Paseamos hoy por el barrio de San Gregorio, concretamente por la zona denominada El Contrapeso, en la denominada Urbanización de la Vega de Telde, donde vamos en busca de la calle Luis Moreno Jiménez (Benefactor), encontrando su inicio en la calle Eugenio M. Peñate Suárez (Párroco), desde donde con un trazado de Sur a Norte y tras recorrer unos 120 metros, aproximadamente, va a finalizar en la Rambla José Sánchez Rodríguez (Belenista).
Por su lado del Poniente linda con la calle Antonio García Vega (El Raspa) y por el Naciente lo hace con el diseminado de Las Bachilleras.
Esta nominación fue aprobada por el Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 22 de febrero de 2007 y desde entonces, ha pasado a formar parte del Callejero del distrito 2º, sección 7ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
Sinopsis de la nominación
Luis M. Moreno Jiménez, nace en la ciudad de Telde el día 25 de agosto de 1952, donde también realiza sus Estudios Primarios y Secundarios.
Posteriormente, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, realiza los Estudios de Magisterio y luego los de contabilidad, ya que, su verdadera vocación estaba en las finanzas y las matemáticas.
Tras varias etapas en el mundo laboral, ya casado, prepara las oposiciones para su ingreso en la Administración del Estado (Tesorería General de la Seguridad Social), lugar en el que por promoción interna asciende a la categoría de Jefe de Negociado.
Desde muy joven mostró mucho interés por el deporte, practicando primero el atletismo y más tarde el fútbol. Cuando dejó la práctica del mismo ejerció como entrenador de fútbol.
En sus ratos libres, dedicaba todo el tiempo a la enseñanza del fútbol a los niños de diferentes barrios del municipio, en los diversos colectivos de la categoría juvenil, inculcándoles en todo momento las buenas maneras en la práctica del deporte y el respeto absoluto a sus contrincantes.
En su faceta social, llegó a formar parte de la Junta Directiva de la Asociación de Vecinos San Ramón Nonato, del barrio de El Caracol, siendo incluso Secretario de la misma y organizador de los festejos del barrio.
Luis fue organizador de muchas campañas de ayuda a vecinos necesitados, recorriendo los diferentes domicilios del barrio e incluso visitando a algún que otro comerciante.
Su sensibilidad le llevó a organizar incluso campañas para la ayuda a damnificados de diversas catástrofes que sucedieran en otras partes del mundo, las cuales gestionaba a través de la Cruz Roja Española.
Fue siempre una persona seria, respetada y considerada por todos aquellos que le conocieron, dejando un bello recuerdo cuando la muerte le sorprende repentinamente en el año 2005, a temprana edad.
Toponimia del lugar
Contrapeso, como indica su propio nombre, es poner peso en la parte opuesta o contraria para lograr un equilibrio en una báscula o palanca, que tenga el punto de apoyo en el centro de los brazos.
Esta terminología se empleó en su momento para definir la acción de compensación del valor de los terrenos en función de su condición natural.
Después del reparto de tierras y aguas, tras finalizar la conquista de la Isla, por parte del Gobernador Pedro de Vera se dictan datas para la concesión de terrenos y aguas para ser explotadas por sus beneficiarios, quienes generalmente eran militares participantes en la conquista o colonos hacendados que financiaron parte de la misma.
En estos repartos había terrenos de mayor o menor productividad, por la situación de los mismos, la presencia de agua en sus inmediaciones o la constitución de aquellos. Las zonas pedregosas de poco valor, eran concedidas para compensar aquellas partes que no resultaban beneficiadas respecto a otras de mejor situación.
Esta condición se da generalmente con los terrenos muy próximos o lindando con los cauces de los barrancos, cual es el caso del lugar que hoy nos ocupa y cuya terminología da nombre al lugar que visitamos.
La nominación de El Contrapeso, aparece en documentos testamentarios de mediados del siglo XVII, cuando después de finalizado el ciclo del cultivo de la caña de azúcar, se implanta el cultivo de la vid y se hace necesario expandir las tierras de cultivo a lugares que hasta el momento no eran productivos, originando numerosas labores de rochado de tierras para adaptarlas a las nuevas explotaciones agrarias, que tanto esplendor dieron a nuestra tierra con su industria vinícola y sus excelentes caldos, afamados en gran parte de Europa.
Hoy, cuando visitamos el lugar y nos asomamos al cauce del Barranco de Las Bachilleras, que es el que pasa al Naciente del sector donde se ubica este vial, apreciamos paredes de piedra seca medio derruidas y edificaciones agrícolas totalmente en ruina, que son mudos testigos de un pasado próximo, como lo es ese acueducto que no conduce agua a ningún sitio, un testimonio más de lo que fue y ahora ya no es.
Ahora, las señas que presentan las paredes, los canales de riego, los estanques vacíos, los pozos sin trabajar y los terrenos baldíos, constituyen una sinfonía de silencios y mudos lamentos, de aquellos que ausentes ya no trabajan, ya no dejan su sudor sobre la tierra, precisamente porque también ya no están entre nosotros. La desolación petrificada en el ambiente habla de aquello que posiblemente ocurriera, de lo que realmente pudo haber sucedido durante tanto y tanto tiempo frente a lo que se ha contado como historia, del amor por nuestra tierra frente al desamor de la ignorancia o el desconocimiento de aquel, el otro, tu o yo mismo.
La Urbanización donde se ubica este vial, denominada Vega de Telde, trata con su nombre de arrastrar precisamente ese pasado de frondosidad y fertilidad del que anteriormente hacíamos referencia, aunque hoy estos terrenos lo conforman el asfalto y las edificaciones. La evolución social se impone y el romanticismo o el apego al pasado de poco o nada sirve ya.
Es una urbanización ésta, que se ha quedado a medio construir, ya que, al estallar la burbuja inmobiliaria la crisis económica ahoga el sector de la construcción y el censo de desempleados se dispara. Esa fue una de las alternativas sin sostenibilidad alguna, que el gobierno de la nación nos dejó a cambio de arrebatarnos la economía del agro canario que ha arruinado nuestros campos.
Efemérides
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 170 años, es decir el 5 de Octubre de 1844, fallece en Moya el general Francisco Tomás Morales Afonso. Su entierro estuvo presidido por el gobernador militar, plana mayor y autoridades civiles de Gran Canaria. En el sepelio le fueron rendidos honores militares por doscientos soldados de las guarniciones de Telde y Las Palmas de Gran Canaria, al mando del coronel José Quintana. Sus restos mortales fueron trasladados por un solemne séquito al panteón familiar de su finca de San Fernando en la villa de Moya. Este valeroso y afamado militar había terminado sus días dedicado a la agricultura.
Francisco Tomás Morales había nacido el día 27 de diciembre de 1781, en el barrio de El Carrizal, del T.M. de Ingenio, aunque en aquella época estaba adscrito a la Villa de Agüimes. Emigró muy joven a América y en la capitanía general de Venezuela se alistó como soldado en el año 1804 y por su valor en el combate fue ascendido rápidamente, hasta el punto de que ya en el año 1816 llegó al empleo de brigadier. Años más tarde en 1821 ascendió al empleo de mariscal. Regresa a España y el rey le nombra como Capitán General de Canarias en el año 1826. Como compensación de la deuda pendiente de cobro por sus servicios en Venezuela, se le concedió una data en la selva de Doramas en 1831. Fue distinguido con la Cruz Laureada de San Fernando.
También sucedió que un día tal como ayer, es decir el 4 de octubre de 1942, hace ahora mismo 72 años, nació en Santa Cruz de Tenerife, Justo Gilberto González Expósito, futbolista español que desempeñó las labores de centrocampista. Debutó en el año 1961, con 20 años de edad, en Primera División en el fugaz paso del Club Deportivo Tenerife por esa categoría. En Segunda División consigue su mejor marca goleadora con 13 tantos en la temporada 1966/67. En 1967 ficha por la Unión Deportiva Las Palmas, en donde se le apoda Gilberto II por coincidir en este equipo con Gilberto Rodríguez Pérez. Permaneciendo en la UD Las Palmas hasta 1974. Ese año vuelve al equipo donde debutó, jugando en él tres temporadas antes de retirarse.
Maduró como futbolista en Segunda, categoría en la que logró sus mejores realizaciones, antes de su fichaje por la Unión Deportiva Las Palmas, con la que dos años más tarde saboreó las mieles del subcampeonato de Liga dentro de un equipo de ensueño con Gilberto I, Tonono, Guedes, Germán, Martín, entre otros, entrenado por Luis Molowny. A comienzos de los setenta debutó en Europa, donde alcanzó los octavos de final de la Copa de la UEFA y fue convocado tres veces por la selección española, aunque nunca llegó a debutar como internacional. Gilberto representa también lo que en el argot futbolístico se ha bautizado como un hombre de la casa. Vinculado siempre al fútbol base del Tenerife, bien como responsable de algún filial o bien como ojeador, desempeñó en varias ocasiones la labor de técnico interino y/o segundo entrenador. Tras una larga enfermedad, fallece en su ciudad natal el día 12 de mayo de 2012.
Cuando pasa el tiempo desde que ocurrieron los hechos que dimanan del quehacer de una persona, a la que en su momento no prestamos atención alguna, se dan una serie de circunstancias que cuando menos, me parecen tan absurdas como incongruentes, ya que, se producen diversas situaciones.
Hay personas que tenemos viviendo a nuestro lado, que realizan una gran labor social y, a los cuales, tal vez por no tener nosotros mismos los arrestos necesarios para emprender similares acciones, minimizamos o ninguneamos las suyas, cuando llegamos incluso desde la total ignorancia a no mostrar interés alguno por ellas y terminamos desconociéndolas. Algo parecido ha sucedido con la obra y vida de Luis M. Moreno Jiménez, al que su sencillez y humildad le hicieron hacer pasar desapercibido, ya que, ese era su propósito.
Han de morir esas personas, para que luego alguien hable de su altruista labor social, valoren la misma en su justa medida, aunque a destiempo y, entonces nos apuntamos todos al carruaje de la actualidad y el conocimiento, presuntuosos a todas luces y, llegamos a considerarnos honrados del tiempo que vivimos junto a ellas, como si fueran parte de algo nuestro, besando y jurando un decálogo de falsedades que nos denuncian de haber estado en el otro lado de la orilla, en el opuesto.
La lucha, el arrojo, la valentía, la caballerosidad y la profesionalidad militar de Francisco Tomás Morales Afonso, se ha nombrado en contadas ocasiones y salvo en su municipio natal, en el resto del archipiélago, su figura es la de un gran y famoso desconocido, sobre el que pesa la losa del olvido. Fueron muchas las victorias que obtuvo en el campo de batalla en favor de la nación, por las que fue reiteradamente condecorado, llegando ostentar las mayores condecoraciones militares, pero por los motivos que fuera, no figura en la historia de nuestra nación como un prócer.
A fin de cuentas, era una persona nacida en las colonias españolas del Archipiélago Canario y su importancia ante cualquier otro español peninsular del momento hubo que minimizar (Alvarado, Pamochamoso, etc.). No obstante, en nuestras islas realizó una gran labor en la organización, instrucción de las milicias y dotación de armamento, a costa de su patrimonio, por entender que era la única forma de defender nuestro suelo de los ataques de los piratas ingleses, holandeses, franceses y berberiscos, dado el abandono que la “madre patria” nos dispensaba y nos sigue dispensando desde siempre.
Pocos son los futbolistas, salvo raras excepciones y aquellos que son muy famosos y cobran millonarias cantidades por sus servicios, que realicen una labor futbolística con tanto tesón y entrega como lo hacía Justo Gilberto (Gilberto II), quien recordamos que parecía que nunca se le acababa el pundonor o el fuelle, lo mismo defendiendo que atacando, le vías en una jugada de defensa y al instante era capaz de marcar un gol en la portería contraria. Era un todo terreno pletórico de fuerza, clase y pundonor. No obstante, fue una época en la que la U.D. Las Palmas estaba considerada como uno de los mejores equipos del país, llegó a ser subcampeón de liga y en varias ocasiones finalizar la liga entre los cinco primeros.
Fue la maravillosa época en la que militaron jugadores como Tonono, Guedes, Germán, Gilberto I, León, Castellano, Martín Marrero, Gilberto II, Ulacia, Oregui y Aparicio, entre otros. Era un equipo eminentemente de la cantera canaria en su mayoría y se dejaban la piel sobre el césped por el amor a los colores y a la tierra, mientras que en otros equipos las cantidades que se abonaban a los jugadores eran suntuosas. Nadie se quería ir a jugar fuera a pesar de las ofertas económicas tentadoras. En ese equipo el fútbol que se practicaba se convertía en un espectáculo de clase y precisión, elegante y vistoso, que hizo la delicias para su afición y en toda la península. Llegó a contar en una ocasión con cinco jugadores en la Selección Española, fue la edad de oro.
Dejamos a un lado nuestra visita de hoy, guardamos en la gena todo lo positivo que hayamos podido tratar y, emprendemos una nueva caminata con rumbo hacia el Naciente, nos vamos a la Playa de Melenara, para visitar allí la calle Luis Morote, conocer algo más del lugar de su emplazamiento y sobre este personaje de la política española, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto cuídense.
Sansofé.
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