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Calle La Rocha  (Foto Luis A. López Sosa) Calle La Rocha (Foto Luis A. López Sosa)

La Rocha, un apellido ilustre que se recuerda en San Gregorio

Esta antigua antroponimia viene de ser el lugar identificado por el nombre de su dueño, un coronel

Dojeda Viernes, 28 de Marzo de 2014 Tiempo de lectura:

Paseamos hoy por el barrio de San Gregorio, o Los Llanos si ustedes quieren, concretamente a la zona de las afueras del casco urbano hacia el Sur, donde vamos en busca de la calle La Rocha, encontrando su inicio en la calle Doctor Melián (parte de la carretera a Ingenio), desde donde con orientación Naciente-Poniente y, tras recorrer unos 240 metros, aproximadamente, va a finalizar a la calle Matías Montero, en pleno barrio de El Ejido.
 
Al Norte linda con la calle Doctor Castro Viejo, mientras que por el Sur linda con la calle Doctor Melián.
 
Esta nominación es muy antigua, apareciendo en los Padrones Municipales de Habitantes referidos al 31 de diciembre de 1960, si bien la antroponimia definía mucho antes todo el sector donde hoy se encuentra el vial.
 
Forma parte del callejero municipal del distrito 2º, sección 9ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
 
Sinopsis de la nominación
Esta antigua antroponimia viene de ser el lugar identificado por el apellido de su dueño el coronel Antonio Lorenzo de La Rocha y Bethencourt, quien nace entre los años 1707-1708. Hijo del coronel y alcalde real de Telde, Cristóbal de la Rocha Bethencourt, y de Ángela Lorenzo, heredera de la alcaidía de Santa Cruz del Romeral que ejerció su esposo.
 
Antonio Lorenzo de la Rocha fue coronel del regimiento de Telde y Alcaide de la Casa-Fuerte de Santa Cruz del Romeral. Estuvo casado con Antonia Alfaro Monteverde.
 
Fue una persona culta que ejerció como ingeniero y arquitecto, reconocido en su labor con importantes obras en su isla. Entre ellas el Hospital de San Martín en Las Palmas de Gran Canaria (de los edificios históricos más importantes de la ciudad), la reedificación la Casa-Fuerte de Santa Cruz del Romeral y la iglesia de Ntra. Sra. del Pino en Teror (sede de la patrona de la diócesis de Canarias, declarada basílica en 1916 por solicitud del obispo Ángel Marquina).
 
Muere en el año 1783 en Las Palmas de Gran Canaria, al día siguiente de su fallecimiento es trasladado a la Villa de Teror, siendo enterrado en lugar destacado en el altar mayor de la iglesia Ntra. Sra. del Pino de Teror.
 
Tanto la Villa de Teror como la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria lo distinguen en sus callejeros respectivos con el rótulo Coronel Rocha.
 
La antroponimia de “La Rocha”, identificó durante algo más de dos siglos el sector existente al Sur del barrio de El Ejido, concretamente del Camino de Los Picos hasta el Barranco de La Rocha, por el Note y Sur, respectivamente y, desde el Camino al Barranco de La Rocha hasta la calle Doctor Melián, en sus lindes de Poniente y Naciente.
 
En esta finca que lleva el apellido del Coronel Rocha, se encuentra también la residencia de veraneo de este ilustre militar, conocida como “Casa de Los Picos”, que se encuentra totalmente abandonada, a pesar de la riqueza arquitectónica de la misma.
 
Esta familia de La Rocha, tenía muchas posesiones en la geografía grancanaria y en el barrio de San Juan, de nuestra ciudad, concretamente en la calle Conde de la Vega Grande, en el inmueble nº 7, también tiene una señorial casa, actualmente catalogada dentro de los inmuebles que gozan de la protección del Patrimonio Histórico de la Ciudad, pero que por suerte se viene utilizando hoy en día como Jardín de Infancia, evitándose así que por el abandono de la obligaciones de nuestras autoridades, llegue el inmueble a la calamitosa situación que el antes mencionado.
 
Toponimia del lugar
La toponimia “San Gregorio”, data desde 1866, año en el que se finalizan las obras de construcción del templo neoclásico actual, que mediante proyecto del arquitecto Diego Nicolás Eduardo, se fue realizando paulatinamente durante casi 90 años. Una vez ultimada la construcción del templo, se adopta como patrono del mismo a San Gregorio Taumaturgo, bajo cuya advocación se pone éste.
 
El templo de Los Llanos, ocupa el mismo solar que anteriormente ocupara la ermita que mandara construir Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela, tras finalizar la conquista de la isla en los inicios del siglo XVI. Más tarde en la segunda década del siglo XVII se ha de reconstruir la misma por ofrecer amenaza de ruina, ampliándose la capacidad de la primera, pero ambas orientadas de Norte a Sur. Estas ermitas estuvieron bajo la advocación de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
 
Con el cambio de la toponimia de “San Gregorio”, empieza a caer en desuso la de “Los Llanos”, que fue el primer nombre que tomó el barrio de “arriba” o “Los Llanos de Jaraquemada”, por tener allí tierras y un ingenio de moler caña de azúcar Gonzalo de Jaraquemada, quien lo adquirió a Alonso Rodríguez de Palencia o Palenzuela.
 
Esta zona del Casco Urbano donde está la calle que hoy visitamos, hasta los inicios de la década de 1960, significaba para la chiquillería que correteábamos por las calles, como la vía que nos conducía hasta el Parque de León y Joven (hoy de Franchy Roca), era la alternativa a la calle de Los Marinos (hoy María Encarnación Navarro) y a la calle Congreso (la del Cine Atlántico), para aquellos que vivíamos por la zona de la Iglesia de San Gregorio y calle El Roque. Allí en el parque celebrábamos un partido de fútbol con los de La Barranquera o Arauz, partido que generalmente terminaba en una refriega de la cual nos despedíamos amigablemente a la pedrada limpia, cosas de entonces.
 
Nos llamaba mucho la atención un Centro Sanitario que existía en el inmueble número 2 de la calle Alférez José Ascanio (chalet con jardines), al que se le conocía simplemente con el nombre de “El Hospital”, más arriba estaba la herrería de Danielito “el bainero”, que confeccionaba artesanal y magistralmente cuchillos canarios y sus bainas o fundas.
 
Después te encontrabas con las zapaterías de Dominguito Hernández y de Pepito Mejías, el molino de Isaac el del Valle y por último el taller de Maestro Isidro Hernández y su hermano Diego.
 
Este vial y los colindantes se abrieron en los inicios del siglo XX, cuando Los Llanos experimenta un sensible desarrollo urbanístico y los edificios que existieron en esta calle hasta mediada la década de 1960, eran viviendas de una planta con cubierta plana y alguna que otra en tejado a dos aguas. Posteriormente, se empiezan a demoler aquellas y se construyen viviendas de dos y tres plantas, perdiéndose la identidad arquitectónica que se fraguara durante algo más de cinco siglos.
 
Se produce un desarrollo desmesurado en la construcción de inmuebles de varias plantas y se despierta la explotación urbana del uso vertical de la superficie y poco a poco van desapareciendo aquellos edificios y con ellos las características peculiares de identidad del barrio, a lo que perplejos asistimos enmudecidos por lo incomprensible del abandono y la desidia.
 
Hasta la fecha de su actual nominación, este vial se denominaba “Calle Campos”, siendo sustituida por la actual dedicada a nuestro paisano.
 
Efemérides
Sucedió también que un día tal como hoy, hace ahora mismo 136 años, es decir el 27 de marzo de 1877, fallece en Las Palmas de Gran Canaria el doctor Domingo Déniz Grek, su muerte a la edad de 69 años, fue muy sentida en toda la isla de Gran Canaria y su entierro congrego a miles de personas de todas las clases sociales. Su consagración como profesional de la medicina, quedo perfectamente acreditada, cuando ejerció como Director del Hospital San Martín de Las Palmas, cargo que compartió con el de médico de la Casa Cuna de los Expósitos. Siendo apenas un niño colaboró con su tío Don Pedro Alcantara Déniz, que había sido Alcalde de nuestra primera ciudad, en la iniciación experimental del cultivo de la cochinilla en Canarias, que con el paso de tiempo y cultivándose a gran escala se convertiría en la principal fuente de riqueza de las islas.
 
Domingo Déniz Grek, nació en la calle que hoy lleva su nombre en Las Palmas de Gran Canaria, en el año 1808. Desde muy joven sintió una enorme inclinación por las ciencias y las letras, lo que le llevo hacer la carrera de Medicina, en la Universidad de la ciudad francesa de Montpellier, donde también se doctoró. Más tarde se estableció de forma permanente en su ciudad natal, Las Palmas de Gran Canaria, donde ejerció la medicina con una extraordinaria sapiencia. Los diagnósticos y curas de las más complejas enfermedades, lo llevo a ser reconocido como un insigne galeno en todo el territorio nacional. El Dr. Déniz Grek ha sido sin lugar a dudas uno de los personajes que más influyeron en el embellecimiento de los barrios capitalinos de Triana y Vegueta, lo que motivó entre otras cosas que la Corporación Municipal rotulara la calle donde nació con su nombre.
 
Siendo miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, se implicó en la publicación del Diccionario de Historia Natural del eximio Don José de Viera y Clavijo. Dada su enorme capacidad intelectual, llevo a cabo la realización de un Tratado de Geografía y Cosmología y una Historia de Canarias, en dos tomos, obra esta que continúa todavía inédita. En reconocimiento a su extraordinaria singladura profesional como médico, especialmente acreditada, cuando la isla de Gran Canaria padeció la terrible epidemia de cólera, le fue concedida la Cruz de la Beneficencia. Hoy todavía y habiendo pasado 131 años de su fallecimiento, este gran prócer grancanario sigue estando presente en la memoria de todos, jamás se olvidara su gran participación y atención a cuantos tuvieron la desgracia de contagiarse y sufrir la epidemia de cólera del año 1851.
 
 
Desgraciadamente, un día tal como hoy, hace ahora mismo tan sólo 37 años, es decir el 27 de marzo de 1977, dos aviones Boeing 747 colisionaron en el Aeropuerto de Los Rodeos (Tenerife Norte en la actualidad), al norte de la isla de Tenerife, muriendo 583 personas. Es el accidente aéreo con mayor número de víctimas mortales de la historia de la aviación. Los aviones siniestrados fueron el vuelo KLM 4805, vuelo chárter de la línea aérea neerlandesa KLM, que volaba desde el aeropuerto de Schiphol en Ámsterdam, en dirección a Gran Canaria y el vuelo PAA 1736, vuelo regular de Pan Am, que volaba desde el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York, procedente del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, California hacia el aeropuerto de Gran Canaria
 
Mientras los aviones se dirigían a Gran Canaria, una bomba colocada supuestamente por el Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC) explotó a las 01:15 PM hora local en la terminal de pasajeros del aeropuerto. Más tarde hubo una segunda amenaza de bomba, debido a lo cual las autoridades cerrarían el Aeropuerto de Gran Canaria por unas horas. Ambos vuelos fueron desviados al Aeropuerto de Los Rodeos en la vecina isla de Tenerife, junto con muchos otros. En aquel entonces Los Rodeos era aún demasiado pequeño para absorber fácilmente una congestión semejante. Sus instalaciones eran muy limitadas. Tenía una sola pista de despegue y sus controladores no estaban acostumbrados a tantos aviones, mucho menos Jumbos, y era domingo, por lo que sólo había dos controladores de turno. No poseían radar de tierra y las luces de la pista estaban estropeadas. Además, el aeropuerto de Tenerife Sur, que se abriría en noviembre de 1978, seguía aún en fase de construcción.
 
El impacto se produjo unos trece segundos después, a las 17:06:50 UTC, tras lo cual los controladores aéreos no pudieron volver a comunicarse con ninguno de los dos aviones. Debido a la intensa niebla, los pilotos del avión de KLM no pudieron ver al avión de Pam Am en frente. El vuelo KLM 4805 fue visible desde PAA 1736 aproximadamente 8 segundos y medio antes de la colisión, pero a pesar de haber intentado acelerar para salir de la pista, el choque era ya inevitable. EL KLM ya estaba completamente en el aire cuando ocurrió el impacto, a unos 250 km/h. Los expertos estiman que 25 pies (7,62 metros) más hubieran sido suficientes para evitar el desastre. Su parte frontal golpeó la parte superior del otro Boeing, arrancando el techo de la cabina y la cubierta superior de pasajeros, tras lo cual los dos motores golpearon al avión de Pan Am, matando a la mayoría de los pasajeros de la parte trasera instantáneamente, el resto moriría en el impacto y en el incendio posterior de ambas aeronaves.
 
Contemplando el amanecer de este hermoso día y tras tratar los diferentes temas de esta crónica, nos sentimos perplejos ante la forma de proceder que el ser humano tiene en ciertas situación, que en ocasiones les desnaturalizan de tal forma, que el concepto de “humano” les queda grande y en consecuencia, no se merecerían ser tratados como tales, no serían merecedores de ningún tipo de consideración que tenga relación alguna con los llamados “derechos humanos”.
 
Tenemos de una parte la figura del coronel Don Antonio Lorenzo de La Rocha y Bethencourt, quien vivió una ejemplar existencia, no sólo como caballero militar, sino como alcalde de nuestra ciudad en una época difícil y conflictiva para nuestras islas y por último como benefactor hacia sus semejantes. Todo un gran ejemplo de civismo que bien nos pudiera servir como fiel en nuestras acciones cotidianas.
 
Algo similar sucede con la vida y obra del Doctor Domingo Déniz Grek, al cual parecer que la divinidad le dotó de ciertas facultades inherentes a los genios, con una sabiduría y profesionalidad envidiable en el diagnostico y tratamiento de las enfermedades de la época o las epidemias como el cólera, contra las que hubo de luchar, destacando sobremanera a nivel nacional. Paralelamente a esta gran labor, desarrollo otra social encaminada al embellecimiento de zonas de la capital, en muchos casos con su propio patrimonio, gozando de la consideración especial de sus coetáneos.
 
Estos dos personajes, sus vidas y las labores desarrolladas en pro de sus convecinos, les tipifican como exponentes clásicos de unas dotes humanitarias inconmensurables y siempre serán recordados con cariño, respeto y gran consideración por todos los que de sus vidas y obras llegamos a saber. Fueron canarios de honor, canarios de primera, canarios que enorgullecen a nuestra gente y nuestra tierra.
 
No es lo mismo que las acciones de cierto parapléjico y resentido ignorante que se auto proclamaba rey de una república bananera, con el cual se cometió una chapuza sentándole en una silla de ruedas, suerte o destino que no siguieron las 583 personas que fallecieron en el accidente de Los Rodeos, que eran totalmente inocentes y ajenas, a las demenciales diarreas mentales de estos locos del MPAIAC, que no tuvieron aceptación alguna entre la población canaria y que se irrogan la autoría del atentado en el Aeropuerto de Gran Canaria, ufanándose además del desastre de Los Rodeos, como consecuencia del anterior.
 
Es toda una apología terrorista que no sabemos aún como las autoridades la permiten, cómo se puede estar increpando a una pandilla de golfos y gandules para que se sumen a su carro, carro que esperemos que termine volcando en el abismo que se merecen y en el que las víctimas serían muy contadas o de muy poca monta para nuestra sociedad.
 
Recuerdo aquel día, el revuelo de helicópteros llevando víctimas al Hospital Insular trasladados desde Tenerife, la incertidumbre que se sembró en el Aeropuerto de Gran Canaria, la chica que perdió sus piernas con motivo de la bomba que explosionaron (una pena que no les reventara en plena cara a estos desalmados), se hizo una llamada general para la donación de sangre para las víctimas y tuvimos que acudir a las instalaciones de la Cruz Roja en Telde para donar sangre un grupo de compañeros. Asimismo, recuerdo a un señor, residente en Telde, que sospechó que un hijo suyo estaba involucrado en esa célula terrorista de asesinos y lo denunció ante la Guardia Civil. El joven fue arrestado, juzgado, sentenciado como culpable y condenado a prisión, no perdió la vida como la perdieron sus víctimas.
 
Menos mal que a la joya organizadora del MPAIAC, después de varios años sentado en una silla de ruedas y cobrando una indemnización del gobierno español, contra el que despotricaba, ya le han enterrado el 10 de diciembre de 2012, todo un orgullo ejemplarizante para los que no aman nuestra tierra, nuestras cosas y nuestra gente. No mentamos su nombre para no darle publicidad alguna ante otras tantas mentes enanas que pudieran estar escondidas por ahí.
 
Todo lo positivo que podemos encontrar en esta crónica de hoy, lo guardamos en nuestra gena y nos la echamos a la espalda, cual vital tesoro y encaminamos nuestros pasos en busca de otra nueva calle, en este caso nos dirigimos con rumbo al Naciente, nos vamos a la Urbanización La Estrella, donde visitaremos la calle La Rosa, a fin de conocer algo más del lugar de su ubicación y sobre esta hermosa flor, pero eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.
 
Sansofé.
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