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Sábado, 04 de Octubre de 2025

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Calle de Manuel de Falla en San Antonio-Telde (Foto Luis A. López) Calle de Manuel de Falla en San Antonio-Telde (Foto Luis A. López)

San Antonio 'embruja' a Manuel de Falla

Una calle del barrio teldense recuerda al famoso compositor gaditano

cojeda Domingo, 14 de Diciembre de 2014 Tiempo de lectura:

Paseamos hoy por el barrio de San Antonio, donde vamos en busca de la calle Manuel de Falla, encontrando su inicio en la calle Alto de los Leones, desde donde con orientación Norte-Sur y, tras recorrer unos 100 metros, aproximadamente, va a finalizar en un fondo de saco o lugar sin salida.
 
Por el Naciente linda con la calle Echegaray y por el lado del Poniente lo hace con el Camino de la Vizcaina.
 
Esta nominación aparece por primera vez en los documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1970 y, desde entonces ha pasado a formar parte del Callejero del distrito 5º, sección 1ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
 
No obstante, no disponemos de documentación fehaciente en la que basarnos para poder determinar con exactitud la fecha de su nominación.
 
Sinopsis de la nominación
Manuel María de los Dolores Falla y Matheu, nació el 23 de noviembre de 1876 en el domicilio familiar de la Plaza de Mina número 3, en Cádiz... Recibió sus primeras lecciones de solfeo de mano de su madre, intérprete de piano, y su abuelo. A los 9 años de edad continuó sus estudios musicales con una profesora de piano llamada Eloísa Galluzo. Además su nodriza le enseñó nanas y canciones populares que dejaron huella en él. En 1889 prosiguió sus estudios de piano con Alejandro Odero y aprendió armonía y contrapunto con Enrique Broca.
 
A los quince años sus intereses eran principalmente la literatura y el periodismo. Con un grupo de amigos fundó la revista literaria "El Burlón" y en 1890 participó en una segunda titulada "El Cascabel", que terminó dirigiendo. En 1893, tras asistir a un concierto en Cádiz donde se interpretaron, entre otras, obras de Edvard Grieg sintió, según sus propias palabras, que su "vocación definitiva es la música".
 
A partir de 1896 comenzó a viajar a Madrid, donde asistió al Real Conservatorio de Música y Declamación. Allí se perfeccionó en piano con José Tragó, un condiscípulo de Isaac Albéniz. En 1897 compuso Melodía, una obra para violonchelo y piano y dedicada a Salvador Viniegra, ya que Falla participaba en las sesiones de música de cámara que se realizaban en casa de éste.
 
Ese mismo año se trasladó definitivamente a Madrid, donde al año siguiente finalizó con honores sus estudios en el Conservatorio. Al año siguiente superó, con la calificación de sobresaliente, los tres primeros años de solfeo y cinco de piano en el Conservatorio, en calidad de alumno libre, y compuso Scherzo en do menor. En 1899 terminó los estudios oficiales en la Escuela Nacional de Música y Declamación y obtuvo, por unanimidad, el primer premio de piano de dicho centro. Estrena sus primeras obras: Romanza para violonchelo y piano, Nocturno para piano, Melodía para violonchelo y piano, Serenata andaluza para violín y piano, Cuarteto en Sol y Mireya. Por esa época, el joven músico añadió el "de" a su apellido, con el que sería conocido.
 
Falla conoció a Felipe Pedrell en 1901 en Madrid. Éste fue una gran influencia para el compositor gaditano ya que despertó en él el interés por el flamenco y, en especial, por el cante jondo. Compuso obras como “Cortejo de gnomos” y “Serenata”, ambas para piano y tras componer algunas zarzuelas, hoy perdidas u olvidadas, como “Los amores de Inés” y “Limosna de amor”.
 
Los años de estudio en la capital española culminaron con la composición, en 1904, de la ópera “La vida breve”, en colaboración con Carlos Fernández Shaw, que se hizo acreedora del primer premio de un concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Aunque las bases del concurso estipulaban que el trabajo ganador debía representarse en el Teatro Real de Madrid, Falla hubo de esperar ocho años para dar a conocer su partitura, no en Madrid sino en Niza (Francia). Dado de que no conocía todavía Granada, la ciudad en la que se ambienta esta ópera, Falla pidió información a su amigo Antonio Arango. De esta época son los “Cantares de Nochebuena”.
 
La siguiente etapa de su formación tuvo lugar en Francia. En 1907 se afincó en París, por consejo de Joaquín Turina y Víctor Mirecki Larramat, y allí entró en relación con Claude Debussy, Maurice Ravel, Paul Dukas, Isaac Albéniz, Alexis Roland-Manuel, Florent Schmitt, Ricardo Viñes y Pablo Picasso. Es difícil saber qué experiencia vívida puede cambiar el rumbo de una sensibilidad artística creadora pero la relación que Falla mantuvo con estos músicos en París influyó de manera determinante en su música posterior.
 
El 15 de abril tuvo lugar el estreno de la primera versión de “El amor brujo”, en el Teatro Lara, interpretado por Pastora Imperio en el papel de Candelas y bajo la dirección orquestal de José Moreno Ballesteros, padre de Federico Moreno Torroba, quien tocó la parte de piano.
 
Manuel de Falla llegó a convertirse en uno de los ejes de la vida cultural granadina gracias a su amistad con Miguel Cerón, Fernando de los Ríos, Hermenegildo Lanz, Manuel Ángeles Ortiz y, sobre todo, Federico García Lorca.
 
Se unió a Miguel Cerón, Federico García Lorca, Hermenegildo Lanz y otros miembros de la "tertulia del Rinconcillo", para celebrar un concurso de cante jondo a fin de rescatar el "canto primitivo andaluz". El festival musical se materializó los días 13 y 14 de junio en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra.
 
El 12 de diciembre, Manuel de Falla y Ángel Barrios fueron propuestos como académicos por la Real Academia de Bellas Artes de Granada, siendo finalmente admitidos por unanimidad como académicos de número el 21 de febrero del año siguiente.
 
El 28 de septiembre de 1939, después de la Guerra Civil Española y ya comenzada la Segunda Guerra Mundial, Manuel de Falla se exilió en Argentina, a pesar de los intentos de los gobiernos del general Francisco Franco, que le ofrecían una pensión si regresaba a España. Fue nombrado Caballero, con el grado de Gran Cruz, de la Orden de Alfonso X el Sabio en 1940. Vivió en su exilio argentino gracias a la ayuda de algunos mecenas, entre ellos la familia Cambó, y lo hizo de forma tranquila en una casa en las sierras, donde su hermana cuidaba de él, ya que casi siempre estaba enfermo. Finalmente, falleció el 14 de noviembre de 1946 tras sufrir una parada cardiorrespiratoria. Su cadáver fue traslado desde Argentina a Cádiz y sepultado en la Catedral de la provincia.
 
Como homenaje a su labor artística, el Banco de España decidió emplear un retrato de Manuel de Falla en el anverso de los billetes de 100 pesetas, que fueron emitidos a partir del 17 de noviembre de 1970.
 
Toponimia del barrio
El día 29 de Abril de 1483, finaliza la conquista de la isla y se incorpora a la Corona de Castilla, a raíz de ello, el gobernador Pedro de Vera ordena a sus capitanes Ordoño Bermúdez y Pedro de Santi Esteban, el establecimiento a orillas del Barranco Real de Telde (un caudaloso río por aquel entonces) y la realización de fortificación y edificaciones, para evitar así, nuevos focos de resistencia aborigen, hechos que nos hablan de los origen de la fundación de nuestra Ciudad.
 
Con el paso del tiempo destacan de tres importantes núcleos de población San Juan, Santa María la Antigua (hoy San Francisco) y Llanos de Palenzuela o Jaraquemada (hoy San Gregorio).
 
Estos núcleos se consolidaron y fueron creciendo y su entorno, se mantuvo hasta aproximadamente el año 1850 gran parte de la población, hasta que se produce la dispersión de la misma con motivo del cambio de los cultivos y las epidemias que asolan a la población aglomerada en las inmediaciones del Casco Urbano, por aquel entonces carente de medidas sanitarias, propiciando que aparezcan nuevos núcleos, entre los cuales, se cuenta con El Tabaibal y La Taborda, zonas que al expandirse hacia el Poniente hace que surja el hoy barrio de San Antonio, ubicado al Naciente del barrio de San Juan.
 
Fue una zona de muy buenas tierras de cultivo, que facilitó el establecimiento de familias de agricultores y ganaderos en minifundio, característica que se observa en casi todas las familias que conformaron la dispersión. Estas circunstancias llegaron hasta mediados del último tercio del siglo XX, donde recordamos ver cultivos de plataneras, de millo, de papas y otros tantos productos agrícolas. Cuando andábamos por los caminos serpenteantes entre las fincas y respirábamos el aroma de los azahares, se nos alegraba la vista con las flores de pascua y las cañaveras que crecían a orillas de las acequias. Era un ambiente tan puro y sano como la propia naturaleza.
 
Luego la agricultura cayó en declive por la mala gestión oficial del mercado y dejó paso a la especulación del suelo, se dejaron de cultivar las tierras, se parcelaron las mismas, se vendieron solares y nos encontramos hoy en día con plantaciones de hormigón y bloques que se han sembrado sobre el asfalto de viales como el que hoy visitamos, donde antes hubo un vergel, del que hoy quedan unos vanos testimonios.
 
Entrañablemente familiar, ha sido siempre para mí el barrio de San Antonio, de gente llana y sincera, de gente trabajadora que transita desde las primeras horas, con la aurora y hasta el atardecer, para reunirse una vez finalizada la jornada en los mentideros, a contar u oír anécdotas del vivir cotidiano o lo que es lo mismo, de la propia vida que se ha recorrido.
 
El saber popular hace acto de presencia, y de él se aprende lo que no está escrito en los libros, es donde el testimonio fiel firma compromiso de honorabilidad entre las personas con solo dar la palabra y estrechar las manos, donde se transmite la sabiduría consensuada por el paso del tiempo de generación en generación.
 
Efemérides
Hace ahora mismo 245 años, de aquel 14 de diciembre de 1770, día en el Cabildo Catedral decide traer nuevos médicos para el hospital de San Martín, suspendiendo el contrato a los doctores Makintosh y Scarzoli. Se acordó estipular una paga de 125 ducados para el médico nuevo, y si además era cirujano ganaría 50 ducados más. En el año 1773 llegó el valenciano Francisco Fai, cobrando 250, y al año siguiente pagarían 300 ducados al cirujano Sopena. El índice de mortalidad ascendía al 16% y el tratamiento más común eran las unciones mercuriales, que se aplicaban a 10 pacientes cada mes. Los muertos eran enterrados en el campo santo, donde el llamado perrero tenía la obligación de hacer hoyos, bien profundos, y de no enterrar a más de un cadáver por hoyo. En caso de infringir estas normas, se le castigaba con una multa por importe de un ducado.
 
La fundación del Hospital de San Martín tuvo lugar el 28 de octubre de 1481 por Martín González de Navarra. Ese día dictaba su testamento para crear una institución de acogida de enfermos y pobres necesitados de asistencia sanitaria. El edificio estaba ubicado en paralelo a la iglesia del Sagrario y las capillas situadas al norte de la catedral. Entre la iglesia del hospital y la catedral existía una calle llamada de San Martín, cuyo ancho era el suficiente para el paso de una carreta. El recinto hospitalario contaba con dos salas de permanencia, una para hombres y otra a mujeres, más las habitaciones del servicio, la cocina, el área de los asistentes, una iglesia de regular tamaño, la huerta y un camposanto. A ellas se unió la sala destinada a los expósitos (ubicados en el edificio desde la segunda mitad del siglo XVII) y sus cortas dependencias anexas.
 
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 103 años, es decir el 14 de diciembre de 1911, el equipo del noruego Roald Amundsen, formado por él y cuatro hombres más, con la ayuda de 24 perros que tiran de sus trineos, alcanza el Polo Sur, lo que los convierte en los primeros seres humanos en llegar a ese gélido lugar. 35 días antes que la expedición de Scott. Amundsen levantó en pleno polo su campamento, llamado Polheim. Decidió dejar una tienda con una carta en su interior, que daría testimonio de su logro en el caso de que el equipo no pudiese regresar a Framheim. La expedición de Scott, bastante desafortunada, alcanzaría el polo 34 días después. El equipo regresó a Framheim el 25 de enero de 1912, con once perros, después de 99 días de viaje de ida y regreso al polo. Ante la falta de medios de comunicación, el éxito de Amundsen no fue anunciado públicamente hasta el 7 de marzo de 1912, cuando el equipo llegó a Hobart, en Australia. Todo su viaje sería narrado en su libro “El polo sur, un informe de la expedición antártica noruega en el "Fram".
 
Roald Engelbregt Gravning Amundsen, nació en Borge (Østfold), Noruega, el día 16 de julio de 1872 y falleció en el Mar de Barents, el día 18 de junio de 1928). Fue un explorador noruego de las regiones polares. Dirigió la expedición a la Antártida que por primera vez alcanzó el Polo Sur. También fue el primero en surcar el Paso del Noroeste, que unía el Atlántico con el Pacífico, y formó parte de la primera expedición aérea que sobrevoló el Polo Norte. Contaba con una excelente formación marinera y una especial habilidad en las técnicas de supervivencia, aprendidas en parte de su experiencia en deportes invernales, en la vida de los esquimales y en las expediciones que le precedieron. En sus diferentes expediciones contó con un renombrado equipo en los campos de la navegación, del esquí, de la ingeniería aeronáutica y de la aviación. Amundsen desapareció el 18 de junio de 1928 mientras volaba en avión en el transcurso de una operación de rescate en el Ártico.
 
Se dan en la vida del ser humano una serie de hechos que marcan directa o indirectamente las pautas en las relaciones sociales y, con ellas, las directrices de la sociedad en la que nos movemos.
 
La razón principal de la cultura conlleva el crecimiento del individuo como miembro de la colectividad y la suma de todas esas individualidades, no cabe la menor duda, que da vida y forma a una sociedad más cercana a la perfección, dado que en la misma primaran el cúmulo de valores que dimanan del índice cultural, que regulará de alguna forma las pautas de la convivencia.
El conocimiento de las obras del maestro Manuel de Falla, la inmensurable labor desarrollada en el Hospital de San Martín en duras épocas de epidemias o la culminación de los logros de Roald Amundsen nos hablan claramente de la evolución social que cada una de ellas y otras tantas, han supuesto en la vida de la humanidad.
 
Sin ellas, no podríamos apreciar la belleza musical que nos transmitió Falla y el relax que supone para el alma su audición. Sin la labor desarrollada en el Hospital de San Martín, el mapa sanitario en nuestro Archipiélago Canario, tendría muchas más carencias y sin los logros de Roald Amundsen desconoceríamos grandes espacios de nuestro planeta, no sabríamos que hay más allá de nuestro horizonte cercano.
 
Puede que para algunos, todo esto tenga muy poca importancia y que no es esencial su conocimiento, pero tal vez tenga mucha más importancia no saber cómo hemos llegado a nuestros días en esta civilización, sin el concurso de aquellos otros, dado que cada uno de ellos, ha supuesto un escalón para llegar a nuestro presente.
 
Todo se fundamenta en la asimilación del conocimiento y su repercusión social, aunque no le quieran llamar quehacer cultural, de igual forma, sin la luz en el amanecer no habría esa tonalidad de colores.
 
Damos por finalizada nuestra visita de hoy, guardamos en la gena todo lo positivo que hayamos podido tratar y, emprendemos una nueva caminata, esta vez con rumbo de Poniente, nos vamos al barrio de San Gregorio, donde visitaremos la calle Manuel García Oliva (Concejal), a fin de conocer algo más sobre el lugar de su ubicación y sobre este personaje de la historia de nuestro municipio, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Cuídense mientras tanto.
 
Sansofé.
 
 
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