Hoy iniciamos nuestro paseo caminando hacia la Plaza de San Juan, donde vamos en busca de la calle León y Castillo, desde la cual parte con orientación Naciente-Poniente y tras recorrer unos 480 metros, aproximadamente, va a finalizar en la calle Carreñas.
Tiene al Norte las calles Callejón de la Fuente y Carreñas, mientras que por el Sur tiene las calles Doramas, Los Sabandeños y Ciega.
La nominación este vial la encontramos por primera vez en documentos censales correspondientes al 31 de diciembre de 1950 y desde entonces pasa a formar parte del Callejero Municipal del distrito 1º, sección 1º, del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
No obstante, no podemos precisar la fecha de su aprobación al carecer de la preceptiva documentación al respecto pero que se estima fuera de mediados del siglo XIX, sustituyendo a la anterior nominación que era “Calle Real”.
Sinopsis de la nominación
Fernando León y Castillo, nace en la Ciudad de Telde, el día 30 de noviembre de 1842 y falleció en Biarritz (Francia), el día 12 de marzo de 1918.
Fue un abogado, político y diplomático canario, que participó en la política de España, impulsando decididamente la intervención española en el Norte de África y fue ministro de Ultramar durante el reinado de Alfonso XII, así como, ministro de Gobernación durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena.
Estudió Derecho en Madrid y colaboró en publicaciones liberales en los últimos años del reinado de Isabel II. Tras la Revolución de 1868 fue nombrado gobernador civil de Granada y más tarde de Valencia.
Elegido diputado a Cortes por Gran Canaria, en 1871, y posteriormente senador, en 1874 accedió a la Subsecretaría de Ultramar.
Tras la Restauración y con Sagasta fue ministro de Ultramar entre el 8 de febrero de 1881 y el 9 de enero de 1883.
Promovió diversas obras de construcción en Gran Canaria, como el Puerto de La Luz en Las Palmas de Gran Canaria, capital de su isla natal, al que intuyó como uno de los de mayor porvenir del Atlántico. Gracias a su labor se construyeron además el faro de Maspalomas y el Lazareto de Gando, éstas últimas obras emblemáticas en Gran Canaria, de las cuales fue ingeniero autor su hermano Juan de León y Castillo, también natural de Telde.
Por aquel entonces, se crearon los correos interinsulares, conocidos como “correillos”, pequeños barcos de vapor que venían a comunicar las Islas Canarias entre sí.
Posteriormente, el 10 de octubre de1886, León y Castillo se haría cargo del Ministerio de Gobernación pero sólo durante un año, puesto que el 12 de noviembre de 1887 sería nombrado embajador en Francia, puesto que ocuparía con intermitencia hasta el fin de su vida.
León y Castillo, había preparado un estatuto para la declaración de Cuba como Provincia Autónoma, con lo cual se hubiese evitado la guerra de independencia de la isla antillana, pero la prepotencia de los altos cargos militares y el ala conservadora de las Cortes, no aprobaron dicho documento por pensar que era a la vez una pérdida de soberanía, el último domingo de febrero de 1895, estalló la guerra que conduciría al pueblo cubano a la independencia, aunque hubiera mediación estadounidense en la contienda.
Hábil negociador, sus gestiones desembocaron en el Tratado de París (1890), que reconocía los dominios de España en el África occidental. Por estos logros y como reconocimiento a su brillante trayectoria política, doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, Reina Regente de España, concedió a León y Castillo en 1900 el título de Marqués del Muni.
Aun así, León y Castillo prosiguió con su labor política redactando, en torno al año 1902 el borrador de lo que vendría a ser un nuevo tratado franco-español que ampliaba los dominios españoles en Marruecos, incluyendo el área de Fez. Sin embargo, las dilaciones liberales y el escepticismo de Maura retrasaron la firma de este acuerdo hasta 1912, con resultados mucho más modestos.
Participó en la Conferencia de Algeciras (1906) y defendió la política neutral española durante la Primera Guerra Mundial.
En 1910 fue designado Caballero de la Orden del Toisón de Oro
En marzo de 1918, Fernando León y Castillo, siendo embajador, moriría en la localidad francesa de Biarritz. Diez años más tarde, en1928, sus restos serían trasladados a la isla de Gran Canaria que le viera nacer. A su llegada, fue recibido por una multitud agradecida que le aguardaba en el mismo muelle que él mismo promovió. Desde entonces descansa en el mausoleo que se le erigió en el interior de la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria.
Toponimia del barrio
En las fechas inmediatamente posteriores al 29 de Abril de 1483, cuando finalizada la conquista de la isla tras los episodios de Ansite, el Gobernador Pedro de Vera envía al cantón de Telde tropas al mando de los capitanes Pedro de Santi Esteban y Ordoño Bermudez, con la orden de levantar edificaciones de carácter defensivo, a fin de evitar posibles levantamientos por parte de los aborígenes, dando así origen al inicio de asentamiento de la ciudad.
En torno a estas primeras edificaciones realizadas en el margen Sur del caudaloso Barranco Real, se realizan otras tantas construcciones donde se van afincando militares de graduación y posteriormente colonos beneficiarios en los repartos de tierras y aguas. Al propio tiempo se levanta una Casa de Oración junto al torreón defensivo y ambas consolidan posteriormente la ubicación definitiva de la Iglesia que se pondría bajo la advocación de San Juan Bautista.
Cerca de este primigenio núcleo de población que da origen y vida a la Fundación de la Ciudad de Telde y en el que se ubican las familias acomodadas y de poder económico; se encuentra el barrio de Santa María de la Antigua donde residen los artesanos, alfareros, etc., de más modesta condición social y económica.
En el margen Norte del Barranco Real, se localizaban dos poblaciones aborígenes muy importantes como son Tara y Cendro, donde residen en viviendas trogloditas o casas-cuevas, los aborígenes bautizados y libertos fieles a la corona de Castilla.
Posteriormente en el devenir de los años y en la medida que se consolidan los asentamientos, encontramos que en el barrio de San Juan, debida a la capacidad económica de los propietarios, las edificaciones son generalmente de dos plantas, reforzadas y ennoblecidas por cantería en los huecos y las esquinas, disponiendo de amplios patios, caballerizas, alpendres, bodegas y amplia huerta protegida por gruesos tapiales de piedra y barro, almenados en su parte superior.
En este barrio se edifican dos de las cinco construcciones de tipo religioso del municipio, la Iglesia de San Juan Bautista y la Ermita de San Pedro Mártir.
La vida política y administrativa de la Ciudad estuvo siempre ligada al barrio de San Juan, pero en el transcurso del tiempo se ha tenido que ir expandiendo a otros lugares del Casco Urbano, concretamente al siempre rival barrio de Los Llanos, donde la pujanza comercial reguló durante muchos años la vida económica de la Ciudad.
En la Plaza de San Juan y en las calles principales del barrio, se pueden apreciar edificaciones nobles que se sujetan a la línea fría de la arquitectura clásica o neoclásica, como consecuencia de la implantación y desarrollo urbanístico del barrio, en el entorno a la plaza principal y la Iglesia matriz, también encontramos la evolución de mediados del siglo XIX hacia el modernismo francés, con adornos profusos y alicatados de azulejos en colores vivos.
Hoy San Juan es emblemático por la disparidad de edificaciones que encuentras en las vías principales que se proyectan desde la Plaza de San Juan hacia el exterior, en contraposición con las edificaciones modernas actuales, que rompen de una forma deplorable la conservación de un estilo urbanístico respecto a una época determinada. La variedad lo ha vuelto frío, desagradecido con la historia, impersonal y una clara victima de la especulación nacida a mediados del siglo XX y que hoy en día sigue masacrando lo que pudiera haber sido unas señas de identidad basada en el estilo arquitectónico predominante.
Nunca más lejos, la pretensión o el propósito de algunas autoridades del momento, de construir un edificio sobre los aparcamientos subterráneos, donde fue proyectada inicialmente un plaza pública y que en todo momento no dejaría de suponer una agresión a la vista de la trasera de la Basílica Menor de San Juan Bautista, edificación que junto a su entorno goza de una especial protección del Patrimonio Histórico Municipal, pero… ¿y eso a quién le importa?... ¿al parecer es a muy pocos o a casi nadie?
Efemérides
Un día tal como hoy, hace ahora mismo 415 años, es decir el 5 de junio de 1599, nace en Sevilla, Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, pintor barroco conocido como Diego Velázquez, quien fue considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal, siendo admirado por los grandes pintores de la época. Pasó sus primeros años en Sevilla, donde desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista, por influencia de Caravaggio y sus seguidores. A los 24 años se trasladó a Madrid, donde fue nombrado pintor del rey Felipe IV y cuatro años después fue ascendido a pintor de cámara, el cargo más importante entre los pintores de la corte.
Su trabajo consistía en pintar retratos del rey y de su familia, así como otros cuadros destinados a decorar las mansiones reales. La presencia en la corte le permitió estudiar la colección real de pintura que, junto con las enseñanzas de su primer viaje a Italia, donde conoció tanto la pintura antigua como la que se hacía en su tiempo, fueron influencias determinantes para evolucionar a un estilo de gran luminosidad, con pinceladas rápidas y sueltas. En su madurez, a partir de 1631, pintó de esta forma grandes obras como “La rendición de Breda”. En su última década su estilo se hizo más esquemático y abocetado alcanzando un dominio extraordinario de la luz. Este periodo se inauguró con el “Retrato del papa Inocencio X”, pintado en su segundo viaje a Italia, y a él pertenecen sus dos últimas obras maestras: “Las Meninas” y “Las hilanderas”.
Su catálogo consta de unas 120 o 125 obras. El reconocimiento como pintor universal se produjo tardíamente, hacia 1850. Alcanzó su máxima fama entre 1880 y 1920, coincidiendo con los pintores impresionistas franceses, para los que fue un referente. Manet se sintió maravillado con su pintura y lo calificó como «pintor de pintores» y «el más grande pintor que jamás ha existido». La parte fundamental de sus cuadros que integraban la colección real se conserva en el Museo del Prado en Madrid. Cayó enfermo viruela a finales de julio y, unos días después, el 6 de agosto de 1660 murió a las tres de la tarde en Madrid.
También hace ahora mismo 83 años, de aquel 5 de junio de 1931, día en el que se constituye el nuevo Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, tras las elecciones de la Segunda República, con 19 concejales republicanos, 18 socialistas y 4 independientes. Por mayoría es nombrado alcalde la ciudad Don Nicolás Díaz-Saavedra Navarro, abogado civilista al que le acompañaban grandes dotes de humanidad. Nicolás Díaz-Saavedra había nacido en Las Palmas de Gran Canaria en el año 1901, en su ciudad natal realiza los Estudios Primarios y Secundarios. Se traslado luego a Tenerife y cursa la Carrera de Derecho en la Universidad de la Laguna. Además de Alcalde de la ciudad, llegó a ser gobernador civil de la provincia.
Afiliado al partido Republicano Federal que lideraba José Franchy Roca, ocupando el puesto nº 45 de los Alcaldes de la ciudad desde su fundación. Una vez al frente de la Corporación, decreto la creación de gran número de escuelas en la capital e intervino en la redacción del primer Estatuto de Autonomía de Canarias. Durante su mandato se realiza la pavimentación de los paseos de las playas de Las Canteras y Alcaravaneras. Renunció al cargo en el mes de octubre de 1932 y en 1936 fue elegido presidente del comité local republicano. Con el inicio de la Guerra Civil Española fue encarcelado en los campos de concentración de La Isleta, Gando, la Prisión Provincial y Fyffes.
En1940, se reintegró al ejercicio de la abogacía, pero vería impedido su ejercicio de actividades políticas por la dictadura franquista, por las duras críticas que realizara en aquella injusta situación, mostrando entereza y valentía. Normalizada su vida, Díaz-Saavedra aceptó la presidencia de la Heredad de Aguas de Telde, donde realizó una gran labor que se tradujo en caudales de agua extra. Dio siempre al frente de esta heredad, claras muestras de humanidad para con los agricultores más desfavorecidos, implantando la modalidad del pago de suministros de agua, de forma aplazada, hasta recolectar la cosecha aquellos.
Después de leer mucho sobre la vida y obra de Don Fernando de León y Castillo, no puedo dejar de un lado la consideración que he percibido de su personalidad, una fuerza de carácter que esgrimía con suma entereza y dedicación a las acciones que emprendía, por lo general haciendo gala de una inteligencia fuera de lo común.
Al parecer planteaba concienzudamente las cuestiones, no sin antes haber preparado una contesta contundente para las réplicas que pudieran surgir, las cuales empleaba sin alterar el tono de su voz, sabiéndose estar en posesión de la verdad y dejando para el final de su intervención, por lo general, unos comparativos hirientes para sus adversarios imposibles de rebatir por la contundencia de los mismos ante la evidencia.
La oposición de los conservadores capitaneados por el general Valeriano Weyle, la cual dio al traste con el texto y la pretensión de León y Castillo, de aprobar un Estatuto de Provincia Autónoma para Cuba, fue la confirmación de la nefasta política española en la isla antillana, consolidando el abuso y vasallaje del pueblo cubano, en manos de unos restos imperiales en vía de total extensión, como era el gobierno español de aquel entonces.
Lejos de actuar moderadamente, el gobierno español, envía a Wesley a represaliar a los insurgentes y aquel ordena el fusilamiento de un grupo de estudiantes que demandaban la independencia de Cuba. Después se dan una sucesión de hechos en los que la brutalidad de Weyle provoca una serie de agresiones a la dignidad humana de los cubanos, que por aquel entonces “eran españoles también” y así fueron rodando las cosas, hasta que se da el caso del acorazado “Maine” en la noche del 15 de febrero de 1898 y la intervención norteamericana.
Las circunstancias que desembocaron en la Guerra de Cuba, pueden haber sido otras muchas más, pero la premonición contundente fue el epílogo que meses antes había hecho León y Castillo en las Cortes al no considerarse su Estatuto para Cuba, en el que aseguraba que: “Ninguno de sus Señorías tendrá que empuñar un arma en el desastre que se avecina, seguiréis cómodamente sentando vuestras ilustres posaderas en los sillones de este hemiciclo, mientras un montón de padres de familia e hijos, dejaran allá sus vidas.”
Al parecer algún diputado le replicó, con un comentario jocoso y burlesco sobre su igual condición, el grancanario se puso en pie e intervino: “Su Señoría no me ha dejado acabar –mientras se dirigía a la salida del hemiciclo remató- prefiero ser el camino de la historia que un Quijote demente montado en un rucio pollino que no le conduce a ninguna parte”. Detrás de Don Fernando, fueron abandonando el hemiciclo la totalidad de los diputados canarios en un sepulcral silencio.
La Guerra de Cuba estaba servida y fueron muchos los canarios que tuvieron que embarcar a la fuerza y allá murieron, jamás volvieron a ver la costa que les vio partir y hoy la gran mayoría son víctimas de aquella nefasta política, héroes anónimos de los despropósitos de un gobierno incompetente que en pocos años, justificaría el alzamiento militar y la pérdida de más vidas en el pueblo español.
Retomamos nuestra caminata, guardamos en la gena todo lo positivo que hayamos podido tratar hoy y, nos vamos hacia el Poniente, concretamente al barrio de Lomo del Cementerio, con el fin de visitar allí la calle Leopoldo Massieu, al objeto saber algo sobre el lugar de ubicación del vial y sobre la vida y obra del personaje nominado, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Cuídense mientras tanto.
Sansofé.
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