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Domingo, 19 de Octubre de 2025

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Calle Lomo Caraballo (Foto Luis A. López Sosa) Calle Lomo Caraballo (Foto Luis A. López Sosa)

Caraballo se convierte en calle en La Pardilla

La vía adopta la toponimia con el que se conocía este sector por su propietario

Cristina Domingo, 20 de Julio de 2014 Tiempo de lectura:

En esta cálida mañana nos hemos ido de paseo al barrio de La Pardilla, donde vamos en busca de la calle Lomo Caraballo. Su inicio lo encontramos en la calle Piedra Grande, desde donde parte con orientación Poniente-Naciente y, tras recorrer unos 290 metros, aproximadamente, va a desembocar a la Autovía GC-1 (antes Carretera general al Sur, con tan solo dos carriles, uno en cada sentido de la circulación).
 
Por el Norte tiene paralelo el cauce del Barranco Real de Telde y por el Sur la calle Raimundo Lulio.
 
Esta nominación la encontramos por primera vez como calle en los documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1985, no pudiéndose precisar la fecha de su aprobación por carecer de documentación al respecto.
 
Anteriormente, era una toponimia que daba nombre al sector, al igual que Piedra Grande, pero que posteriormente se rescatan como nominación de viales para evitar su extinción.
 
No obstante, desde esa fecha pasa a engrosar las calles que componen el Callejero del distrito 5º, sección 3ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
 
Sinopsis de la nominación 
Lomo Caraballo, es una toponimia antigua que definía todo el sector de su localización y como tal es una toponimia-antroponimia, ya que, se trata de un lomo que se asoma a la Autovía GC-1, antes antigua Carretera general al Sur y que además, recibe el apellido de su antiguo propietario, como era usual en la designación de la nominación de los lugares, al objeto de facilitar su localización.
 
Al parecer el propietario de los terrenos allí ubicados, según documentos fechados en el año 1601, era Don Diego Hernández Caraballo, usándose el segundo apellido en la nominación por ser menos corriente que el primero y así obtener una definición más exacta.
 
Por esta época, en los inicios del siglo XVII, la población de la ciudad de Telde se ve muy reducida, como consecuencia de la inseguridad en las islas por los constantes ataques de piratas holandeses, franceses, ingleses y berberiscos y las diferentes mortandades que se dan como consecuencia de la peste bubónica que asola la geografía canaria.
 
No obstante, durante ese siglo la población inicia un crecimiento de hasta doscientos habitantes, habitantes que están generalmente ligados a la tierra o al sector de servicios.
 
Aquellos que están vinculados a la tierra suelen ser los esclavos de raza negra o los canarios libertos, quienes realizan las faenas más denigrantes de la agricultura. En cambio existen los denominados jornaleros agrícolas, que en general son personas cualificadas en las distintas labores agrarias (podadores, lagareros, etc.)
 
El resto de la población está compuesta por pequeños campesinos, pastores, arrendatarios, por lo general colonos venidos de fuera y, como colofón social, una escasa pero adinerada aristocracia terrateniente, entre los cuales seguramente se encontraba Don Diego Hernández Caraballo.
 
En los inicios del siglo XVII, ya el cultivo de la caña de azúcar llega a desaparecer prácticamente, después de varias décadas de declive y deja paso al cultivo de la vid y la elaboración de los afamados vinos de la Vega de Telde, que alcanza un buen mercado en la exportación a gran parte de Europa y América.
 
Es por esta época cuando se rochan las tierras de esta zona, a fin de destinarlas al cultivo de cereales y hortalizas, por ofrecer unas condiciones agrícolas muy diferenciadas de las necesarias para el cultivo de la vid, el cual pasó a ocupar casi todas las extensiones que antes se plantaban de caña de azúcar.
 
Toponimia del lugar
La toponimia “La Pardilla”, según aseveraciones del Dr. Hernández Benítez, en su obra titulada “Telde”, publicada en el mes de mayo del año 1958, viene de ser un lugar en el que abundaban una especie de aves similares a la perdiz y a la que vulgarmente se llamaba “pardilla” por el color de su plumaje.
 
Inicialmente fue el nombre de una gran finca hasta que se fueron extendiendo las edificaciones que en el interior e inmediaciones de la misma habían, llegándose a juntar con las de la zonas de La Taborda y la Angostura, que a su vez fueron el nombre de otras dos fincas donde se formaría el barrio de San Isidro.
 
El origen de los asentamientos en la zona, se producen en la primera mitad del siglo XIX, cuando con motivo de la dispersión de la población desde la zona central del casco urbano hacia los extrarradios, se crea el lugar denominado El Tabaibal.
 
En poco más de cien años, el lugar que se llamara El Tabaibal crece hacia el Naciente dando lugar a la formación del barrio de San Isidro y hacia el Poniente, creando el barrio de San Antonio.
 
Por el sistema constructivo de las edificaciones de ambos barrios, nos atrevemos a asegurar que el barrio de San Antonio se consolida en los inicios de la segunda década del siglo XX.
 
El barrio de San Isidro en cambio, ofrece edificaciones más modernas, que en su mayoría datan mediados del siglo XX, si bien se localizan algunas del período referido anteriormente, como inicio de los asentamientos.
 
En cualquier caso, el arquetipo urbanístico inicial se fundamentó en una edificación en interior de una gran finca, que con el tiempo fue recibiendo edificaciones más modestas en los aledaños para formar pequeños núcleos, más tarde estos núcleos se expanden a ambos lados de la carretera principal y alguna que otra calle transversal dando origen al barrio propiamente dicho.
 
Con el paso del tiempo, encontramos que los barrios de La Pardilla, San Isidro y San Antonio han crecido hacia el Naciente y el Poniente, con edificaciones modernas y ha llegado a formar una continuidad casi completa de edificaciones.
 
Las toponimias de Las Ánimas, Ponce, La Taborda, Alcaravanal o El Tabaibal, han quedado en segundo plano, e incluso llegaron casi a desaparecer de la Nomenclatura Municipal, pero hace unas décadas se han vuelto a rescatar con la calificación de “lugares” en los cuales existen parte de las fincas que llevaron originalmente esos nombres, como testimonios mudos de una historia de hace tan sólo un siglo.
 
Efemérides 
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 194 años, es decir el 20 de Julio de 1820, viene por primera vez a Gran Canaria, Tomás Miller Swanston, nacido en Escocia en el año 1805, por iniciativa de su primo John, para ocuparse de los negocios de la familia, los cuales en principio estaban relacionados con la actividad portuaria. Posteriormente se independizó, fundando la empresa Miller e Hijos, en el año 1894, consolidándose como armador y realizado principalmente la actividad de transporte de la cochinilla a Oriente, contando para estos menesteres con dos veleros. Instaló el primer depósito de carbón mineral en el muelle para suministrar a los barcos de vapor.
 
Uno de sus hijos Tomás Miller Wilson, nacido en Las Palmas el 29 de marzo de 1857, fue también un gran emprendedor. Casado con la portuguesa María Vasconcellos, tuvo ocho hijos, de los cuales en el año 1851 la epidemia de cólera acaba con la vida de tres de ellos y la de su esposa. Un año más tarde funda la Casa Miller en la calle Mayor de Triana, dedicada a tejidos y productos agrícolas. En el año 187º abre una oficina bancaria y consigue la delegación de la London Assurance. Adquirió y puso en notable explotación dos grandes fincas “Las Magnolias” y “Las Rehoyas”. Fue uno de los principales promotores del Círculo Mercantil del que fue presidente honorario. Falleció en nuestra ciudad el día 15 de enero de 1930.
 
Hoy precisamente se cumplen 54 años, de aquel 20 de julio de 1960, fecha en la que en Las Palmas de Gran Canaria, nace Julio Alberto Suárez Cabrera, quien fuera destacado deportista grancanario en la práctica del fútbol. Se crió en el seno de una modesta familia isleña, dentro de la cual le acompaña también en la práctica deportiva su hermano José Juan Suárez Cabrera, también profesional y por último su hijo Julio Alberto Suárez Cabrera. Destacado jugador profesional grancanario que militó en equipos como la UD Las Palmas, Real Madrid, CD Tenerife, Elche, Huesca, además de destacadas escuadras isleñas entre las que se encuentra, como no, el Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
 
Tras su retirada del fútbol profesional, pasó a formar parte del organigrama técnico del club. Como secretario técnico, trabaja junto al presidente en materia de fichajes y composición de la plantilla del primer equipo y junto al presidente y al coordinador de la cadena de filiales en la coordinación entre el primer y el segundo equipo. Asimismo, trabaja en la gestión de la primera plantilla durante la temporada, colaborando en todos los asuntos relativos a la vida de los jugadores y previendo las necesidades futuras del primer equipo. Julio Suárez, muestra ahora en las gestiones que realiza, la misma combatividad y el tesón de los que en su momento hiciera gala en el campo de fútbol.
 
Contemplado este amanecer, pienso en los diferentes temas que hemos tratado en esta crónica de hoy y, aún sin tener el propósito de la predisposición, no puede evitar sentir una extraña sensación, por diferentes causas, las cuales de una forma u otra, me conducen directa o indirectamente al sentimiento por lo nuestro y a valorar la importancia que estas cosas han tenido en nuestra historia y, por ende, en nuestra actual realidad social.
 
Puede que existan personas a las cuales no les diga nada, pero si analizas los detalles de cada una de ellas y te sitúas en el contexto en el que se dieron, todas tienen alguna incidencia en nuestra realidad, porque todas aportaron un granito de arena para dar vida y forma a nuestra identidad.
 
Cuando visité el Lomo Caraballo, al llegar a la entrada, donde está la calle Piedra Grande, pensé inmediatamente en la figura de nuestro artista Plácido Fleitas Hernández, ya que, allí se ubica el inmueble donde nació y vivió gran parte de su vida, allí tenía por último su taller, en el cual recibía la visita de amigos del barrio o de otros artistas de renombre regional como es el caso del pintor surrealista majorero Juan Ismael González Mora, entre otros.
 
Luego me trasladé mentalmente a la época en la que ejerció la actividad comercial como armador Tomás Miller Swanston y la gran aportación que este dio a la economía isleña, en una época en la que la agricultura había caído en total declive debido a las sequías y las plagas de langosta africana que diezmaron lo cultivos de la vid y asolaron los campos canarios. Algo parecida es la labor de su hijo Tomás Miller Wilson, quien tomó el testigo del sacrificio y la entrega, dando a la agricultura canaria un importante empuje en sus fincas y en la actividad portuaria que incidió notablemente en la exportación de las cosechas de plátanos y tomates.
 
Por último, recordamos la trayectoria de aquel gran equipo de fútbol que poseyó la Unión Deportiva Las Palmas, con los excelentes jugadores como Guedes, Tonono, Germán, Castellano y otros, que se llegaron a quedar subcampeones de la primera división haciendo un fútbol de clase que daba un espectáculo allá donde fuera, pasando incluso cuatro jugadores por la selección española. Después tras la muerte de Guedes y Tonono, aquel equipo se fue desmembrando poco a poco y, las siguientes etapas de altibajos que se vivieron, ensombrecieron aquella época de esplendor. No obstante, siempre ha habido jugadores con grandes dotes en la cantera canaria como Félix, Julio Suárez, Pepe Juan, David Silva, Juan Carlos Valerón, Manolo, José y otros, que se vieron obligados a fichar por equipos peninsulares a fin de aumentar las expectativas de éxito en la carrera deportiva.
 
Todos esos pasos dados, son escalones que conforman nuestra historia y como tales son imprescindibles e inevitables en la conformación de nuestra actualidad.
 
Dejamos aquí nuestra caminata de hoy guardamos en nuestra gena todo lo positivo que hayamos podido tratar y, emprendemos una nueva ruta, en este caso con orientación al Norte, nos vamos a la Urbanización del Valle de Jinámar, donde visitaremos la calle Loma de las Brujas, con el objeto de saber algo más del lugar de su emplazamiento y sobre los orígenes de esta nominación, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto, cuídense.
 
Sansofé.
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