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Domingo, 19 de Octubre de 2025

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Calle Licenciado Diego Romero Tello y Medina  (Foto Luis A. López Sosa) Calle Licenciado Diego Romero Tello y Medina (Foto Luis A. López Sosa)

La Viña recuerda al licenciado Diego Romero Tello y Medina

El sacerdote y benefactor teldense tiene una calle con su nombre en este barrio

Cristina Jueves, 26 de Junio de 2014 Tiempo de lectura:

Hoy visitamos el barrio de La Viña, donde vamos en busca de la calle Licenciado Diego Romero Tello y Medina, encontrando su inicio en la calle Poeta Rafael Bento y Travieso, desde donde con orientación Naciente Poniente y, tras recorrer unos 110 metros, aproximadamente, finaliza en un lugar sin salida.
 
Este vial tiene paralela por su lado del Norte la calle Pitágoras y por el Sur lo hace con la calle Licenciado Hernán García del Castillo.
 
La nominación fue aprobada por el Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 29 de mayo de 1997 y desde entonces, ha pasado a integrar el Callejero Municipal del distrito 6º, sección 11ª del Censo de Habitantes y Edificios.
 
Esta zona está compuesta por varias calles de reciente creación en la que se han ubicado edificaciones modernas, algunas de Protección Oficial, como expansión hacia el Naciente de los barrios del Calero Bajo y La Viña.
 
Sinopsis de la nominación
El Licenciado Diego Romero Tello y Medina, nace en la Ciudad de Telde el 9 de septiembre de 1637, en el matrimonio formado por Don Pedro Vázquez y de Doña María Suárez Tello.
 
Desde muy joven muestra su inclinación por los estudios eclesiásticos, realizando los primeros estudios en las aulas del Convento de San Francisco de esta Ciudad., donde realiza estudios con el también famoso el ilustre teldense el Doctor Tomás Arias de Marín y Cubas.
 
Posteriormente, se traslada a Salamanca, donde realiza los Estudios Superiores y se ordena Sacerdote, licenciándose más tarde en Teología y Derecho Canónico en la ciudad del Río Tormes.
 
Trasladado después de un tiempo a Gran Canaria, es nombrado Comisario del Santo Oficio de la Inquisición por la cabeza de partido de la ciudad de Telde y la Villa de Agüimes.
 
En este empleo, no duró muchos años, ya que, su ecuanimidad en el trato de las denuncias que anónimamente se realizaban, le llevó a absolver en más de una ocasión a los acusados, fuera cual fuera su condición social, actitud ésta que no fue muy bien vista por gran parte de la alta clase social, las autoridades y del propio clero.
 
El cultivo de la caña de azúcar había llegado a su total declive en el primer tercio del siglo XVII y deja paso al cultivo de la vid, que hace florecer por varias décadas la economía canaria, aunque en la segunda mitad del siglo, debido a sendas plagas de la langosta africana y ciertos Reales Decretos que impedían la exportación de nuestros famosos vinos, lleva a la ruina económica nuestra sociedad.
 
La familia en la que se crió era acaudalada, cuya fortuna empleó en realizar muchas obras de socorro social y además como benefactor de diversas obras eclesiásticas, tales como:
 
Costeó el capitel de la antigua fortaleza, al ser convertida en campanario de la Iglesia de San Juan, concretamente hoy en el interior de la torre del reloj, figura una placa que dice así: “Esta esquina hizo de limosna el Licenciado don Diego Romero Tello y Medina. Año de 1697”.
 
Financió la realización de obras en diversas ermitas de la ciudad de Telde.
 
En el año 1700 la ermita de San Gregorio, estaba ruinosa y además era incapaz de recibir a todos los fieles que hasta ella se acercaban, debido al importante aumento de población que se produjo en Los Llanos, por lo que los vecinos, a su costa, deciden reconstruirla y la portada de ingreso orientada al Sur (hoy puerta lateral a la calle Rivero Bethencourt) fue donada por el Comisario del Santo Oficio, don Diego Romero Tello y Medina.
 
Cuatro año más tarde, concretamente el día 9 de diciembre de 1704, falleció en nuestra Ciudad.
 
Toponimia del lugar
La Viña, es una toponimia que data de mediados del siglo XVIII, fecha en la que aproximadamente se prepararon los terrenos de cultivo existentes en las inmediaciones del Casco Urbano, para destinarlos inicialmente al cultivo de la vid y posteriormente al de plataneras o tomates.
 
En esta zona existieron hasta mediados del siglo XIX, importantes cultivos de viñedos, resto de aquellas cepas que con sus caldos dieron un siglo antes, gran fama a las islas, desde las cuales se exportaban a muchos lugares de Europa los excelentes vinos cosechados en nuestra tierra.
 
Desde el último tercio del siglo XVI, tras el fracaso del ciclo agrícola del cultivo de la caña de azúcar, se inicia el cultivo de la vid que un siglo más tarde entra en crisis, por culpa de cédulas dictadas en la Casa de Contratación de Sevilla, en la cual se prohíbe embarcar desde las islas los vinos hacia las colonias de América.
 
Posteriormente las guerras y conflictos con Inglaterra afectan directamente al mercado del vino con el Reino Unido y sus colonias, lo cual se ve agravado además por la independencia de Portugal, que arruina la exportación a Brasil, al continente africano y al asiático.
 
A todas estas controversias, se suman en los años 1659 y 1680, sendas plagas de langostas africanas, que diezma los cultivos de vid, hundiendo la frágil economía y dejando las secuelas de una grave hambruna que incide mortalmente sobre la población.
 
Todas estas circunstancias y las diferentes epidemias que sobre la población se ciernen, provocan la dispersión de la población hacia los lugares diseminados en las afuera del Casco Urbano, donde se encontraban literalmente aglomeradas. Este es el germen inicial de los barrios como el que ahora nos ocupa, donde la población de los asentamientos iniciales se dedica al cultivo de cereales, papas o frutales y hortalizas. Nos llamó mucho la atención que nos contaran los mayores del lugar que en esta zona, a la que habían venido como braceros, se cultivaba inicialmente grandes extensiones de viñedos y una importante plantación de algodón.
 
Paulatinamente se van construyendo viviendas unifamiliares y llegada la década de 1960, nos encontramos con un pequeño barrio, con viviendas de cubierta plana, generalmente de una planta en un entramado de calles estrechas y sin alineación definida, en total anarquía urbanística, lo que les hace merecedores del sobrenombre cariñoso del “barrio sin ley”, durante más de una década.
 
Nos cuenta el amigo Pedro del Rosario Fumero, uno de los mayores del lugar, que durante un aperitivo después del pregón de una de sus fiestas patronales, le preguntó el entonces Alcalde de la Ciudad Don Manuel Amador Rodríguez, que por qué se denominaba “el barrio sin ley” y tras la explicación dada decidieron buscar al barrio otro nombre.
 
Se alegó la existencia hasta hacía unas décadas de la “Casa de la Viña”, que era una vetusta edificación, que ya había desaparecido y, donde al parecer se concentraba la producción vitícola del lugar y en la cual existía un gran lagar. De ahí se tomó la decisión de dar el nombre al barrio como “La Viña”.
 
Efemérides
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 415 años, es decir el 26 de junio de 1599, al amanecer fondea en la rada de La Isleta, una escuadra compuesta por 73 buques, en los que venían casi 10.000 hombres, procedente de los estados unidos de Holanda y Zelandia, al mando de la cual venía el célebre pirata Van der Doez, con el propósito de invadir la isla. Desde las atalayas se había divisado su presencia y se había corrido la voz congregando todas las fuerzas defensivas, compuestas en su mayoría por los milicianos isleños.
 
Pese a la resistencia de los canarios, pusieron pie en tierra en el lugar conocido como La Matanza, tras durísimos combates, tanto en el lugar de desembarco como en la defensa palmo a palmo del terreno. Los canarios estaban bajo las órdenes del gobernador extremeño Alonso Alvarado de Ulloa, a quien asistía su lugar teniente Antonio de Pamochamoso, los cuales ante la temible y fuerte pujanza de los holandeses, decidieron concentrar la defensa en el Castillo de Santa Ana (hoy San Telmo) hasta agotar sus municiones, allí resultó herido gravemente Alvarado de Ulloa que muere unas horas más tarde.
 
Pamochamoso decide replegarse al interior de la isla, negándose a la rendición ofertada por los holandeses, lo que motivó que Van der Doez mandara sus tropas en persecución de los isleños que huían hacia el monte por los barrancos. Debido al calor y al agotamiento los holandeses deciden descansar en el Monte Lentiscal, lo que aprovechan las tropas canarias que estaban en El Batán para emprender un furioso ataque ocasionándoles múltiples bajas y obligándoles a una retirada deshonrosa. En represalia y antes de abandonar la isla, la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria es saqueada e incendiada.
 
Hoy precisamente se cumplen 17 años de aquel 26 de junio de 1997, día en el que fallece el músico hawaiano Israel "IZ" Kamakawiwo'ole, quien durante la mayor parte de su vida adulta, padeció de obesidad, llegando a pesar 340 kg. Debido a ello, fue hospitalizado en numerosas ocasiones, y finalmente murió afectado de problemas respiratorios derivados de su exceso de peso, a los 38 años de edad. Su cuerpo fue velado en el edificio del Capitolio en Honolulú, con la bandera a media asta en los edificios estatales. Tras ser cremado, sus cenizas fueron esparcidas en el Océano Pacífico, frente a la playa de Makua. A la ceremonia organizada en su honor, llegó una multitud de aproximadamente 10.000 personas a rendirle homenaje y a festejar con chapoteos en el agua mientras le acompañaban en canoas.
 
Israel "IZ" Kamakawiwo'ole, había nacido el 20 de mayo de 1959, en la isla de Oahu, y fue criado en la comunidad Kaimuki en las afueras de Waikiki, donde vivían sus padres. A los 11 años empezó a tocar instrumentos musicales junto con su hermano mayor Skippy y tuvo la oportunidad de conocer a otros artistas hawaianos como Peter Moon y Don Ho. Durante su adolescencia, se mudó con su familia a Makaha, donde conoció a Louis Kauakahi, Sam Gray y Jerome Koko quienes junto con su hermano Skippy formaron el grupo Hijos Makaha de Ni’ihau. Poco a poco desde 1976 y a lo largo de los años 80, el grupo fue ganando popularidad en Hawai y en el resto de los Estados Unidos. Ha destacado especialmente por sus versiones de las canciones Over the Rainbow y What a Wonderful World, a las que unió en un famoso medley llamado Somewhere Over the Rainbow.
 
Su suave voz, su habilidad para tocar el ukelele e interpretar Música Hawaiana fusionada con toques de jazz y reggae, caracterizan su estilo peculiar y único. En 1982, Skippy Kamakawiwo‘ole, su hermano, falleció de un ataque cardíaco. También ese mismo año él se casó con su novia de la adolescencia Marlene y, al poco tiempo, tuvieron una hija a quien llamaron Ceslieanne "Wehi". En 1990, lanzó su primer álbum como solista, Ka'ano'i, por el cuál fue premiado por la Academia de Artes de Honolulu por mejor álbum contemporáneo y mejor cantante masculino del año. Más tarde publicó Facing Future en 1993, álbum que es generalmente considerado como su mejor trabajo y con el cual se dio a conocer fuera de Hawái. Dejó una agradable y dulce sensación y seguramente estará allí…”En un lugar, sobre el arcoiris”.
 
Pensando en los hechos históricos que hemos tratado en esta crónica, nos sentamos en nuestro presente para analizar la situación actual, partiendo de la base que la historia es la ciencia que tiene como objeto de estudio el pasado de la humanidad y que esta nos ayuda sobremanera a la evolución social tanto comunal como individualmente.
 
Por este camino, llegamos a la consideración de la definición de que la historia se puede considerar, en si mismo, al periodo histórico que transcurre desde la aparición de la escritura en la civilización del ser humano, hasta nuestros días.
 
Si consideramos que la historia, en el lenguaje usual, es también la narración de los sucesos que han ocurrido en las diferentes etapas de la sociedad, estamos obligados a conocer todos aquellos que nos pueda conducir en nuestro quehacer diario o que, al menos, nos sirvan para evitar llevar a cabo acciones inútiles que lleven consecuentemente a una pérdida de tiempo en la vida, precisamente por desconocimiento de lo pasado en el momento histórico.
 
Por lo general, estos hechos son vinculantes con nuestro presente, gracias a la intervención o al protagonismo de personajes históricos, que ponen su granito de arena para conformar la realidad de nuestra actualidad. Gracias a ellos, nos han llegado una serie de testimonios en el campo de las ciencias, la medicina o la cultura, entre otros, que hoy vemos como muy normales pero que son un complemento para llegar a otros estadios posteriores que hoy disfrutamos.
 
Quedan esos testimonios, como referentes de esos hechos históricos, que al ser desconocidos, ensombrecen a los personajes que los protagonizaron, hasta el punto de que por ignorancia o incultura, pasan a ser unos perfectos desconocidos.
 
Este pudiera ser el caso de nuestro nominado de hoy, de Don Diego Romero Tello y Medina, un ilustre y desconocido teldense, desconocido para casi la totalidad de la actual población, tan desconocido como el quehacer de aquel hace más de cuatro siglos.
 
Un quehacer no solo en su faceta benefactora, al subvencionar desde su propia hacienda obras de restauración de inmuebles religiosos, sino en la gestión de las falsas denuncias que como inquisidor hubo de resolver, ante cuya forma de hacer, muchos frenaron la maligna fiebre de acusación, sobre todo desde las clases sociales altas hacia la población humilde.
 
Hoy, al pasar junto a la puerta Sur de la Iglesia de San Gregorio y ver la placa conmemorativa de la benefactoria, me doy cuenta de que ha tenido que pasar casi tres siglos desde la muerte de Don Diego Romeo Tello y Medina, para que nuestra ciudad reconociera su valía personal e histórica con la nominación de un vial. Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena y en este caso es de aplicación el refrán.
 
Nos vamos caminando en busca de otro lugar y pensando en todo cuanto hemos tratado hoy, en la esperanza de habernos enriquecido en algo, sin minimizar en absoluto el referente de Alonso Alvarado de Ulloa o Antonio Pamochamoso y, silvando la melodía del tema “En un lugar, sobre el arcoiris”, magistralmente interpretado por Israel "IZ" Kamakawiwo'ole, encaminamos nuestros pasos con rumbo de Poniente, nos vamos al barrio de San Gregorio, en busca de la calle Licenciado Gilberto Monzón Mayor, a fin de conocer algo más de la toponimia del lugar y sobre la vida y obra de este querido teldense, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto, cuídense.
 
Sansofé.
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