Hoy nos hemos ido a pasear al barrio de La Garita, concretamente a la Urbanización Hoya Pozuelo, donde vamos en busca de la calle Laurel, encontrando su inicio en la calle Salvia, desde donde con orientación Naciente-Poniente y tras recorrer unos 300 metros, aproximadamente, va a finalizar a la calle Azalea.
Tiene por el Norte la calle Tomillo y por el Sur la calle Fagonia.
Esta nominación fue aprobada en sesión plenaria celebrada el día 27 de enero de 1995 y desde entonces, ha pasado a formar parte del Callejero perteneciente al Distrito 5º, Sección 7ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
Todas las nominaciones del barrio guardan la condición de analogía entre sí, ya que, las mismas se refieren a plantas ornamentales, plantas medicinales o flores.
Sinopsis de la nominación
Laurusnobilis, laurel o lauro es un arbusto o árbol perenne perteneciente a la familia de las lauráceas, a la que da nombre. Es originario de la zona Mediterránea y sus hojas son utilizadas como condimento en la cocina.
El laurel común es un árbol dioicoperennifolio de 5-10 m de altura, de tronco recto con la corteza gris y la copa densa, oscura, con hojas azuladas, alternas, lanceoladas u oblongo-lanceoladas, de consistencia algo coriácea, aromáticas, con el borde en ocasiones algo ondulado.
Tienen ápice agudo y base atenuada. Miden unos 3-9 cm de longitud y poseen corto peciolo. El haz es de color verde oscuro lustroso, mientras que el envés es más pálido. Las flores están dispuestas en umbelas sésiles de 4-6 flores de 4 pétalos que aparecen en marzo-abril, y son amarillentas. Las masculinas tienen 8-12 estambres de cerca de 3 mm, casi todos provistos de 2 nectarios opuestos, subbaxilares y gineceo rudimentario. Las femeninas con 2-4 estaminodios apendiculados y ovario subsésil con estilo corto y grueso y estigma trígono.
El fruto es una baya, ovoide, de 10-15 mm, negra en la madurez, suavemente acuminada con pericarpo delgado. Tiene semilla única de 9 por 6,5 mm, lisa. Madura a principios de otoño.
Se cultiva por semillas es algo lenta. La semilla debe recolectarse en zonas donde existan pies de los dos sexos, debiéndose coger sólo los frutos que están en la planta y no los caídos al suelo, pues suelen estar fermentados. La semilla limpia germina mejor que la que conserva el pericarpio seco. Los tratamientos de inmersión en agua de la semilla aumentan y aceleran la germinación.
El laurel es planta poco exigente en suelos, aunque va mejor en aquellos sueltos y frescos. Soporta muy bien la poda y es sensible a parásitos que suelen poblarla, algunos de los más comunes son:
Cochinillas son su principal enemigo (el 90% de los laureles las portan). Sobre la melaza que secretan estas, se asienta el hongo negrilla, que más que daño a la planta la afea mucho.
Sila (Trioza alacris), una plaga que produce síntomas llamativos. Las hojas aparecen arrugadas como consecuencia de las picaduras de este pequeño insecto chupador. Es difícil ver al causante del mal puesto que no permanece estático en la hoja.
Fuera de las regiones de clima mediterráneo, es muy sensible a las heladas.
Las hojas de laurel son usadas como condimento en la gastronomía europea (particularmente en la cocina mediterránea), así como en Norteamérica y Centroamérica, en la región noroeste de México, se le conoce como laurel de Castilla. Estas se utilizan en sopas, guisos y estofados, así como en carnes, pescados, mariscos y vegetales, e incluso en postres como el arroz con leche. Las hojas se utilizan generalmente enteras (a veces como bouquet garni), y retiradas antes de servir. También pueden ser trituradas o molidas antes de cocinar para darle un mejor gusto a la comida.
Como planta medicinal, el laurel es un tónico estomacal (estimulante del apetito, digestivo, colagogoy carminativo). El aceite esencial obtenido de los frutos ("manteca de laurel") se usaba tradicionalmente para el tratamiento de inflamaciones osteoarticulares y pediculosis. La ingesta de hojas de Laurel en grandes cantidades llega a ser tóxica.
La madera de laurel es muy dura y se ha empleado en Andalucía para trabajos de taracea y marquetería, tradición artesanal árabe que ha sido heredada y mantenida en algunas zonas como el Albaicín de Granada.
El árbol de laurel, incluidas sus ramas, se utiliza para ornamentación.
Advertencias: el laurel es una de las plantas que con más frecuencia producen dermatitis de contacto y fenómenos de fotosensibilización (en periodos de contacto prolongado).
Muy importante: cuidado de no confundir el laurel (Laurus nobilis) con el laurel-cerezo o laurel real (Prunus laurocerasus) al que se parece en cierta forma. Esta última planta es tóxica por ingestión para las personas.
El laurel es el objeto simbólico preferido en la astrología para el signo Aries.
Además sobre el laurel existe un dicho antiguo de que "el que planta un laurel nunca lo verá crecer", aludiendo al lento crecimiento de la planta.
Aunque en la cultura popular alude a la muerte del que lo planta, tiene connotaciones simbólicas en ciertas culturas como la romana y en la cristiana.
Según la mitología, el laurel es la transformación de la ninfa Dafne (Daphne) que al ser perseguida por Apolo fue salvada por su padre, el río Peneo, transformándola en Laurel; de ahí, Apolo cortó dos ramas y las trenzó elaborando unas coronas triunfales que usan los victoriosos, generales y emperadores de la antigua Roma y que han llegado hasta nuestros días como símbolo de la victoria.
En la antigüedad el laurel protegía contra los rayos, Plinio lo recoge, así mismo asegura no conocer casa plantada con laureles, que fuera alcanzada por los rayo.
El laurel formando una corona, es generalmente un símbolo muy usado en la heráldica de las casas reales, como representación de la valentía, el triunfo o la nobleza de sus varones.
Toponimia del lugar
La toponimia “Hoya del Pozo”, la encontramos desde finales del siglo XVI, cuando en la zona se realiza la primera perforación de un pozo para la captación de aguas subterráneas, las cuales eran elevadas mediante una noria de tracción animal.
En cambio “Hoya de Pozuelo”, es de reciente creación, hace tan sólo unos diez años, y fue el nombre que la empresa que urbanizó el terreno puso a la actual urbanización, como derivación de primigenio.
En cualquier caso, ambas toponimias nos habla del desarrollo de la zona con el paso del tiempo. Inicialmente “Hoya del Pozo” de una época en la que se cultivaba todo el sector para lo cual se realizaron las mencionadas captaciones y la segunda “Hoya de Pozuelo” de la época posterior, cuando se dejan de cultivar los campos y los terrenos son urbanizados y construidos.
Hemos conocido la zona desde hace más de cinco décadas, cuando los cultivos de plataneras o tomateros llegaban hasta el Camino del Conde, que recorría todo el borde del litoral costero, desde Jinámar hasta Ojos de Garza.
Era una zona muy poco transitada, salvo por los aparceros que trabajaban en los cultivos y algún que otro pescador que buscaba los sitios tranquilos y poco castigados por los aparejos de pesca en barca.
Tuvimos la dicha de conocer todos esos fondos y todas las oquedades submarinas, conocer de sus corrientes y sus peligros, a los cuales siempre tuvimos un especial respeto y consideración, ya que, no era nuestro medio habitual y marcaba ciertas normas de obligado cumplimiento, con el fin de no poner en peligro la vida. Todo fue muy hermoso siempre, hasta que la intervención del hombre lo fue matando poco a poco y los residuos fueron ocupando incluso los fondos marinos.
Las especies de la fauna submarina fueron desapareciendo, también lo hizo la flora y con ella la belleza del paisaje de nuestro litoral, ambas se fueron juntas, como juntos también se fueron los años de nuestra vida y las facultades físicas que nos permitían realizar las inmersiones. Ahora nos contentamos con admirar fenómenos tan espectaculares como “El bufadero”, “El corral de la yegua” o “La cafetera”, donde apreciamos la fuerza de la naturaleza en perfecta sincronización, como si se tratara de un concierto de lava y espuma, la fuerza del mar que embate con una costa agreste, residual de las erupciones volcánicas del cuaternario que conformaron nuestro relieve insular.
Recordamos los cabreos de un personaje popular, quien nos instruyó a los jóvenes de entonces en los lugares de inmersión y los peligros con los que nos podíamos encontrar. Nos acompañó las primeras veces y mostraba su enfado al contemplar los vertidos residuales al mar y maldecía, puños cerrados y manos alzadas al cielo, era Sebastián Quintana Vélez, a quien se le conocía popularmente como Chano El Guapo (q.e.p.d.)
Efemérides
Un día tal como hoy se cumplen 1622 años, de aquel 15 de mayo de 392, fecha en la que aparece ahorcado el Emperador Romano de Occidente, Flavio Valentiniano en su casa de la ciudad de Vienne en La Galia. Teodosio I había colocado al joven Valentiniano bajo la tutela de Arbogastes, un general franco pagano. Las relaciones entre Valentiniano y Arbogastes hacen pensar que más que de un tutor se trataba de un carcelero impuesto por Teodosio I. Arbogastes era el auténtico jefe del ejército de Valentiniano y el que decidía en las cuestiones políticas y sobre los propios actos del emperador. Cuando en el 392 se cernió sobre Panonia una nueva invasión de bárbaros, Valentiniano decidió acudir personalmente con su ejército a combatirlos, pero Arbogastes se lo impidió.
Fue elegido emperador a los cuatro años de edad, junto con su hermanastro Graciano. Valentiniano y su familia vivieron en Milán, y el imperio occidental se dividió nominalmente entre los dos. Graciano se quedó con las provincias transalpinas, mientras que Italia, parte de Iliria y África quedaron bajo el gobierno de Valentiniano, o más bien de su madre, Justina que era arriana, y la corte imperial de Milán luchó contra los católicos de esa ciudad, liderados por su obispo Ambrosio. La popularidad de Ambrosio era tal, que la autoridad imperial se vio debilitada. En 387 Magno Clemente Máximo, un militar hispano, pariente de Teodosio I, que había comandado un ejército en Britania y, tras derrotar al emperador Graciano, se había autoproclamado emperador de Occidente en 383 (año de la muerte de este emperador), cruzó los Alpes y amenazó Milán.
Se piensa que la situación de reclusión a la que era sometido, tal vez fuera la causa que empujara al joven Valentiniano al suicidio, según indican algunas fuentes, pero también es posible que fuera asesinado por Arbogastes. En cualquier caso, Teodosio no tomó ningún tipo de represalia sobre Arbogastes ni pareció especialmente interesado en saber las causas de la muerte pese a las veladas acusaciones que Ambrosio, obispo de Milán, hizo durante su oración fúnebre por Valentiniano. Cuando Arbogastes elevó al gramático pagano Eugenio a la dignidad imperial de occidente, estalló la guerra civil entre Flavio Eugenio y Teodosio I por el control del oeste. La victoria de este último en la batalla del Frígido dio lugar a la última reunificación del Imperio romano y a su definitiva división tras la muerte de Teodosio.
También ocurrió que un día tal como hoy, hace ahora mismo 109 años, es decir el 15 de mayo de 1905, en el buque de guerra “Numancia”, llega al Puerto de La Luz el Ministro de Marina Eduardo Cobián, en viaje preparatorio a la posterior visita de SS.MM. el rey Alfonso XIII. Esta visita despertó gran curiosidad, ya que, era la primera vez que un ministro de España, visitaba la isla de Gran Canaria. En nuestra isla permaneció cuatro días, acompañado de periodistas madrileños, visitando los diferentes lugares que podrían engrosar la agenda del monarca. Luego embarcaron hacia las islas de Lanzarote y Fuerteventura, con la misma misión.
El viaje real se inicia el 23 de marzo de 1906 en que el Rey, acompañado de su hermana la Infanta María Teresa y su esposo, Don Fernando María de Baviera -que habían contraído matrimonio en el Palacio Real de Madrid el 12 de enero anterior- parte de Madrid hacia Cádiz, desde donde embarcaría al día siguiente hacia las Islas en el vapor de la Compañía Trasatlántica Alfonso XII, que el Marqués de Comillas se encargó de restaurar y acomodar para la ocasión. Escoltaban al trasatlántico varias unidades de la Armada: Pelayo, Carlos V, Princesa de Asturias, Río de la Plata, Extremadura y el yate Giralda, donde viajaba parte del séquito del monarca y la representación de la prensa, al mando del contralmirante Juan J. de la Mata.
Algunos de nuestros parlamentarios se trasladaron a las Islas desde Madrid, durante los días de la visita regia. Fueron éstos Leopoldo Romeo y Sanz y el Marqués de Casa Laiglesia, diputados por Tenerife; Felipe Pérez del Toro, diputado por Las Palmas, y el palmero Pedro Poggio y Álvarez, senador del Reino por Canarias. Sin embargo no acompañaría al Rey el Marqués del Muni, que habiendo sido elegido en 1905 diputado a Cortes y senador por Canarias desempeñaba a la sazón, desde 1897 y por tercera vez, la Embajada de España en París, y que desde 1872 no había vuelto a la isla de su nacimiento. Cuenta Guimerá Peraza en su Pleito Insular que se dijo entonces que no vino para evitar alojarse en sitio distinto de la casa de su hermano Juan en Las Palmas, con quien había roto las relaciones hacía ya más de quince años, aunque según el presidente del Consejo de Ministros Moret, había recibido órdenes del Gobierno para que permaneciera en París atendiendo diversos asuntos internacionales.
Cuando se llega a cierta edad, “los valores” de alguna forma van cambiando y aquellas cosas que creías importantes, pierden de alguna manera parte de su encanto, su brillo palidece de tal manera, que pasan a un segundo término en las imágenes de tu vida.
Se mantienen ahí, en el archivo de tu mente y no dejan de influir, en muchas ocasiones, en tus acciones, pero pasas instintiva y cómodamente, a dar prioridad a otras que, en su momento estaban ahí y no valoraste en la misma medida que haces ahora.
Tal vez sea que la experiencia de la vida te lleva a un estado acomodado en una sensación de cansancio y tomas partido por aquellas cosas que otros, generalmente más jóvenes, no dan importancia alguna o no consideran un disfrute su realización o vivencia.
Eso mismo me ocurre, con cosas como el hecho de cocinar o salir en la hora prima a hacer fotos del amanecer. Sobre la primera muchos creen que es un trabajo innecesario y prefieren comprar la comida hecha y sobre la segunda, además de que muchos piensen que sea un tostón, no dejan de encasillar en un coñazo la acción de madrugar. De igual forma no saben que carajo comen y de la misma manera, si están de juerga, no pegan ojo en toda la noche, lo que no catalogan como un sacrificio.
Entre ésta y la otra…la madre que aparece.
De ahí, tenemos a muchas personas jóvenes y menos jóvenes, que malamente saben freír un huevo o hacer cualquier comida, dependiendo en todo momento de que alguien la haga y llenar su tripa tranquilamente, generalmente piensan que son cosas del género femenino. Yo me presumo de saber cocinar y de no tener que depender de nadie para que me sirva un plato de comida. En otra época, a mí alrededor, los amigos pensaban que era inaudito, los no tan amigos pensaban otras cosas más soeces.
Refiero estas cosas, porque hoy en día, algunos de mi generación siguen sin saber freírse un huevo, pero si los tiene para apuntarse a cualquier comida que hagamos en grupo, en la cual alaba al cocinero y apunta la idea de aprender a cocinar… nunca se deciden a iniciar el aprendizaje, es un rollo que se escapa de sus llanas mentes.
Averiguar, estudiar y sobre todo practicar las diferentes técnicas de la fotografía, para algunos no es necesario, ya que, pone su máquina en automático y fotografían cualquier verdura, cuando no lo hacen con el móvil o la tablet. Son los mismos que cuando ven una foto bien contrastada, enmarcada y rica en luminosidad y matices, realizada en “modo manual”, dicen simplemente que…no está mal, como si su ausente doctorado en la materia pudiera mejorarla.
En cualquier caso, todo…absolutamente todo pasa por la carencia total de humildad en reconocer cuales son sus límites y cualidades, circunstancias éstas que denotan una enfermiza prepotencia ante las cosas que no es capaz de hacer por sí solo, frente a quienes si las saben hacer.
Son aquellos que emplearían “el laurel” para hacerse una corona que lucir ante los demás, ya que, como condimento no sabría nunca cómo o dónde emplearlo, cuando en realidad es una gran simpleza, pero que da un gusto especial a la comida en las realizaciones gastronómicas.
Dejamos aquí nuestra intervención de hoy, nos echamos la gena a la espalda y emprendemos una nueva caminata con rumbo de Poniente, para dirigirnos al barrio de Valle de los Nueve, concretamente a la calle Laurisilva, con el fin de saber algo más del lugar de su emplazamiento y sobre este árbol endémico en nuestras islas, pero bueno, eso... será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientas tanto cuídense.
Sansofé.
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