Hoy hemos regresado a pasear al barrio de Casas Nuevas y allí vamos en busca de la calle La Gomera, encontrando su inicio en la calle San Venancio, desde la cual parte con orientación Poniente-Naciente y, tras recorrer unos 190 metros, aproximadamente, finaliza desembocando en la calle Lanzarote.
Por su lado del Norte linda con la calle La Palma y por el Sur lo hace con la calle Fuerteventura.
Esta nominación al igual que las del resto del barrio, aparecen por primera vez en los documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1970.
Desde entonces ha pasado a formar parte del Callejero del distrito 6º, sección 6ª del Censo Municipal de de Habitantes y Edificaciones.
No se puede precisar la fecha exacta de aprobación de esta nominación, ya que, carecemos de documentos que lo puedan atestiguar, pero seguramente lo fue poco tiempo antes de la fecha anteriormente referida, en los trabajos preliminares a tal censo.
Las nominaciones en el sector se refieren principalmente a nombre de islas y/o personajes destacados en las ciencias.
Sinopsis de la nominación
La Gomera es una de las siete islas principales del Archipiélago Canario. Está situada en el océano Atlántico, en la parte occidental del archipiélago. Pertenece a la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Su capital es San Sebastián de La Gomera, donde se ubica la sede del Cabildo Insular. La isla es desde el año 2012 Reserva de la Biosfera.
En el centro de la isla se encuentra el Parque Nacional de Garajonay, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986 por la Unesco. Por su parte el Silbo gomero (lenguaje silbado practicado por algunos habitantes de la isla), también es Patrimonio de la Humanidad desde 2009.
La Gomera tiene una superficie de 369,76 km². Su punto más alto es el pico Garajonay, con 1.487 m de altitud, que pertenece al Parque Nacional de Garajonay. La isla tiene unos 12 millones de años de antigüedad. También es conocida como la isla colombina, porque fue lugar de avituallamiento de Cristóbal Colón antes de partir al Nuevo Mundo en el año 1492.
La población de derecho de la isla es de 22.769 habitantes (INE, enero de 2009). En los años 50 del pasado siglo llegó a tener alrededor de unos 30.000 habitantes, habiendo sufrido sensiblemente el fenómeno de la emigración.
La Gomera cuenta con el Parque Nacional de Garajonay, constituido en 1981 y posteriormente nombrado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Éste alberga una joya natural propia del periodo terciario: el bosque de laurisilva. Dicha formación vegetal subtropical está formada por una gran variedad de árboles que conservan su follaje durante todo el año gracias a la alta humedad y a las suaves temperaturas. En Garajonay se pueden encontrar fayas, brezos, laureles, helechos, etc. La zona se ve afectada por el llamado mar de nubes, por lo que la condensación del vapor de agua en las hojas de los árboles (lluvia horizontal) eleva de manera considerable la cantidad de agua en el terreno. El parque puede recorrerse fácilmente gracias a los numerosos senderos que lo atraviesan.
Otros entornos bajo protección según la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos son La Reserva Natural Integral de Benchijigua, La Reserva Natural Especial de Puntallana, El Parque Natural de Majona, El Parque Rural de Valle Gran Rey y El Paisaje Protegido de Orone, entre otros.
La isla cuenta con cientos de endemismos vegetales y animales, que hacen que sea rica en biodiversidad. Entre los endemismos animales de la isla destaca el lagarto gigante de La Gomera (Gallotia bravoana), posiblemente uno de los vertebrados más amenazados del mundo. Sólo se conocen unos pocos ejemplares en un risco de difícil acceso. El gobierno canario ha elaborado un plan para su recuperación.
La Gomera, al igual que el resto de las Canarias, es una isla volcánica. No obstante, los episodios volcánicos pueden considerarse cosa del pasado: las últimas erupciones se produjeron hace unos dos millones de años. La erosión del agua ha trazado numerosos barrancos, y en la costa ha delineado prominentes acantilados: ejemplo de ello es el espacio natural protegido de Los Órganos, al norte de la isla. Los Órganos constituyen una muestra de columnatas basálticas, formadas por el lento enfriamiento de lava en un antiguo cráter.
La economía insular se ha basado históricamente en la agricultura. Ésta ha tenido una doble vertiente: por un lado, la ligada al autoabastecimiento (hortalizas); por otro, la asociada a la exportación (plátano). Con una superficie no demasiado propicia para esta actividad, los cultivos han sido posibles gracias a las terrazas construidas en el terreno y a la amplia red de canales de riego.
En los últimos años, el desarrollo económico se ha orientado hacia el turismo. Los núcleos turísticos emergentes son Valle Gran Rey, Playa Santiago y San Sebastián de la Gomera. La isla está dividida en 6 municipios: Agulo, Alajeró, Hermigua, San Sebastián de la Gomera, Vallehermoso y Valle Gran Rey.
Hay muchas teorías sobre la procedencia del nombre "Gomera". Algunas de estas teorías no tienen ningún rigor ni fundamento, como la que dice que su nombre proviene de Gomer, nieto de Noé. La teoría más avalada es que el nombre Gomera está relacionado con las tribus bereberes (hoy arabizadas) de Gomara en la región de Xauen en el norte de Marruecos (en castellano tenemos Peñón de Vélez de La Gomera y otros). Estas tribus son agrícolas y desconocen la navegación igual que los oriundos de la isla canaria del mismo nombre, con lo cuál se piensa que pudieron ser llevados en su día por algún pueblo de navegantes.
El nombre de Gomera aparece por primera vez en el libro "El conocimiento de los Reinos del Mundo" (circa 1350) obra atribuida a un fraile aragonés que se cree castellanizó los topónimos que utilizaban los cartógrafos mallorquines en la designación de las islas. El primer mapa en el que aparece la isla y su topónimo es el Atlas de Cresques de 1375.
La isla estaba poblada por los gomeros o gomeritas, indígenas de la isla. De ellos se conservan varias tradiciones, pero la más famosa es el lenguaje de los silbos (o silbo gomero), una forma de comunicación para superar las limitaciones de la accidentada orografía.
Al comenzar la conquista, la isla se encontraba dividida en 4 cantones: Mulagua, Hipalan, Orone y Agana, identificándose estos territorios con los grandes valles de Hermigua, San Sebastián, Valle Gran Rey y Vallehermoso, respectivamente.
Se dice que La Gomera nunca fue conquistada y que a lo largo de los años cuando los nuevos pobladores europeos fueron estableciéndose en la isla, los aborígenes reconocieron su autoridad.
Los gomeros fueron un pueblo "inconformista" y "rebelde" que se levantaba cada vez que se cometía una tropelía o una injusticia hacia su pueblo. Esta isla al igual que El Hierro, Lanzarote y Fuerteventura estaban bajo un señorío, que duró hasta principios del siglo XIX, a diferencia del realengo en el que estaban las islas de La Palma, Tenerife y Gran Canaria. El señorío de la Gomera está relacionado con la familia Peraza y se caracterizó por su crueldad y tiranía.
Toponimia del lugar
Inicialmente el nombre del sector que se encuentra hoy al Naciente de la Autovía GC-1 y que es conocido como Casas Nuevas, fue a hasta finales de la década de 1950 el de Valderrama, que era una antroponimia que hacía referencia al alférez Francisco Valderrama Palomeque, quien fue propietario de la gran finca que ocupaba el sitio hasta finales del siglo XVII.
Del Sr. Valderrama Palomeque no se tiene información alguna y todo circula en fundamentos hipotéticos tales como que fuera el heredero de algún beneficiario en los repartos de datas por parte de Pedro de Vera merced a la Cédula Real de 4 de febrero de 1480, tan sólo 200 años antes.
O bien pudiera ser también, que su condición del alférez le sitúe en la posición del militar de quien habiendo hecho fortuna en los Países Bajos, se retire a la tranquilidad de las islas estableciéndose como un hacendado más, para ver pasivamente el desenlace histórico de la Guerra de los Treinta Años y los calamitosos reinados de los últimos austrias españoles Felipe IV y Carlos II, que aceleran el desmembramiento del Imperio Español.
Esta antroponimia de Valderrama, es sustituida popularmente en la primera mitad del siglo XX, por la toponimia de Casas Nuevas, que hace alusión a las nuevas edificaciones que se inician en el margen Poniente de la antigua Carretera al Sur (hoy GC-1) en el cruce con la Carretera a Melenara (hoy calle San Fernando).
Estas circunstancias se van produciendo paulatinamente desde la tercera década del siglo XX en las zonas adyacentes a los grandes cultivos de tomateros y plataneras y que, en la medida que transcurre el tiempo, van ampliándose hasta formar los actuales barrios como el que hoy visitamos y otros tales como Las Huesas, El Goro, Marpequeña o El Calero, aunque este fenómeno se acelera en la década de 1960, cuando la agricultura canaria se queda sin el mercado europeo y los terrenos de cultivo son urbanizados y destinados a la venta de solares y a la construcción de viviendas o locales, cambiándose la fisonomía de nuestro municipio en menos de una década y dejando la hermosura de la Vega Mayor de Telde en tan solo un ensueño romántico del pasado, desgraciadamente.
Hoy este barrio cuenta con casi todos los servicios urbanísticos y sociales, con Plaza Pública, Local Social y Centros Docentes, conformándose como un lugar bueno para vivir en tranquilidad, no solo por la carencia de ruidos estridentes, sino también por la buena gente que allí nos encontramos.
Efemérides
No fue por casualidad, pero un día tal como hoy, hace ahora mismo 386 años, es decir el 12 de enero de 1628, nace en la ciudad de París (Francia), el escritor frances Charles Perraul, quien tenía además un hermano gemelo llamado François. Su familia perteneciente a la burguesía acomodada, hizo posible que tuviera una buena infancia y concurriera a las mejores escuelas de la época. Ingresó en el colegio de Beauvais en 1637, donde descubre su facilidad para las lenguas muertas. A partir de 1643, comienza a estudiar derecho. Indudablemente hábil y con un notorio sentido práctico, recibe la protección de su hermano mayor Pierre quien es Recaudador General. En 1654 es nombrado funcionario para trabajar en el servicio gubernamental. Tomó parte en la creación de la Academia de las Ciencias y en la restauración de la Academia de Pintura.
Su vida siempre dedicada al estudio, dejaba escaso margen a la fantasía. En su primer libro "Los muros de Troya", (1661), se muestra nada infantil, como se puede apreciar en el contenido de la obra. Esto se debe a que a lo largo de su burocrática y aburrida existencia de funcionario privilegiado, lo que más escribió fueron odas, discursos, diálogos, poemas, y obras que halagaban al rey y a los príncipes, lo que le valió llevar una vida colmada de honores, que él supo aprovechar. Fue secretario de la Academia Francesa desde 1663, convirtiéndose en el protegido de Colbert, el famoso consejero de Luis XIV, hasta que en 1665, progresa en su categoría laboral convirtiéndose en el primero de los funcionarios reales, lo que le significa grandes prebendas. Hace extensiva su buena fortuna a sus familiares, consiguiendo, en 1667, que los planos con los que se construye el Observatorio del Rey, sean de su hermano Claude.
Fue principalmente reconocido por haber dado forma literaria a cuentos clásicos infantiles tales como “Caperucita Roja” y “El gato con botas”, atemperando en muchos casos la crudeza de las versiones orales tradicionalistas. El ilustre autor escribió un total de 46 obras, ocho de ellas publicadas póstumamente, entre las que se halla “Memorias de mi vida”. Los cuentos infantiles se tratan de cuentos morales, indudablemente, pero llenos de un encanto que perdura y que los ha convertido en las lecturas favoritas de los niños. Los personajes que emplea son hadas, ogros, animales que hablan, brujas y príncipes encantados, entre otros. Al final de cada relato, el autor incluye una moraleja referente al contenido de cada historia. El escritor registró las costumbres de una época en el que la mayoría estaba inconforme con su situación, y para dar esperanzas a la gente en un período histórico, por lo regular incluía finales felices en sus escritos. Falleció en París el 16 de mayo de 1703.
Se cumple hoy 85 años, de aquel 12 de enero de 1929, día en el que se determina por las autoridades que el crecimiento de la ciudad grancanaria, determina la necesidad de construir un edificio para Correos y Telégrafos. Hasta ese entonces solo existían dos pequeñas oficinas muy incómodas, tanto para el personal que trabajaba en ellas como para el propio usuario de los servicios. A tal efecto y con la idea de solucionar el problema, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, donó un solar y encargó al arquitecto Fernando Navarro, la confección del proyecto encaminado a la construcción del mentado edificio, planos que seguidamente serían debidamente aprobados.
Se inician las obras y aunque con mucha lentitud, la misma fue progresando, salvando los diferentes escollos económicos hasta llegar a su culminación, pero el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria no aceptó la recepción final definitiva de las mismas al advertir importantes anomalías en la ejecución de las mismas. Tras muchos intentos fallidos de culminación, hubieron de transcurrir seis largos años hasta que el municipio aceptó la recepción provisional de aquellas. El acto de recepción provisional tuvo lugar el día 30 de junio de 1935 y la decisión se tomó tras una reunión entre el gobernador civil Sr. Armenta, el jefe de Telégrafos, el delegado de Hacienda y el propio contratista de las obras.
Era una época ésta, de total inestabilidad, si bien la experiencia de la segunda república había llegado alentada por el fervor popular, no cabe la menor duda que la capacidad real de la economía española era sensiblemente limitada para dar solución a los problemas y las necesidades planteadas en los diferentes sectores de la sociedad, estimulada en gran parte por el auge de las ideologías fascistas frente a las reformas planteadas por los gobiernos progresistas. El triunfo en las elecciones de la derecha fomentó el entusiasmo de campesinos y obreros en ideas revolucionarias. Todo este panorama desembocaría un año más tarde en la sublevación militar y el inicio de la Guerra Civil Española, con sus nefastas consecuencias.
Cuando realizas un viaje y te encuentras en un sitio, del cual sabes parte de su historia, es cuando verdaderamente aprecias y valoras las circunstancias que pudieron motivar los hechos que la conforman, cuando no, apreciar y admirar la constitución del mismo.
Estas circunstancias se dieron cuando en el mes de mayo del año 2006, visitamos la Isla de La Gomera. Aunque había estado en otra ocasión en el lugar, no me había parado a valorar el entorno, pero la estancia en la Torre del Conde y todo el relato histórico respecto a la muerte de Hernán Peraza, así como, la represalias tomadas por Pedro de Vera con la población gomera, me hizo sentir algo muy diferente, algo que me indujo a la admiración en silencio y con total respeto, hacia las víctimas de los abusos del castellano.
No se si fue la sugestión de sabernos en medio de uno de los bosques más antiguos del planeta o si en el estado de ánimo influyó bastante la bruma que densamente ocupaba el ambiente en la visita al Parque Nacional de Garajonay, pero por momentos pudimos imaginar como pudo ser dicho espacio en la época del cuaternario, con los brezales llenos de líquenes, la frescura en el aíre y el silencio entrecortado por las rachas de viento. El paraje estaba totalmente vacío, en medio de aquella inmensidad, estábamos solos.
La valía de Charles Perraul como literato de cuentos infantiles, es indudable, cuentos que han sido traducidos a más de 80 idiomas y adaptados a obras de teatro, ballets, películas, dibujos animados, juegos en CD y obras de escultura y pintura. Además, de haber dado vida y forma a la fantasía en la mente de muchos niños durante varias generaciones. No son muchos los autores que consiguen el éxito a esa escala y se proyectan a través del tiempo.
La admiración en este caso nos llegó el pasado día 1 de mayo de 2013, cuando visitamos en Odense, de la isla de Fionia, en Dinamarca, la casa donde nació y vivió gran parte de su vida el también escritor de cuentos infantiles Hans Christian Andersen (1805 y 1875). Entre sus más famosos cuentos se encuentran «El patito feo», «El traje nuevo del emperador», «La reina de las nieves», «Las zapatillas rojas», «El soldadito de plomo», «El ruiseñor», «La sirenita», «El ave Fénix», «La sombra», «La princesa y el guisante» , etc.
Desde detrás de los cristales observé la vista de la calle e imaginé que en aquel mismo lugar que ocupaba la mesa de escritorio y la silla del Andersen, el escritor danés había pasado mucho tiempo escribiendo una importante página de la literatura universal, fue muy importante la sensación que percibí. Toqué el escritorio y me senté en la silla, miré hacia fuera y estuve un rato transportado en el tiempo, aunque desde mi actual dimensión, pletórica de admiración y respeto.
Ha sido uno de mis mejores viajes, llevando de antemano en la mente las cosas que me podía encontrar, sólo tenía que observarlas, algunas palparlas y disfrutar de todas ellas en el contexto del mensaje cultural que me brindaban sus propios autores, ahora y en esta dimensión, ausentes.
Damos por finalizado nuestro recorrido de hoy, guardamos los aspectos positivos de lo narrado en nuestra gena, la cual nos echamos a la espalda y emprendemos una caminata, esta vez dentro del mismo barrio, donde vamos en busca de la calle La Graciosa, para poder conocer algo más del lugar de su ubicación y sobre esta isla de nuestro archipiélago, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Cuídense, mientras tanto.
Sansofé.
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