Paseamos hoy por el barrio de San Gregorio, o Los Llanos si ustedes quieren, donde vamos en busca de la calle Lagunetas, encontrando su inicio en la calle María Encarnación Navarro, desde la cual con orientación Naciente-Poniente y, tras recorrer unos 220 metros, va a finalizar en la calle Congreso.
Al Norte linda con la calle Amargura y al Sur lo hace con la calle Guadarteme.
Esta nominación fue asignada aproximadamente, a finales de la década de 1920, época en la que se lleva a cabo la evolución urbanística del Casco Urbano y se nominan un conjunto de viales que son objeto de nueva apertura o de ensanche de aquellas callejuelas que existían. No obstante, al carecer de documentación en la cual nos podamos fundamentar, no precisamos la fecha de su adopción. Forma parte este vial del callejero correspondiente al Distrito II, Sección II, del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
Sinopsis de la nominación
La toponimia Lagunetas, nos viene desde los inicios del siglo XIX y la misma hace referencia a los charcos o lagunetas de agua que se formaban en este vial, al carecer el mismo de la rasante y el afirmado pertinentes.
Es el ornato de muchos de los viales secundarios del casco urbano, carentes del empedrado del que se dotaran las vías principales a mediados del siglo XVIII, a fin de favorecer las medidas higiénico-sanitarias en la lucha contra las epidemias de cólera morbo, fiebres tifoideas, etc., que asolaron la población por esa época.
El resto de los viales presentaban un firme de tierra apelmazada, con una irregular rasante que favorecía la formación de charcos o lagunetas, con el agua de la lluvia o la que era arrojada a la calle al grito de “agua va”, tras el uso sanitario.
Si a todo esto sumamos unas callejuelas estrechas y sin una alineación mínima, nos imaginamos cómo pudo ser el barrio hasta finales del siglo XVIII, proliferando los barracones y chozas, como viviendas habituales.
Parte de esta calle, en su margen izquierdo, es una extensión casi perpendicular, un callejoncito sin salida en el que hasta la década de 1970, se podían observar la formación de las lagunetas a las que nos referimos anteriormente.
Toponimia del lugar
La toponimia “San Gregorio”, data desde 1866, año en el que se finalizan las obras de construcción del templo neoclásico actual, que mediante proyecto del arquitecto Diego Nicolás Eduardo, se fue realizando paulatinamente durante casi 90 años. Una vez ultimada la construcción del templo, se adopta como patrono del mismo a San Gregorio Taumaturgo, bajo cuya advocación se pone éste.
El templo de Los Llanos, ocupa el mismo solar que anteriormente ocupara la ermita que mandara construir Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela, tras finalizar la conquista de la isla en los inicios del siglo XVI. Más tarde en la segunda década del siglo XVII se ha de reconstruir la misma por ofrecer amenaza de ruina, ampliándose la capacidad de la primera, pero ambas orientadas de Norte a Sur. Estas ermitas estuvieron bajo la advocación de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Con el cambio de la toponimia de “San Gregorio”, empieza a caer en desuso la de “Los Llanos”, que fue el primer nombre que tomó el barrio de “arriba” o “Los Llanos de Jaraquemada”, por tener allí tierras y un ingenio de moler caña de azúcar Gonzalo de Jaraquemada, quien lo adquirió a Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela.
Esta zona del Casco Urbano donde está la calle que hoy visitamos, hasta los inicios de la década de 1960, significaba para la chiquillería que correteábamos por las calles, como la vía que nos conducía hasta el Parque de León y Joven (hoy de Franchy Roca), era la alternativa a la calle de Los Marinos (hoy María Encarnación Navarro) y a la calle Congreso (la del Cine Atlántico), para aquellos que vivíamos por la zona de la Iglesia de San Gregorio y calle El Roque. Allí en el parque celebrábamos un partido de fútbol con los de La Barranquera o Arauz, partido que generalmente terminaba en una refriega de la cual nos despedíamos amigablemente a la pedrada limpia, cosas de entonces.
Pero ya entonces, la vida que movía el mercado que existiera en la zona se había trasladado a la Plaza de Los Llanos (Plaza de San Gregorio), con mayor auge una vez abolidos los “fielatos”, convirtiéndose en el motor socio-económico del municipio y generando la instalación de una gran variedad de comercios y establecimientos.
Posteriormente aquella “Plaza de Araus” se construye como tal y se plantan árboles, siendo nominada en la época de la II República, como Plaza Franchy Roca, en honor del político grancanario.
Más tarde durante el período de la Dictadura Franquista, esta nominación es cambiada por la de “Plaza de León y Joven”, para posteriormente, hace tan sólo unos 25 años volver a nominarse como “Plaza Franchy Roca”, por la primera Corporación Municipal de nuestro actual Estado Democrático.
Efemérides
Hoy se cumplen precisamente 480 años, de aquel 13 de abril de 1534, fecha en la que el humanista y cardenal inglés Thomas More, autor del libro Utopía, se niega en Londres (Inglaterra), a firmar el acta que reconoce a Enrique VIII como jefe de la iglesia y a consentir su divorcio de Catalina de Aragón. Por ello será acusado de alta traición, encarcelado en la Torrre de Londres. Thomas More, quien también fuera conocido por su nombre castellanizado Tomás Moro, o por su nombre en latín Thomas Morus, nació en Londres el día 7 de febrero de 1478. Fue un pensador, teólogo, político, humanista, escritor, poeta y traductor.
Nombrado Lord Canciller de Enrique VIII, profesor de leyes, juez de negocios civiles y abogado. Su obra más famosa es “Utopía” donde busca relatar la organización de una sociedad ideal, asentada en una nación en forma de isla del mismo nombre. Además, Moro fue un importante detractor de la Reforma Protestante y, en especial, de Martín Lutero y de William Tyndale. En 1535 fue enjuiciado por orden del rey Enrique VIII, acusado de alta traición por no prestar el juramento antipapista frente al surgimiento de la Iglesia Anglicana, oponerse al divorcio con la reina Catalina de Aragón y no aceptar el Acta de Supremacía, que declaraba al rey como cabeza de esta nueva iglesia.
Fue declarado culpable y condenado a la pena de muerte. Permaneció en prisión en la Torre de Londres, durante algo más de un año, tiempo en el que el rey Enrique III, espero en vano que Thomas More, accediese a sus exigencias, ordenando la ejecución de la sentencia siendo decapitado el 6 de julio de ese mismo año. Moro fue beatificado en 1886 y canonizado en 1935, junto con John Fisher, por la Iglesia Católica, quien lo considera un santo y mártir. Por su parte, la Iglesia Anglicana lo considera un mártir de la Reforma Protestante, incluyéndolo, en el año 1980, en su lista de santos y héroes cristianos.
Sucedió un día tal como hoy, hace ahora mismo 398 años, que el 13 de abril de 1616, el obispo de Canarias Antonio Carrionero declara “insigne” la reliquia del cráneo de San Joaquín, que se encontraba en la Catedral de Canarias, el origen de esta reliquia se remonta al año 1600, cuando el obispo Francisco de Sosa, se entera de la existencia de la misma en un convento italiano llamado La Viña, en Venecia. Al parecer convenció al Papa Clemente VIII, quien expide una bula fechada el 22 de agosto de 1600, ordenando a los monjes que fuera entregada la reliquia a Francisco de Sosa, quien la trae a Canarias cuando es nombrado obispo.
Fallecido en Aranda de Duero fray Francisco de Sosa, trigésimo quinto obispo de la colonia canaria. “Fue su sucesor fray Francisco de Sosa, na¬tural de Toledo, de la noble familia de Sosa, de aquella capital, religioso de San Francisco, hijo del convento de Salamanca, en el cual leyó artes y teología. Había sido guardián de Toro, definidor, comisario y, por último, estando en Roma, minis¬tro general de la orden en 1600, cuyo gobierno mereció mucho aplauso. Felipe III, que le tenía en alto concepto, des¬pués de haberlo empleado en negocios de su con¬fianza, enviándole con comisiones a algunos príncipes, le destinó a Roma en 1607, como dice el padre Wadingo, cerca del papa Paulo V.
Estando allí logra que, en lugar de don Fray Antonio Trejo, obispo de Cartagena, promoviese el punto de la Inmaculada Concepción; y, con efecto, a solicitud suya, prohibió aquel pontífice que se enseñase o se di¬jese nada en público contra tal misterio. Hiciéronle acreedor estos méritos al obispado de Canaria, a que en 1608 le presentó el rey; pero, siendo su persona de mucha consideración en la corte, estuvo tres años sin pasar a su iglesia, gobernándola entretanto en su nombre don Juan de Porras y Sosa, tesorero dignidad y su pariente. Por fin tuvo que renunciar la mitra, reservándose una pensión de cuatro mil ducados; y en 1612 le dieron el priorato de Osma, que es la primera silla del coro, con el título de inquisidor de la Suprema.
Contemplando el amanecer y los reflejos del sol sobre el mar, me pregunto cuántos y cuántos días han pasado desde que ocurrieran, desde esas fechas en las que se dieron las efemérides tratadas. Tanto tiempo que seguramente muchas mentes actualmente, no tienen conocimiento alguno de ellas, la importancia y la incidencia que las mismas han tenido desde entonces en relación con nuestro estatus actual. Unas por exceso de celo y otras por la ausencia de éstos.
La lucha desigual de Thomas Moure enfrentándose a los tribunales amparados por el rey Enrique VIII y la firmeza que el mismo mostró hasta última hora, sabiendo que en ello le iba la vida, hace que desde lo más hondo de las entrañas salga una repulsa total hacia aquellos miembros de los tribunales y del propio rey, máxime si la inteligencia de ambos se tuviera que comparar con la de Moure, todo un ilustrado pensador, humanista, escritor y otras tantas facetas del saber, que por sus verdugos y jueces fueran totalmente ignoradas.
Ya de por sí, tratar de imponer un pensamiento sobre la voluntad de otro ser humano, es un comportamiento propio de la ignorancia y la deshumanización, máxime si la resolución se condiciona con la pérdida de la vida de aquel que defiende sus ideales, los cuales en ningún caso y por ningún motivo, pueden ser la causa condenatoria. Es una evolución que el ser humano ha alcanzado hace bien poco, recuerdo en plena dictadura franquista, el hecho de tener y defender ideales comunistas, eran causa de condena por la Autoridades Civiles y también las Religiosas. De eso hace tan sólo 50 años…medio siglo y sucedía aquí en nuestro país.
Luego se comprende la actuación de más de uno, que viendo como se ajustaba la soga a su cuello, decidieron cambiar de chaqueta llegada la democracia, con el cuento anterior se metieron a políticos y terminaron perteneciendo al gremio empresarial, o sea, que pasaron de la izquierda radical a la derecha extrema. Las víctimas que quedaron en el camino ya no cuentan, seguramente las habrán enterrado ya y los que no, los desilusionados, ahora no creemos ni en chichas ni en moras, además de importarnos un comino el destino de esas joyas.
Vemos también como en el afán de manejar a las masas, se refleja en las actuaciones de los reyes influyendo ante la curia papal y las recomendaciones, que al efecto se hacen en favor de aquellos que les son fieles. El ascenso en los cargos eclesiásticos y el goce del favor en las Cortes de que disfrutó fray Francisco de Sosa, le impidieron tomar posesión el obispado de Canarias, a pesar de haberse dictado bula papal al efecto. Nos imaginamos que tendría poca importancia o ninguna ser obispo de una colonia como Canarias ante la posibilidad de andar por los pasillos de la Corte haciendo favores a sus amistades.
En todo caso, desde aquí, desde las colonias de Canarias, pensamos que fue todo un acierto que no viniera, ya que, posteriormente se pronuncia el prelado como un severo inquisidor, viéndonos beneficiados con su graciosa ausencia. Muchos serían los aborígenes conversos y/o los moriscos residentes en las islas, que se vieron libres de su santo yugo y de las depuraciones pertinentes. Fue un personaje histórico cuya fama le viene precisamente de su ausencia en la actualidad del momento, para bien de los isleños, se quedó en Osma cazando brujas y cometiendo una y mil barbarie de las tantas que llevaron a cabo los inquisidores en nombre de la Santa Madre Iglesia.
Todo lo positivo que podemos encontrar en esta crónica de hoy, dado que nos pertenece en exclusividad, lo guardamos en nuestra gena y nos la echamos a la espalda, cual vital tesoro y encaminamos nuestros pasos con rumbo al Naciente, nos vamos al barrio de Casas Nuevas, donde visitaremos la calle Lanzarote, a fin de conocer algo más del lugar de su ubicación y sobre esta hermosa isla de nuestro archipiélago, pero eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.
Sansofé.
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