernesto “Che” Guevara tomaban los cuarteles de Yaguajay y Santa Clara, y fijaban rumbo hacia La Habana para hacerse del Campamento de Columbia y la fortaleza de La Cabaña. La Revolución empieza ahora. La Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo, en esta etapa inicial, y en qué mejor lugar para establecer el Gobierno de la República que en esta fortaleza de la Revolución”, dijo Fidel Castro aquel enero desde el Parque Céspedes, en Santiago de Cuba.
Desde ese momento que significó una nueva etapa para Cuba y América Latina. Fue el nacimiento de un nuevo modelo social, político y económico, de un nuevo esquema en el que la igualdad era el punto de partida. Ya habían pasado más de cinco años del asalto al Cuartel Moncada, hecho que desencadenó la lucha armada contra la dictadura de Batista. Atrás quedaba la prisión y el exilio. Patente quedaba el recuerdo de la travesía en el Granma, que partió el 25 de noviembre de 1956 del puerto de Tuxpan en las costas mexicanas de Veracruz, y que desembarcó el 2 de diciembre de ese año en las costas orientales de Cuba. La victoria llegaba luego de la férrea lucha que vivió Cuba desde oriente, desde la Sierra Maestra, donde las fuerzas militares de Batista -apoyadas por el imperio norteamericano- atacaron y disolvieron la gesta encabezada por el Comandante Fidel Castro junto a un grupo de 80 expedicionarios.
Contemplando hoy este amanecer, parapetado entre las sombras de nuestro entorno, nos extasiamos con la luz que explota allá en el horizonte y, esta diferencia de la luminosidad de nuestro primer plano con el de más allá, nos sumerge en la perplejidad y la duda, sobre los motivos que llevan a los seres humanos a escribir la historia de la humanidad, así como, de la mayor o menor imparcialidad en el momento del relato, de la infravaloración de los hechos y los personajes, mitificando a unos y ninguneando a otros tantos.
Por más que lo intentamos, no hemos podido conseguir mayor información sobre el personaje de Marcos García del Castillo, salvo los méritos de haber nacido en el seno de una ilustre familia y que tal vez, para huir de los posibles problemas del hambre o las enfermedades que arrastraba la población de entonces a los umbrales de la miseria, se dedicada a la vida religiosa, más acomodada y segura.
Por si fuera poco, goza de varios privilegios, entre los cuales se encuentra el cargo de “Consultor y Calificador de la Inquisición”, con lo cual se vio investido de una gran consideración y un alto poder autoritario sobre el resto de la población. De todos es sabido que estos fanáticos de la Inquisición se prestaban a cualquier argucia para ganar el favor y apoyo de las autoridades civiles y militares, a fin de ejercer las purgas que considerara necesaria contra los pobres diablos que eran, por lo general, injustamente sometidos a sus “autos de fe”. Seguramente este cargo fuera el amparo de los perfectos herejes y cobardes que no dudaban en condenar a cualquier inocente tras las torturas pertinentes.
Nada que ver pueden tener los hechos que fundamentaron la creación del Cabildo Insular de Fuerteventura, como fruto de una justa reivindicación y una lucha leal o la misma revolución cubana, mediante la cual el pueblo se libera de la dictadura de Batista, aunque luego tengan que despojarse de los estadounidenses, que disfrazan la ayuda al pueblo cubano pretendiendo ejercer el dominio y tomar posesión de la isla como una colonia más.
Encaminamos nuestros pasos a otro lugar, nos vamos con rumbo de Naciente a la Playa de La Garita, donde visitaremos la calle Margarita, a fin de conocer algo más del lugar de su ubicación y sobre esta planta herbácea, pero eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto… cuídense.
Sansofé.
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