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Martes, 21 de Octubre de 2025

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Calle de Lepanto (Foto Luis A. López Sosa) Calle de Lepanto (Foto Luis A. López Sosa)

Telde gana en Los Llanos la batalla de Lepanto

Una calle lleva el nombre del combate naval de los cristianos contra los otomanos

cojeda Domingo, 15 de Junio de 2014 Tiempo de lectura:

Nuestro paseo de hoy, lo hacemos por el Casco Urbano de San Gregorio, concretamente por el sector de El Roque, donde vamos en busca de la calle Lepanto, encontrando su inicio en la calle El Roque, desde donde con un trazado de Naciente a Poniente y, tras recorrer unos 320 metros, aproximadamente, finaliza desembocando en la calle Santo Domingo.
 
Tiene al Norte la calle Antonio Betancor Monzón y al Sur la calle Veintinueve de Abril.
 
Esta nominación aparece por primera vez en el libro del Doctor Hernández Benítez, publicado en el mes de mayo de 1958, desconociéndose con exactitud la fecha de su aprobación.
 
Lo cierto es que figura en los primeros Censos Municipales de Habitantes y Edificios, formado parte del Callejero Municipal correspondiente al Distrito 2º, Sección 6ª del mismo.
 
Es un sector donde existen edificaciones relativamente modernas, si se consideran como tales aquellas que se construyeron en la década de 1970, pero también existen muchas edificaciones más antiguas, tal vez de las que sustituyeran a las chabolas iniciales que formaron el barrio de Los Llanos de Jaraquemada, en los siglos XVII ó XVIII, que es cuando de alguna forma empieza la evolución de los asentamientos en el sector.
 
Datos sinópticos de la nominación
Con el nombre de Lepanto, pasa a la historia el combate naval de capital importancia que tuvo lugar el 7 de octubre de 1571 en el golfo de Lepanto, frente a la ciudad de Naupacto (o Lepanto, del italiano y ahí al español), situado entre el Peloponeso y Epiro, en Grecia actual.
 
Se enfrentaron en ella la armada del Imperio otomano contra la de una coalición cristiana, llamada Liga Santa, formada por el Reino de España, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya. Los cristianos resultaron vencedores, y se salvaron sólo 30 galeras turcas. Se frenó así el expansionismo turco por el Mediterráneo occidental.
 
En esta batalla participó el célebre escritor Miguel de Cervantes Saavedra, que resultó herido, y perdió la movilidad de su mano izquierda, lo que valió el sobrenombre de «manco de Lepanto». Este escritor, que estaba muy orgulloso de haber combatido allí, la calificó como «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros»
 
En el puerto de Petala los cristianos efectúan el recuento de bajas. Se contabiliza la pérdida de 12 galeras cristianas (aunque luego ascendieron a 40 por los graves daños sufridos) y de 7.600 hombres, de los que 2.000 eran españoles, 880 de la escuadra del Papa y 4.800 venecianos. Hubo 14.000 heridos. Se cuentan «170 galeras y 20 galeotas de 12 bancos arriba» apresadas a los turcos, de las que sólo 130 estaban útiles; las otras 60 fueron quemadas. Se hicieron 5.000 prisioneros y se liberó a 12.000 cautivos cristianos. Se estimaron entre 25.000 y 30.000 los muertos del bando turco. Cabe hacer algunas observaciones:
Aunque los turcos tenían más hombres y más naves que los cristianos, las galeotas no podían oponerse a las galeras.
En las galeras turcas, salvo en las 40 ó 50 galeras reales, había menos hombres de guerra que en las cristianas, gracias a la previsión de don Juan de Austria de embarcar tropas españolas en las galeras venecianas.
 
Los cristianos usaban arcabuces, mientras que los turcos preferían las flechas. Consideraban que en el tiempo de cargar un arcabuz un arquero podía disparar seis flechas. Pero ni los daños, ni el alcance, ni la puntería eran comparables.
 
En Mesina, don Juan había ordenado rebajar los espolones de las galeras y cerrar las esculturas de adorno de proa, con lo que los cañones tenían más campo de tiro.
 
Pese a la esperanza puesta en ellas, la potencia artillera de las galeazas no tuvo casi influencia en el combate, pero sirvieron para desbaratar la formación de combate turca, al adelantarse su cuerno derecho.
 
La victoria de la batalla fue atribuida a la Virgen del Rosario, por haberse celebrado el primer domingo de octubre, fecha en la que las cofradías del Rosario, fundadas por la Orden de Predicadores a la que pertenecía el Papa San Pío V. Dicho Papa, que organizó un rosario público el día de la batalla naval en la Basílica de Santa María la Mayor, estableció la fiesta de la Virgen de las Victorias el primer domingo de octubre, que poco después, en 1573, Gregorio XIII la denominó fiesta de la Virgen del Rosario, y la trasladó al 7 de octubre.
 
Toponimia del lugar
La toponimia “San Gregorio”, data desde 1866, año en el que se finalizan las obras de construcción del templo neoclásico actual, que mediante proyecto del arquitecto Diego Nicolás Eduardo, se fue realizando paulatinamente durante casi 90 años. Una vez ultimada la construcción del templo, se adopta como patrono del mismo a San Gregorio Taumaturgo, bajo cuya advocación se pone éste.
 
El templo de Los Llanos, ocupa el mismo solar que anteriormente ocupara la ermita que mandara construir Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela, tras finalizar la conquista de la isla en los inicios del siglo XVI. Más tarde en la segunda década del siglo XVII se ha de reconstruir la misma por ofrecer amenaza de ruina, ampliándose la capacidad de la primera, pero ambas orientadas de Norte a Sur. Esta ermita estuvo bajo la advocación de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
 
Con el cambio de la toponimia de “San Gregorio”, empieza a caer en desuso la de “Los Llanos”, que fue el primer nombre que tomó el barrio de “arriba” o “Los Llanos de Jaraquemada”, por tener allí tierras y un ingenio de moler caña de azúcar Gonzalo de Jaraquemada, quien los adquirió a Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela, una vez éste cumpliera las condiciones de la data otorgada por Pedro de Vera.
 
Dentro del barrio y concretamente en esta zona, todo el sector hasta mediados de la década de 1950 se denominó “El Cascajo”, en alusión directa a la propia conformación del suelo, compuesto de escoria, lapilis y otros tantos residuos de erupciones volcánicas.
 
Lo que desgraciadamente no nos ha llegado en su estado primigenio, ha sido un roque volcánico que hay en las inmediaciones de lo que hoy es la entrada a la calle Lepanto. Se trataba de una hermosa edificación cuya formación geológica debió ser, al igual que otras tantas en las islas, tras las erupciones que se producen a finales del terciario y principio del cuaternario, las cuales al enfriarse se solidificaron, dando forma y vida al relieve insular. Es enorme y señorial, es una obra de la naturaleza que se ha medio destruido por permitirse la realización de obras de hormigón en sus aledaños.
 
El subsuelo de este sector, en una franja comprendida entre la calle Santo Domingo y la de Eduardo Dato, de Naciente a Poniente y, entre el Barranco de Los Ríos y el de La Rocha, de Norte a Sur, es casi en su totalidad un manto de lava petrificada, a la cual se suele denominar popularmente “cascajo”.
 
Efemérides
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 494 años, es decir el 15 de junio de 1520, el Papa advirtió a Martín Lutero, con la bula “Exsurge Domine”, de que se arriesgaba a la excomunión, a menos que en un plazo de sesenta días repudiara 41 puntos de su doctrina seleccionados de sus escritos. Cumplido dicho plazo, se rumoreaba que Eck había llegado a Meissen con una prohibición papal, la cual se pronunció realmente el 21 de septiembre. En octubre de 1520 Lutero envió su escrito “En la Libertad de un Cristiano” al Papa, añadiendo la significativa frase: "Yo no me someto a leyes al interpretar la palabra de Dios". El 12 de diciembre Lutero arrojó personalmente al fuego la bula, la cual tomaba efecto en un plazo de 120 días, y el decreto papal en Wittenberg, defendiéndose en su “Warum des Papstes und seiner Jünger Bücher verbrannt sind” y su “Assertio omnium articulorum”.
 
El Papa León X excomulgó a Lutero el 3 de enero de 1521 mediante la bula “Decet Romanum Pontificem”. Lutero se caracterizó por exhortar a que la Iglesia cristiana regresara a las enseñanzas originales de la Biblia, impulsando con ello una restructuración de las iglesias cristianas en Europa. La reacción de la Iglesia Católica Romana ante la reforma protestante, fue la Contrarreforma. Sus contribuciones a la civilización occidental se llegan a considerar más allá del ámbito religioso, ya que sus traducciones de la Biblia ayudaron a desarrollar una versión estándar de la lengua alemana y se convirtieron en un modelo en el arte de la traducción. Su matrimonio con Catalina de Bora el 13 de junio de 1525 inició un movimiento de apoyo al matrimonio sacerdotal dentro de muchas corrientes cristianas.
 
La Guerra o revuelta de los campesinos (1524–25) fue una respuesta a la doctrina luterana, la cual influyó fuertemente en la clase baja trabajadora, compuesta principalmente por campesinos. Esta clase trabajadora retó de manera implícita la autoridad que los nobles tenían sobre éstos. Las revueltas de los campesinos se habían producido a pequeña escala desde el siglo XIV, pero ahora muchos campesinos creían erróneamente que los ataques de Lutero a la Iglesia y la jerarquía de la misma significaban que los reformadores les ayudarían en su ataque a las clases dominantes. Las revueltas comenzaron en Suabia, Franconia y Turingia en 1524, obteniendo apoyo entre los campesinos y nobles afectados, muchos de los cuales poseían deudas en ese periodo.
 
También sucedió un día tal como hoy, hace ahora mismo 37 años, es decir el 15 de junio de 1977, se celebran las elecciones generales legislativas de España. Cuarenta y un años después de las últimas elecciones generales celebradas durante la Segunda República, los españoles volvían a decidir su destino en las urnas. Los españoles apuestan por la moderación al primar a los partidos de centroderecha y centroizquierda. Habíamos vivido cuarenta años de régimen dictatorial del General Franco. El presidente del gobierno, Adolfo Suárez, nombrado el 3 de julio de 1976 por el Rey para conducir la reforma política, desembarca en la plataforma Centro Democrático para liderarla y crear la Unión de Centro Democrático, que gana las elecciones quedándose a unos escaños de la mayoría absoluta. Un joven Felipe González, lidera el PSOE desde 1974 y es el cabeza de lista de este partido, obteniendo la segunda posición con casi 120 escaños.
 
Le arrebata así la hegemonía en la izquierda al PCE, partido que se había distinguido por su lucha contra el franquismo, y que liderado por el histórico Santiago Carrillo obtiene el tercer puesto con 19 diputados. A la derecha de la UCD, Manuel Fraga, quien fuera ministro portavoz y de Turismo durante los años del desarrollismo franquista y, posteriormente, vicepresidente y ministro de Interior del primer gobierno del rey Juan Carlos, lidera la Federación de Partidos de Alianza Popular que, representando al franquismo sociológico aunque no ultra, obtiene 16 diputados. El PSP del profesor Enrique Tierno Galván concurre a las elecciones con varios partidos que habían formado parte de la Federación de Partidos Socialistas, bajo el nombre Unidad Socialista, y obtiene 6 escaños.
 
La Federación de la Democracia Cristiana, liderada por Joaquín Ruiz-Giménez se estrella en las elecciones. La ultraderecha no obtiene ningún escaño. Ninguno de los tradicionales partidos republicanos -con la excepción del por entonces influyente Partido Comunista-, ni sus herederos (Izquierda Republicana, Acción Republicana Democrática Española, Esquerra Republicana de Catalunya) pudieron participar directamente en estas elecciones, pues no se les concedió la legalidad hasta unos meses después de las elecciones, aunque sortearon esas trabas mediante coaliciones y otras estratagemas. Varios partidos nacionalistas, destacando los catalanes y vascos, obtienen representación parlamentaria. Las Cortes resultantes de estos comicios son las que redactarían poco después la Constitución de 1978.
 
Seguramente haya sido debido a la evolución de la sociedad el hecho de que actualmente, sean muy pocos los que consideren un honor estar inmerso en una contienda bélica, cual fue la aseveración de Miguel de Cervantes Saavedra, respecto a su participación en la Batalla de Lepanto, pero en cualquier caso, se hace difícil entender que una persona con su inteligencia y el don que manifestaba en su literatura, se prestase a tales comportamientos.
 
Hoy a lo mejor, no te sientes como un cobarde si eludes la participación en una contienda militar, salvo en algunos casos, como puede ser el defender tu suelo, tu patria y en tu tierra. En aquel entonces era una muestra de caballerosidad y eso…un honor, seguir como corderitos los mandatos de quienes precisamente no pisaba el campo de batalla.
 
Las circunstancias que motivaron la creencia de los campesinos, en seguir los dictados de Martín Lutero, les llevó a un equívoco, ya que, no se trataba de un enfrentamiento bélico sino ideológico de fe. De otra parte, los pocos nobles que secundaron las revueltas, tal vez lo hicieran para no perder la consideración de aquellos campesinos a los que ellos mismos explotaban, pero en ningún caso por defender aquellas creencias reformistas.
 
En cualquier caso, el poder de la iglesia unido a la clase noble y a la realeza, era a todas luces una tiranía pletórica de corrupción y las denuncias hechas por Martín Lutero, encontraron adeptos en todos los lugares donde predicó su decálogo contra la Iglesia Apostólica Romana y el propio poder civil, que caminaban aparejados en la opresión del pueblo llano.
 
Desde entonces, desde que surgiera la religión protestante, han habido enfrentamientos diversos hasta nuestros días, entre católicos y protestantes, unas veces de forma bélica y otras de forma verbal. No cabe la menor duda que en aquella época, los inquisidores apoyados por la realeza y la nobleza, hacían y deshacían a su antojo y cualquier discrepancia con sus dictados era causa de herejía y depuración.
 
El día 7 de mayo del pasado año 2013, en viaje por Jutlandia (Dinamarca), visitamos el Castillo de Spottrup y el museo anexo, este castillo era la guarida o el dominio de un Obispo Gobernador, de sanguinaria reputación, vimos las cámaras de tortura, las mazmorras y el resto del hermoso castillo, que ha sido celosamente cuidado desde la época medieval.
 
Recuerdo que en el museo, existía una amplia explicación gráfica y literaria sobre la doctrina luterana, así como, un busto de la cabeza de un noble que resultó decapitado por sedicioso, por orden del Sr. Obispo Gobernador.
 
La Batalla de Lepanto y la victoria de la coalición, impidieron que siguiera extendiéndose el imperio turco, cambiando aquella etapa de la historia, en cambio la religión luterana tomó cartas de expansión por gran parte de Europa e incluso en América. Hoy siguen existiendo arbitrariedades e incongruencias dentro de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, que saltan a la actualidad de la sociedad causando estupor para muchos, cuando no escandalizando a sus propios creyentes, pero siguen gozando de muchas consideraciones y prebendas de los diferentes gobiernos.
 
Finalmente, hacemos un ligero repaso a las vivencias de las Elecciones Generales de 1977 y como nos sentíamos extraños al poder ir a votar libremente, después de cerca de 40 años de dictadura. Recordamos cuando se aprobó la Constitución un año más tarde y las diferentes luchas sociales y laborales en las que nos hemos visto inmerso, a fin de llegar a un estado de bienestar cuasi ideal, con una serie de derechos que nos acercaban a una calidad de vida similar a la de otros países europeos
 
Estos derechos que habíamos ganado democráticamente, por diferentes y anómalas causas se han venido perdiendo en los dos últimos años, se nos han ido arrebatando a golpe de decreto, con las mismas características jurídicas con las que actuaba el gobierno de la dictadura. Hemos retrocedido cerca de unos 50 años de nuevo, las deficiencias en cuanto a la política de empleo, la sanidad o la enseñanza, nos va a remitir al estadio de un país cultural y socialmente tercermundista.
 
Los estatus de las diferentes clases sociales fluctúan de tal forma que, la clase media tiende a desaparecer, la clase alta se enriquece cada vez más y la clase baja aumenta el umbral de su pobreza y el censo que lo conforma. A este paso retrocederemos de tal forma que en poco tiempo nos veremos en la época del señorito y el lacayo, finales del siglo XIX.
 
Encaminamos nuestros pasos a otro lugar, nos vamos con rumbo al Poniente, concretamente al barrio de Montaña Las Palmas, donde visitaremos la calle Levantada, a fin de conocer algo más del lugar de su ubicación y sobre esta maña de la Lucha Canaria, pero eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto… cuídense.
 
Sansofé.
 
 
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