Este paseo dominguero lo hacemos por entre las calles de la Playa de Tufia, donde vamos en busca de la calle La Milagrosa. Su inicio lo encontramos en la Plazoleta de Tufia, desde donde parte con orientación Sur-Norte y, tras recorrer unos 200 metros, aproximadamente, va a finalizar en la calle Barranquillo de las Marías.
Tiene paralela por el Poniente la calle Reina de Tufia y por el Naciente lo hace con la calle Sotavento.
Esta nominación, al igual que las correspondientes a las demás calles del lugar, aparecen por primera vez en los documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1980, no pudiéndose precisar la fecha de su aprobación, por carecer de documentos acreditativos al efecto.
En cualquier caso, desde entonces ha pasado a integrar el callejero del distrito 6º, sección 4ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
Las construcciones en el sector son variopintas, sin una tipología determinada y los viales de trazados irregulares adaptan su rasante a la orografía del suelo donde se ubican (depresiones que conducen desde una cota de al menos 25 metros sobre el nivel del mar, hasta la cota cero, con pronunciadas pendientes.
Desde hace algo más de 3 décadas, se mantiene candente el litigio entre los vecinos residentes en dicho sector con las Autoridades de Costas, respecto a la afección de los inmuebles por la línea de deslinde marítimo terrestre y en medio de él, las Autoridades Municipales con una contemplación pasiva, como la de quien no quiere mojarse en el tema, precisamente por la culpabilidad que ostenta en la falta de policía urbanística, ausente desde siempre.
Sinopsis de la nominación
El 27 de noviembre de 1830 la Virgen Santísima se apareció a Santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina, y se le apareció de esta manera: La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra. María Santísima dijo entonces a Sor Catalina:
"Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan".
Entonces alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un círculo o una aureola con estas palabras: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y una voz dijo a Catalina: "Hay que hacer una medalla semejante a esto que estas viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen", y apareció una M, sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa.
El Arzobispo de París permitió fabricar la medalla tal cual había aparecido en la visión, y al poco tiempo empezaron los milagros. (lo que consigue favores de Dios no es la medalla, que es un metal muerto, sino nuestra fe y la demostración de cariño que le hacemos a la Virgen Santa, llevando su sagrada imagen).
En el caso que nos ocupa, es muy común que los asentamientos poblacionales en las costas, mantenga un fervor religioso hacia la Virgen María, la cual recibe diferentes nombres, dependiendo del lugar donde se adopte como patrona. La Milagrosa se celebra el 27 de noviembre de cada año.
En especial, los hombres de la mar, tienen como patrona a Nuestra Señora del Carmen, por toda la costa del territorio nacional y dicha imagen se venera y se saca en procesión marinera en la fecha de su santoral, que se celebra cada 16 de julio.
Toponimia del lugar
La toponimia “Tufia” o “Taufia”, nos habla del nombre que tenía un poblado prehispánico en el cantón de Telde.
Estaba ubicado en la parte alta de la pequeña península de Tufia, en el este de Gran Canaria, entre Melenara y Gando. Enclavado en la parte de Gran Canaria que mira hacía África.
Es una terraza que se adentra en el mar, siempre azul y limpio, que contrasta con la aridez que el viento y el polvo dan a este accidente geográfico, al que se llega atravesando un pequeño istmo, con playas de arena a ambos lados: la Playa de Tufia y la Playa de Aguadulce.
El antiguo poblado estaba formado por construcciones pétreas ciclópeas, es decir con piedra seca muy pulidas, sin ningún tipo de argamasa, de poca altura y sobre las cuales seguro que habrían techos de madera y tierra amasada, según descripciones de Abreu Galindo y Leonardo Torriani.
Hay restos arqueológicos de varias viviendas de planta cuadrangular con alcoba y puerta ancha, también habían otras de forma circular, así como dos enterramientos tumulares.
Los últimos estudios serios sobre este tipo de yacimientos arqueológicos de la isla, se realizaron por Sebastián Jiménez Sánchez a principios de la década de 1940, en ellos se mencionan otros tantos como los de Melenara, Taliarte, Mogán, Arguineguín o Gáldar.
El Sr. Jiménez Sánchez denuncia la desaparición de muchos de ellos y entre los más significativos aparece el de Taliarte, cuyas piedras fueron empleadas para realizar una construcción militar –seguramente una caseta de ametralladora- de las tantas que sembró el régimen franquista por las costas canarias, para luchar contra el miedo de perder el poder dictatorial con el que nos agobió durante algo más de cuatro décadas.
Desde entonces, sobre el poblado de Tufia se ha escrito mucho y lo único que se ha hecho, es el vallar el entorno para evitar se siga destruyendo por parte de los desaprensivos los túmulos allí existentes. A ciencia cierta, que se consigue evitar tal destrucción, pero la apatía y la incompetencia de las Autoridades Insulares y Municipales, contrarrestan esta acción sumiendo estos valores arqueológicos en el olvido, donde la acción de las inclemencias juegan su papel corrosivo y muy importante en su destrucción.
Efemérides
Hoy mismo se cumplen 170 años, de aquel 9 de febrero de 1844, día en el que fallece en La Habana (Cuba), nuestro diputado Pedro Gordillo Ramos. Había nacido el 6 de mayo de 1773, en el barrio de Tres Palmas, del municipio de Santa María de Guía (Gran Canaria) y fue un destacado político y sacerdote, considerado gran parlamentario y orador. Llegó a ser presidente de las Cortes de Cádiz representando a Canarias. Fue partícipe en la redacción de la “Carta Magna”, con la que se puso fin al antiguo régimen. A nivel insular, logró poner la capitalidad de toda Canarias en Las Palmas.
Cuando era niño fue cuidado por el famoso historiador José de Viera y Clavijo, hecho que influyó en su deseo para estudiar una carrera religiosa. Así, cuando tenía 26 años, tras ingresar en la ermita de San Antonio Abad, se convirtió en sacerdote en la misma, alcanzando posteriormente el puesto de párroco de la Iglesia del Sagrario. Sin embargo, cuando se desarrolló la invasión napoleónica, esta influyó negativamente en la política canaria, provocando un vacío de poder en el archipiélago. Aprovechando ese hecho, el gobierno de la isla de Tenerife decidió crear allí la Junta Suprema Gubernativa, en un momento en que Gran Canaria y Tenerife luchaban por la capitalidad de las islas, capitalidad que tenía, en estos momentos, Tenerife.
Por ese motivo, en Gran Canaria se convocó el Cabildo Permanente. Fue entonces cuando Gordillo, aún sacerdote, entró en el ámbito político participando en las asambleas de ese Cabildo, destacando en su defensa de Gran Canaria. Fue elegido como Diputado para representar los intereses grancanarios en las Cortes de Cádiz en 1810 y en abril de 1813 llegó a presidir dichas cortes. En ellas luchó por las ideas liberales y por el cambio político y social de la isla, destacándose en sus propuestas para abolir el Régimen señorial, las regalías en Canarias y el vasallaje en España. Gordillo también propuso una Universidad en Las Palmas pero Tenerife decidió rechazar la propuesta, basándose en el Decreto de 16 de septiembre de 1816.
Sucedió que un día tal como hoy, hace ahora mismo 97 años, es decir el 9 de febrero de 1917, durante la Primera Guerra Mundial, Alemania decretó el ataque de sus submarinos sin previo aviso a todos los barcos ya fueran enemigos o neutrales, buscando de esta manera anular el gran poderío naval de sus enemigos. A Estados Unidos le perjudicó esta política, ya que mantenía intensos contactos comerciales con las potencias de la Entente. Estados Unidos acabó de decidirse a apoyar a los aliados cuando los alemanes hundieron el “Lusitania”, y el 6 de abril el congreso declaró la guerra a Alemania. Esto significó un gran apoyo de material y hombres para los aliados con lo que se rompía el equilibrio existente en el frente de batalla. Ya desde el año 1915 Alemania había iniciado una guerra submarina, con la intención de cortar el abastecimiento británico.
En el año 1917 tuvieron lugar dos hechos de máxima importancia para el desarrollo de la guerra. Tanto la retirada de Rusia como la entrada de EEUU en el conflicto sirvieron para desequilibran la balanza entre los dos bandos. Rusia tuvo que retirarse de la guerra como consecuencia de la revolución que acabó con el régimen de los zares y dio el poder a los bolcheviques. El nuevo régimen de Lenin firmo de forma inmediata la paz con Alemania mediante el tratado de Brest-Litovsk (1918), con esto acababan los enfrentamientos en el frente oriental, y los alemanes se pudieron dedicar únicamente al frente occidental. En la primavera de 1917 los franceses lanzaron los últimos ataques contra los alemanes, que fracasaron una vez más.
Antes de la entrada de los estadounidenses, el mariscal alemán Hindeerburg decidió aniquilar a los ingleses y franceses y entrar en París. En marzo su lugarteniente Ludendorff dirigió un ataque sobre Francia que llegó nuevamente a la línea de Marne. Pero el ejército aliado mandado por el mariscal Foch resistió la presión alemana en la segunda batalla de Marne, que se desarrollo en marzo. Los alemanes se vieron obligados a retroceder bajo el contraataque aliado que se vio favorecido al cabo de unas semanas debido a la presencia de dos millones de soldados norteamericanos. Por otro lado entre septiembre y octubre de 1918 los aliados atacaron a Bulgaria y Turquía, que pidieron la paz. Lo mismo hizo Austria, tras ser derrotada por los italianos en Vittorio Veneto. Estos desastres unidos al fracaso de las tropas en la segunda batalla de Marne, hicieron que en Alemania un movimiento revolucionario obligará a Guillermo II a abdicar y refugiarse en Holanda, mientras en el país se proclamaba la Republica. El nuevo gobierno firmó el armisticio.
Ahora, cuando la aurora quiere hacerse presente con sus primeras luces, desde la Punta de Malagato, en el lado Sur de la Playa de Tufia, contemplo el remanso de la bahía que abriga la pequeña península de La Paredilla y pienso en la enorme importancia que en otros lugares del planeta le hubiesen dado tanto a los túmulos aborígenes de Tufia, como a los mismos arenales situados en el lado Norte de la playa.
La última vez que visitamos los túmulos, recuerdo haber paseado casi de piedra en piedra, sin querer dejar huella alguna de mi paso, sumido en el silencio propio que el respeto al lugar me infundía. Recorrí las diferentes viviendas, el tagoror y el túmulo funerario.
El tiempo parecía que se había detenido en no se qué instante y hasta en un momento dado, confundía el murmullo del viento con voces apagadas, dirigidas a otras tantas personas ausentes que le dan el encanto mágico al lugar, desde donde a modo de atalaya, observo el horizonte de este omnipresente Atlántico.
Lamentablemente, salvo ese vallado metálico que hace varios años se llevó a cabo por las Autoridades Autonómicas, ahora con un amplio abanico de defectos: tramos del vallado caídos y mayoritariamente corroído, al igual que los ambones en los que un día hubieron carteles informativos y que ahora no informan de nada, ni a nadie. Lo demás está todo, absolutamente todo sumido en el total abandono, con un ausente interés por las autoridades Regionales, Provinciales y/o Municipales, en su conservación y rescate, aunque bien pudiera decirse que da más la impresión que lo que interesa es la total extinción y desaparecerlo de la faz de la tierra.
Tres cuarto de lo mismo sucede con los arenales de Tufia, que no es otra cosa que una playa emergida, después del choque de placas tectónicas a mediados del Cuaternario y que propiciaron el pliegue de casi toda la zona costera, hundiéndose unas partes y emergiendo otras tantas. Hoy al menos, gracias a las constantes denuncias por parte de grupos ecológicos respecto a la especulación en el lugar, se ha suspendido la actividad extractiva de arena y la venta de la misma.
Buscamos entre sus dunas y encontramos tramos de sebadales secos, propios de los fondos marinos, cuyos ejemplares brotan si hay humedad y en pocos días se vuelven a secar, conchas de lapas y otros tantos moluscos bivalvos sésiles del orden de Docoglossa, algunas de forma agigantada y otras tantas normales, lo que nos puede inducir a pensar en las diferentes fases del pliegue de la costa, pero que en cualquier caso todas y todo, se encuentra en el más absoluto estado de abandono.
Son dos atractivos de nuestro municipio que conforman nuestro Patrimonio Histórico y Medioambiental, que pudieran tener una utilidad docente y/o turística, junto a otros tantos existentes y en las mismas condiciones, aunque habría que hacer una inversión de acondicionamiento para los visitantes y se sabe que no sería muy rentable su disposición al no generar riqueza alguna, bueno…de igual forma sin quererlo, hemos acertado una vez más en la causa de su abandono, como el abandono que sufren otros lugares de nuestro municipio y con ellos nuestra cultura popular.
Parece que están compinchados para hacer desaparecer toda seña de identidad, toda referencia paisajística, todo testimonio del pasado, tal vez en aras de conseguir lo que refiere la máxima de: “Un pueblo sin cultura popular y sin historia, es un pueblo sin identidad. Pudo no haber existido nunca o se pretende que deje de existir como tal.” El mismo empeño político de “los conquistadores” que campearon a sus anchas con la bendición de Dios y para gloria de Castilla, destruyendo toda una cultura y diezmando un raza. Estos de ahora, con su apatía y consentimiento a la destrucción mediante el abandono, espero que al menos no pretendan la bendición de Dios, porque a lo mejor la gloria de Castilla (España), puede importarnos poco menos que nada.
Dejamos aquí nuestra intervención de hoy, para dirigirnos a otro lugar con rumbo de noroeste, concretamente al barrio de La Gavia, donde visitaremos la calle La Mina, con el fin de saber algo más del lugar de su emplazamiento y sobre esta popular nominación pero bueno, eso... será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.
Sansofé.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.19